Mantengo semblante serio cuando menciona la caída. -¿Mantienes el contacto con Roja?- le pregunto mientras saco una maleta y comienzo a guardar cosas en su interior. Un par de trajes, ropa interior, camisas, calcetines, alguna corbata, perfume. Cierro el portátil que hay sobre mi mesa. Pulso un botón -Que venga Sigmun- mientras sigo recogiendo.

-Tu objetivo es mi muerte. Como el de tus compañeros. Lo sé.- Digo con tranquilidad. -Cuando tenga que ser, será.- Añado dejando el portátil en la maleta.

Doy unos golpecitos antes de entrar. -¿Me había llamado?- comento con voz carrasposa -¡Oh! Buenas noches, señorita- saludo a Annia no sin mostrar el desconcierto de verla allí tan tranquila. Y a Aloisiuos tan tranquilo. Empiezo a sudar y mi frente se perla de gotitas de sudor. El corazón bombea mi sangre con fuerza.

-Vas a sustituirme Sigmund- sentencia Aloisius -Claro- respondo -está todo preparado.- Sonrío. Por fin el ascenso que tanto esperaba. -¿Cuándo se marcha?- pregunto con cortesía -Ya. Estas al mando desde esta noche- mi boca se queda unos segundos abierta pero asiento enérgicamente. -Eso es todo, puedes irte- añade El Viejo. Con lo incómodo que me siento en su presencia no hay que añadir que, con la de la gangrel allí, pierdo el culo por desaparecer de su vista.

Aparezco detrás de Annia e inspiro su aroma salvaje -Ufff... joder. Te rajaría los pezones y me vincularía dándome un atracón. ¡Pedazo de hembra vampira!- Miro a Aloisiuos -¿La compartirá cuando termine?- pregunto al Viejo haciendo una ligera reverencia y miro directamente a los ojos de Annia -¿Sacas las uñas? Ufff, eso sí que me pone. ¿Me rajarás profundo?- meneo la lengua lascivamente.

-¡Carnicero! Por favor- Dice firme Aloisius y, cómo un corderito, agacho la cabeza y doy un paso hacia atrás.

-Avisa a Lía y al grupo de Cathrain- digo al nosferatu. Ahora me giro hacia mi invitada Gangrel -¿Tienes algo que coger? Nos vamos a Francia- anuncio a Annia mientras termino de hacer la maleta con lo imprescindible.

¿Porque? Era el pensamiento que pasó por su cabeza cuando no giró de golpe cortándole la cabeza a aquel niñato nosferatu, seguramente el hecho de estar intentando ser diplomática mezclado con el saber que ese no era su territorio, y porque presa o no, tenía cierto respeto por Aloisius.

Y ver la "plaga" de desgracias que le rodeaban, ahora lo respetaba más, ¿Como les aguantaba? El tipo sudoroso hizo que sus ojos dilataran como quien ve a una presa, eso que dicen que los animales huelen el miedo, pero el nosferatu sin duda le hacía apretar los dientes para evitar partirle en dos. No respondería a si aún estaba vinculada con roja, pues sabiéndolo o no, tener que soportar a ese sujeto le exasperaba lo suficiente como para centrarse solo en evitar moverse, si se movía no sería para nada bueno; nada bueno para el nosferatu.

- ¿En serio prefieres esto que una noche en cualquier rincón del bosque? - no podía comprendemos, - si le pasa algo a este ¿Puedes mandar a avisar a otro? - seguramente sí protean hubiera despertado en ella ya tendría piel marmórea y cuchillas por manos, aunque si se activaron sus instintos más depredativos.

- siempre he vivido sin posesiones, es más efectivo.

La fortaleza de su musculatura si parecía querer tensanrse, si ese nosferatu no se fallaba e iba pronto. No responderá por la sangre derramada.

Camino hacia la puerta alejándome de la gangrel, consciente de la tensión del ambiente provocada por mi presencia. Adorable. Me palpo la entrepierna. -Bah, todo bien- pienso para mí antes de mostrarme sorprendido -¡Francia!- miro a Gaia -Pays d'amour- y justo antes de salir por la puerta le lanzo un beso seguro de volver a vernos. Pero, por ahora, me fundo con las sombras. Un ser ausente para todos los de fuera del despacho.

-Discúlpale.- Digo intentando recordar los motivos de por qué lo mantengo cerca -Es un miembro apreciado de mi organización. Pese a la ausencia completa de modales, es muy eficiente en su trabajo. Además, la lealtad es algo que escasea hoy día. Al menos sabes que, comportándose así, no está bajo mi influjo- explico. Habría sido muy fácil rodearme de dominados. Mentes doblegadas por mi control, pero no sería difícil detectar a los autómatas y eso enviaría un mensaje contrario, quizá amenazador, a mi invitada.

-Ahora que estamos solos. Te he preguntado por Roja porque ella y los suyos tienen más posibilidades de conseguir mi muerte que tú y los tuyos.- Hago un gesto hacia ella -Al fin y al cabo estamos aquí hablando después de todo y eso te honra.- La miro fijamente -¿No es que también percibes algo en el ambiente? ¿Una amenaza? Y no soy yo.-

Termino de recoger mis cosas -¿Tienes teléfono o alguna forma de contactar con los tuyos?- le pregunto. No por interés en ellos sino porque, con la inquisición por aquí, lo más prudente es que salgan de la ciudad.

- puedo mandar un mensaje a Gaia mediante mi compañero - segura de que sabe que era poco probable que tuviera tecnología conmigo y que aún y teniéndola no sabría utilizarla - me obligaste a dormir antes de que existieran esas cosas ¿Esperas que las entienda sabiendo que no las conozco ni me gustan especialmente los metales? - tendría que comprobar si mi hermana puede canalizarse a través de mi - Roja ya no es una vampira, no sé bien cómo actúa, ya no siento una conexión familiar pero a la vez la siento conmigo.

Miré a ALoisius aclarando que hablar era solo parte de su propia decisión, no de sus compañeros - Siaisi estuvo cerca de arrancarme un brazo una vez que fui irrespetuosa con un anciano, me dijo que me materia si me atrevía a hacerlo de nuevo sin un motivo bien justificado, y puede que él ya no esté y que matara él mismo al anciano al que le fui irrespetuosa porque consideró que mi motivo era justificado, pero conservo dicha lección. ¿Otros deciden que debes morir y debo matarte? Seré yo quien juzgue si debo intentarlo, el motivo de mi sangre no es matarte, es asegurar que no poseas un control absoluto y evitar que tengas mayor poder, tras la caída de sire hablar y estar cerca de ti pasa a ser mi obligación, y determinar si tu muerte es necesaria. Y si, mis posibilidades de derrotarte son escasas, pero superan las de la mayoría ¿No es por eso por lo que hablas conmigo tú también?

Sonrío tras su última pregunta pero estamos a punto de llegar a nuestro destino y eso distrae mi atención hacia fuera. La brisa del puerto entra por las rendijas del vehículo. Es un aroma agradable. El coche no se detiene, el enorme barco que está atracado mantiene la compuerta abierta y el vehículo se pone en cola para entrar en sus entrañas.

-Tienes razón. Puedes estar junto a mí y evaluar mi posición.- Sonrío con ironía -Tu hermana, Roja, se ha mezclado con un poder prohibido que no podemos entender. Mientras estés a mi lado no se acercará. Aún tiene algo de deferencia hacia ti. Cuando lo haga sabremos que ha sucumbido a la corrupción y que ese vínculo con la naturaleza que tanto ha caracterizado a tu sire se ha roto para siempre. ¿No lo sabes? Tu hermana tonteó con Erwin Van Targarn. Miembro del clan Baali. Uno seres salidos del mismo infierno. Por eso sientes lo que sientes hacia ella. Porque no es como tú. Lleva años no siéndolo-

-Bordearemos España en esta joya de navío, cruzaremos el mediterráneo y veremos con nuestros propios ojos qué es eso que llama y por qué los antiguos abandonan toda razón y posesión para acudir allí.-

Bordear España; se acercaban a su hermana Italia, el olor de ciudad ya era lejano y predominaba el húmedo rocío salado salpicado por la espuma de mar, el semblante de Ania era más tranquilo - Ángel o demonio, siempre respetaré a mi hermana y le ayudaré si me necesita, solo tiene que contactarme, a mi siempre me gustaron los Garous y nunca me juzgó por ello.

No hizo alusión al vehículo, evidenciando su poco interés en las máquinas. Por ella bien podrían haber caminado por el fondo marino, oscuridad asegurada y quien sabe si incluso habrían podido conocer a algún clan gangrel de los que las fábulas y mitos han acabado llamándoles "sirénidos".

El Viejo asintió mientras las compuertas del enorme barco se cerraban. Minutos después os alejabais de las costas inglesas mientras te acomodaban en un camarote sin rastro de tecnología y con una gran ojo de buey a través del cual podías ver las olas durante la noche, con un cierre automático durante el día. Algo que agradeciste

Sabías que la partida de Aloisius iba en contra de los planes de Lisandra y Chique. Pero no te importó. Sólo el tiempo dirá qué deparará a los antiguos en esta era incierta.

Continuará...

Fin de Ritos de la Cosecha II