Jeremie sonríe ante tu sorpresa mientras el coche se pone en marcha por las calles de Manhattan.
-Digamos que tuve suerte con el juego.- Dice divertido. -No tienes que preocuparte por esas habladurías...- Comenta distendido señalando el aparato de radio.
Al cabo de unos minutos de trayecto Joe indica a Jeremie que detenga el auto y, acto seguido, carga con su primo en hombros.
-Un placer, Jeremie...- Dice el músico y escuchas el golpe seco al cerrarse la puerta trasera del Ford. -... y gracias por todo. Hasta luego Sally!- Se despide antes de perderse por el umbral de la puerta.
Ya solos en el coche el joven te dedica una nerviosa mirada antes de poner de nuevo en marcha el auto.
-¿Y ahora hacia donde, Sally?- Pregunta Jeremie. Y te das cuenta que es la primera vez en toda la velada que te tutea, aunque no ha sonado grosero.
-Hasta mañana, Joe -se despide de su amigo-. Descansa, lo necesitas.
Joe y Michael se alejan y la joven se queda sola con Jeremie. Era una sensación extraña. Nunca había sentido reparo al estar a solas con un hombre, de hecho, Sally nunca ahbía sido un ángel y disfrutaba coqueteando con los hombres. Sin embargo, había algo extraño en esa situación que le inquietaba.
-¿Qué hora es ya? -pregunta y mira el reloj- Ui, es demasiado tarde para que una joven como yo ande a estas horas fuera. Será mejor que me vaya a casa, mañana también he de trabajar. No le importa acercarme a casa, ¿verdad?
Qué hora es más o menos? He puesto lo de ir a tomar algo, pero depende de la hroa que sea tal vez sea mejor que lo cambie...
Acabais de salir del Blue Note. Es la madrugada.
Jeremie tarda unos segundos en poner en marcha el coche cuando de repente el cristal se rompe en mil pedazos que caen sobre tu regazo.
Tras sobreponerte puedes ver a un tipo que blandía un bate de baseball justo al lado de tu puerta.
-Joder!- Exclama Jeremie pisando a fondo el pedal del acelerador. -Pero que diablos...- Se interrumpe al doblar la esquina de un volantazo. El coche se sacudía violentamente a causa de la velocidad.
-Son ellos Sally!- Exclama. -¡Pol me advirtió! ¡Han vuelto!-
Las calles corrían a toda velocidad através de la ventana rota de la puerta del acompañante por donde entraba el húmedo fresco matinal.