Partida Rol por web

Franerick saludó con una sonrisa a Isbin y comenzó a observar la sala en busca de el lugar perfecto para colocar el cebo. También, iba pensando posibles trampas "caseras", y recordó las amapolas que llevaba envueltas a buen resguardo.

-Tal vez podamos dormirlo si Snorri sabe algo de ilusión- dijo el mediano -Si eres la mitad de bueno que Arnot "El Gnomo" deberías poder esconder las amapolas a la mirada de Bertoldo y que cuando se acerque caiga dormido- mencionó, nombrando al mago que alguna vez había trabajado con su hermano y él.

Arnot había estudiado en aquella Universidad que tanto mencionaba Snorri, y si las historias de "El Gnomo" eran ciertas, no podía no haberlo conocido. Es más, mirándolo bien, debían tener la misma edad. 

-¿Eres de la promoción "Gloriosa"?- preguntó Franerick al mago, y luego miró a Gronkar -¿Era así como llamaba a su promoción Arnot?-

Se había ganado el mote de "El Gnomo" porque era petiso como uno... pero era un humano en realidad. Decía que "lo bueno viene en frasco pequeño", a lo que Gronkar siempre se le había reído, y Franerick defendido. Por obvias razones.

Gronkar había aprovechado el hedor de sus ropajes para contrarrestar el efecto somnífero de las amapolas negras del mirador. Aún muertas podían sedar con éxito a cualquier criatura incauta, por lo que procedió a guardarlas con suma cautela.

Cuando bajaron a la biblioteca, el semiorco se sintió algo incómodo al ver a Isbin. Sabía lo mucho que el mephit, el único ser vivo que le ayudó a mantenerse cuerdo en los años atrapado en las ruinas del geómetra, apreciaba a su amo.

—Vamos al laboratorio, como bien indica el mago, Isbin. Más tarde te contaré en profundidad todo lo que hemos hecho.

-Si soy la mitad de bueno que... - Masculló Snorri mirando de reojo a Franerick. - Pfff. Por favor, estás hablando con el maestro de la prestidigitación. Una vez hice creer al panadero de Donverford que estaba hablando con su esposa mientras ella y yo estábamos retozando en el pajar. Seguro que el glorioso gnomo ese hubiera terminado allí mismo sus días de aventuras. Pss... La Gloriosa... Si no recuerdo mal en esa promoción estaba Armanz el Bello, conocido ahora como Armanz el No Tan Bello, después de que una poción defectuosa le diera el aspecto de un troll resacoso. Y eso por no hablar de Herbert Monck, que por si no lo sabías ahora pasa sus días en el psiquiátrico de Rebania. Mi promoción es mucho más ilustre, la Esplendorosa. Atticus Gandolfian, el más brillante mago de esta era fue el número uno. Yo me tuve que conformar con un modesto tercer puesto. - Dijo con falsa modestia contemplándose las uñas de los dedos. Aunque a Snorri se le olvidó mencionar que el número dos de la promoción fue el infame Voltnor Mordagon, que devastó la mitad de los reinos del Norte, provocó una guerra y estuvo a punto de sumir el mundo en una niebla negra que hubiera consumido a la humanidad.

-Así que sí. Por supuesto que puedo crear una ilusión que haga que Bertoldo se acerqué a la flor. Pero entonces, amigo mío, para que nos hemos tomado la molestia de tomar el Amarils. Si total, si ponemos la flor junto al vidrio, en cuanto Bertoldo se acerque va a caer al suelo. Y si no, saltaremos sobre él para rendir cuentas.

Si le preguntaban, Snorri solía decir que no había que abusar de la magia cuando había soluciones más mundanas al alcance de la mano, que si todo el mundo utilizara la magia para las artes más sencillas, el hombre terminaría evolucionando en una suerte de homúnculo incapaz de hacer las cosas por sí mismo. Pero algo hacía sospechar que la vagueza del mago, sumado al abuso del Liao, habían hecho que no hubiera alcanzado el mejor puesto de su promoción.

Franerick sonrió ante la retahíla de palabras lanzada por el mago. Sabía que le tocaría una fibra particular, y eso le divertía.

-¿Por qué? Porque no es ningún idiota, y si conoce la torre, sabrá que esas flores pueden dormirlo. Entonces, con tu magia, podríamos hacer que no lo note y caiga rendido ante el cristal- dijo casi a manera poética.

Mientras tanto, revisaba cada lugar para ver dónde sería el mejor lugar, y dónde se podían esconder cada uno. No estaba seguro de Tukk, y casi diría que mucho menos de Snorri. De Gronkar estaba tranquilo, después de todo, había sobrevivido en aquella torre todo este tiempo, y no sería la primera vez que debían hacer una trampa. Y de Talan, no podía esperar menos de un hijo del bosque.