Al cabo de unos minutos de trayecto por la gran manzana, llegas a las puertas de lo que ha sido durante todos estos años tu hogar.
Sentado en un confortable asiento de cuero, te encuentras escuchando el receptor de radio con su habitual programación matinal en Radio Row.
Después de la pieza suena una voz femenina con esa monotonía típica de los locutores radiofónicos.
"... y las ganancias de la superproducción han ido a parar en el beneficio empresarial. Economistas aseguran que la politica creditícia del presidente Hoover es de un grave peligro a causa del endeudamiento de los ciudadanos. Apesar de todas las evidencias, el gobierno sigue sacando madera al asunto...."
De repente te sorprendes cabeceando.
La noche se había alargado más de lo que esperaba, sentado en el sofá escuchando la radio había estado a punto de dormirme, lo mejor sería descansar un par de horas y tras la ducha comenzar con mis tareas, la primera sin falta concertar una cita con el señor Miller, de camino podía encargar un bonito ramo de flores en la floristería de Mcullon. Aunque aquel irlandés palurdo no era santo de mi devoción, no podía negar su habilidad con las flores ni la belleza de su hija Erin.
Sonriendo dejó su sombrero en la mesa, su chaqueta cayó al suelo del salón y el resto de la ropa fue tirada sin orden alguno por la habitación. Tras ponerse el pantalón largo del pijama y poner la alarma del reloj se metió entre las sábanas de la gran cama que ocupaba el centro de su dormitorio y sin siquiera bajar las persianas se quedó dormido.
El sonido repetitivo y agudo del despertador me hizo levantarme, aun hubiera dormido hasta bien entrado el mediodía, pero debía resolver los asuntos del señor Davide, asuntos que no podía hacer esperar. Al salir de la habitación comprobé como el salón volvía a estar ordenado, la chaqueta seguramente habría sido bajada al tinte y mi sombrero pendía del perchero dispuesto para tal. Monic debía haberme oído llegar y esperó a que me acostara para limpiar y ordenar. Como había supuesto allí estaba la joven ama de llaves preparándome un zumo y una tostada a la plancha. No era la chica más guapa, pero si la más discreta que había encontrado, silenciosa, cuidadosa y detallista, todo lo que yo necesitaba para mantener el inmueble perfectamente cuidado y limpio.
- Señor mientras desayuna le prepararé el baño caliente, he dejado el periódico sobre la mesa de su despacho. ¿Qué traje desea ponerse hoy?.- La chica apenas había levantado la vista, costumbre que Monic tenía desde que entrara a su servicio y que yo no había hecho por cambiar. - Desayunaré en el salón, tengo algo de prisa prepárame uno de los trajes blancos, con la camisa azul clara y rayas blancas.- Sin más palabras y tras un leve asentimiento salió de la cocina con la bandeja del desayuno. Tras dirigirme al despacho para coger uno de los periódicos del día volví al salón donde ya no había rastro de ella que sin duda se estaría afanando por preparar el baño y traje con premura.
Saboreé el escueto desayuno mientras hojeaba las páginas de los diarios donde siempre había hueco para los sucesos relacionados con la mafia, era divertido e interesante leer sobre la inútil lucha por parte de algunas autoridades contra hombres como el Don. Tras una rápida ducha y arreglo estaba de nuevo preparado para afrontar un nuevo día, aunque esperaba que este no se hiciese demasiado largo. Salí del piso y bajé las escaleras hasta donde me esperaba el coche con Sammy esperando fuera. -¿Ha descansado bien el señor?, desea que le lleve o conducirá usted.- En algunas ocasiones disfrutaba manejando el volante, sin embargo no cuando debía desplazarme por la ciudad. - Llévame a la floristería de Mcullon.- El chófer abrió la puerta trasera y entré, dejando que este mismo cerrara la puerta. Dejé el periódico que había tomado en el asiento de al lado y observé por la ventana el cielo despejado, en menos de cinco minutos estábamos en la esquina frente a la tienda, donde al no ver a Erin dejé que Sam se encargara de comprar y dar las instrucciones necesarias para que fuera enviado al hospital.
Desdoblando el periódico me centré en la lectura de las páginas de sucesos tras darle la dirección de la casa de los Millers a mi conductor, tardaríamos al menos media hora en llegar de manera que podría leer con calma el diario.
Siento el retraso pero un virus ha decidido infectarnos tanto a mi portátil como a mi, pero creo que ya eta solucionado.
No te preocupes. Como ves yo tampoco soy Flash Gordon ;-)
Vamos a cambiar de escena. Pasamos a Millers Corp.