Partida Rol por web

Ua vez en el río os sentís más seguros, pero esa sensación deja paso rápidamente al agobio de sentir que las llamas os persiguen. Sentís el calor abrasador a vuestra espalda, en extremo contraste con el frío del agua del río.
Al mirar hacia atrás el espectáculo es desolador, incluso algunos animales han imitado vuestros movimientos y se han metido en pleno río para huir del incendio.

A partir de aquí quedan varias opciones: caminar por la orilla que se une a la ladera de la montaña llena de barro, caminar por la orilla contraria llena de árboles o intentar nadar o caminar a contracorriente río arriba. Y no tenéis muy claro hasta dónde pueden dejar los Vigilantes que el bosque arda, quizá hasta el punto de asustar a los tributos cercanos o hasta que todo el intrincado laberinto de árboles quede reducido a cenizas.

Salgo del agua completamente helado, casi echando de menos el calor que segundos antes nos había infundido el repentino incendio. Supongo que Kelia siente exactamente lo mismo pues ambos estamos calados hasta los huesos, pero supongo que debemos estar agradecidos de seguir con vida. Pronto entraremos en calor por la caminata o la adrenalina. Aunque la ropa pesa ahora el doble.

- Estoy de acuerdo. Creo que deberíamos seguir cerca del rio...- comento entre resoplidos de esfuerzo y frotándome los brazos para entrar en calor.- Si se les ocurre prolongar el incendio tendremos sitio donde guarecernos. Y con suerte si lo seguimos llegaremos a algún lado...- añado con cierta desgana.

Esto empieza a ser muy duro. Nos quieren muertos y parece que por mucho que corramos tarde o temprano alcanzarán ese objetivo. Al fin y al cabo toda la esencia de los juegos está en ello.  Por eso no debo dejar que eso merme mi espíritu. Si me rindo interiormente moriré antes de lo previsto. Y no pienso darles ese placer. Les costará cara mi muerte...A ellos y al resto de tributos.

No puedo evitar desviar momentaneamente mi mirada hacia Kelia mientras le doy vueltas al asunto en mi cabeza...A ellos y al resto de tributos.

Parece que poco a poco dejamos algo atrás el incendio pero solo "algo" ya que éste no parece dispuesto a frenarse o a extinguirse así que no nos queda más remedio que seguir alejándonos de él siguiendo el curso el río, totalmente empapados y prácticamente congelados por lo que detenerse no es una solución viable por cansada que pueda sentirme.

-No creo que en la arena haya ningún sitio al que llegar excepto la Cornucopia y evidentemente la muerte- esto último me suena escalofriante incluso a pesar de haberlo dicho yo misma pero me temo que es una realidad ineludible -Probablemente pretenden que nos encontremos con los Tributos que quedan- y es que si los cálculos no me fallan ya no quedamos demasiados y esa idea me encoge el estómago porque significa que poco a poco se acerca nuestro propio momento.

Echáis a andar, aunque de vez en cuando aceleráis el paso al volver la vista atrás y sentir el incendio. Las manos os sudan exageradamente a raíz del calor del incendio y los guantes que lleváis ambos, así como poco a poco vais notando el peso extra que supone tener toda la ropa empapada.

La orilla del río que se extiende junto a la ladera de la montaña está embarrada y si no andáis con cuidado vuestras rodillas acabarán llenas de la sucia semilíquida mezcla.

Tras lo que parece una eternidad pero en realidad no llegará a la media hora, al mirar hacia atrás veis que el incendio parece haberse extinguido como por arte de magia, aunque aún quedan algunos recodos en los que la hojarasca y algunos arbustos arden. Quizá, pensáis, ha llegado al límite donde cayó aquel líquido inflamable en forma de lluvia.

Así pues os encontráis de pronto casi a oscuras, pues no hay estrellas ficticias que iluminen en el cielo, solamente hay nubes espesas, empapados y con frío, pues el sudor no tarda en transformarse en un sudor frío que ahora recorre cda parte de vuestros cuerpos, especialmente las que más y mejor tapadas tenéis: manos, pecho, pies...

El miedo, la adrenalina, el instinto de supervivencia...Todo eso me había quitado la noción del tiempo. Para cuando me doy cuenta que hemos dejado atrás el incendio está todo oscuro. La noche ha caído y apenas puedo ver dos palmos delante de mi. Y lo que es peor, estoy empapado hasta los huesos. Hasta ahora no había sentido el frío por la carrera, pero de repente siento como me cala hasta los huesos y empiezo a temblar.

- Kelia, busquemos un sitio más o menos resguardado para hacer fuego...- digo aunque cualquier lugar con un par de árboles que nos sirvan de cobertura estaría bien. Y tampoco podemos ver nada.- Tenemos que hacer fuego para secar la ropa y a nosotros mismos, o pillaremos cualquier enfermedad...-digo algo entrecortado por el frio pero firme. Tendremos que desnudarnos para secar bien la ropa y para entrar en calor. Lanzo un par de miradas de reojo a Kelia. No se si ella tendrá reparos a hacerlo, sólo es una cría, pero de este tipo de decisiones depende nuestra supervivencia. Yo tampoco soy mucho más mayor, pero me dejé la vergüenza hace un par de días en el bosque...Tenemos que sobrevivir, es lo único que importa.

-No sé si es buena idea que paremos con el frío que hace... aunque tampoco se ve nada- chaqueo la lengua, claramente frustrada, y los dientes empiezan a castañearme mientras buscamos unas cuantas ramas que no están todo lo secas que deberían, apilándolas y dejando que Mike se encargue de intentar encenderlas mientras yo me desprendo de parte de la ropa mojada... aunque no toda, me temo que me da demasiada vergüenza.

Tras dejar la mayor parte de las prendas tendidas me envuelvo con la manta y coloco el plástico que aún tenemos en el suelo para no congelarnos al sentarnos aunque al parecer los intentos de mi compañero no dan sus frutos. Hubiera sido preferible así pero dado que no podemos permitirnos quedarnos sin hoguera recurro nuevamente a la caja de cerillas que nos dará calor asegurado... aunque cada vez quedan menos.

-Benditas cerillas, ¿verdad?- comento con un pequeño suspiro mientras me llevo las manos al estómago, hambrienta. Rebusco en el interior de la mochila y recupero parte de la escasa comida que aún queda en ella, procurando administrarla a pesar de que si fuera por mí me la comería toda -A veces me pregunto si vale la pena seguir con esto- en realidad puede que sea mejor morir de una vez por todas, aunque resulte un pensamiento muy nefasto.

Una vez prendido algo de fuego y con cierta vergüenza por el hecho de haberos desprendido de toda o casi toda la ropa, una más que otro, os sentáis un momento sobre la lona cuadrada que Kelia llevaba.
Esta se arrebuja en su manta, helada de frío todavía, pero sin dejar que pase mucho rato piensa que quizá pueda apañar algo decente con ese trozo de plástico y algunas ramas largas para resguardarse del viento que corre por las noches en la Arena.

Sin mucho esfuerzo consigue algo relativamente decente que parece tenerse en pie y capaz de cobijar a ambos del aire fresco, aunque no desde todos los rincones, dejando al menos una parte del refugio abierta. Sonríe satisfecha, al menos algo ha salido bien y, si han de pasar allí la noche, mejor estar bien resguardados ahora que no pueden regresar a la cueva.

Pues si, benditas cerillas. No llego a pronunciar las palabras pero mi mirada es suficientemente significativa. En este entorno una buena hoguera es cuestión de vida o muerte. Cobijados en el "refugio" imporovisado mientras la ropa se seca no dejo de observar a Kelia, y no porque esté medio desnuda (su reticencia a desnudars epor completo ha hecho aflorar mi vergüenza y por lo tanto yo tampoco me he desnudado al completo), sino porque me da la impresión de que está algo abatida. Y sus palabras no tardan en confirmármelo.

- ¿Cómo no va a merecer la pena?.- pregunto seguro de mis palabras.- Si no merece luchar por permanecer vivos...Nada tiene sentido.- contesto desviando la mirada. Me cuesta hablar de estos temas, aunque es cierto que no puedo dejar de pensar en ellos.- Si no vamos a luchar por nuestra vida lo mejor que podríamos hacer es suicidarnos sin más...Sería más rápido.- añado finalmente volviendo a mirarla. ¿Es a eso a lo que se refiere?.

Me encojo sobre mí misma, envolviendo las piernas con mis brazos en un intento de darme algo más de calor aunque en realidad resulta bastante inútil. Escucho lo que dice Mike pero apenas le miro de reojo entre avergonzada y temerosa. A estas alturas yo ya no tengo esa seguridad y firmeza que él todavía parece capaz de sostener y la verdad es que le envidio. Es posible que realmente tenga posibilidades de sobrevivir y me alegro de verdad por ello pues si tiene que haber un ganador prefiero que sea él.

-Supongo que soy una cobarde, no puedo evitarlo- confieso finalmente mientras me revuelvo las manos nerviosamente -¿Qué sentido tiene luchar si sabemos que al final sólo sobrevivirá uno...?- dejo la pregunta en el aire, esa que sé que ambos nos hemos realizado interiormente varias veces sin atrever a pronunciarla en voz alta -Yo... creo que eres el que se merece ser ganador- y con esa confesión espero que entienda lo que ello implica. Lo único que me hace sentir mortalmente culpable es pensar en mi hermana pero he hecho lo que he podido e incluso aunque esperemos hasta el último momento tarde o temprano éste llegará.

La noche y su frío se cuela por los resquicios desnudos de vuestros cuerpos y el aire hace bambolearse a veces el pequeño refugio que Kelia ha conseguido fabricar para guareceros. Desde luego los Vigilantes se están ensañando con los tributos que aún viven, después del fuego abrasador que casi os quema vivos el frío de la noche parece haber bajado más que en los días anteriores.

La confesión de Kelia queda en el aire un momento, ninguno de los dos queréis hablar del tema pero conocéis bien las reglas de Los Juegos del Hambre y solo uno de vosotros saldrá con vida de este escenario ficticio. Es difícil pensar en ello pero en la tranquilidad de la noche y sabiendo que pocos quedáis ya vivos, no es de extrañar que os dejéis llevar por lo inevitable.

Cerca se escucha el sonido del agua del río al bajar, con bastante fuerza tras la lluvia, y algún que otro animal que se acerca a saciar su sed. No sois los únicos que pasan hambre o sed en este lugar...

Antes de intentar dormir algo, empapados como estáis y tratando de cobijaros en el improvisado refugio a pesar de que por algún resquicio os entre el aire frío, desde vuestra posición, sin árboles alrededor, veis con claridad como de repente el cielo se ilumina.
Sobre vuestras cabezas y con gran tamaño, aparece como si fuera en una pantalla invisible, el sello del Capitolio seguido del himno nacional:

Aunque cansada de todo el día y con la preocupación creciente por el estado de Walter, a quien has tenido que dejar en aquel tronco apoyado, a varios kilómetros de tu actual posición, te quedas esperando ver si alguien ha muerto durante el
transcurso del día. Con tanto trajín quizá no hayáis oído el cañonazo, o eso queréis creer, pero una vez termina de sonar el himno, el cielo se oscurece de nuevo de repente y ningún rostro aparece.

Hoy no ha muerto nadie.

Y con la oscuridad el sueño llega y se adueña de vuestro ser...

Quinto Día de los 75º Juegos del Hambre:

Despertáis poco a poco mientras la claridad de un nuevo día se cuela por las rendijas de vuestro refugio y por la apertura que quedó abierta. Tiritando de frío, desnudos aún bajo la protección de las mantas y con vuestra ropa tendida meciéndose al ritmo de un aire fresco que os devuelve de una helada bofetada a la realidad.

Kelia se despierta y siente su debilidad por todo el cuerpo, le cuesta mover al principio pies y manos, algo entumecidos.
Por otra parte, Mike tarda algo más en despertarse aunque sus dientes chirrian al chocar entre ellos mientras el muchaco tirita. Una vez despierto siente que uno de sus oídos se ha taponado y por más que lo intenta no consigue hacer desaparecer esa incómoda sensación. Quizá durante el día se le pase...

Ambos os miráis, volviendo a la realidad de que estáis casi desnudos y con vuestra ropa tendida. Y de que un nuevo día en aquel lugar de pesadilla acaba de amanecer...

De pronto, cuando aún estáis desperezándoos, un estruendo retumba por todos lados y provoca que Mike se tape los oídos, y un extraño eco hace que la música parezca provenir de todos lados:

Mientras la música aún está sonando, una voz que os resulta familiar comienza a hablar, imponiéndose sobre la melodía:
- ¡Buenos días tributos! - saluda efusivamente.- Ahora que todos estáis despiertos quiero felicitaros por sobrevivir hasta este quinto día de Los Juegos y traigo buenas noticias para todos vosotros.
Se ha decidido que mañana por la mañana, en cuanto salga el sol, os estará esperando en la Cornucopia un buen banquete. - se nota a la legua que está leyendo lo que dice solo por el cambio de tono de voz, más serio.- Además, como segundo premio también habrá dos tarros de potentes medicinas repartidas por dicho banquete...

¡Espero que paséis un buen día!

La noche ha sido menos reconfortante y reparadora de lo que debería pero a estas alturas ya no me extraña demasiado así que en cuanto empiezo a despertar me froto las extremidades en un intento de desuntemecerlas y aprovecho el hecho de que Mike todavía esté un poco adormilado para corretear hasta mi ropa y cubrirme debidamente con ella.

Es entonces cuando un aviso consigue hacerme dar un respingo, terminando de abrocharme botones y cremalleras mientras escucho lo que tienen que decirnos con un resoplido de frustración -Es lo que hacen cuando quedamos pocos- le explico a mi compañero a sabiendas de que no está demasiado puesto en el tema de los Juegos -Nos incitan a reunirnos en un mismo lugar para que terminemos de matarnos, al ser menos es más difícil que coincidamos- miro alrededor con un suspiro de resignación y entonces me acerco a mi mochila para sacar las escasas provisiones de las que todavía disponemos, esta vez moderándome menos de lo habitual ante la perspectiva de un festín o una muerte inminente.

-Quizá sería buena idea intentar ir ahora para preparar el encuentro de mañana. Podemos intentar algunas trampas... no sé- propongo encogiéndome de hombros procurando ser lo más objetiva y práctica posible, cosa bastante difícil cuando tu propia vida está en juego.