- Lo suponía.- Respondió Volemak divertido por la curiosidad de Naewen.- Pero no creas que no es algo que han intentado ya antes generaciones de aprendices.
- Se que no es por eso, pero algo me dice que no te lo esperabas.- Replicó el hombre.- De todos modos Naewen todo tiene sus partes malas. Mi relación con Olhas significa abrirme hasta cierto punto y ponerme en una situación vulnerable. No se puede tener el uno sin el otro.
- Y si. Por eso digo que a nosotros dos no nos ha afectado tanto. Apenas si teníamos relación con nuestras familias, y quitando a nuestros maestros no teníamos muchos vínculos firmes. Y a pesar de eso ha sido un golpe tremendo. No puedo ni comenzar a imaginarme como es para Areelu e Isenya o más aún para el Primer Consorte o la señora Lashira. Pero bueno, nos adaptaremos, y como dice Lucce preocuparse por lo perdido e irrecuperable cuando hay tanto nuevo que ganar y viejo que recuperar es tontería.
- No te estaba reprendiendo por generalizar Naewen, se que es algo inevitable cuando se habla de grupos. Es solo que las cosas eran mucho más variadas de lo que crees. Es más esa conducta a la que te refieres como general solo lo era en la corte de la Señora.
- ¿Sabes que me gustaría?- Preguntó el mago tras escucharla hablar de sitios mejores y peores que Korvosa.- Visitar alguno de esos sitios contigo. De los mejores hablo claro, no se si soy tan aventurero como para atreverme con los peores. Aunque de poder ser eso tendrá que esperar, de momento no hay tiempo para vacaciones, aunque sean junto a una delicia para los sentidos como tu.
- No eres tonta Naewen.- Dijo Volemak abrazándola de repente de una forma muy casta. Y Naewen pudo comprobar un nuevo detalle, Volemak tenía la altura justa como para apoyar la cabeza en su hombro cuando la abrazaba.- Has sufrido y has sobrevivido, cambias y sientes. Es solo eso, no hay recetas perfectas ni consejos certeros. Pero si que os estresais mucho en esta era con cosas fijas. Parejas fijas, tradiciones fijas, sentimientos fijos... La vida es cambio y la vida hay que vivirla Naewen. Es algo a lo que tienes que volver a acostumbrarte, eso es todo.
- ¿Que no tienes el tipo de amigos o de relaciones que habrías considerado ideal? ¿Y que más da? Hay gente que esta a tu lado, y mucha más que lo desea ¿Y que importa si no son perfecto o no encajan con tus deseos? Escucha a tus apetitos, escucha a tu cuerpo como escuchas a tu mente y vive. El placer sigue siendo placer, aunque sea poco profundo. Y la felicidad no es un estado mental si no un estado combinado.
- Tal vez podamos.- repitió el hombre apartándola para mirarla a los ojos.- ¿Pero que más da? Lo importante es pasarlo bien ahora. Yo estoy disfrutando mucho de tu compañía. Eso es lo importante, no que pretendiese pasármelo bien de tal o de cual forma.
Pero acabado eso Volemak no volvió a sacar el tema, es más no saco ningún tema y siguió bailando de aquella manera que parecía más un vuelo libre y vital que cualquier baile humano que hubiese visto. Aunque a la elfa no se le escapó el detalle de que las parejas eurtythnias solían bailar MUCHO más próximas que Volemak y ella, que estaban normalmente a apenas un palmo unos de otros.
-O sea que me acabaré quedando con la duda… -dijo Aerilaya divertida-, pero sí, has despertado mi curiosidad. ¿Cuándo crees que podría conocerle?
Aerilaya se encogió de hombros. -Creía que erais amigos simplemente, pero no me asombra en absoluto. Lo que no entiendo es por qué consideras que eso te coloca en una posición vulnerable. Sé por qué siento yo eso, pero no creo que sea la misma razón. ¿Qué daño te puede hacer?
Aunque entendía intelectualmente el pánico de los eurythnios por la intimidad personal (¡era incómodo interaccionar con gente que parecía ver a través de ti y hacía un arte de la manipulación social y mental!), resultaba curioso en un caso como una pareja que parecía llevarse tan bien como esos dos. Al menos, para mentalidad de Aerilaya.
-No encuentro una tontería que os preocupéis por lo que habéis perdido. Es algo natural. Mientras eso no os paralice… yo probablemente estaría mucho peor que vosotros. Siento pánico ante la idea de que me exilien, y no es absoluto lo mismo. Yo sabría que mi familia seguiría en casa bien, aunque yo no pudiera verla.
Se encogió de hombros. -Tal vez no sea una conducta tan general, pero es lo que he visto en mi breve permanencia con vosotros. De todas formas no os critico; son costumbres como cualquier otras, y mejores que muchas. Y aunque tenéis costumbres únicas, no estáis solos en vuestra búsqueda del placer. Hace siglo y medio estuve en Lamasara, una ciudad de la que se dice cuyas costumbres podrían hacer enrojecer a un calistriano, aunque más allá de eso es una ciudad-estado famosa por la calidad de sus espectáculos y los artistas que forma, y por la astucia de sus diplomáticos. La ciudad es un hervidero de normal, y todo un deslumbre unas semanas cada once años, cuando se celebra allí la subasta del elixir de la orquídea solar. Mmm me pregunto si habrá cambiado, pero diría que no. Thuvia en general es una nación que apenas cambia a lo largo del tiempo.
Le sonrió. -No haber tiempo para vacaciones no es excusa para no poder hacer viajes breves pero intensos. Empleas tiempo en ir a recepciones sociales, debates y fiestas aquí, ¿no es cierto? -se rió, ya que estaban en una de esas fiestas-. En el tiempo en que vas a una fiesta aquí podríamos teleportarnos a cualquier lado y montarnos una celebración en cualquier otro país. Ah, los que echáis raíces tan profundas no tenéis ni idea de cómo puede uno beber del mundo, aunque sea a sorbos cortos pero intensos.
Y volvió a reír. -Así que te tomo la palabra. Despejadme, Olhas y tú, algunas noches… por ejemplo, una o dos por semana. Os llevaré a Lamasara, donde sobre lomas artificiales tiendas de brillantes colores se entremezclan con teatros que recuerdan pequeños palacios, y donde sus bailarines realizan prodigios de coreografías y de sus cantantes se dice que rivalizan con los coros celestiales, pero de forma mucho menos aburrida. -Le guiñó el ojo, indicando que todos los espectáculos eran vibrantes y enérgicos, incluso los que no eran picantes-. Os llevaré al Barrio de Las Luces en Quantium, que nunca conoce la oscuridad porque cuando en los otros barrios la gente se retira después de la jornada de trabajo, es cuando empieza de verdad a despertar ese barrio, brillando realmente con su actividad y la magia lúdica que derrochan cada noche. Os llevare al Oasis Dorado de Katapesh, en el que el ocaso tiñe las aguas del lago de matices áureos y cobrizos, y se cubre de una solemne majestuosidad cuando las aves levantan el vuelo al unísono en un vuelto postrero y un silencio absoluto. Es impresionante, porque durante unos minutos es como si todos los sonidos del mundo hubieran enmudecido, y de pronto la calma estalla en una canción gloriosa y triste de los sarenraritas despidiendo al sol por un día más.
>> Os llevaré a las maidans de Yazata, que jamás conocen la quietud y donde el bullicio de las danzas profesionales y de los domadores de bestias en las plazas contrasta con los secretos que se guardan tras velos de seda. Y oh, os llevaré a Iblydos, donde alrededor de los oráculos y tejedores de mitos, actúan los más fabulosos narradores de épicas históricas, que escenifican sus actuaciones mientras agasajan a los oyentes con pastelillos de miel y diminutas bebidas de un licor que ellos llaman "la esencia". Y porque incluso en los lugares más oscuros suele haber alguna luz, quizá os pueda llevar al Baile del Crepúsculo en Mechitar, que es quizá una de las cosas más espectaculares que he visto en mi vida, a pesar de lo horroroso del país.
Aerilaya le dedicó de nuevo otra sonrisa. -Por ejemplo… hay muchos otros sitios. Y no es tan difícil catarlos, aunque tengan que ser visitas breves. Illyria también quiere viajar, así que podría venir también algunas veces.
Por su parte aceptó con elegancia la suave recriminación y el consejo de Volemak y se dispuso a disfrutar de la noche sin más consideraciones serias. Se sorprendió al notar lo alto que era Volemak, algo en lo que realmente no había reparado hasta ahora. Aunque baja para ser elfa, estaba acostumbrada a ser considerada alta para la media humana. Pero los azlantis le hacían olvidar eso, en general.
Tampoco se le escapó la consideración de Volemak al bailar de forma tan separada. Los eurythnios eran desconcertantes, unas veces tan directos en sus costumbres extremas, y otras tan discretos y amables como keleshitas bien educados. Pero siempre eran un enigma, decidió Aerilaya, aplicándose para captar las pautas del baile y responder a ellas con la sincronía adecuada.