Partida Rol por web

Ser Roshar esperó que el mal momento escogido por Adham Dannet para presentar su acusación se volviera en su contra. Acababa de estropear el banquete que el Rey había mandado organizar con esmero. Tanto plato, tanta bebida, tanto jolgorio... La fiesta se vino abajo al tener que atender asuntos del reino. Muchos de los nobles disfrutaban el momento, cuchicheando entre ellos, pero no Robert. Era probable que dictaminara con mayor severidad de la usual, lo que era peligroso. Confiaba en que aquel escudo, que parecía lo único que tenían como prueba, no fuera suficiente para hacerles responsables. El caballero aún esperaba respuesta de Tearswamp para descubrir donde lo habían conseguido. A qué soldado se lo habían arrebatado.

El Blackfist no hizo amago por participar. Existía la posibilidad de dar apoyo a la acusación, refutando su fingida aversión por los Crogall, pero no tenía mucho sentido sin otra casa que le apoyara y que fuera a acogerle tras el juicio. Y habría que calcular con exactitud la respuesta que lograría. Pues de ser creído podía sentenciar a la familia, y no era su deseo. 

-No, mi señor. -Reconoció el joven Dannett. -Es cierto que no tengo más pruebas que ese escudo de madera con vuestros colores y mi palabra para sostener mi reclamación. Os encargasteis muy bien de que no quedaran testigos que contaran lo ocurrido. Pero no retiraré mi petición de justicia pese a ello.

Adham se mostraba muy enfadado, lleno de ira hacía los Crogall como ningún miembro de su casa antes hubiera manifestado a pesar de los años de largas disputas entre ambas casas. Pese a todo, el joven Dannett estaba conteniendo la furia que le invadía. Se podía ver brillando en sus ojos la clase de peligrosa determinación que le llevaría a saltar la mesa y apuñalar a Lord Evan Crogall allí mismo.

-¿Quién sino vos y vuestros hombres mataron a los quince campesinos por los que hoy pido justicia?

El Rey volvió a intervenir tras las palabras de Dannett, pues temía que aquello se convirtiera en un cruce de insultos y acusaciones que podían remontarse a hechos de cuando los Targaryan todavía habitaban la Vieja Valyria.

-Entonces sólo tenemos la palabra del uno contra la del otro. Uno no tiene más prueba que este escudo y los muertos a los que dice honrar.- A Robert aquello no le agradaba lo más mínimo y se notó en la apatía y cansancio con la que a continuación entonó el nombre de Evan. -Lord Crogall, ¿tenéis alguna evidencia que apoye vuestras afirmaciones o algún testigo que hable en vuestro favor?.

Whalen enfocó los ojos. ¿ha dicho el rey lord Crogall? ¿Es él lord Crogall? Sí, claro que lo es, joder. El puto lord. Bueno, en realidad el pequeño lord como lo llaman a escondidas algunos de los hombres de su padre. Con ESE tonito. El pequeño lord. El rey pregunta al pequeño lord.

Mamones malnacidos. Seré un gran lord. Sin necesidad de guerras y sangre.

Se... Majestad. Nosh encontramos con una partida mercenaria. Carroña comida por lobos. Alguien los había ejecutado. Sheguimosh la pishta hashta un tal... Flo... Floresh. Lo capturamos y confeshó estar detrás de ese asunto de la masacre.

Se aclara la garganta. Carraspea. Sabe que no habla claro, pero el vino le da valor para seguir.

Venía para ser juzgado pero... Una emboscada y...

Se lleva el dedo al ojo.

Una fel... flecha. Una flecha, majestad. Mataron al testigo. Archay. El Caballero Zorro. Menudo cabrón. Él estaba detrás.

Entonces se le enciende una lucecita en su ofuscado cerebro.

Además de nosotros venía un bun.. boho... buhoa... un comerciante con nosotros... Él puede dar fe de lo ocurrido... Se llamaba... Se llamaba... Thanders, Sanders... Algo así.

Pero se siente impulsado a seguir el relato.

Después buscamos a ese traidor. Venía con nosotros un caballero que le buscaba hace mucho. Un viejo. Aún vive, pero de milagro. Además del caballero Bryan

Y hace un gesto hacia donde debería estar él. Y Orten Lugus. Que también señala.

Capturamos al traidor. Aunque le costó la vida a Galdrín. Se queda pensativo un instante, mirando la mesa. La golpea y señala a Adham.

Y ahora viene a acusarnos de esa tontería. Hemos estado dando vueltas como idiotas, he perdido a mi hermanastro, para demostrar algo que es una trampa. ¿Quién iría a matar los campesinos de un vecino con los colores de su casa? Es una acusación absurda. Él lo sabe. Y estamos aquí molestando a su excelencia y a todos los aquí presentes.

Lo siento, majestad.

Sin tener muy claro si se disculpa por su intervención, por estropear la cena o por hablar con la lengua de trapo.

Ser Roshar no quiso relajarse al escuchar que el escudo era la única prueba. No encontraba razón alguna para mentir en la acusación ante el rey, pero no debía bajar la guardia. Creyó que no sería suficiente para establecer una condena, ya que cualquiera podía haber conseguido el escudo, pero prefería no asumir nada. La situación no era del gusto del Rey y podía decantarse hacia cualquier bando en el momento menos oportuno. Aunque fuera solo por zanjar el asunto.

La intervención de Whalen le preocupó. Se dice que los borrachos cuentan la verdad y los oyentes deberían juzgar si conocía los suficientes datos como para que su versión pudiera concluir la disputa. Pero el problema era que no se pasara de sincero. Había rumores sobre la familia de los que era mejor no hablar. Menos en ese estado. 

-¡Silencio!, espetó Lord Crogall a su hijo con un enfado aparente en su rostro. Luego giró la cabeza hacia el Rey Robert Baratheon, y le hizo una reverencia. –Alteza, pido disculpas por la interrupción y el evidente estado de embriaguez de mi hijo Whalen. Es de corazón noble, pero tiene pocos veranos aún, y menos aguante para el excelente vino que se sirve en Desembarco del Rey.

Mostró una sonrisa amable, y trató de sacar provecho de la situación. Whalen se había lanzado al vacío, pero tal vez no en vano. –Es cierto que el dulce vino y la agria rabia por la pérdida de de su hermanastro, nuestro amado maestro de armas Galdrin Tormenta le han afectado, como a todos. Mas su corazón habla y sus labios dicen la verdad. Los Crogall hemos sido víctimas de una conspiración. Desde que partimos de nuestro hogar, he oído falsedades y mentiras sobre nosotros. Se trata de algo coordinado, y estamos tratando de averiguar quién está detrás. Le ruego a su majestad nos disculpe por la interrupción del banquete por este tema, que se resolverá pronto.

Su mirada se fijó ahora en el grupo de los Dannett.

Whalen dió un bote cuando su padre gritó. Casi se cae del susto. Se le había borrado al sonrisa de idiota del rostro y no sabía si sentarse, quedarse de pie o qué coño hacer. 

Estoy perfectamente.

Masculla entre dientes. Él cree que va bien, aunque se tambalea más que una chalupa en medio de una galerna.

Escucha a medias lo que añade su padre. Claro que dice la verdad. Sí. La verdad. Pero falta hablar de los primos. Los Claviger. Los heraldos. Le viene a la mente sus caras de susto, de súplica. Cagados de miedo al saber que van a morir. Sus lloros inútiles. De nada les sirvió. ¿Realmente son ellos los inocentes? ¿Acaso no merecen el castigo real?

Su rostro empieza a transformarse hasta derrumbarse en la mesa, hundiendo su cara entre sus manos, sollozando de forma ahogada, para sus adentros, mientras sus lágrimas bajan por sus mejillas. Lágrimas culpables.

Con las palabras de Whalen y de lord Crogall la mirada de Varya se trasladó de nuevo, esta vez se quedó en la mesa real, miraba de vez en cuando al rey pero quien acaparaba su atención eran la reina y lord Varys. Sobretodo este último, por lo que había oído era todo un maestro en su especialidad y la dama tenía interés en saber cómo y quién le pasaba la información. Quizás de ese modo podría influir en lo que llegaba a sus oídos.

Un murmullo de risas comenzó a escucharse en el gran salón de la Fortaleza Roja cuando Whalen comenzó a hablar tambaleante y con lengua de trapo, se escucharon comentarios en voz baja y algunas risitas poco o mal disimuladas. Sin duda, el joven heredero de la casa Crogall iba a dar que hablar durante el resto de la velada, pocas cosas gustaban más en la ciudad que ver a un noble pueblerino hacer el ridículo, era carnaza para las hienas. Pero el Rey no se reía, se mantenía serio. Era difícil saber si el estado en que Whalen se dirigía a él le molestaba o lo consideraba una falta de respeto. A fin de cuentas, el mismo Robert era un bebedor empedernido.

-¿Y bien? -preguntó Robert alzando las manos como si esperara algo que los Crogall debían haberle dado ya. -¿Dónde está ese traidor? Supongo que si lo capturasteis estará en una de las celdas de la Guardia de la Ciudad. ¿No es así?

Dejo que Lord Crogall, o su hijo, respondieran a la pregunta y no puso buena cara cuando se enteró de que en realidad no había sido detenido, sino que habían tenido que matarlo. -Bueno... un bandido menos en el mundo. Felicidades, habéis hecho del camino real un lugar algo más seguro, aunque eso no os va a beneficiar mucho en esta causa me temo. -La reina Cersei se inclinó hacía el Rey y le susurró unas palabras al oído, Robert asintió con la cabeza y asintió con la cabeza pausadamente. Después dio un trago de su copa de vino y volvió a hablar tras secarse la barba con el dorso de la mano.

-Esos hombres que habéis nombrado, ¿pueden dar testimonio de vuestra inocencia?

-Alteza, soy ser Bryan Telson, un humilde caballero errante de las tierras de Dorne. -El amigo de Whalen se había levantado de su sitio y pedía la palabra tras el requerimiento del Rey. Inclinó su cabeza como reverencia ante Robert y toda su cohorte. -Conocí a Whalen Crogall cuando llegaron a la ciudad, su pabellón está junto a mi pequeña tienda. Todo lo que aquí han contado es verdad. -Aseguró con vehemencia. -Les ayudé a capturar al Caballero Zorro y vi como mataba al maestro de armas de su casa. Aquel hombre era una alimaña, un peligro. No dudo que fuera él quien orquestara el ataque a las tierras de ser Adham. Los Crogall son incapaces de eso, puedo poner la mano en el fuego por ellos. -Un momento de duda se reflejó por unas décimas de segundo en el rostro del caballero. Quería ayudar, pero era un hombre sincero, y en honor a la verdad había cierta parte que estaba omitiendo, aquella de cuando los Crogall quisieron torturar hasta la muerte al Caballero Zorro.

-¡Por los Siete Dioses!. -Bramó el joven Dannett. -¿Ese es vuestro testigo, Lord Crogall? Es un caballero errante, sin tierras. Su palabra no tiene mucho valor. Cualquier errante diría lo que fuera por servir a un señor. Además, él mismo ha dicho que no los conoce desde hace mucho. Por mucho que les ayudara a vencer a ese... Bandido Zorro, o como diantres se llame esa invención suya, si es que realmente existe, no quita que lo que hicieron en las tierras de mi padre sea cierto. Yo digo que se enteraron de que iba a denunciarles y querían buscar un chivo expiatorio al que culpar de sus pecados.

-El Caballero Zorro. -Dijo la voz de Orten Lugus, corrigiendo a Adham Dannett. -No es una invención, ser. Es real. Cualquiera que viva cerca del Bosque Real conocerá de sus infamias.

Rog Thanders, el mercader que los Crogall conocieron en la posada del Gran Venado no estaba presente para declarar como testigo en esos momentos, pues sólo las familias nobles tenían derecho para acceder a la Fortaleza Roja. Aunque podrían encontrarle para testificar en favor suya si era necesario, era más que probables que el buhonero accediera a apoyarles tras lo visto en el camino. Además, había dado su palabra de que lo haría si fuera necesario. También estaba ausente ser Joris Landseer, a pesar de que éste sí que tenía invitación para estar presente en aquel combate. El viejo caballero había sobrevivido al combate con el Caballero Zorro de milagro y estaba reponiéndose de sus heridas. Aunque si aquello llegaba a mayores, y el caballero seguía con su buena fortuna, podrían contar con él para su testimonio.

Así las cosas, dos de los testigos potenciales que los Crogall tenían en su favor no estaban presentes, y el tercero era un caballero errante cuya palabra no tenía mucho valor, como bien había apuntado Adham Dannett para desgracia de los Crogall. Pero Orten Lugus no era un errante, era miembro de una casa noble y su palabra tenía tanto valor como la de cualquier Dannett. Y por fortuna para ellos, Orten sabía manejar mucho mejor la lengua que la espada.

-Yo también estuve allí, y vi como Lord Archay, el Caballero Zorro, se revolvía como una vil criatura para arrebatar la vida de Galdrín. Nos costó mucho lograr detener a ese hombre, y si tuvimos que matarlo fue porque no quedaba más remedio. -Agachó la mirada entristecido, lamentaba haber tenido que matar a un hombre, algo que jamás había hecho hasta entonces. -En mi opinión, parecía que el Caballero Zorro tenía un asunto pendiente con la casa Crogall. Han prestado un servicio deshaciéndose de un bandido leal a los Targaryen. -Orten trataba de mostrarse justo e imparcial en sus palabras, y omitió el detalle de que había sido su espada la que acabó con la vida del viejo Zorro. No quería que eso privara a los Crogall del beneficio que podía suponer en la audiencia que fueran ellos los encargados de eliminar a un peligroso bandido.

Lord Crogall sintió cierto alivio al escuchar a varias personas hablar en defensa de su Casa. Sin duda, había sido mejor esperar paciente como un buen lagarto-león, y no entrar de primeras en una discusión abierta con los Dannett. Las intervenciones de Orten Lugus y de Bryan Telson, más los otros que más tarde podían dar fe de lo sucedido, ayudaban a dibujar una realidad que tal vez no fuera del todo fiel a la verdad, pero que les ayudaba a quitarle peso a las graves acusaciones. La mentira, por omisión de toda la verdad, también era castigable a los ojos de los dioses. No obstante, la familia y la carga del escudo de los Crogall, del legado del que él era el depositario, pesaba más que cualquier otra consideración.

Con mirada severa y dura, volvió a dirigirse a Adham Dannett. -Los testigos aquí presentes han hablado, y vuestras graves acusaciones se han quedado muy en entredicho. No me esperaba una ofensa de este tipo en el banquete de su majestad, y por ese motivo no he traído más hombres que sin formar parte de mi Casa ni tener ningún interés en nuestras disputas, apoyan nuestra versión de lo sucedido. Pero los tenemos. Y ahora, además de faltarnos el respeto y ofender el honor de los Crogall con tan solo un escudo de madera como prueba, habéis faltado también a otros hombres que simplemente han contado la verdad.

Como un padre que recrimina a un hijo su mal comportamiento, Evan Crogall alzó el dedo índice. -Espero que os sirva de lección, pues algún día seréis el señor de vuestra Casa. Y entonces, llevaréis la carga de defender no solo el presente y el pasado, sino también el futuro. Y si llegáis a ser Lord de la Casa Dannett, espero que no actuéis con la misma temeridad y falta de respeto ante el mismísimo rey que habéis mostrado en este día.

La joven Tully pidió la palabra.  Se adelantó a la mitad de la sala y comenzó a explicar.

Lord Crogall no es culpable del crimen del que se le acusa.   Después de lo cual les dio ella  una muy convincente explicación de donde habían estado y que habían estado haciendo en los momentos y días en que supuestamente había ocurrido la muerte de los campesinos.  Se apoyaba en las palabras del testigo. En sus palabras la Tully no sólo transmitía la veracidad y asertividad con la que la gente de su familia estaba acostumbrada ha hablar, sino resaltaba la lógica de que era imposible que hubieran estado en dos lugares a la vez, y que los Crogall no tenían realmente motivo para causar esas muertes en gente tan humilde ni tampoco en causar daño a los señores feudales de estos a través de hacerlo.  Un par de minutos de persuasiva veracidad después, concluyó:

Lord Crogall no es culpable del crimen del que se le acusa.   

Es culpable de otro.   Igualmente grave. 

Lord Crogall es culpable de la muerte de los dos mensajeros del Rey, los hermanos Claviger, a quienes nos encontramos en el Camino Real cuando veníamos a desembarco.

Procedió la Tully a relatar la afrenta, las amenazas de ambos lados, lo que podría ser interpretado por un jurista como agresión mutua, y muerte por conflicto, grave pero solucionable, pero la joven terminó así su intervención:

Cuando los jóvenes mensajeros se rindieron y pidieron clemencia, y mi esposo Whalen estaba dispuesta a otorgarla, el cruel Señor Crogall se las negó.  Ordenó a sus guardias a que les dieran muerte a los dos mensajeros, contra las arriesgadas protestas de su hijo.   Una vez muertos, ordenó a sus guardias a que desaparecieran sus restos donde nadie los encontraría, y a todos nosotros nos ordenó obediencia a guardar silencio como dice su lema.   Describió sus ropas, ajuares y bridas de los mensajeros, a tal detalle que cualquier familiar y compañero suyo reconocería los pequaños detalles que llevaban -la manga raída, el cinturón roto- y sabría que era cierto que eran ellos.

Dejó que el silencio tomara unos segundos de la sala. 

Es por esto que ahora me acojo a la Órden de Septas del Padre, el que de los 7 cuida de la Justicia, pues soy testigo y doy testimonio contra una crueldad e injusticia, cometida contra dos jovenes, contra una familia, contra un Rey.   Me acojo sabiendo que he traicionado la orden de silencio de mi Señor, y sólo lo hago por esta causa mayor.  Invoco entonces la protección de la Órden de Septas como testigo.  -Estaba Scarlett usando las reglas de canon religioso que le permitirían ser protegidas por esta orden de manera inmediata.  Ya no regresaría con los Crogall nunca más.  

Tomó un respiro lleno de miedo.  

Invoco también a la Madre, que de los 7 aspectos del Dios, es quien llora por sus hijos, para que ayude a la familia Claviger a que encuentre algo de  paz al saber que les pasó.  Invoco su gracia, por haber cumplido su deseo, para que ahora a mi me de protección para el siguiente intercambio que pido:

Soy consciente estoy de la desgracia que he traído a toda familia Crogall, tanto los que fueron culpables como los inocentes forzados, al revelar la verdad de la crueldad de su señor.   Para que le sea perdonada la vida y libertad de mi amado Whalen, quien habló con justicia en su momento pero no pudo evitar el crimen, ni pudo romper la obediencia a su padre, por él, ofrezco mi propia vida.  Que sea perdonada la suya y mi vida sea segada en intercambio.  Pues en revelar estos secretos, mi único pesar siempre fue que él sufriera.  Invoco por lo tanto el canon de cambio de vidas.  -Esta era la clausula donde un septo o septa se cambiaban por un prisionero para que este fuera liberado.  Algo más usado en la guerra, pero aplicable siempre. -

Los demás tampoco merecen morir.  Sólo obedecieron a su señor.   A lo más, envíenlos al Muro, para que su obediencia y brazo de armas no se desperdicien, y sirvan a defender a los 7 Reinos.  Si fuera mi deseo, hagan lo mismo con el Señor Crogall, para que en aquel inimaginable frío use su incontrolabe ira contra las amenazas de más allá del Muro.  Y que en cada una de me pueda ver a mi como un reflejo, para que así su furia defienda mejor a la gente.

-Alea Jacta est.   La suerte estaba echada.  Valar Morgulis.-

Durante las intervenciones del rey y sus amigos Bryan y Orten se mantiene con la cara hundida entre sus manos, pero al avanzar su mujer hasta lemedio de la sala hace una lto en sus hipidos para mirarla. Se la ve tan segura.

Qué guapa es...

Piensa, ajeno a los murmullos de la sala. Sabe que algunos (o muchos) van dirigidos a él, pero lo bueno de ir borracho es que le daba igual. Mañana ya sería otra cosa.

En un principio se muestra ajeno al discurso de su mujer, que lo oye como una especie de eco lejano, hasta que algo en su interior le grita que escuche. 

Se hace eco del silencio de la sala, pesado como una losa por lo que acaba de decir.

¿Acaba de explicar lo de los Claviger? 

No le cabe duda ante sus nuevas palabras que dicen:

Invoco también a la Madre, que de los 7 aspectos del Dios, es quien llora por sus hijos, para que ayude a la familia Claviger a que encuentre algo de  paz al saber que les pasó. 

Al escuchar el nombre se lleva una mano a los ojos y se los tapa, como para no ver la culpa que lleva dentro. Puede rememorar, una vez más las súplicas de aquellos jóvenes.

¿Realmente era necesario matarlos para borrar aquella soberbia de los heraldos? No puede aspirar a hacer un feudo mejor si permite que se ejecute a heraldos reales por un pecado de vanidad y soberbia.

Cuando se acoje a la Órden de las Septas se queda petrificado. Alarga una mano cuando anuncia que lo hace por su amor a él. Como para retenerla, a pesar de estar más allá de su alcance. Él quiere que se quede. Que se quede con él. ¿porqué lo hace? ¿Es eso lo correcto? Callar lo que sabían no era lo correcto, pero eso... Lo que no es consciente Whalen, en su estado, y que semanas y meses más tarde le comerá la cabeza, es preguntarse la razón por la cual no comentó la conversación que tuvo con su padre con ella. ¿Secretamente deseaba lo que está pasando?

Su rostro se mostraba arrasado por las lágrimas.

Whalen no podía pensar en nada de forma coherente, pero cuando se serenara alabará la astucia de su mujer. Al confesar el pecado mayor de los Claviger y negar la menor, dejaba sin efecto la torpe conjura de los Danett y sus implicaciones posteriores como aquella siniestra daga. Dejaba fuera de juego un nuevo posible heredero y el propio Whalen, si quedaba exonerado de lso cargos, sería el nuevo lord y podía valerse de las aptitudes de su madrastra en calidad de "reina madre" así como controlar de forma directa a ser Roshar, que no estaba presente en aquel infausto encuentro. Librarse de ser Adrik no era algo agradable. Era un buen hombre, pero podía volverse en su contra por culpa de su madre. Y él quedaba libre de culpa, al ser todo obra de su mujer.

Aunque todo aquello le pareciera muy hábil, a él no le gustaba en absoluto. Después de lo que había hablado con su padre, había aprendido a perdonar sus faltas y amarlo por como es, y también perdería a su esposa. Él amaba a su esposa.

Quería hablar, pero no podía decir nada. Sólo podía mirar a su mujer con una expresión de amor incondicional, mientras ardientes lagrimones 

Ser Roshar observó con estupor el transcurso de los acontecimientos. Las intervenciones de Bryan y Orten habían cimentado la defensa de la familia, aunque la actuación de Whalen podía haber generado suspicacias. El heredero había mostrado gran determinación en el asunto del Caballero Zorro y ahora... Pero todo quedó en un segundo plano tras el giro inesperado provocado por Lady Scarlett. Las posibilidades de salir indemnes se derrumbaron y la casa quedó pendiendo de un hilo. 

El caballero se alzó con la sorpresa en la cara. No la pudo ocultar y decidió usarla a su favor. 

- No se te olvide aclarar que yo no estaba presente. - 

Su intervención tenía varios cometidos. El primero, seguir con su tapadera y marcar con mayor claridad su distanciamiento con la familia. Segundo, dar algo más de tiempo a su señor para decidir cómo iba a afrontar aquella acusación. Podía decidir enfrentar a su nuera achacándola de mentirosa o aceptar su palabra y argumentar en que fueron atacados por los Claviger. Ser Roshar actuaría en consecuencia, aunque no de manera pública. Y tercero, para intentar asegurarse su libertad. Sería mucho más útil y era posible que nadie esperase ningún movimiento por su parte. 

Había sido una decisión rápida basada en el instinto y experiencia. Su cabeza daba vueltas. En un momento su estrategia había perdido sentido y no había previsto nada parecido. No creía que Scarlett hubiera hablado sobre el asunto antes, no podía tratarse del traidor interno que habían intentado descubrir. O eso creía. Pensó que la culpa le había hecho confesar. Pero ¿no había un mejor momento que ante toda la nobleza del reino? ¿no meditó en las consecuencias de sus actos? ¿cuánta gente cree que debe pagar por la decisión de un señor? No logró entender del todo el pensamiento de la dama... y desechó los intentos. Necesitaba encontrar la forma de arreglar la mierda que les había tirado encima.

En su mente resonó el lema Crogall. 

Para Adham Dannett no tenían la más mínima validez las explicaciones con las que Lady Scarlett trataba de excusar a los Crogall de la matanza cometidas en sus tierras. La dama explicaba con todo lujo de detalles en qué lugares habían estado y las tareas que les habían tenido ocupados durante el transcurso de tiempo en que habían ocurrido los crímenes de los que Adham Dannett les acusaba, a pesar de que en ningún momento él había dicho nada sobre cuándo habían tenido lugar.

-Parece que milady conoce perfectamente los días en los que se cometió la masacre. -Intervino con una sonrisa suspicaz dibujada en el rostro. Pero cuando Scarlett argumentó que era imposible que hubieran estado en dos sitios a la vez, Adham Dannett rompió a reír por lo ridículo que le parecía aquella exigua defensa. -Es evidente que ni Lord Crogall, ni ninguno que lleve tan ilustre apellido, iban a mancharse las manos de sangre personalmente. Habrá enviado a alguien fiel a él que le haga el trabajo sucio.

No le faltaba lógica a lo que Adham exponía, e incluso el Rey Robert y varias personas asintieron con la cabeza levemente ante la argumentación del Dannett. Pero entonces Lady Scarlett hizo una confesión que nadie se esperaba, acusando a su señor del asesinato de los hijos de Lord Claviger, emisarios del Rey que cabalgaban a Harrenhal para llevar una invitación a su señor de cara al Torneo Real.

Las palabras de Lady Scarlett convirtieron el murmullo generalizado de susurros en exclamaciones de sorpresa, comentarios a voz viva e incluso algunos insultos contra los Crogall de aquellos que más envalentonados y susceptibles, así como afectados por el vino, se sentían. La gente comentaba el escándalo en pequeños grupos, o en voz alta hacía todo el Gran Salón. Ser Bryan Telson se giró hacía Whalen mirándole de hito en hito, como si esperara algún tipo de confirmación de si aquello que decía su esposa era cierto o no. Orten Lugus quedó de pie, petrificado ante las palabras de la dama que surgían tras haber defendido él a Lord Crogall en su intervención.

En medio de la conmoción, Adham Dannett no perdió momento de realizar un comentario para ganar más razón hacía sus propias demandas:

-¡Lo veis, Alteza! ¡Hasta su propia familia lo reconoce! Si han asesinado a unos emisarios del Rey, que no harían con unos pobres campesinos de las humildes tierras de Marshbury. - Mucha gente que no se había manifestado hasta entonces comenzó a simpatizar con la causa de los Dannett e incluso apoyaron las palabras de Adham. Si hasta entonces las acusaciones del heredero de Lord Alfric eran poco sólidas y dejaban lugar a dudas, ahora se veían reforzadas gracias a la intervención de la dama. Los Crogall se encontraban ahora en peor situación que nunca.

Lady Varya esperó, conteniendo su lengua mientras la vorágine se desataba en el salón, no sabía en qué estaría pensando la pelirroja al hacer semejante confesión pero el resultado no estaba siendo bueno. Para nadie de la casa. Hasta ser Roshar intentó marcar distancia para no verse salpicado. Con los nuevos cargos el Dannett se envalentonó de nuevo y ahora sus palabras ya no parecieron las de un joven dolido y embriagado, la señora de la casa esperaba que su nuera se hubiese dado cuenta de su error y rectificase. Con movimientos medidos se levantó, dedicó una ligera mirada a la mujer y habló a la pareja real.

-Mi rey, mi reina, lamentamos este espectáculo en la que debiera ser una noche de festejos. -su voz suave se abrió paso entre los murmullos -Lord Crogall es un caballero y no dirá nada que pueda avergonzar a una dama, pero no puedo permitir esto. Lady Scarlett no se encuentra en plenas facultades y todas estas injurias la han debido transtornar. Ella siempre ha querido más. Primero fue que nuestra humilde casa destacase a toda costa, luego que el lord cediese el mando a su hijo y se retirase, y ahora ha debido ver la oportunidad de eliminar el "problema" contando una trágica historia. Está convencida que en cuanto tengamos un niño -se llevó las manos al abdomen, si la reina estaba en cinta como había oído puede que le tocase la fibra sensible -lord Crogall lo preferirá como heredero antes que a su marido y no quiere esperar a que llegue ese momento ficticio, ni a la muerte natural de su señor, para ascender. Las acusaciones aquí vertidas son erróneas, es inexcusable usar el dolor de una familia para intentar desposeer a un lord de su honor, hay que encontrar al verdadero culpable. Es lo que estamos intentando desde que la noticia del ataque llegó a nuestros oídos. 

Varya acabó su intervención y se apoyó en la mesa para volver a tomar asiento, despacio, como si hubiese hecho un esfuerzo y ahora tuviese que ir con cuidado.

El golpe que había dado Lady Scarlett había sido brutal. Con una frialdad asombrosa, había soltado la estocada y luego se había ensañado con lo que parecía el cadáver del gran lagarto-léon. Ajeno al ruido a su alrededor y a los comentarios e insultos, Lord Crogall cerró los ojos un segundo y los volvió a abrir. No apartó la mirada de la esposa de su hijo, pero curiosamente no había odio ni rencor en sus ojos verdes.

Evan Crogall había sido el señor de la Casa muchos años, y no le preocupaba ser juzgado o castigado. Pero ella había golpeado con dureza poniendo en peligro el pasado, presente y futuro de los Crogall. Había roto los votos más sagrados, y al mismo tiempo invocaba a los mismos dioses. Y su ataque se basaba en la verdad. Una terrible e incuestionable verdad.

-Lady Scarlett, comenzó Lord Evan y esperó unos instantes a que se callaran los presentes, y dejaran de lanzar insultos e improperios. –Me acusas de un delito y me eximes de otro. Incluso osas juzgarme, y dictar una condena. No te corresponde a ti hacerlo, Lady Scarlett. Como tampoco le corresponde a Whalen otorgar clemencia, pues no es el señor de los Crogall. Entiendo que eso te cuesta admitirlo, pero así es.

Evan era consciente de que la soga alrededor de su cuello estaba apretando. No obstante, no tenía prisa para saltar al vacío. –En este día, me han acusado de dos delitos. La masacre de los campesinos no fue obra de los Crogall, ni tuve conocimiento del suceso hasta que viajamos hacia el Desembarco del Rey. No tengo más que decir sobre ese tema de momento, aunque dejo la mano tendida para los Dannett para ayudarles a encontrar a todos los culpables de aquella matanza de inocentes.

Miró de reojo a Lady Varya, quien había apoyado ese argumento en su intervención. Obviamente, el morbo estaba en la nueva acusación vertida por su nuera. Traición familiar y muerte de mensajeros reales. No se podía pasar por alto. –Una cosa son los campesinos desarmados e indefensos. Otra muy distinta son los hombres de armas que no fueron dignos de servir a ningún señor y menos a un rey. Lady Scarlett ha narrado lo sucedido antes de que sacaran las armas, pero hay cosas que omite por ignorancia o por astucia. Desconozco lo que le ha motivado, pero también rechazo la acusación en la forma que la ha presentado.

A continuación, midió con cuidado sus palabras para ganar un tiempo valioso. No podía negar la mayor, pues ella había dado demasiados detalles. Se dirigó nuevamente a la víbora que convivía con los Crogall.

-En un asunto así, no se puede juzgar a la ligera, y menos desde una posición como la tuya, Lady Scarlett. Lo que sucedió fue un incidente desafortunado, pero fue una lucha limpia, y dudo que de ser vencedores ellos nos hubieran concedido ninguna clemencia a nosotros. La elección fue suya. Y sufrieron las consecuencias de sus actos.  

Del mismo modo, Lady Scarlett había elegido la traición. Y debía pagar por ello, tarde o temprano.

La tensión palpable en el aire como un corazón latiendo, los rumores subiendo y bajando a cada intervención, Lady Scarlett esperó a que se pronunciara el Rey mirándolo sólo a él.  Era a Robert, primero de su nombre, a quien le correspondía decidir el camino que tomarían las cosas a partir de este momento.