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TURNO 10 - ELANOR

Y lo había logrado, haciendo que en mi corazón una sensación de alivio me inunde. No sólo aquel orco ha caído, sino que es un sirviente de la oscuridad menos. Duele en el alma tener que hacerlo, pero muchas veces son ellos o nosotros y cuando la vida peligra de tal manera, no hay más opciones que actuar. 

Por esa razón una vez observo que cae al suelo mi enemigo, avanzo hacia donde se encuentra Vánima para intentar que se incorpore y así salir de allí. Si no he contado mal, creo que hay un orco más allí dentro, aunque el riesgo de enfrentarlo con mi hermana herida, me preocupa en demasía. Su herida está sangrando a borbotones y debo hacer un apaño, para que pueda sentirse mejor y no se me desmaye aquí. 

- Hermana, resiste. Saldremos del foco de peligro y trataré tu herida. - sugiero. - Has estado genial. 

Se merece aquellas palabras, porque así lo siento. 

Una vez salimos un poco del lugar, principalmente hacia la sala que hemos visitado primero, si así lo desea Vánima, intento revisar su herida y curarla, o al menos vendar para detener el afluente de sangre. 

TURNO 10 - VÀNIMA

La noldo miró con algo de despiste a Elanor, que la ayuda a levantarse. El esfuerzo ha sido soberano, y el golpe recibido, bastante feo. No deseaba ir a las Tierra Imperecederas de aquel modo, así que miró a su compañera, y se dispuso a acompañarla, o más bien, a dejarse llevar. Cuando llegaron a la sala, Vànima levantó la mano, diciendo que pararan, e intentaron curar la herida. Principalmente la sindar, pero Vànima ayudó lo que pudo, para poder detener la pequeña hemorragia. Habían sido un único error, que le recordaba que la los elfos podían perder el cuerpo que Eru les había dado. 

- Deberíamos revisar qué hacían los orcos. Si no, esta herida sería inútil. Aunque haya algún rival más, ahora somos dos contra uno, así que podríamos con él... 

Vànima probó a ponerse de pie, y aunque le costó levantarse, sacó fuerzas y lo hizo. En la cabeza tenía tan sólo el ir a ver qué ocurría y lo que querían los orcos... 

TURNO 10 - ELANOR

- Está bien, vayamos a revisar. Pero primero déjame estabilizar tu herida hermana mía. - respondo a la Noldor. 

Su salud es primordial, aquel lugar ahora está solitario y haciendo recuentos sé que no hay más orcos. No comprendo porqué imaginé que había más, no obstante es un alivio el recordar que no. Así que tenemos por delante el explorar aquel lugar, descubrir qué secretos esconden aquellos seres de la oscuridad. 

- Ya podemos ir... 

TURNO 10 - VÀNIMA

​​​​​​La guerrera asintió. A veces su orgullo e imprudencia podían con ella, y se dejó, dócilmente, curar y tratar por las manos de su compañera maga, que además le indicaba, de cuando en vez, lo que debía hacer y cómo hacerlo, para ayudar. Dejó que ella llevase las riendas, y con la mirada, se lo agradeció. Estaba descubriendo que no tenía porque ser la mejor. Simplemente podía dejarse ayudar. 

TURNO 11

Tan pronto como terminó el combate, la tensión del cuerpo de Vánima se disipó y comenzó a sentir el verdadero dolor del tajo que había alcanzado su pierna. Elanor, se acercó aprisa y sacó de su mochila una pequeña bolsa con vendas limpias y un pequeño frasco de una sustancia mentolada intensa. Vánima se revolvió un poco cuando sintió el escozor de aquel ungüento, pero era necesario.

Elanor (Primeros auxilios): 11 (tirada) + 25 (Primeros Auxilios) + 0 (Equipo) = 36 (+3PV, sigue -10 actividad)

El vendaje de la maga alivió levemente el muslo de su compañera. Aunque Elanor no era una experta en sanación, sí había realizado en más de una ocasión vendajes. Aun así, la herida era de importancia y dejaría a la elfa algo limitada durante un tiempo. La guerrera se lo tomaba con calma, aunque la herida de su orgullo era más dura, aunque la llevara en silencio por dentro.

Vánima, que también conocía algunas aplicaciones de sanación pues durante los combates que había librado en la Segunda Edad, en tierras élficas, colocó su vendaje encima del de la maga.

Vánima (Primeros auxilios): 71 (tirada) + 5 (Primeros auxilios) - 10 (sin equipo) = 65, (+3 pv)

Resultado: +6 pv, -10 actividad (Vánima, 12/38pv)

Notó más presión en el muslo y suspiró sentir el efecto analgésico del ungüento. La maga tendió la mano a su hermana y ella la cogió agradecida: habían hecho un gran trabajo en equipo guiados por Ilúvatar. 

Una sensación de oscuridad se apoderó de ellas al ver el panorama de muerte que había dejado paso a un silencio inquietante. Los cuerpos de los orcos, que yacían sin vida en el suelo, permanecían inmóviles rodeados de un charco de sangre negra que se perdía entre los adoquines del suelo y las malas hierbas que allí crecían.

Las elfas, tras cerciorarse de que no habían más enemigos, subieron las escaleras que hacía pocos minutos habían bajado para descubrir que había en aquel piso superior. Aún sabiendo que se encontraban solas, la maga y la guerra, precavidas, subían los grandes escalones con cuidado.

Cuando llegaron al piso superior, se acercaron al lugar donde los orcos le daban la espalda. Algunas piedras que formaban el suelo estaban levantadas. Las dos elfas se agacharon para retirarlas y encontraron un pergamino, enrollado. A primera vista parecía un mapa, con algunas anotaciones en forma de cruz y un dibujo parecido al de una torre como en la que estaban pero, no era la misma. Alrededor, se podían ver algunos picos que recordaban a unas montañas. El desconocimiento de la zona de las los elfas no les permitía saber más. 

TURNO 11 -Vànima

Vànima, pese al dolor, insistió en explorar, porque la verdad, el trabajo de ambas había hecho que se sintiera mejor. Los músculos de la pierna le temblaban un poco al dar los pasos, pero estos eran firmes y seguros, y el dolor, controlable por una de los primeros nacidos. Sin embargo, estaba atada a los avatares de la vida en un cuerpo que podía morir, así que requeriría algún tipo de tratamiento a mayores. Pero primero, ¿Que era aquello?

Es, es un pergamino, señalando otra fortificación, semejante a esta. -Miró a su compañera, era extraño. Dos orcos que solo buscaban un mapa, que les indicaba...¿Qué? - ¿Venían aquí a por algo? Si solo hay esto, esto era lo que buscaban. Y si buscaban esto, quiere decir que querrían ir después a esta torre que sale aquí. O quizás me precipite, Elanor. Pero diría que estos orcos vinieron de otro lado a esta torre a ver, que no a coger, este pergamino, y luego, irían a otra torre, quizás su destino. En cualquier caso, llevemonoslo. Y busquemos refugio, a ver si pueden ayudarme con la pierna.

Podía ser enrevesado, pero el Señor Oscuro odiaba a los hombres, y podría ser que quisiera atacarlos por la espalda, acumulando tropas allí. 

TURNO 11 - ELANOR

Luego de hacer las curaciones a mi hermana Noldor, la ayudo a levantarse y caminamos juntas hacia el punto donde estaban reunidos los orcos tras haberlos seguido a escondidas. Una vez allí vemos que hay unas rocas removidas y al dar con ese pergamino, pienso en lo que podemos hacer de ahora en más. 

Escucho a Vanima con atención, meditando sus palabras y la idea que ofrece la Noldor. Pero su salud es lo que me preocupa, más que nada porque no sé si podrá enfrentar otra batalla como esta. No podemos jugar con la buena suerte y dejarnos llevar por la necesidad de erradicar la oscuridad. 

- Así es, mi querida hermana. Aún así, siento que debemos ir un pueblo a curarte y después emprender el camino hacia ese otro lugar. Podemos llevarnos el pergamino. No es necesario exponerse a más. No ahora. - digo con sinceridad. 

Es una Noldor, su sangre de batalla la incita a seguir, pero cuando se debe parar, se para. Por su salud, la mía, por la buena fe del destino que tenemos delante. 

​​​​​

TURNO 11: Vànima

Vànima asiente de nuevo, y comprende la preocupación de su hermana. Decide que tiene razón, y se la da: 

-Vayamos a un pueblo, tienes razón. Sería deshonrar a los Valar no saber cuándo parar. Y por eso, me alegro de que tu estes a mi lado. Me duele todavía. -Dijo, llevándose la mano a la herida vendada. Pero con la otra, agarró el pergamino. -Llévalo tu. Me has salvado, y podrías tener que hacerlo otra vez, dado mi estado...

TURNO 11- ELANOR

Asiento a las palabras de mi compañera, está claro que mi mensaje ha llegado a su corazón y ha comprendido que tirar de la cuerda por más tiempo puede cortarse. Así que sonrío por ver qué detrás de ser una Noldor, hay algo más en ella. Una persona que puede razonar y entender. 

- Está bien, lo guardaré en mi mochila. - respondo a Vanima. - Claro que duele, salgamos de aquí hermana. 

​​​​​

TURNO 11: Vànima

Con cierto cuidado, Vànima caminó hacia la salida, con el apoyo, si era necesario, de su hermana. Agradeció que la hubiese curado, porque de ese modo podía caminar. Cuando se dirigían a la salida, para ir a alguno de los pueblos más cercanos, se preguntó algo, mitad en voz alta, y mitad para si misma: 

- ¿No deberíamos ocultar estos cadáveres? Por si vinieran otros, para no alarmarlos... 

Luego, sencillamente, miró a su compañera, a ver qué le parecía. 

TURNO 12

Vánima y Elanor coincidieron en las prioridades sin dedicar mucho tiempo a la conversación. Si bien la guerrera era más precavida y prefería explorar el lugar, sabía que estando herida solo traería más sangre y algo peor. Por otro lado, Elanor, que se preocupaba por la salud de su compañera, prefería buscar algún lugar donde descansar o incluso donde poder comprar algunas hierbas.

Las elfas tenían dudas sobre el origen del mapa y su ubicación, los siervos de Mordor podrían haber llegado allí enviados o podrían haber estado escondiendo el mapa. Ahora, con los cuerpos sin vida bajos ellas, nunca lo sabrían. A duras penas, arrastraron los cuerpos sangrientos de los orcos a un lugar más poblado por la maleza, fuera de la torre. Al estar la guerrera herida, tardaron más de lo que lo hubieran hecho si Vánima no hubiera recibido aquel tajo. Tras rastrear la zona una última vez, las dos elfas dejaron la torre destruida, mientras la luz del alba comenzó a levantarse en el horizonte.

A las afueras de Minantir (Gondor)

Ninui (Invierno), 5º día, año 2898 (Tercera Edad)

El día se levantó nublado y con un frío duro. El viento soplaba en campo abierto. Aún así, a las elfas les parecía un día hermoso, porque lo era; y porque después de la noche que habían lidiado, más se lo parecía. No habían podido descansar por peligro a ser avistadas por más enemigos y algo se estaba en alguna zona de Gondor estaba siendo tramado por Mordor y sus súbditos. Después de todo, las hijas de Ilúvatar se sentían unas afortunadas de haberse encontrado y de haber sobrevivido al encuentro con los orcos.

Varias horas caminaron hasta que divisaron un poblado a lo lejos. Estaba a no menos de una hora y les pareció la opción más acertada, a pesar de que no parecía muy grande, no era una aldea. Suficiente para descansar y hacerse con algunas hierbas para continuar la aventura.

A lo lejos, y avanzando en la misma dirección que ellos, Vánima y Elanor pudieron divisar un carro con cinco hombres, tirado por un caballo. Dos de ellos iban a las riendas del animal, aunque uno parecía herido. En el carro, los otros tres yacían tumbados. Las elfas pudieron ver que portaban armaduras de cuero, pero no sabían si estaban o no con vida, pues permanecían quietos.

Uno de los hombres que llevaba las riendas, el único que no parecía herido, iba mirando de un lado a otro vigilando distraídamente, como cansado. Vánima y Elanor no sintieron maldad en aquellos hombres.

TURNO 12 - ELANOR

No ha sido fácil terminar con aquella tarea donde los cuerpos fallecidos de los orcos debían ser movidos. Si bien son el enemigo, no olvido cómo fueron creados y que alguna vez, eran como nosotros. Dejando un amargo sabor de boca que no pasa desapercibido por más que quiera. Duele en demasía, aunque sé que han encontrado la paz finalmente y todo ese martirio ha acabado. Sé que les hemos hecho un bien. 

Ya con Vánima hemos podido salir de la Torre destruida y avanzamos siendo una sombra más en el camino, apreciando en mi ocasión aquel sabor de seguridad que solo me ofrecen los lugares abiertos y naturales. No he conversado más de la cuenta, si bien hemos compartido tanto con mi hermana, me he tomado estos momentos para meditar y mantenerme centrada en la orientación para hallar un pueblo cuanto antes. 

Una vez llegamos a las afueras de Minantir, puedo ver que aparece un carro con unos hombres. La mayoría heridos, algo en mi interior me dice que debemos acercarnos y espero no sea un error. Mi intuición jamás falla, no debería hacerlo ahora. 

- ¿Nos acercamos hermana? Me interesa saber de donde provienen y hacia dónde van. -  comento a mi hermana elfa. 

TURNO 12 - VÀNIMA

Enterrar o no dejar a la vista a los orcos era una cuestión estratégica, claro, y ella lo sabía. Pero había algo más.  A veces lo olvidaba en la lucha con el enemigo, pero la mirada de Elanor se lo recordó. Aquellos seres otrora habían sido manipulados por Morgoth, maldito sea su nombre y su existencia, y habían caído. No era deber de los hijos de Eru cambiar aquello, pero si mostrar respeto, hasta que Él actúe. 

Así pues, dejaron aquella torre, y se encaminaron hacia otro lugar, mientras el amanecer hacía su presencia, cuando ella*, Anar, salió y les comenzó a iluminar, con el fruto de los Dos Árboles. En ocasiones, la noldo estaba claramente dolorida, y se apoyaba en su compañera, pero en otras ocasiones, estaba razonablemente bien, sobre todo en terreno llano, y podía caminar sin ayuda. Pero debían dirigirse a algún pueblo. Y allí había uno. 

Decidieron acercarse, no sólo por el pueblo, si no por aquel carromato con aquellos hombres heridos. Algo había pasado. Y a Vànima le entró la curiosidad, como a su hermana. Entre otras cosas, porque parecían hombres de bien, probablemente gondoreanos, y de buen corazón. Así que los miró con preocupación, pero a la par con deseo de conocer lo que había ocurrido. 

- Creo que deberíamos, si, acercarnos, hermana. Ahí hay alguna historia. - Dijo mientras hacía amago de caminar hacia allí, aunque el primer paso, le dolió un poco, y torció el gesto. 

TURNO 12 - ELANOR

Asiento a las palabras de mi hermana y me dispongo a caminar a paso firme hacia el carro en donde se encuentran aquellos hombres. Siempre hay historias en estas tierras, algunos están dispuestos a relatar los sucesos cual cuento y otros por desgracia del destino, escogen el olvido como una fuente inagotable de calma ante la tristeza que provoca el evocarlo. Por esa razón, con mi mejor sonrisa pese a las expresiones de cansancio que se dibujan en mi rostro, me acerco a ellos. 

- Un placer encontrarlos en este camino, soy Elanor y ella Vánima. ¿Necesitan un poco de ayuda? - pregunto de buena fe. 

Y aguardo por una respuesta.