Partida Rol por web

Como era de esperarse, la elfa escuchó en silencio las explicaciones de la misión dada por Altavius. Respondió con un leve asentimiento de cabeza, encontrándose entonces con las palabras de Aaron. Mientras esté iba explicando los hechos, ella fue enarcando una ceja.

-¿Edmoon...? Él casi nunca sale de misión... Cuando lo hace es por qué hay una gran recompensa por ello, y no recuerdo que hubiese una recompensa por la bestia hasta ahora... Algo anda mal... -Dhijana dirigió su mirada rápidamente a el elfo oscuro presente. -. Nos dirigiremos de inmediato al bosque a investigar. Dudo de que se trate de algo que requiera más que de nosotros tres, pero debemos apresurarnos; pienso que Edmoon pudo ser engañado por alguien para entrar al bosque con otros cazadores...

Justo entonces un soldado llegó sujetando con una correa a tres caballos, los cuales les servirían de montura para llegar lo más pronto posible al lugar.

Sin decir nada más, Dhijana tomó lugar sobre uno de los animales y, apenas estuviesen listos, saldría de inmediato. Debido a la falta de actividad en los caminos a esas horas se hizo un recorrido relativamente corto, siendo que pronto llegaron a introducirse en aquel oscuro bosque en el cual apenas se filtraba algún rayo de luz lunar. Las luces de las luciérnagas así como de distintos hongos brillantes les iluminaban el camino medianamente, y no parecían haber rastros de animales salvajes que pudiesen dar problemas...

-Aaron, dijiste que los cazadores estaban acorralando a la bestia en el centro del bosque, ¿cierto? Debemos ir de inmediato -y de esa forma, la chica siguió el río que había cerca de la entrada del bosque, el cual Aaron ya sabía llevaba hasta el centro de todo el lugar.

He allí, en un claro en medio de todos los arboles, el río pasaba por debajo de una cabaña que se sostenía sobre esté con unas extrañas bases de madera, teniendo a un lado del río unos escalones para acceder a la puerta del hogar. No se veía ninguna luz encendida dentro de la cabaña, ni habían encontrado rastros de los demás cazadores durante el camino.

-Aaron, ¿esta es la cabaña? -le preguntó la elfa.

Pero entonces, el crujir de las hojas debajo de los caballos fue motivo de alerta para ustedes. En un pestañeo, el suelo se abrió e iniciaron una caída sobre un agujero llenó de estacas de madera que atravesarían a quién cayesen tan bruscamente sobre ellas; seria raro que vuestros caballos lograsen salvarse, pero al menos ustedes tendrían la oportunidad de saltar de ellos a una zona segura y evitar ser heridos. Como prueba de esto, Dhijana tomó impulsó en su caballo y saltó hacia afuera del agujero, dejando lastimosamente a su montura caer a su muerte.

El caballero se alarmó levemente al escuchar las palabras de Dhijana sobre Edmoon y la recompensa por la bestia... por lo que podía intuirse... todos los cazadores podrían haber sido víctimas de una trampa... ¿pero quién estaría interesado en ello? era una pregunta que le gustaría hacer... pero el tiempo apremiaba, la posibilidad de que los cazadores estuviesen el peligro ahora era más alta aún...

- Vayamos entonces rápido... cuanto más nos retrasemos, mayor peligro correrán... - dijo a pesar de saber que era posible que algunos de ellos, si no todos los cazadores estuviesen muertos... ahora más que nunca se estaba arrepintiendo de no haberse quedado a ayudarlo cuando estaba en su misión de rescate...

El recorrido fue rápido... Aaron guió a Dhijana y Senca a través del bosque hasta llegar al sendero del río... y puesto que los caballos iban al galope, no tardaron en llegar al lugar donde se encontró con Naia y Salmos... la cabaña del centro del bosque...

-Aaron, ¿esta es la cabaña? -le preguntó la elfa.

- Sí... aquí es... y también fue donde encontré a Naia y Salmos... - dijo a Dhijana antes de avanzar lentamente hacia allí... pero lo que no esperaba era que hubiesen preparado una trampa... -¿¡Cómo!?... - masculló el caballero pensando como podían haber preparado esta trampa en tan poco tiempo... pero por suerte consiguió saltar del caballo a tiempo, usando su alabarda como pértiga consiguió aterrizar sin contratiempos... aunque su montura no corrió la misma suerte... 

Por su mente pasó la posibilidad de que se tratasen de los miembros del clan Betestal que perseguían a Naia... - Cuidado... a la sirena la perseguían desde Betestal... podría ser una trampa suya... - dijo advirtiendo del posible peligro a sus dos compañeros...

Galopé hasta el lugar, sin interactuar, pues Aaron era quien sabía el camino y la elfa quien había sido designada para comandar el rescate. Miré a lo lejos como nos acercábamos a la cabaña, mientras Aaron confirmaba que allí era.

Había encontrado allí a los acompañantes con los que iba por la mañana, ¿huían o se escondían?, esas cosas parecía importante saberlas, pues alguien que se esconde ve cosas.

Al ir un poco por detrás de ellos me dí cuenta de la trampa, sin embargo [*].

Mi rostro se ensombreció cuando Salmos explicó que había tenido malas experiencias previas con otras personas.

—¿Fueron malas contigo? Qué pena… Los hombres que vinieron a mi casa también fueron muy malos, pero todas las demás personas que he conocido han sido buenas… Mi padre quería que viniésemos, así que seguro que la gente de aquí es buena y sólo tuviste mala suerte… —opiné. Luego escuché su deseo de quedarse más tiempo y sonreí tímidamente—. A mí también me gustaría… Aunque sólo te dieron permiso para quedarte una noche, ¿no? Mañana hablaré con la matriarca y le pediré que te dejen quedarte más tiempo.

Cuando me apoyé en él, noté que hacía un extraño gesto con las manos, apretándolas. No comprendí a qué se debía. Supuse que era sólo por los nervios de estar en un lugar nuevo, así que no le di importancia.

—Sí. Claro que yo también te ayudaría… si pudiera, claro…

Me sentía muy cómoda con la cabeza apoyada en él. Empecé a relajarme. Mis ojos estaban a punto de cerrarse cuando de pronto Salmos se apartó y me cogió de los hombros. Lo que me dijo a continuación me dejó completamente atónita.

—¿Q-Qué…? Pero… ¿qué estás diciendo? ¿Por qué ibas a ser una amenaza? ¿A-Acabar c-contigo? —exclamé, confusa y horrorizada—. ¿Qué quieres decir con usar el colgante? Yo… No… No… No podría hacerte daño… no… Nunca… —No tenía la menor idea de por qué me decía eso. Levanté la mano, le toqué la mejilla y lo miré con ojos llorosos, suplicante—. No vuelvas a pedirme algo así. Por favor…

A costa de sus monturas, Dhijana y Aaron saltaron con destreza para salir del alcance de la trampa de estacas. Por otro lado, Senca no tuvo la misma capacidad de reacción; para cuando tomó posición para saltar, el caballo se movió violentamente hacia un lado provocando que el samurai fuese a dar de costado contra las estacas: Varias se rompieron, otras atravesaron su armadura y se clavaron en él. La sangré de Senca caería al pozo para mezclarse con la de los caballos, pero por suerte para el hombre bestia, aún herido podría continuar en pie, aunque ciertamente tendría que tratarse los daños, o podría terminar desangrado al momento de actuar...

-¡Maldición! -dejó escapar la elfa antes de tomar la mano de Aaron para segundos después dejarse caer al pozo; Aaron seria suficiente para sujetarla y que así, con su mano libre, Dhijana podría tomar alguna mano de Senca y sacarlo de allí. Una vez fuera, la peliverde suspiraría. -. Mal vamos si ya nos estamos haciendo daño antes de enfrentarnos a la bestia... -comentó antes de fijarse en Aaron. -. ¿Sirena? -le miró extrañada; ahora es cuando Aaron caía en cuenta de que Dhijana seguramente no estaría informada sobre el rescate de Naia, y tal vez Senca tampoco. -. Debemos tener cuidado. Dudo que los Betestals hubiesen cruzado la frontera por una bestia-pez, a menos que está tuviese algo de gran valor, aún así: está trampa... Lo lógico seria pensar que hay más...

Así pues, avanzaron con mucho cuidado hacia la cabaña. Por suerte, no se vieron como objetivos de ninguna otra trampa, de momento, lo que les permitió subir los escalones de la cabaña y deteneros delante de la puerta. Al abrir, se encontrarían una única habitación donde había cocina, comedor, dormitorio... Destacaba la ausencia de un baño, aunque por el estilo de la cabaña parecía el hogar de alguien que era capaz de bañarse y cumplir sus necesidades en el bosque.

-Esta es la cabaña... Aaron -le llamó. -. Investiga el lugar. Yo trataré las heridas de Senca -añadió sacando de entre sus ropajes un rollo de vendas que servirían para tapar la hemorragia del espadachín. -. Tal vez podamos descubrir si los cazadores entraron o decidieron investigar en otra parte...

Cogí la mano de la elfa, avergonzado. Haciendo caso omiso al dolor en el costado, y mirando hacia abajo como los caballos morían más o menos rápido sobre la trampa. 

Me senté en el extremo y miré la herida, perdón, de verdad. No volverá a pasar. 

¿Que Le pasa a ese caballo?, era verdad que no era el mejor jinete del mundo, pero normalmente tenía la capacidad de que no se desbocaran. Posiblemente los pensamientos en los que estaba enfrascado habían bajado mi reacción. 

Caminé hacia la cabaña con mis compañeros, y al decir la elfa que trataría mis heridas, subí la parte de arriba de la ropa. Gracias. Y disculpa.

Dhijana había hecho varias misiones conmigo, y además era una de las pocas cazadoras que me elegía por si misma, en vez de ir yo a buscar una misión para hacerme valer. Por ello estaba avergonzado, aunque ella sabía mejor que nadie que esas cosas pasaban. 

Una vez curado, me bajé la ropa asegurando que no movía las vendas que me había puesto. Creo que seré más útil si vigilo los alderedores mientras investigais la casa, mis conocimientos del exterior son mejores que capacidad de buscar algo en el interior de una casa.

Tras comentar mi opinión, esperé su aprobación antes de dar una vuelta alrededor de la cabaña buscando algo que pudiera ser útil. 

Aaron observó con preocupación la situación... si no se daban prisa, Senca estaría en grave peligro... Dhijana, más rápida y agil, tendió la mano al caballero, que rápidamente adivinó sus intenciones... Agarró con firmeza su mano mientras la elfa descendía por el pozo para sacar a su compañero... desde luego no empezaba bien la cosa... - No te disculpes... esta trampa no estaba aquí cuando yo vine en busca de la sirena... no teníamos modo de suponer que existía... - dijo mientras Senca se sentaba en el suelo...

- Posesiones no... pero al parecer ella era de gran valor... y a su padre ya lo tienen cautivo, por lo que supongo que si existe un gran interés en ella... - dijo Aaron, aunque él desconocía exactamente que hacia a Naia tan valiosa para los Betestals, pero Dhijana llamó al orden... efectivamente, si habían preparado una trampa, era muy posible que hubiesen más... 

Pero antes intentó ayudar a Dhijana algo con los primeros auxilios... - Quizás pueda ayudar... - convoco el Filo Igneo de su espada... y posando el filo con cuidado sobre las heridas de Senca, trató de cauterizarlas... - Así al menos el sangrado debería ralentizarse... - dijo antes de ponerse en pie y empezar a investigar la cabaña que anteriormente había visitado...

Se acercó con cuidado a la cabaña... mirando con cuidado donde pisaba... y una vez llegó a la puerta de la cabaña, desde un lateral y sin ponerse frente a la misma, la abrió poco a poco, tratando de evitar así si hubiese una trampa que se accionase al abrir la puerta...

-No te disculpes -fue lo primero que le dijo Dhijana a Senca cuando esté se disculpó por segunda vez. -. Esto le puede pasar a cualquiera. Incluso Aaron, que estuvo aquí antes, se ve sorprendido de la trampa: obviamente hay algo raro en todo esto...

Entonces, luego de haber curado a Senca, la elfa acompañó a Aaron a la entrada de la cabaña mientras el samurai enmascarado recorría los alrededores. Kobla fue abriendo la puerta lentamente, preparado para lo que sea que pudiese haber al otro lado, pero una ve abierta, se encontraría con el interior tal como lo dejó la última vez, y es que la verdadera trampa no se encontraba adentro... si no afuera.

Senca, que recorría los alrededores de la cabaña, se percató de un sonido extraño viniendo de los arboles, y su mirada se centró momentáneamente en los arbustos; como todo guerrero, sujetó su arma preparado para cualquier enfrentamiento... Y entonces ellos salieron: llevando sus ropajes típicos de cazadores, de entre los arbustos empezaron a salir cadaveres andantes de personas que alguna vez estuvieron conscientes, pero ahora eran manejadas por raíces y hojas que salían de su propio cuerpo. Las sogas verdes se extendían por sus brazos y piernas, obligando a que caminasen y zarandeasen sus armas torpemente mientras sus cabezas se movían de un lado a otro por el movimiento. Eran un total de diez cazadores, todos armados con espadas sencillas de acero y armaduras ligeras. Pudieron divisar también que dejaban detrás de si un rastro de lianas que se introducían al bosque, como si algo los manejase desde allí...

-¡Aaron, Senca, posiciones! -como si organizase un ejercito de caballeros, Dhijana saltó la baranda de entrada de la cabaña y aterrizó con suma destreza sobre el río, colocándose en posición de combate.

Los cazadores, ha pesar de moverse torpemente, de pronto actuaron con ferocidad: el primer grupo, conformado por cuatro de ellos, se movió ferozmente hacia Senca moviendo sus espadas como si fuesen mazas, intentando golpear de alguna manera al enmascarado. El segundo grupo, también de cuatro, clavó su mirada en Dhijana, corriendo hacia ella para atacarle entre todos, más sus movimientos se veían bastante más torpes que los de el otro grupo; la elfa lo tendría pan comido. El último grupo, conformado por tres, avanzaba por el campo con sus miradas perdidas en Aaron, esperando a que esté bajase para empezar a hacer algo.

-¿De verdad? Naia, no deberías tomarte tantas molestias por mi... No me gustaría que te mirasen mal por ayudarme. Tal vez no pueda quedarme cada noche, pero... Creo que podré venir más seguido a la capital -concluyó con una agradable sonrisa, la cual se mantuvo incluso entre sus gestos de incomodidad, hasta que... finalmente no pudo mantenerla más.

Al ver tus ojos cristalizados Salmos mostró una verdadera expresión de espanto y tristeza, chasqueando la lengua antes de abrazarte fuertemente.

-D-Disculpame, no debí asustarte... No te preocupes, nada malo pasará, estoy seguro de ello -te dijo volviendo a reír levemente, intentando sonar convincente. -. Ninguno seriamos capaz de hacernos daño, ¿verdad? Confió en ti.

Y con eso dicho, se separó del abrazo para mirarte, dedicarte una nueva sonrisa y darte un pequeño beso en la frente.

-Ya deberías descansar. Seguramente la matriarca quiera hacer muchas cosas contigo al amanecer. Yo estaré aquí durmiendo en la otra cama todo el tiempo, si necesitas algo, solo tienes que despertarme, ¿vale? -por supuesto, no se iría a acostar hasta verte a ti ya tumbada en la cama. Deseaba estar allí para ti hasta que te durmieses, mucho más luego de haberte hecho pasar por aquel momentáneo amargo momento.

Gracias Aaron, Al menos dejaré de sangrar.

Miré a los cazadores, pese a haberme dado cuenta de que estaban allí, quizá por pensar que eran cazadores, o quizá fijandome en las lianas, alomejor aunque menos, era el dolor que la trampa me había hecho. ellos fueron los primeros que atacaron.

Ante la falta de tiempo, simplemente desenvainé la espada y me puse en posición, Paré cada uno de los ataques con un paso hacia atras. Una vez con la distancia apropiada, miré a Dhijana, no era fácil para nadie, ni siquiera tenía claro si estaban vivos o muertos. Ni quien estaba detrás de esa extraña magia.

Clavé la espada en el suelo, tocando con la otra mano el abalorio de Aqua. Sin embargo, no pasó nada. Aqua por qué no me das tu poder. Dije mirando como donde debería haber un surco mojado en el suelo que simbolizaba el poder de la Diosa, solo había una espada clavada.

Tras mirar a mi compañera, Pregunté en voz alta, ¿Dhijana?, debes dar la orden antes de que yo les ataque.

—¿Por qué iba a parecerles mal? Sólo se lo pediré. Es lo menos que puedo hacer. Y si aún así no te dejan… al menos habré hecho todo lo posible —le dije, antes de que empezase con su comportamiento extraño.

Tras mi reacción, Salmos volvió a cambiar repentinamente de expresión. Pasó a mostrar miedo y tristeza, para luego abrazarme con fuerza y reír, lo que me dejó aún más confusa.

—N-No. C-Claro que no. ¿Por qué íbamos a hacernos daño? —contesté con temblor en la voz, mientras me rodeaba entre sus brazos. No se me ocurría ninguna razón por la que yo querría hacerle daño a él o a cualquier otra persona.

El abrazo y el beso me hicieron sentir mejor, pero aún seguía sobresaltada. Aún así, asentí cuando me pidió que descansara, pues era cierto que debía dormir. Me tumbé boca arriba en la cama, con él a mi lado.

Traté de relajarme, pero no podía evitar darle vueltas a lo ocurrido. ¿Qué había querido decir con que usase el colgante? ¿Por qué pensaba que podía convertirse en una amenaza para mí? Y mi padre… ¿cómo se encontraba?

Pese a todos esos pensamientos, la compañía de Salmos me ayudó a relajarme. El sueño fue invadiéndome poco a poco y no tardé en quedarme dormida.

Aaron contempló lo que parecía la ira del bosque... hiedras, lianas y raíces movían los cadáveres de lo que antaño eran los cazadores... habían llegado tarde... apenas tuvo tiempo el caballero de lamentarse demasiado, puesto que aquellas criaturas de la no vida empezaron a atacarlos con una celeridad impropia de su condición de no-muertos...

Por suerte, el grupo que parecía acecharle era menos vigoroso que los que se lanzaron sobre Dhijana y Senca... por lo que la decisión era fácil... primero iría en ayuda de sus compañeros que necesitaban su apoyo, sobre todo teniendo en cuenta la herida de Senca...

Con una rápida plegaria a Hares, pasó sus dos dedos sobre el filo de su alabarda y esta empezó a prenderse en llamas, la bestia parecía ser de naturaleza arbórea... algo que lamentaría siendo Aaron su enemigo... - Voy en vuestra ayuda... - bramó el caballero mientras avanzaba hacia el grupo que atacaba a Senca para auxiliarlo... luego tendrían tiempo para atacar al resto de cazadores, y Dhijana siendo una maese, no debería encontrar muchas dificultades para lidiar con ellos...

¿Dhijana?, debes dar la orden antes de que yo les ataque. 

- ¡No dudes Senca! Ellos ya no son vuestros compañeros, solo no muertos... - dijo el caballero cuando se disponía a rebanar la cabeza de uno de aquellos cazadores... pero algo no salió como debiera... 

Senca se quedó unos instantes canalizando la energía de la diosa a la que hoy pedía su favor, momento en el que los cazadores se le quedaron viendo preparados por un posible hechizo que les pusiese en desventaja... Pero nada paso. Al percatarse de esto, los cazadores se abalanzaron nuevamente sobre el samurai para atacarle entre los cuatro, y para más desgracia, Senca se percató entonces de que no era capaz de sacar su espada del suelo; los dioses podían ser muy crueles a veces...

Por otro lado, Aaron se abalanzó decidido a acabar inmediatamente con la vida de uno de aquellos enemigos, pero para su sorpresa, el cazador fue capaz de esquivar el ataque al dejarse caer hacia atrás; de forma poco natural, se puso de pie nuevamente y, aprovechando el impulso, se lanzó sobre el caballero. Le tiró al suelo, y una vez encima le empezó a atacar; los otros dos también se unirían, colocando a Aaron como victima de una paliza grupal de golpes y patadas.

Dhijana se veía más tranquila, esperando pacientemente a que sus enemigos se le acercasen para esquivar todos los ataques con suma destreza y elegancia; entonces, al haber juntado a los cuatro cazadores que le atacaban, liberó una serie de golpes y patadas, una tras otras, sobre los cuerpos de aquellos hombres; al acabar con alguno, saltaba inmediatamente hacia el otro, hasta que ninguno de ellos quedase en pie... La elfa era temible cuando se lo proponía.

Entonces, pudieron observar de reojo como las plantas que atrapan los cuerpos de los cazadores que Dhijana había derrotado se desprendían de los hombres, alejándose a toda velocidad hacia los arboles y arbustos para perderse en las profundidades.

Gaia, tú aún no me has dado tu poder, ¿por qué me haces esto?. Decía de forma calmada, estaba indignado pero no quería faltar el respeto de los dioses. 

Aqua dame el poder para sacar la espada de aquí. Dije entonando un rezo que me permitiera sacar la atmósfera húmeda que permitiría hacer algo en el combate. 

Dhijana había acabado como cabía esperar con sus contrincantes, ahora debía ayudarnos, pero tras ver a Aaron en el suelo, y lo que Le iba a costar levantarse algo cambió en mí.

Dhijana ayuda a Aaron, yo al menos puedo esquivar sus ataques hasta que los dioses me den su poder. 

Sin embargo, Aqua estaba enfadada, no sabía por qué, como cada día había rezado y como cada vez, ella había sido la primera. 

Aaron sabía que algo iba mal... su golpe debía haber cercenado la cabeza de aquellas criaturas... pero o fue demasiado lento... o los dioses no estaban con él... la criatura se retorció de forma antinatural y aprovecharon el impulso del propio caballero para derribarlo... encontrándose en una situación incómoda... puesto que empezaban a rodearlo para golpearle...

- ¡¿Qué demonios...?! - bramó el caballero cuando se encontró en el suelo y rodeado por aquellas criaturas...

Pero con un giro rápido en el suelo pudo escapar de la situación, tratando de atacar a sus enemigos desde el suelo... no sin mirar antes con preocupación como Senca estaba también en problemas... pero por suerte consiguió evitar el ataque de los no-muertos en el último momento... dando un respiro a Aaron y fuerzas renovadas para continuar con el combate...

- No tendréis tanta suerte en esta ocasión... - Aaron empezaba a frustrarse con la situación... en condiciones normales aquellas marionetas no habrían podido hacerles ni un rasguño... pero parecía que una voluntad superior insistía en que se encontrasen problemas con enemigos tan débiles...

Esta vez Aaron no sintió ningún error en su movimiento, su alabarda dibujaba un perfecto corte hacia sus enemigos... en esta ocasión... salvo que los hados se pusiesen en su contra... aquellas criaturas caerían, y podría centrarse en ayudar a su compañero... puesto que Dhijana ya se había deshecho de los que querían atacarla a ella...

Aunque no estaba siendo vuestro día en cuanto a ofensiva, ambos hacían un gran trabajo defendiéndose de los ataques de los cazadores manejados por las plantas. Nuevamente, Senca intentó invocar el poder de los dioses luego de haberle asegurado a Dhijana que era mejor ayudar a Aaron, pero el samurai nuevamente se vio bajo el despreció de la diosa del agua: por más que tiraba de la espada, está no se movía en lo más mínimo. Tal vez fuese estar tan concentrado en la espada lo que provocaría que los cazadores que atacaban a Senca aprovechasen para abalanzarse sobre él, y tal como habían hecho con Aaron, le tirarían al suelo y empezarían a atacarle entre los cuatros.

Mientras tanto, Aaron hacía lo posible por quitarse a los cazadores de encima, más le presionaban lo suficiente para no permitirle levantarse del suelo a pesar de evitar exitosamente todos los ataques. Así pues, el caballero encontró una oportunidad para contraatacar, y se abrió paso entre los golpes para alzar su abalarda y girarla, un ataque certero que  alcanzaría a cortar a los tres cazadores que le atacaban, provocando que sus cuerpos cayesen partidos a la mitad. Al igual que con los cazadores que Dhijana había derrotado antes, las plantas pegadas a los cuerpos se separaron para huir al interior del bosque.

Pero el combate aún no acababa: el grupo restante de cazadores continuaba asediando a Senca, ahora en el suelo, sin verse afectados por la caída de sus compañeros. Por lo mismo, Dhijana, que iba a ayudar a Aaron, decidió ayudar a Senca al ver que el caballero había resuelto por si mismo sus problemas. Tras tomar un respiro, la elfa saltó hacia el grupo de cazadores, y con una patada descendente quebró el cráneo de uno de ellos: al tener la atención de los otros tres, bastó con empezar a moverse con destreza entre ellos mientras les golpeaba, terminando por tomar sus armas para usarlas contra ellos mismos y acabar con sus vidas. Con ese último acto, las plantas restantes huyeron al interior del bosque, y el combate se dio por finalizado...

-Uff... -suspiró la elfa. -. ¿Están bien?

Salmos se quedaría contigo todo el tiempo que necesitases para relajarte y dormirte. Su sonrisa no desaparecería de su rostro hasta que estuvieses descansando, momento en el que se levantaría y acariciaría suavemente tu cabeza, solo unos segundos antes de darse la vuelta y darte la espalda.

-La próxima vez... -dijo en voz baja mientras se llevaba una mano al pecho. -. Juro que la próxima vez... -se dijo a si mismo asegurándose de no despertarte. Tras lo cual, tomaría su lugar en la otra cama, cerraría los ojos, e intentaría descansar...

Nuevamente, te perdiste en el mundo de los sueños: Allí ya no había nada de que preocuparte. Tus amigos, tu padre... Incluso Salmos y las personas de la mansión como la matriarca estaban allí contigo. Aquel era un lugar donde las preocupaciones no existían, un lugar donde todos podían nadar junto a ti...

Hasta que él apareció: aquella figura se volvió a formar en el agua, portando su espada y su hermosa pero intimidante armadura. Te dirigió una mirada fría, segundos antes de que todo tu mundo de sueños comenzase a girar, y todo fuese tragado como un torbellino...

Despertaste nuevamente, esta vez sin haberte caído de la cama. Habían pasado un par de horas desde que te dormiste, y aún sentías el escalofrío en tu cuerpo a causa de aquel sueño. Cuando pensaste en apoyarte en Salmos, miraste su cama y... No estaba; en su lugar, la puerta de la habitación estaba abierta, y justo entonces, alguien entró del otro lado.

-¿Naia? -llevando su ya característica linterna, Salmos te vio sorprendido. -. ¿Q-Que haces despierta? ¿Sucedió algo? -sin pensarlo dos veces, cerró la puerta detrás de si, se acercó para dejar la linterna sobre la mesa de noche, y tomó asiento junto a ti, dispuesto a ayudarte si lo necesitabas.

Me levanté asegurandome de que no se había abierto mi herida. Bien hecho Dhijana, Aaron. Me disculpo por mi ineptitud, los dioses no me han otorgado su favor hoy. Si vuelve a pasar se lo pediré a ventus, quizá él no me niegue su poder.

Saqué la espada de la tierra y la limpié sobre una parte de mi atuendo, para meterla en su vaina con una delicadeza difícil de comprender en alguien como yo. 

Sin embargo, el bosque es mi hogar, creo que puedo ser útil ahora que los enemigos han sido derrotados, comenté con la cabeza baja, normalmente Dhijana me elegía por mis capacidades, y aunque ella mejor que nadie sabía de los caminos de los dioses y cuando no querían ayudar, había sido salvado por ella y eso me hacía débil. 

Me agaché y toque la tierra, húmeda debido al lugar, las plantas se habían movido, pero tenían que tener un apoyo, y como todas las plantas del mundo su apoyo tenía que ser el suelo. Por lo que tenían que haber dejado algún tipo de rastro sobre el terreno que nosotros podíamos seguir. 

Intentaré buscar el camino de las plantas.