El tiempo se escurrió con parsimonia. Lento, húmedo y salado. No hubo acontecimientos reseñables en el trayecto y ya se podía ver el muelle desde la cubierta. El ferri entró por la desembocadura del Támesis y se dirigió al muelle más apartado, destartalado y mal iluminado que pudiera haber por los alrededores.
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