Partida Rol por web

Orten parecía haber tragado una bola de amargor cuando Whalen sacó el tema del Caballero Zorro a colación y recordó aquel recuerdo no tan lejano. Dirigió la mirada hacía el campo de justas, donde ya se estaban terminando los preparativos para la gran final que enfrentaría a tan hábiles guerreros. Orten sabía que no merecía mérito alguno por lo que hizo, cualquier otro más habilidoso habría sido capaz de desarmar al viejo Zorro y retenerlo con vida para que los Crogall pudieron usarlo como testigo para su causa. Bajó la mirada al suelo y habló después, apesadumbrado.

-No fui valiente, ser Whalen. Al contrario, fui un cobarde durante todo el camino. Temblaba como un recluta novato. Hice lo que hice por puro reflejo. No merezco ningún honor. - Suspiró para expulsar el aire que había estado conteniendo durante aquellos segundos. -Puedo contaros lo que queráis saber de él. Al menos de los tiempos en que sirvió a mi padre. 

Al llamarle "ser" se infló de falso orgullo. De la misma manera que él no era ser, tampoco Orten era un cobarde. Negó a las duras palabras de Orten.

El hecho de que fuérais capaz de atacar a la bestia de Archay a pesar de vuestros temores os hace doblemente valiente. Lo que había añadido de que su muerte había evitado que pudiera testificar también le pasó en su momento por la cabeza de Whalen, pero no lo creía tan buen actor. 

Sois un buen hombre, Orten. Añadió, mirando muy fijo a su interlocutor. Así lo creía, aunque temía equivocarse. ¿Es posible mantenerse siendo un buen tipo rodeado de personas de la calaña de sus hermanos?

¿Sabéis de otros aliados que pudiera tener Archay? Debía de tener algún aliado que le protegía de alguna manera. Quizás ese aliado suyo es el que está detrás de los ataques hacia nosotros. Contrató mercenarios para atacar nuestra reputación, y el oro no crece de los árboles. Aquel que lo contrató para la conjura contra nosotros debe de ser un viejo aliado de ese traidor.

Orten se encogió de hombros con la mirada agachada. No se atrevía a contradecir a Whalen aunque él sabía que no era ningún héroe ni nada semejante. Cuando Whalen le dijo que era un buen hombre se lo agradeció tímidamente y sonrió levemente. Después miró con gesto de preocupación a Whalen cuando éste expuso su teoría sobre el Caballero Zorro, y tras meditarlo un instante respondió. 

-Eso sería más coherente que pensar que Lord Archay era el cabecilla de esta conjura. - Orten alzó la vista por el campo de justas, donde ya todo estaba listo para la final. El joven Lugus siempre había defendido que el Caballero Zorro debía haber actuado engañado por un tercero. -Él era un loco, pero su única causa eran los Targaryen. Si tenía algo contra vos y vuestra casa era sin duda porque alguien lo engañó. Pero no tengo ni idea de quién podría ser. Lord Archay llevaba años fuera de nuestra casa. De hecho, hasta que no os encontré aquí no había vuelto a escuchar noticias suyas. 

La pequeña Ruth les había llevado hasta el lecho donde descansaba Ser Blackfist, gravemente herido. El rostro de Evan era impasible, pero sus ojos se entrecerraron peligrosamente cuando le fueron desvelados los planes de los Ward. 

-¿Qué cuidemos de quién?, instó Lord Evan y se acercó hasta poner su oído junto a la boca de Ser Roshar. -¿Te refieres a Whalen?

Whalen se sentía un poco inútil ante el despliegue de ingenio de su familia y vasallos. Y había algo que le chirriaba en el fondo de su mente. No sabía qué era con exactitud, pero había algo, algo...

Si alguien le engañó y le hizo moverse hacia el Bosque Real quizás existen pruebas de eso... Algo que nos pueda llevar hasta él. Hasta que yo recuerdo, no vimos donde vivía esa alimaña. En alguna cabaña o cueva en el bosque se supone. Seguro que alguien como él guarda pruebas de sus fechorías para poder cubrirse llegados el caso de una captura. O para extorsionar. O lo que fuera necesario. ¿Qué me decís? ¿Os apetece un paseo por el bosque? No me debéis nada, al contrario, os lo debo yo a vos, pero puede ser divertido...

Y si existe alguna prueba que puede atar a los Lugus con Archay mejor que lo encuentre él que no la guardia Real o cualquier oportunista.

Conforme las palabras salían entrecortadas de los labios del caballero, la mandíbula de la señora de la casa Crogall se iba apretando más y más, nadie tocaba a los suyos y menos querer hacer sufrir a Evan. La mano que sostenía a la de ser Roshar era firme, intentando transmitir la seguridad de que los Ward no lograrían su objetivo, que ella se encargaría de que su esfuerzo y dolor no hubiese sido en vano.

Al ver como se volvía a desplomar sobre el mugriento colchón, llevó una mano a su frente para apartar el pelo sudoroso de su rostro, pero su siguiente advertencia hizo que retirase un poco esa mano por la sorpresa. Al quedarse inconsciente dejó que Ruth le pusiera el paño mientras escuchaba la pregunta de su marido y negaba con la cabeza.

—No que cuidemos de alguien, si no que nos cuidemos de alguien. —matizó con cara de concentración, intentando buscar de quién podía estar hablando el ser.

Un nombre le había venido a la mente rápidamente, como si de una estrella fugaz se tratase, inmediatamente se dijo que no podía ser y trató de buscar otros, en un momento encontró uno más, pero a pesar de su negativa el primero seguía resonando con fuerza en su interior.

Varya sintió que realmente podría ser cualquiera. Que el caballero se hubiera desmayado antes de poder precisar el nombre de aquella persona de la que al parecer debían de tener cuidado era un grave inconveniente, y especialmente teniendo en cuenta que el estado de salud de ser Roshar no era muy alentador.

Pero algo en las palabras, en la entonación, o tal vez en la mirada de ser Roshar le hizo sospechar a la dama de que el caballero se estaba refiriendo a alguien cercano a ellos. A una traición.

Orten parecía sentir una mezcla de sorpresa y miedo al escuchar la propuesta de Whalen, aunque trató de disimular este último sentimiento. No obstante, la incomodidad se reflejaba ampliamente en su rostro y en sus movimientos corporales.

-Bueno.. yo, ehm... ¿Esta noche decís? Me... me gustaría ver la justa, y claro, luego está el banquete y sería... sería una ofensa no acudir. Además, no debe ser seguro caminar de noche por esos bosques llenos de bandidos... Seguro que Lord Archay era la menor preocupación que habitaba aquel lugar. 

Aunque Orten estaba tratando de disculparse para no ir a la guarida del Caballero Zorro, su excusa tenía que ver con aquel día y le dejaba sin argumentos para la mañana del día siguiente.

-Cierto, querida, contestó Evan y le cogió de la mano a su esposa. La idea de perderla le aterraba, pero salvo ese apretón entre gentil y fuerte, nada en él aparentaba debilidad. Tan solo ella comprendía la angustia que sentía por dentro. Una angustia que le hacía dudar de todo y de todos. 

Como tantas otras veces, buscó en Lady Varya el apoyo. El faro que le guiaba en la noche. -¿En quién estás pensando?, preguntó. 

-

Sí. Tenéis razón, sin duda. Respondió a Orten. De golpe, al hablar con su amigo Lugus, le asaltó un recuerdo, al margen de que el Bosque Real era un nido de bandidos muy, muy peligroso. Me encantaría poder invitaros luego a unos vinos, si no tenéis inconveniente.

Y esperó a poder despedirse de Orten para buscar a ser Joris. Lo último que sabía de él era que había sobrevivido. Quizás había muerto aquel viejo loco. Aseguraba conocer los escondites de Archay, aunque el hecho que el propio Archay no lo hubiera reconocido en aquel infausto día del bosque lo convertía todo en algo muy, muy extraño. Quizás la clave de aquel embrollo estaba en el viejo caballero. No le había dicho nada a Orten pues desde aquel mismo día también había una insistente señal que gritaba cada vez que se veía con Orten. Alguien debía de haber ayudado a Archay a liberarse cuando lo capturaron, y el principal sospechoso era el mismo que lo acabó matando. El hijo de Konrad Lugus, y seguramente la única razón por la cual salió Archay de su escondrijo en el bosque. Los primeros a los que había visto Archay eran Joris y Orten. Si a Joris no lo conocía, había sido Orten la razón. Aquella nota de desafío era una charada, pues no podía haberla enviado a alguien que ni recordaba.*

Vamos en busca de Joris. Lo primero será buscar en la casa de curación... Murmuró para él mismo, mientras abandonaba la grada.

Varya sonrió levemente con el contacto de su esposo y le apretó la mano de vuelta en una muda comunicación para que no se preocupase, sus ojos le decían que lo solucionarían. Ante la pregunta del lord la expresión del rostro de la dama se tensó ligeramente, no dudando de lo que iba a decir, si no sabiendo el daño que eso causaría y lamentando ser la voz de la peor posibilidad que se le ocurría.

—Me ha dado la impresión que Roshar quería prevenirnos sobre alguien cercano que nos está traicionando, podría ser cualquiera de nuestro séquito mientras sea un hombre, como un guardia, Covern o el mimísimo Nicholas, no podemos descartar a nadie excepto a Whalen... por lo que Adrik debe entrar en el grupo de posibles.

Sabiendo lo que sus palabras causarían en el hombre que amaba, aferró con la otra mano el antebrazo de Evan y lo miró a los ojos, transmitiéndole que ella tampoco quería que él fuera el traidor, pero que no podían arriesgarse.

—Deberías volver, avisar a Whalen del posible atentado contra su vida, que esté siempre acompañado por varios hombres, y traer al maestre con la excusa de que no se me pasa y que me ha de ver.

Ella se quedaría en aquella casa destartalada donde nadie buscaría a la señora de una Casa.

-Adrek... Los labios de Evan formaron la palabra, pero no se escuchó ningún sonido. No podía creérselo, pero al mismo tiempo confiaba en el juicio de su esposa. No era seguro, pero desde luego no podía estar libre de sospecha. 

Un tremendo peso había caído sobre los hombros de Lord Crogall. Asintió en cuanto le dijo Varya lo de regresar con el resto. Con Whalen. -De acuerdo, iré en seguida. Y avisará al maestre también. 

Lord Crogall no tardó mucho en volver al campo de justas y comunicarle al maestre que debía ir con él hasta aquella casa donde ser Roshar yacía malherido. Evan tomó las precauciones necesarias para que nadie les viera, aún así, caminar con un anciano maestre que no podía seguirle el ritmo a él y que tintineaba con sus cadenas a cada paso no fue tarea sencilla en virtud de la discreción. Afortunadamente los ojos estaban clavados en el torneo, donde los contendientes ya se preparaban para romper la primera lanza. 

Cuando llegaron a la casa destartalada, Ruth hacía guardia en la puerta y Lady Varya cuidaba del herido. Lo primero que hizo notar el maestre es que aquel no era el sitio más salubre donde tratar a un enfermo. El maestre retiró la ropa de ser Roshar y les pidió que hicieran un fuego para calentar al caballero y hervir algo de agua, les dijo que no era recomendable tapar heridas sangrantes con trapos sucios como aquellos y recomendó que alguien fuera a buscar ropa limpia y una manta adecuada. 

-Aunque lo mejor sería trasladarlo. -Dijo consciente de que aquello era difícil si pretendían hacerlo sin ser vistos. 

El maestre se lavó las manos en el agua cuando esta se estaba calentando y colocó en ella unas telas que llevaba encima cuando el agua empezó a hervir. A continuación examinó las heridas colocando sus dedos largos y huesudos en la piel manchada de sangre del caballero y realizó una inspección mediante el tacto que provocó un quejido en el convaleciente. El maestre torció el gesto, como si hubiera escuchado algo que no le gustara en aquel quejido. Lavó las heridas con los paños calientes y después sacó un pequeño frasco de uno de sus bolsillos interiores y al destaparlo la sala se inundó de un olor fuerte y fresco. El maestre tomó una porción generosa de aquella especie de loción con las yemas de los dedos y la introdujo en las heridas de ser Roshar, quien se agitó por el dolor aún a pesar de su estado. Luego tapó las heridas con unas vendas que extrajo de otro de sus bolsillos y se levantó del lecho de ser Roshar con el esfuerzo propio de la edad. 

-He hecho lo que he podido con lo que tenemos aquí, pero si no le atendemos como corresponde morirá. Las heridas son profundas pero bastante limpias, sin embargo tiene una en el costado que ha debido perforarle un pulmón. Esa es la más preocupante de todas. 

Lord Evan regresó todo lo rápido que pudo. No había podido hablar con Whalen, pero sí se había asegurado de que tuviera siempre escolta. Ahora escuchaba las palabras del Maestre Nicholas. Un hombre que había servido con lealtad a la Casa Crogall durante largos años, pero que ahora estaba bajo sospecha sin saberlo. 

-Confío en tu criterio, le contestó. Confiar... esa palabra ahora no significaba nada. Miró a Lady Varya. No podía dejarla a solas con el Maestre. Ni a Roshar tampoco. Pero tampoco iba a permitir que ella fuera sola. Cogió un trozo de papel, y escribió unas órdenes rápidamente y puso su sello con el anillo y algo de cera. -Lady Varya, busca a un niño que sirva de mensajero, y dale esto. Es para que envíen a cuatro hombres de confianza aquí para trasladar a Ser Roshar. Esperaremos aquí a que lleguen. 

Buscó en el rostro del anciano Maestre alguna reacción a sus actos. 

-Puedo ir yo, si lo deseáis. - Se ofreció la muchacha, que aguardaba cerca de ser Roshar como un fiel can protegiendo a su dueño. -Conozco a vuestros hombres, aunque ellos a mí no. Y conozco esta ciudad mejor que ellos. Puedo guiarles por donde nadie les vea. 

Lord Evan sentía que se encontraban en una delicada situación. Desde que habían llegado a Desembarco del Rey, e incluso días antes durante el camino, sentían que había alguien detrás de ellos perjudicando sus acciones y conspirando en contra suya, y ahora descubrían que era probable que fuera alguien cercano y conocido. Las sospechas incluían a casi todos los miembros de la familia, incluido el viejo maestre, que observó la escena expectante sin mostrar ningún gesto que pudiera hacer sospechar sobre él. No le pareció extraño que pretendieran llamar a varios de los hombres de la casa para trasladar a Roshar, a fin de cuentas ellos eran viejos y poco podrían hacer. Al contrario, el maestre pareció mostrarse de acuerdo con la decisión, había que actuar sin demora por la vida del caballero.

Whalen abandonó el lugar de las justas en el preciso momento en que comenzaba la final entre ser Jaime y ser Barristan, el heraldo ya había anunciado sus nombres y el público estalló en vítores y aplausos para tan reconocidos caballeros, ambos miembros de la Guardia Real, con sus capas níveas ondeando al viento y manteniéndose sobre el caballo con un porte de dignidad que Whalen había visto en muy pocos hombres, incluso entre caballeros ungidos. 

Whalen salió del campo de justas en dirección a la ciudad, no le costó mucho encontrar la casa de curación y al preguntar por ser Joris le condujeron hasta él. El anciano caballero se encontraba todavía muy malherido tras el combate con el Caballero Zorro que apunto estuvo de costarle la vida. De hecho, cuando le llevaron con él Whalen creyó que estaba muerto. Se encontraba en un lecho tumbado, con la cabeza sobre una almohada mirando al techo de la sala con ojos vacíos y con la boca abierta. Apenas se escuchaba su respiración de lo débil que era, y se encontraba tan cubierto de vendas que costaba reconocerle. Había perdido peso en aquellos días y parecía haber envejecido diez años más de golpe. 

-Adelante, qué se haga, confirmó Lord Evan. Entonces se giró hacia Ser Roshar, y su semblante se torció. Le dolía verle en aquel estado. -Pronto te van a curar, dijo apesadumbrado. 

La señora de la casa esperó pacientemente la llegada de Evan y el maestre, aunque por dentro rezaba al desconocido porque no llegase y les dejase disfrutar, a ellos y su hijo, de la compañía del caballero por unos cuantos años más. Al verlos entrar por fin en la destartalada casa, se levantó cediendo su posición al lado del herido al anciano y no perdió detalle de sus movimientos y sus palabras.

Su gesto se endureció un poco con el informe del estado del hombre, ella no entendía mucho de heridas pero que algo afectase al pulmón sabía que no era nada bueno.

Varya cogió la nota que le tendió su esposo y se quedó un momento pensativa, estaba decidiendo si pedir la colaboración de Ruth, pues si ser Roshar le había confiado su vida una vez seguro que ellos podían hacerlo una segunda, cuando la misma niña se ofreció y ella asintió a las palabras del lord entregándole el papel.

—Ve Ruth, confiamos en tí.

La dama se quedó oteando el exterior, primero viendo alejarse el menudo cuerpo de la chica y luego esperando su vuelta, aunque cada poco sus ojos se desviaban hacia los hombres con los que compartía la estancia.

Dejó atrás el campo de justas, con la cabeza perdida en mil pensamientos. En otras circunstancias le habría encantado quedarse a ver la justa entre tan importantes caballeros, pero su encuentro con Orten le había recordado la situación de su familia y se le antojó una frivolidad disfrutar del torneo cuando a su alrededor se cerraba una trampa mortal.

Al entrar en la habitación de ser Joris se quedó petrificado. No esperaba encontrarse con un muerto que por un extraño azar aún respiraba, aunque fuera como un fuelle roto.

Después de recomponerse, unos instantes más tarde, se acercó hasta el lecho. Se arrodilló con pesadez, hasta quedar a la altura de su cabeza.

Ser Joris... Ser Joris... Gracias a vuestra actuación pudimos acabar con el Caballero Zorro. Dijo en un susurro, para animarlo. Sois un gran caballero. Ahora... Ahora estoy buscando a un bardo para que cante vuestra gesta, y necesito toda la información que me podáis dar de él. Mintió, titubeante. En aquel estado no sabía ni si podría contestar algo. El inicio de vuestra pendencia con él. ¿Lo recordábais así a Archay? ¿Cómo era cuando lo conocistéis? Quería saber si ser Joris realmente había tenido un mal encuentro con él, aunque creía que sí, pues les había llevado a los escondites de aquel cabrón. Lo conocía, aunque ese odio no fuera correspondido. Archay había ignorado a ser Joris todos aquellos años. EL viejo caballero había perseguido un fantasma. Debe ser deprimente dedicar tu vida a perseguir a alguien a quien no le importas una mierda. Y caer bajo su espada con total indiferencia.

Qué cruel...

Le cruzó una nube de sospecha otra vez. El hijo de Konrad Lugus, antiguo contratante de Archay, era el que había acabado con su vida. Y había sido su presencia y no la de ser Joris la que había sacado al zorro de su madriguera. Ese Archay que al parecer esperaba a Konrad y no a su hijo.

No. Orten no. Es imposible... ¿Y si era Orten el que conocía el cubil de Archay y no Joris?

Ser Joris... ¿Cómo puedo encontrar el cubil de Archay? Necesitamos encontrar su guarida para entregar todas las pruebas posibles de sus fechorías...