Partida Rol por web

Turno 4

Asalto 7

Ódvarr apretaba los dientes tras los ataques del lobo. En uno de los ataques de este, el humano cogió aire y atacó con fuerza a aquel animal con todas sus fuerzas.

La espada surcó un arco en el aire hacía el lobo.

TURNO 4

ASALTO 8

Ódvarr sabía que tendría que cambiar la estrategia o a duras penas podría hacer daño a su enemigo. El lobo, más ágil y experimentado que sus iguales, era más difícil de alcanzar. El guerrero esperó a que el lobo hiciera un amago de atacar, y ahí, aprovechó su oportunidad. El tajo, profundo y sangrante, alcanzó la parte baja del lomo del lobo, hiriendo una pata. El aullido quebró el silencio de la noche. Fue tal la herida, que el lobo solo pudo retroceder.

Resultado: 15pv, C - Crítico: 4pv, 2pv/asalto, 1 asalto aturdido (Lobo jefe, 19/? pv)

TURNO 4

ASALTO 8

Ódvarr sonrió al ver cómo hería al lobo. Empezó a moverse a su lado esperando el momento justo para volverle a atacar.

Esperó su dentellada y haciendo una finta volvió a descargar con fuerza su espada contra el lobo.

TURNO 5

El aullido del lobo fue lo último que Ódvarr, y Oldo, escucharon en la noche, pues a lo lejos se mostraba el amanecer. El golpe de de espada volvió a impactar en el pecho del lobo que cayó muerto en el acto. El guerrero jadeaba, pues en algún momento había visto en peligro la situación.

Resultado: 15pv, C - Crítico: 4pv, -10 actividad, 1 pv/asalto (lobo jefe 40/40 pv, muerto)

El frío amanecer llegó al fin. Ódvarr pensaba que había despertado más en la noche, pero le sorprendieron las primera luces del día en mitad del combate. Se acercó a Oldo, que movía las orejas, y tras preparar el carro y su equipo, emprendió el camino a Minartir. Con suerte, solo había recibido una herida en el brazo.

Cerca del río Ciril, a menos de un día de Minartir (Gondor)
Ninui (Invierno), 5º día, año 2898 (Tercera Edad)

El Río Ciril servía de guía a Ódvarr, pues mantenía el cauce dirección Minantir. Había amanecido un cielo algo nublado acompañado de un frío intenso. Las tempranas horas hacían que la sensación se metiera en los huesos, haciendo que el guerrero encogiera su cuello evitando el frío.

El Ciril estaba tranquilo, a pesar de las lluvias de los días anteriores, su cauce se mantenía como de costumbre. El tramo era tranquilo y las aguas se movían lentamente, empujadas por el frío viento matutino.

A lo lejos, hileras de pinos y helechos dibujaban sombras verdes y pardas, en contraste con el cielo radiante que se dejaba ver entre las oscuras nubes que anunciaban agua en cualquier momento.

TURNO 6

Las ruedas crujían cuando caían en los charcos del camino, algunos más profundos que otros, haciendo que el carro se tambalease y con ello, los tres barriles que viajaban en la parte trasera del mismo.

El camino, dentro de su estado, era transitable. Aún así, el tiempo en forma de llovizna constante no invitaba a transitar la zona.

- ¡Señor, señor! – una voz desvió la atención del guerrero  - ¡Aquí! – un joven salio entre los arbustos, jadeando. La lluvia había empapado sus ropas y la capucha de una capa verde oscura se quedaba pegada en su cabeza por el peso del agua.

Se incorporó al camino mientras avanzaba de puntillas, evitando charcos para no empaparse más las botas.

- Disculpe la osadía – dijo a unos metros del carro, mientras levantaba levemente las manos a modo de disculpa -. ¿Va de camino a Minantir? He de llegar antes del anochecer y creo que he dado un par de rodeos inútiles – se puso la mano de visera para evitar el agua -. La verdad que no me conozco la zona y tal como está el día prefiero evitar los caminos, pero creo que me he perdido. Puedo pagarle, no mucho, pero algo tengo – dijo alzando una pequeña bolsa de dinero que tenía en un cinto, tras la espalda.

TURNO 6 - ODVARR

El guerrero, que se llevaba mejor con su burro de lo que se solía llevar con la gente, tuvo un sobresalto al ver al recién llegado, por dos cosas. Uno, era que el camino era poco transitado en estas épocas, por lo que nadie "se perdía" así como así en el camino. Y lo segundo, es que parecía completamente una trampa. 

Dejando su espada y escudo más cerca de él, y sin bajarse del carro, miró al tipo y le preguntó;

-Curiosa historia la suya. ¿Como llegaste a perderte en este camino, y en este lugar? -

Le preguntó, Ódvarr, mientras aprovechaba que el otro aún le seguía contando una historia para mirar a los alrededores, ya que si habían mas maleantes, o uno, el camino debería estar cortado más adelante, o dos, le debían estar apuntando en ese mismo instante con arcos y flechas. Debía estar preparado para apretar al burro a seguir y tener su escudo listo para defenderse.

TURNO 7

El joven miró al guerrero unos segundos, en silencio. Solo se escuchaba el repiquetear de la lluvia. Oldo se sacudía el agua agitando el cuello enérgicamente.

- Es la primera vez que vengo por estas tierras - contestó con una expresión decepcionada al notar la frialdad de Ódvarr -. Veo que usted sabe hacia donde se dirige y a decir por vuestras armaduras - dijo mirando por encima al guerrero - también sabe pelear y se puede permitir viajar solo. Yo no tengo tanta suerte - dijo poniendo la mano de visera, para evitar el agua.

Ódvarr lo escuchaba atentamente, sin cambiar la expresión que había empleado desde el primer momento. El caminante se echó mano hacia la espalda, tras la capa. El guerrero puso en tensión su cuerpo, pero se tranquilizó al ver como su acompañante sacaba una bolsa que tintineaba.

- ¿Diez monedas de cobre, señor?

TURNO 7 - ODVARR

Ódvarr lo miró algunos segundos mientras oía como caía la lluvia. Miró una vez más a los alrededores, hasta que después lo miró a él. Escuchó el sonar de las monedas, y relajando los hombros, le hizo un gesto;

-Vamos, sube. No te voy a cobrar nada, ni tengo intención de hacerlo. Debes entender que es extraño ver gente en estas fechas, y los ataques a los mercaderes son comunes. –

Dijo Ódvarr, sin un ápice de culpa. Él sabía cómo eran las cosas, solo bastaba con recordar la otra noche cuando se había enfrentado a los lobos. Había que tener mucho cuidado, porque las sombras que caminaban por la noche eran cada vez más alargadas. Cuando el hombre subiera, haría volver a avanzar el carromato, quedándose en silencio mientas escuchaba el repiquetear los cascos sobre el camino y el sonido de la lluvia.

TURNO 8

El hombre sonrió agradecido cuando el guerrero aceptó su proposición. Rodeó el carro por detrás y apareció por el otro lado para poner un pie en lateral de la rueda y ayudarse para subir en los asientos delanteros. Oldo volvió a sacudirse el agua con un movimiento enérgico y comenzó el paso a la orden de Ódvarr.

- Me han dicho que en Minantir hay un hombre, un mercader - dijo el hombre -, que trabaja con mercancías. No sé  si podré conseguir algún trabajo, necesito algunas monedas más para continuar con mi viaje - dijo pasándose la mano por la nariz, para quitarse el agua de la capucha -. Al menos me servirá de paso para descansar. Yo vengo de la costa, señor. Por cierto, mi nombre es Yariel. Dol Amroth es mi ciudad. Pero perdí mi barco, señor, no era muy grande, tipo pesquero. Los ladrones no solo están en los caminos, en la costa también tenemos - hizo una pausa, mirando al fondo del camino -. ¿Y usted, señor...?

TURNO 8 - ODVARR

Ódvarr se corrió un poco para darle espacio al hombre para que estuviera sentado. Mientras comenzábamos a andar, Oldo se veía contento de escuchar una voz adicional, al menos, seguía tranquilo, que era lo importante. Escuché sus palabras con tranquilidad. En Minantir nunca han dejado de haber mercaderes, así que seguramente tendría trabajo de sobra. Después de escuchar todo, Ódvarr le respondió;

-No hay un mercader. Son varios, yo aprovecho esta época para hacerme un buen dinero, es cierto, que bajan ciertamente las personas que viajan hasta ese lugar durante esta época, pero cualquier mercader curtido aprovecha la poca cantidad de suministro para vender más caro sus pertenencias. Yo me llamo Ódvarr. Lamento lo de tu barco, he escuchado historias de piratas, pero nunca he visto el mar en carne propia, por lo cual, menos aún he visto un pirata. ¿En que eres bueno, Yariel? Por tus ropas no puedo saber si eres diestro en algún arte de la espada, o si simplemente vas a buscar un trabajo como ayudante a la ciudad. –

Se presentó el hombre, mientras no perdía de vista el camino. Era cierto que podían emplear la ayuda de él, pero, siempre era y tenía más valía aquellas personas que sabían hacer algo, como la herrería, o el combate.