Partida Rol por web

Una en punto del mediodía en la Plaza Central del Distrito 4 de Panem.

La Plaza Central del Distrito 4 es bastante sombría y hoy, Día de Cosecha, lo es mucho más a pesar de que el sol entra de lleno en ella en pleno mediodía. Han colocado un sinfín de banderitas de colores para dar vida al recinto que ahora está vallado y las cámaras de televisión están en todas partes.

La gente va entrando y ficha. Quienes no tienen a nadie que perder hacen apuestas por la edad de los elegidos. A vosotros dos os conducen a las áreas delimitadas con cuerdas y divididas por edades, con los mayores delante y los jóvenes por detrás.
Vuestros familiares se ponen en fila alrededor del perímetro... esperando lo peor.

En el centro del escenario hay 3 sillas, en una de ellas muy serio está el alcalde del Distrito, en otra está un nuevo presentador este año recién llegado del Capitolio, tiene el pelo azul y llama excéntricamente la atención. En la tercera está el último ganador de los Juegos del Distrito 4, Torg.

Cuando el reloj de la iglesia tras el escenario marca las dos, el alcalde se sube al podio y se acerca al micrófono. Empieza a leer el mismo discurso de años anteriores que ya conoceis: habla de la creación de Panem, enumera la lista de desastres cuyo resultado fue un espléndido Capitolio rodeado por 6 Distritos. Habla también de los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio, lo que nos dio unas nuevas leyes y "El Tratado de Traición". Como recordatorio anual de que los Días Oscuros no deban repetirse surgieron los Juegos del Hambre.

Termina su discurso con la mítica frase:
- Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias.

El peculiar nuevo presentador de los Juegos del Hambre se levanta de su asiento antes de que el alcalde abandone el podio. Se acerca dando brincos al podio mientras hace gestos hacia varias cámaras que en ese momento le enfocan. Una vez en el podio se atusa el pelo, aunque lo tiene perfectamente inmóvil y tieso a causa de alguno de esos potinges que usan en el Capitolio.
Se detiene ante el micrófono, carraspea y luego saluda efusivamente con la mano a todos los presentes y tras dar unos saltitos exclama sonriente:
- ¡¡Felices Juegos del Hambre!! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!

Y, tras soltar unas cuantas frases hablando del honor que es para él el estar allí, se acerca micrófono en mano a la urna de cristal con los nombres de las chicas mientras dice lo que siempre dicen todos:
- ¡Muy bien! ¿Preparados? ¡Pues las damas primero!
Mete la mano en la urna y saca un trozo de papel arrugado. Vuelve al podio, alisa el trozo de papel con lentitud mientras hace gestos a una de las cámaras del escenario...
Inspira y lee el nombre que ha tocado soltando un gallo:
- ¡Bost June!

Al entrar al recinto, me quedo impresionada al ver la magnitud de la plaza. No me hubiese imaginado nunca que sería de estas dimensiones. 

Me coloco donde me dicen, y disimualadamente miro alrededor.  Me llevé una sorpresa desagradable al ver allí a mi familia al completo. Eso fastidiaba por completo mi plan de esconderles la realidad a mis padres. En fin, ahora no tenía remedio. Tan sólo esperaba que no descubriesen mi treta al entrar.

A mi lado está el chico que veía de vez en cuando trabajando, el del padre accidentado. De cerca, me parece ver que aparenta más años de los que tiene en realidad.  Supongo que es debido al duro trabajo...

Permanezco atenta al discurso del alcalde, gracias a lo cual me informo sobre la historia de los juegos. CUando termina, se levanta un joven estrambótico, con el pelo azul engominado. Menuda forma de llamar la atención...

Dejo de interesarme en lo inexperto que parece a la hora de presentar cuando me presenta. Lentamente, temiendo lo que pasará en cuando cruce la vista con mi familia, me acerco a donde me señala y espero. Cientos de focos me deslumbran, pero no me muevo y espero a que pasen.

Escucho la charla del Alcalde, algo repetitiva, mientras observo de nuevo la plaza, siempre es impresionante estar en ella.

A mi alrededor tengo gente conocida, algunos cercanos y otros solo conocidos de vista.

De pronto el chico de pelo azul comienza a dar su charla

Si tiene tiempo de llevar su pelo así no debe trabajar mucho

De pronto pronuncia un nombre desconocido para mi, pero se trata de la chica que hay junto a mi, me suena mucho, la he visto muchas veces, pero nunca he llegado a hablar con ella, probablemente ya nunca lo haga. Este día siempre me produce un doble sentimiento, tristeza y excitación por el espectáculo.

- ¡Vaya! ¡Una diecisieteañera para este año! Señoras y señores, esta es Bost. -dice mientras rodea a la pobre muchacha que se ha quedado allí, inmóvil, una vez ha subido al escenario.- Muy bien, veamos si hay suerte... ¿Algún voluntario?

Solo un silencio aterrador invade la plaza y nadie se atreve siquiera a susurrar nada por miedo que a se piensen que se ofrece voluntario.
Tras esperar el tiempo conveniente, Urdin se vuelve hacia una de las cámaras del escenario y luego, señalando con la mirada a Bost, dice: Parece que este año tampoco nadie se va a mojar aquí. Démosle un fuerte aplauso a Bost y... ahora... ¡Vamos a darte un compañero!

Se aleja del podio central dejando a la jóven allí frente a todo su Distrito, mete la mano en la urna de los tributos masculinos con una sonrisa un tanto diabólica mientras con la otra se acaricia la punta de la cresta que lleva en el pelo y saca un papelito pequeño de un borde.
Vuelve al podio y lee el nombre que en aquel trozo de papel está escrito:
- Nuestro tributo masculino de este año es... ¡¡Walter Finstruck!!

Mi nombre resuena en mi cabeza como una campana de 2 toneladas, por un momento me parece que todo el mundo se ha parado, permanece inmóvil y son los segundos mas largos de mi vida.

Joder, menudo marrón, no puedo creer que esto me esté pasando a mi

Sería inútil permanecer entre la muchedumbre, tarde o temprano tendría que salir. Comienzo a caminar despacio hacia el lugar mientras observo a la chica del distrito, al hombre de pleo azul y al Alcalde

¡Vaya lo que tenemos aquí! Si estás hecho todo un hombre. A punto de haberse salvado de los Juegos, con 18 años, este año por el Distrito 4 ¡aquí está Walter! - exclama mientras se pone en medio de ambos tributos.
¿Hay algún voluntario este año que quiera sustituir a Walter? -la pregunta queda en el aire al no hallar más respuesta que un amargo silencio. El peculiar presentador continúa entonces animando: ¡Ánimo hombretón! ¡Seguro que lo hareis muy bien ambos y que la suerte esté siempre de vuestra parte!

Deseo con esperanza que alguien se ofrezca en mi lugar, pero nadie está dispuesto a hacerlo. Observo al pelanas azul con cierta indignación

Este tio es un gilipollas, me gustaría verle a el participando en esto, es bonito hablar desde la barrera. Espero poder encontrarme con este tipo en otras circunstancias

El estrambótico presentador deja su puesto en el podio y el alcalde nuevamente sube a él con un papel entre las manos y semblante serio. Comienza a leer lo de todos los años: El Tratado de la Traición, un texto lúgubre y asquerosamente odiado que leen año tras año durante la ceremonia. Se habla del honor, se la lealtad...

Pero vosotros no haceis ni caso de las palabras del alcalde, solo podéis preguntaros por qué vosotros habeis salido elegidos. Qué malditas tretas os deparará el destino...
Cuando termina de leer os indica a ambos que os deis la mano.

Mientras suena el Himno de Panem debeis mirar hacia el frente, hacia toda la gente de vuestro Distrito que os va a permitir marchar sin más, con la esperanza de que alguno de vosotros ganeis y el Distrito sea "recompensado" con un montón de comida para el año siguiente.

Una vez termina el himno, os ponen bajo custodia. No es que os esposen ni nada de eso, pero un grupo de agentes de seguridad os acompañan hasta la puerta principal del Edificio de Justicia del Distrito 3.

Una vez dentro os conducen por separado a una salita lujosa y os dejan solos. Es un lugar lujoso, con alfombras de diversos motivos y colores y sofá y sillones de terciopelo.

Una hora a solas es lo que teneis de ahora en adelante para despediros de vuestros seres queridos antes de partir hacia el Capitolio.
Os recuerdan que os dejan llevar algo de vuestro distrito en el estadio, algo que os recuerde a casa, este es el momento de decidir si llevais algo y el qué.

Durante todo el camino pienso en mi familia, en mis padres, en mis amigos, quien sabe si volveré a verles. Cuando accedo a la lujosa estancia siento algo de rabia, no es posible que con toda la miseria que hay a nuestro alrededor tengamos este tipo de lugares.

Me despido de mi familia, a pesar de que yo quería estar aquí, mejor yo antes que alguien de mi familia. Mi hermana llora, lo cual me apena, pero no tiene nada por lo cual llorar, ya que pienso salir de aquí como ganadora.

Me conducen a otro cuarto, y allí me dan a elegir algún objeto que guardar. Tras pensármelo durante unos segundos, decido llevarme un collar de piedrecitas que me hizo mi hermana cuando éramos pequeñas. La hizo con piedras redondeadas que mi padre le pulió, por lo que me parece ideal para acordarme de mi familia.