Partida Rol por web

Como cada noche, el pequeño Dreon, pedía a su padre que le contara alguna historia antes de dormir. Ya eran tres días lejos de casa y aún les aguardaban, como mínimo, siete lunas más. La temporada de caza estaba llegando a su fin.

El calor del fuego se agradecía en la fría noche. Dreon se encogió en su manta, mientras su padre, Orennor, avivaba las llamas produciendo un crepitar en el fuego. Sus dos hermanas, Eli y Dania, también miraban impacientes a su padre.

- Vamos, papá…uno de tus relatos de hoguera, por favor… – pidió Dreon sonriendo con las palmas pegadas a modo de súplica.

El hombre seguía avivando el fuego, las llamas se reflejaban en sus ojos.

- El destino quiso, por fin – comenzó lentamente Orennor, con la gracia que los cuentacuentos poseen -, que los aventureros coincidieran en una noche despejada con una gran luna. Ese encuentro, fue el inicio de una gran amistad. Pero antes de que ese momento se hiciera realidad, sus caminos se forjaban separados… - el padre sonrió levemente, creando unos segundos de incertidumbre –. Hoy, os voy a contar la historia del hobbit que un día decidió explorar…

“La Sombra siempre ha existido, desde tiempo inmemoriales… desde que se creó la noche, y con ella, los lamentos.

Pero para cada sombra, existe una luz… una luz proyectada por el Bien que aguarda en el interior de cada corazón”.

Cerca del Río Ciril, al atardecer (Gondor)
Ninui (Invierno), 4º día, año 2898 (Tercera Edad)

Primula sabía la hora que era porque su pequeño pero hondo estómago se lo anunciaba: la hora de la cena. El ritual era sencillo, pues ya muchos eran los años a sus espaldas de cocina: encender el fuego, calentar la sarten, añadir un poco de mantequilla y cocinar al gusto. Bueno, más que al gusto, a lo que se encuentre en la mochila, que en este caso, no era un manjar. Y aunque parezca un procedimiento sencillo, los hobbits tenían una gran mano que se reflejaban en dotes culinarias.

Ya eran varios los días que Primula había explorado las zonas del río Ciril y sus suministros estaban viéndose bajo mínimos. Siempre calculaba bien y esta vez no había sido lo contrario, pero la escasez de un buen bocado le marcaba que mañana debería partir de vuelta al poblado más cercano, que si sus cálculos no fallaban, sería Minartir. Desde que abandonó La Comarca, disfrutaba recorriendo leguas en caminos y parajes. Y aunque su experiencia no era abultada, se desenvolvía con soltura gracias a las dotes de su raza.

Haría noche en un lugar seguro y mañana al alba partiría hacia Minartir.

TURNO 1

Primula Pelegrín, Pippi para sus amigos. Esa era ella. Podría superar una noche sin cena, o eso se decía, con la esperanza de visualizar algo comestible antes de hallar un sitio al resguardo de la brisa y la humedad para plantar la esterilla de cañizo y la manta de lana.

Caminó y caminó un buen rato y cuando ya el sol era una moneda dorada cuyo brillo no cegaba tocando el horizonte, se dió por vencida. Al lado del camino, lo suficientemente cerca para no estar lejos de la via pero a su vez lo suficientemente lejos para evitar más curiosidad de la debida por los viandantes, bajo un murete, se dispuso a deshacerse de su mochila y a preparar el lecho. Solo encendería fuego si veia que la noche podia tornarse fría.

- Ah sido un buen día de caminata... ¡caminos, puentes y tapias!

En ocasiones durante su viaje se hablaba a si misma. Los paisajes y los ambientes la maravillaban, no así la sensasión de estar sola. Ninguno de sus primos pequeños quiso acompañarla.

TURNO 2

La alegría y la sonrisa de Pippi fue la última luz que vio el cielo de Gondor. La noche se tornó oscura, como cubriendo con un manto la oscura pradera que yacía verde bajo los descalzos pies de la hobbit. Tras otear el camino en busca de zonas cálidas y resguardadas, la mediana decidió acampar.

Como un rutina ya de memoria, Pippi comenzó a sacar poco a poco los utensilios de cocina. Sería la última noche que comiera como mandan las leyes hobbits, así que en el fondo, estaba contenta. El frío comenzó a caer con fuerza, como la noche, y el invierno se hizo notar. Pippi no quería en primera instancia encender el fuego, a no ser que fuera necesario. Aunque su raza aguantaba bien las condiciones extremas, decidió finalmente crear una pequeña hoguera que aprovecharía de paso para calentar la cazuela donde prepararía unas deliciosas patatas.

La mediana se alejó unos metros de su resguardo en busca de leña. Tenía un pequeño bosque de helechos y abedules cerca, lo que le hizo pensar que no tendría problema en encontrar ramas viejas y algún que otro tocón para su fuego, aunque el frío y la lluvia de los días anteriores mantuviera el suelo húmedo.

No tardó mucho en encontrar un tronco partido en el suelo. Se acercó, contenta, pero de repente, un aullido le cambió el semblante a la mediana. No era un aullido amenazador, era un aullido doloroso. Se mezclaba con gruñidos ahogados. La noche no le permitió ver más allá.

TURNO 2 - PIPPI

Primula se hallaba buscando ramitas para la fogata. Primero yesca, un poco de estopa que habia ido despelusando por el camino. Luego la leña, primero las más pequeñitas, fijas como la paja, luego palitos, como un lapiz de grueso. Luego ramas... del tamaño del... una salchicha gorda. ¡Ojalá tuviera una salchicha! Aunque no fuera muy gorda...

En esos pensamientos se hallaba cuando sonó el aullido lastimero. La hobbit se puso en guardia y escuchó con sus orejas antes siquiera de preguntarse que seria aquello que emitiese el ruego, tal y como hubiera hecho una liebre.

¿Queseso?

TURNO 3

La hobbit, que rápidamente agudizó el oído, se quedó petrificada en la noche. Seguía escuchando los gemidos. Y aunque no provenían desde muy lejos, no pudo alcanzar con la vista más allá. Su intuición le dijo que era un animal inofensivo, pero poco más pudo conocer.

Pippi (Percepción): 40 (tirada) + 28 (habilidad) + 10 (fácil) =78,  éxito parcial

Entre la preocupación y la curiosidad, Pippi, decidió trepar por uno de los árboles que más cerca tenía para obtener una mejor posición. No sabía de qué se podía tratar exactamente, incluso si conllevara algún peligro cercano. Dejó la búsqueda de manera por unos segundos y echó un vistazo para seleccionar el más accesible. Dentro del pequeño bosque, no tuvo problema para ver uno con ramas bajas que le permitió ascender fácilmente.

TURNO 3 - PIPPI

Decidió allegarse a la copa del arbolillo cerca de la cual estaba el murillo donde se disponia a preparar la hoguera. Eso le permitiría otear detras de esa cárcava y resguardarse si hubiera algun peligro. Dejó caer la leña y correteo hasta el arbol. La vista entrenada de trepadora le hizo trazar una pequeña ruta. Primero, lo más dificil, un buen brinco hasta la rama más baja, luego ya, con el resto de ramas al alcance de sus manillas, fue trepando cuidadosamente para ver si divisaba la fuente del gañido. La curiosidad la embargaba.

TURNO 4

La pequeña hobbit, como si hubiera vivido en los árboles en vez de un confortable smial. Pippi, con gran habilidad y presteza, saltó a las ramas del árbol más adecuado y comenzó a trepar con un gran facilidad.

Pippi (Trepar): 66 (tirada) + 46 (habilidad) + "Fácil" = 100%, éxito

A la mediana no le llevó mucho tiempo llegar hasta la parte más alta y accesible del árbol. El frío de la noche era más duro en la altura y golpeó con fuerza en la cara de Pippi, que se estremeció. Y aunque la oscuridad no ayudaba a ver mucho más allá, guiándose con su oído, siguió los aullidos lastimeros de aquel animal.

Moviendo las cabezas a ambos lados, pudo finalmente ver un zorro, paralizado. En una de sus patas, una trampa le hacía presa y no podía escapar. Primula sintió pena por el animal, pues como su instinto le decía, era inofensivo. Si hubiera sido un lobo, liberarlo hubiera sido poner en riesgo una mano, un brazo... ¡o quién sabe!

Cuando estuvo decidida a bajar, el sonido de las hojas y las ramas crujir hizo que se detuviera. A unos diez metros del zorro, un par de figuras humanas se acercaban lentamente hacia el pobre animal. Una de ellas portaba un arco, la otra una pequeña cachiporra.

TURNO 4 - PIPPI

Pippi tardo un momentito en comprender que pasaba. Pippi conocia muchos cazadores hobbit. Su mismo tio Boros era un buen casador, y a ella le encantaba el conejo a la cazadora. Incluso ponia trampas, para conejos. Los conejos, se cazaban mejor con trampas. Un día, recordó, un tejón joven habia caido en una trampa para conejos del tio Boros, y su tio lo soltó, y por ello, se llevó un zarpazo en una mano que habia tardado en curar días. Cuando Boros contaba la historia, siempre se mostraba orgulloso de haber logrado soltar al tejón, pese a la herida. Cuando algunos incredules le preguntaban "¿pero por que no lo apaleaste? Si lo hubieras apaleado, no te habrias estado en cama una semana con fiebres y sudores frios". Su tio, siempre respondia, que, los tejones, no se comen.

- ¡Eh gente grande! ¡Dejadlo en paz!

Pippi gritó con tanta agresividad de la que era capaz, desde el árbol.

TURNO 5

La mente de Pippi se vio abordaba por unos pensamientos lejanos de su infancia, que le hicieron viajar durante unos segundos a sus humildes tierras. Pero la realidad era otra, y su decisión, que había sido la de convertirse en una gran aventurera, le había hecho acudir en ayuda de un indefenso animal.

Los dos hombres seguían avanzando lentamente hacia la criatura. Pippi, que durante un tiempo pensó en no abrir la boca para llamar la atención, no pudo soportar ver como sufría el zorro y las intenciones de los humanos. La mediana, que aun seguía en la parte alta del árbol, lanzó un aviso a aquellos dos que portaban armas y se dirigían hacia el animal.

- ¡¿Quién anda ahí?! - dijo uno de ellos. Se pusieron en guardia, mirando hacia todos lados - ¡¿Quién eres?!

La noche dificultó ver a la mediana, pues aunque uno de ellos intuyó que podía estar en alguna copa cercana, sus ojos no consiguieron divisar el pequeño cuerpo de Primula.

TURNO 5

- ¡Os he avisado! ¡Vosotros lo habeis querido!

Pippi saca su honda, que llevaba en el bolsillo, junto con algunas canicas y sobritos de especias. En otro bolsillo, tenia una piedra tan grande como su manita. La cargo en la honda y dandole un par de vueltas para coger impulso, provocando un aullido como el de un toro bramando, apunto a la cara de uno de los matones y solto un extremo de la honda.

TURNO 6

La pequeña mediana no pensó ni un segundo en escarmentar a aquellos cazadores. Con un gesto rápido, y a pesar de la oscuridad de la noche, la maniobra de Pippi fue todo un éxito.

Resultado: 8 pv, A - Crítico: +30 pv - golpe en la frente, cae al suelo.

La piedra cortó el aire y paró en la frente de uno de los cazadores. El impacto hizo que cayera desplomado al instante, inconsciente. 

- ¡Está bien, está bien! - dijo el que aún quedaba en pie, con las manos en alto - ¡Déjame que lo cargue en mis hombros y nos iremos de aquí! - pidió el hombre, presa del pánico.

Tan rápido como pudo y con un temblor que hasta Pippi pudo ver desde la copa de su árbol, el cazador se agachó para levantar torpemente a su acompañante. El peso a plomo hizo que perdiera el equilibrio varias veces antes de que la mediana los pudiera perder de vista.

Cuando se perdieron entre los troncos de los robles y abedules, Pippi bajó el árbol ayudado de las ramas tranquilamente y se dirigió hacia el zorro apresado. El animal gemía rítmicamente mientras jadeaba con el hocico abierto. Algo le decía al animal que aquella pequeña criatura no tenía malas intenciones y que le había ayudado. Cuando Primula se arrodilló para liberar al zorro, este agachó las orejas, agradecido.

TURNO 6

- ¡Eso! ¡Iros con el rabo entre las piernas!

Pippi se descolgó del arbol y se acercó al zorro, con tranquilidad, pues no queria asustarlo.

- Tranquilo pequeño... ¡soy amiga tuya! Abriré esa trampa y podras irte...

Pippi se agachó sentandose arrepantingadamente buscando la ganzua. Una vez en la mano, se puso a 4 patas a intentar abrir el cacharro, con la lengua fuera por la concentración.

TURNO 7

La mediana comenzó su tarea mientras tranquilizaba al pequeño animal, que seguía con la cabeza y las orejas agachadas. Pippi comenzó a juguetear con el pequeño seguro que tenía el cepo. La pata del zorro sangraba. El sonido del metal de la ganzúa chirriaba con el cepo, entre las palabras de tranquilidad de la mediana que cruzaba con el zorro mirándole a los ojos.

Le llevó más tiempo de la cuenta abrir la trampa, pero finalmente, lo consiguió. El zorro, que se levantó rápidamente, dio un par de vueltas alrededor de Pippi a modo de agradecimiento mientras saltaba sobre ella y la lamía, dejándola despeinada. Tras unos segundos juntos, el zorro se perdió en el bosque, y aunque parecía que cojeaba un poco, tenía un buen ritmo. Si la hobbit no lo hubiera salvado, habría sido peor.

Pippi recogió la leña que había dejado y volvió al lugar elegido para descansar. Tras una cena ligera y un sentimiento de felicidad por su buena obra, la mediana quedó dormida.

A las afueras de Minantir (Gondor)

Ninui (Invierno), 5º día, año 2898 (Tercera Edad)

Al día siguiente, el día volvió a despertarse frío pero con un sol radiante. Los pajarillos cantaban alegremente en las copas de los árboles, ocultos. Pippi gastó el último bollo de pan y untó la poca mantequilla que quedaba. Esparció las cenizas de la hoguera y recogió todas sus pertenencias. 

Volviendo al campo abierto, Pippi pudo ver como el pueblo de Minantir aparecía a menos una hora de camino. No era un pueblo muy extenso, pero suficiente para descansar, hacer algunas compras y seguir de aventuras. Ventoladas de viento frío golpeaban de vez en cuando el pequeño cuerpo de la hobbit, pero su paso era firme.

La mañana iba transcurriendo sin ninguna incidencia hasta que pudo escuchar tras de sí las ruedas de un carro, a lo lejos. La hobbit, se giró y pudo ver que el carro era tirado por un caballo. Dos hombres, portando armaduras de cuero iban en las riendas. Uno de ellos parecía herido. A medida que el carro siguió avanzando, Pippin pudo observar que en la parte trasera, había más personas, tres para ser exactos. Estaban heridos, y yacían tumbados tapándose las heridas vendadas.

El hombre que llevaba las riendas, el que no estaba herido, paró al lado de la mediana. Su expresión era cansada, distraída, como triste. Pippin pudo ver que lo que portaban eran uniformes, todos iguales, lo que no eran bandidos ni maleantes.

- ¿Vas hacia Minantir? - le dijo el hombre, amablemente. Su gesto seguía triste -. Somos exploradores de allí mismo, podemos hacerte un hueco -. El hombre que iba delante con él se echó a un lado, haciendo hueco entre los dos -. No nos ha ido muy bien en una expedición, no tengas miedo - le dijo con una sonrisa. Después, bajó los ojos, recordando aquella mala experiencia.

TURNO 7

Primula andaba en la orilla del camino enterradita la cara en su capa. Cargaba una mochila pequeña y se habia hecho con una rama que habia pulido hasta hacer un bastón. Habia visto al volver la mirada hacia atras acercarse el carromato, y cuando la alcanzó, no se sorprendió. Trato de sonreir al hombre que la saludaba, pero su cara transmuto en sorpresa al ver que cargaban heridos.

- No quisiera ocupar el espacio que pueden necesitar otros... Yo ando, ando muy bien. Pero, ¿que os ha pasado?

TURNO 8

El hombre la miró mientras le ofreció la mano.

- No es molestia, hay hueco entre nosotros dos, tampoco íbamos a pedirte que fueras con los demás - dijo señalando la parte trasera del carro, donde estaban los demás exploradores heridos.

Pippi fue ayudada por los dos hombres que conducían el carro y se sentó entre ellos, mientras miraba con preocupación al que le contaba la historia.

- Con la llegada del invierno, saqueadores y maleantes aprovechan las últimas recogidas de alimentos en granjas y aldeas para hacerse con ellas en la noche, con violencia... De esta manera, se refugian en cuevas y ruinas abandonadas haciendo de ellas sus almacenes y guaridas - el explorador hizo una pausa -. Por cierto, mi nombre es Theod -. Echó un vistazo hacia atrás para comprobar que sus compañeros estaban bien dentro de la situación en la que se encontraban -. Hace unos días, nos notificaron de un avistamiento en unas ruinas cercanas, un antiguo mausoleo. Las nuevas eran que allí había una de los refugios, pero los aldeanos de la zona no eran suficientes para hacerles frente... y como ves, nosotros tampoco.

El sonido de las ruedas, junto con algunos lamentos en forma de susurro de los demás exploradores heridos interrumpió la historia de Theod. La luz de la mañana se mostraba más fuerte, aunque el ligero calor que desprendían los rayos de sol tampoco aliviaban el frío de la mañana.

- Comunicaremos al alguacil de Minantir que la expedición necesita de más guerreros, no esperábamos que estuvieran tan bien organizados, no suele ser normal. ¿Y usted, señorita, qué le trae por Gondor? Pensaba que los hobbits preferían sus pequeñas casas... ¿Cómo se llaman... smails, smilan...? No recuerdo - el gesto de Theod era amable.

TURNO 8 - PIPPI

Oh vaya... ha de ser muy ingrato trabajar toda la campaña para perder la cosecha debido a los ladrones... Un buen senecal habrá sido el vuestro que envió ayuda. ¡Yo me llamo Pippi! Y si, nos encantan nuestras madrigueras hobbit. ¿Por cierto, apetecen de nueces?

Pippi ofreció un saquito de nueces silvestres que habia recogido a los hombres, incluso a los que estaban heridos.