Partida Rol por web

Asteron sonrió era muy difícil convencer a Haydn para poder entrenar con él, de hecho ya casi ni recuerda cuando fue la ultima vez. A su vez continuo con el rito, ademas ya no era solo una forma de pasar el rato sino una orden de su superior.

     Numaios fue el primero en acabar los ritos para quitarse la servoarmadura. Ahora vestía únicamente un mono de entrenamiento de color gris y unas botas de cuero negro. Un atuendo espartano que dejaba apreciar su imponente figura, libre al fin de la armadura.

     Cuando un artartes viste su armadura de combate, parece un semidios encarnado, pero cuando está desnudo de ella, es cuando puede verse la autentica diferencia para con los humanos. El serpiente de hierro poseía ademas una musculatura y constitución superiores a la media de un marine espacial. Paladeando el momento, se acercó al armero y después de embrazarse un ligero escudo redondo, empuñó una espada de práctica. Con pasos seguros, se adentró en el circulo de prácticas. Su presencia llenó la arena de entrenamiento, pues ademas de fuerza, el marine poseía un gran carisma para con sus hermanos. No en vano tenía el rango de sargento en su capítulo. Sus abultados biceps daban cuenta de su descomunal fuerza y su amplo pecho subía y bajaba mientras el marine empezaba a acelerar su aumentado metabolismo para entrar en batalla. Su ancha sonrisa de seguridad en si mismo, quedaba enmarcada en un rostro franco y atractivo. Era como un autentico héroe de las leyendas Ithaka, con su pelo negro y su fina trenza de distinción colgando a la derecha.

     Desde su lugar en el centro de la arena miró a sus compañeros. - Estoy listo. ¿Quien de entre mis hermanos acepta el reto? Estoy seguro de que cualquiera de los dos me ofrecerá un buen combate. Con rápidos giros, hizo silbar el gladius y comenzó a botar suavemente en el sitio, a la vez que ladeaba la cabeza a ambos lados, como calentando los músculos. - ¿Y bien? ¿Quien será el primero? ¿el hermano bibliotecario o el hermano apotecario?.

Castor terminó de retirarse su reverenciada servoarmandura un poco después que Numaios mientras recitaba las oraciones pertinentes para agradecer al espíritu de la armadura su protección. Pronto su cuerpo, cubierto por una profusión de tatuajes y cicatrices rituales, quedó cubierto por la sobriedad de un mono de entrenamiento negro, tal y como le gustaba vestir cuando no portaba la sagrada servoarmadura.

Con calma, se dirigió a otro de los armeros de la sala y sopesó cual debía ser su arma, con los pros y contras de cada una de ellas en un combate de este tipo. Finalmente se decidió por el mismo estilo de combate que el marine de asalto. El escudo le debería proporcionar una cierta ventaja en el combate múltiple o al menos paliar la de los demás.

Una vez armado, entró en la arena, manteniendo la distancia con Numaios. - Ya estoy listo - murmuró.

Al terminar los ritos para quitarse la armadura, el aire quedo impregnado de un olor a incienso. Asteron era alto incluso para ser un Astartex, su cuerpo lucia decenas de cicatrices de guerra, pero la que mas destacaba era una que le cruzaba el pecho de derecha a izquierda y de arriba a abajo, un recuerdo de un Kaudillo orko en la lucha por Armageddon.

Cuando termino se acerco a la armería y mirando a sus compañeros pronuncio una palabras, mientras se apoyaba en la pared. -Veo que hoy no sera un combate uno contra uno, algo diferente siempre viene bien. -tomo un escudo y una espada de entrenamiento.

Acto seguido entro en la jaula, mientras calentaba sus músculos con suaves movimientos les dijo a sus compañeros -Si no estais preparados es que no soy marines de verdad -y lanzo un duro golpe a Castor

Al principio, agobiado, alzó la mano en dirección al Salamandra pidiendo silencio con respeto, pero visiblemente azorado. Volvió a comprar su pantalla y miró preocupado al tecnoadepto superior - Iré a ver al astropata primaris... - se giró para ver a los marines y a las hermanas de batalla  - Por favor, acompañad al tecnoadepto a la sala de maquinas, os agradecería que llevarais con vosotros al tecnomarine que os acompaña - y sin más, después de hacer el gesto del aguila se marchó veloz acompañado de un par de oficiales, no se paró a esperar para ver como le hacíais caso, estaba acostumbrado a tener gente bajo su mando y que estos obedecieran sin dudas.

El tecnoadepto, alguien encapuchado con su túnica roja ribeteada con tonos dorados se puso a vuestro lado esperando a que iniciarais la marcha... no dijo nada, solo se quedó esperando.

Bajo la atenta mirada del capellán Haydn, os fuisteis preparando para el combate de prueba... uno a cada lado del circulo de combate, formando un triangulo... era inevitable que tensiones aparecieran, la falta total de combate, el aburrimiento de estar embarcados tanto tiempo... bestias enjauladas listas para combatir...

Laocastus se ajustó un momento el yelmo astartes que llevaba al cinto, y radió a su compañero en la armería. - Hermano Jaden, aquí el hermano Signatum. Si os place, os agradecería que os reunieseis conmigo y el hermano Zahariel en la sala de máquinas, a petición de nuestro gentil anfitrión y capitán del crucero. - Dicho esto, se giró hacia su hermano de armas, la hermana de batalla y el tecnoadepto.- El hermano Jaden nos verá en nuestro destino. Por favor, abra el paso, tecnoadepto.

Un crujido de estática sonó en el comunicador del hermano Kolis.- Hermano Kolis , aquí el hermano Signatum. Si os place, os agradecería que os reunieseis conmigo y el hermano Zahariel en la sala de máquinas, a petición de nuestro gentil anfitrión y capitán del crucero.

 Aurelia clavó sus ojos azul claro en el rostro de la joven Irelia, unos ojos que reflejaban cabreo y desaprobación sin apartar un momento la mirada de la muchacha, apoyo su mano libre en las caderas con energía y enarco una ceja mientras le escuchaba hablar.

 No era mala chica pero era demasiado impulsiva y si quería llegar a ser una hermana de batalla hecha y derecha iba a tener que aprender a controlar esos impulsos y eso era algo que Aurelia haría personalmente -¡Nada de mirar! creí haberte dicho que…

Aurelia se detuvo en seco al ver a su joven subordinado apuntar hacía el Capitán, miró a sus ojos tan solo unos instantes pero los suficientes para comprender que algo no marchaba bien, un escalofrío recorrio su espalda, soltó la mano de la muchacha y giro su cabeza en una primera instancia para luego girarse del todo centrando totalmente su vista en el capitán, esa sensación de agobio y malestar volvió a indadirla  creciendo aún más dentro de ella hasta el punto de sentirse incomoda con la presencia de Irelia tras su espalda, con lo que se situó junto a ella y volvío a mirar al Capitán el cual comenzo a dar ordenes tras haberlas dado Aurelia también realizo el gesto del aguila, tras éllo acerco su cabeza un poco al oído de Irelia y en voz bajito le dio las ordenes pertinentes  -Algo no marcha bien, quiero que avises a todas las hermanas, manteneos alerta y no perdais de vista a la inquisidora a pesar de su petición su seguridad es lo primero ¿Entendido?

Aurelia tras decir esto se separó de la joven Irelia y se acerco al tecno Adepto y a los marines -En marcha no tenemos tiempo que perder

Su gesto era duro e imperturbable aunque por dentro la carcomiesen las dudas y la incertidubre “¿Qué demonios estaba pasando?”

Castor sale de su meditación para comenzar el combate a la orden del capellán. Su mente está en calma y se dedica a observar a sus contrincantes. Numaios es un marine de asalto - piensa - estamos en su terreno y es fácil que pueda ganarnos a los dos juntos. Asteron por el contrario es un psíquico - nota como su ritmo se acelera ante ese hecho. La herencia de su capítulo tira mucho - Tendré que intentarlo con él si quiero tener alguna oportunidad.

Justo cuando el capellán termina de dar la señal de comienzo, Castor se lanza a por Asteron con una carga impetuosa. Pero el bibliotecario es perro viejo, o bien sus sentidos psíquicos le avisaron - fijo que es eso - y su golpe no logra impactar como deseaba.

El tecnomarine ya enfilaba la zona de entrenamiento cuando oyo la radio.

Miro el bolter y su recien acoplado lanzagranadas. Suspiro, bueno, al menos ya estaba hecho. En otro momento podria probar el arma.

Signatum habia dicho que era un a peticion del comandante por lo tanto negarse era imposible.

Con una ultimo suspiro de resignacion, activo la radio:

-Por supuesto hermano, me dirijo alli ahora.