Partida Rol por web

El ruido de pasos cesó para ser sustituido por el sonido de metal contra metal. Casi al momento, mi prisión cayó al suelo, haciendo que ésta se sacudiese con cierto estruendo. Un fino rayo de luz que empezaba a colarse por la rendija hicieron que automáticamente cerrase los ojos con fuerza, gruñendo en el proceso, y esperando no quedarme ciego por ello.

“¿Ya? ¿Tan pronto, tapón?”, digo, mostrando una sonrisa entre los gruñidos. Poniéndome en pie lentamente, abrí la tapa del cofre con gran alivio. El aire era considerablemente mejor y más fresco que ahí dentro. “Pues apenas he notado nada…”.

Estirándome, notaba mis músculos, huesos y articulaciones crujir, liberando presión acumulada a la par que, como siempre, volvía a poner a prueba la dureza de las cadenas que me aprisionaban. Sin perder un ápice de mi sonrisa, ladeaba la cabeza y olfateaba el aire, tratando de discernir dónde estaba ese bastardo para arrancarle la yugular a mordiscos.

Farnad se puso a la defensiva rápidamente al ver a la criatura que salía del cofre... ¿por qué estaba allí encerrado?...  no tenía ni idea... pero los rumores que le contó el enano eran ciertos... aunque no parecía tener que ver con la desaparición del tabernero o Eikatsu...

- Temo señor enano que este es su tesoro... - dijo a la vez que lo apartaba... casi de forma instintiva... cual caballero que defiende a los civiles...

Aún con todo, parecía que habían liberado a un demonio... - Habla demonio... ¿quién eres y qué hacías encerrado en ese baul? - bramó con severidad el caballero apuntando con su espada llameante a la criatura... Podría haber atacado al demonio sin mediar palabra y habría sido legítimo... pero quizas aquel ser pudiese tener información sobre los misterios de este lugar...

 “Ey, ey… ¿Qué humos son esos?”, respondo, olfateando el aire al notar algo muy caliente cerca de la cara. “Chaval, ¿no ves abajo la lava? ¿De verdad crees que un poco de fuego me va a molestar?”, sonrío, sacándole la lengua.

Aunque distaba mucho de poner abrir los ojos, pues incluso cerrados la leve claridad molestaba, podía entrever lo suficiente para saber que el maldito bastardo no estaba presente. Y por si fuera poco, parecía que unos turistas habían venido a parar aquí. Menuda suerte la mía.

“¿Hmm? ¿Que quién soy?”, alzo una ceja, intrigado, cayendo entonces en la cuenta de algo. “Oh, espera un momento… No te habrás cruzado con un maldito demonio enano, peludo y más feo que el culo de un mono mal parido, ¿verdad?”.

Farnad no dejaba de observar al demonio... que no solo parecía estar desorientado... sino que tenía una personalidad... "difícil" - Soportar el calor no te hace inmune al fuego... y mucho menos a los cortes... - dijo de forma seca... Aunque ese demonio al que hizo mención le sonaba de algo... hasta que recordó al merodeador albino y no pudo evitar arquear una media sonrisa con cierto gesto de burla...

- ¿En serio un demonio que apenas sabe dirigir su montura hacia el lado correcto te capturó y encerró aquí?... - Las llamas de la espada de Farnad se apagaron y el caballero bajo la espada sin dejar de observar los movimientos del demonio... - Y sí... nos topamos con él... aunque fue un encuentro muy breve... - dice sonriendo sarcásticamente recordando la hilarante escena en la que aquel demonio se alejaba con su montura gritando...

El enano estaba realmente confundido…observaba aquella escena con una especie de shock…su tesoro era un demonio, el mapa que le dieron esos malditos trasgos…¡estaba todo mal!...y lo peor de todo, es que odiaba a los demonios, pero el shock era demasiado como para siquiera atacar a aquel ser.

-…-En cierto modo el hombre era un desgraciado, había abandonado su cómoda casa en las montañas para ir a este lugar alejado de la mano de dios…pasando frio y temiendo la aparición de Yhettes…para encontrarse…con…con un tío rojo y con cuernos.

“¿Esa cosa atrapando a gente por su cuenta? ¿En serio?”, respondo, no pudiendo reprimir una sonora carcajada. “Mira que me han contado chistes muy bueno… pero el tuyo se lleva la palma… ¡Ja, ja…!”.

“Él fue quien me encerró aquí, en efecto, era quien tenía los galones, por así decirlo… ¿pero fue él quien hizo todo el trabajo? Je, para nada…”, resoplo, divertido. “Demonios grandes, acorazados, de unos tres metros… ¿Te suenan?”, sonrío. “Eso sí que saben hacer bien su trabajo… en número, claro”.

“Entonces, ¿te cargaste a ese maldito tapón chillón o no?”, le pregunto, apoyándome un momento sobre una pierna, rascándome la pantorrilla con la otra. “Dime que no, por favor… Quiero ser yo quien lo despelleje y le meta su maldita lanza por el culo…”.

- No... temo que no... su montura era rápida y teníamos otras prioridades... - dijo recordando de nuevo aquella escena... - Pero has evadido la respuesta... todavía no nos has explicado la razón de tu encierro... - al caballero le consolaba la idea de que el Merodeador y este demonio fuesen enemigos... siguiendo un razonamiento básico... eso haría a este demonio enemigo del Rey Demonio... pero todavía no podía fiarse...

- Será mejor que volvamos a la superficie... al parecer no hay ningún tesoro por aquí señor enano... - dijo dando un par de palmadas al pobre anciano que esperaba encontrar riquezas en aquel lugar... Aunque le quedó la incógnita sobre el paradero del tabernero y Eikatsu... tras lo cual se giró y volvió a dirigirse al demonio... - ¿Sabes si esta cueva tiene más salidas? ¿Te trajeron encerrado ya o viste el camino?

“A sí que ese cabrón sigue vivo… Eso está bien…”, sonrío con malicia. La de cosas que le iba a hacer a ese cabrón.

“¿Hmm? ¿Mi encierro? Ah, nada importante realmente… Me puse a intimar con la Princesa Demonio, y eso parece que no le hizo gracia a nadie…”, me encojo de hombros, divertido. “Está claro que todos son unos estirados y unos aburridos, obsesionados con que si el Señor Oscuro esto, Señor Oscuro aquello…”, niego con la cabeza. “Como si tuviese algo de malo dedicarse a disfrutar de la vida y dejarse de tanto cliché demoníaco”.

Las siguientes preguntas del humano me hicieron alzar una ceja.

“¿Os habéis colado en una mazmorra de demonios y no tenéis ni idea de cómo salir? El rollo turista no es muy sano por sitios como éste, ¿sabes? Je, je… No chavalín, no me trajeron en el cofre. El cofre es la prisión…”, explico, dándole unos fuertes pisotones al mismo. “Es mágico. Te mantiene vivo y sin necesidades físicas. Comer, beber, mear, cagar… todo eso desaparece… lo que me recuerda que no sé cuánto tiempo me han dejado ahí entro…”, farfullo, pensativo.

“Perdón, desvarío… No puedo responderte porque no sé por dónde habéis entrado, pero sí, sé cómo salir, y antes de que me vengas a pedir que te haga una guía detallada, recuerda que todavía estoy un tanto cegato… y que con éstas cadenas, la lengua como que se me duerme y tal… Je, je…”, sonrío, riéndome.

Farnad mira a su alrededor con cierto asombro mientras habla el demonio... "una prisión para demonios..." pensó el caballero pensando en los túneles mal cavados y sin haber encontrado apenas nada que parezca una estructura bien construida prácticamente hasta llegar al lugar del encierro del demonio...

- Por tus palabras... y dado el estado del túnel por el que accedimos... tiene pinta de que llevas demasiado tiempo dormido ahí... - dijo para acto seguido golpear con fuerza las cadenas que maniataban al demonio para darle libertad... - Te concedo el beneficio de la duda... ya me he topado otros como tú antes... no "todos" (hace especial hincapié en la palabra) sois malvados por necesidad... - a pesar de sus palabras el caballero no bajaba la guardia en ningún momento...

- Ahora eres libre... guíanos... pero te sugeriría encontrar algo con lo que abrigarte... no se si cuando te trajeron era igual... pero te encuentras bajo Kharazkar... país del hielo... - dijo antes de girarse a ver el estado del enano...

El enano estaba realmente confundido.-Como…como es posible…si…si el mapa era correcto y…y ese cofre y…-No daba crédito a lo que ocurría. No era extraño que algún aventurero se fuera de su casa en busca de tesoros. La mayoría de veces era todo una farsa y terminaban apuñalados en el callejón de alguna ciudad, o simplemente se perdían en el bosque o la montaña… Pero ciertamente nadie llegaba tan lejos como lo había hecho ese enano, el cual en vez de encontrarse un lujoso tesoro...se encontró con un demonio rojizo.

El viejo no tardó en rascarse la calva…estaba tan perdido como un niño sin su madre.

Por su parte, las cadenas no tardaron en romperse, dejando libre a Drazhar. Pero al hablar de Kharzkar…no pudo evitar preocuparse. Estaba en el país del hielo, donde habitaban los vikingos, los yetis y…bueno, las mujeres robustas y fuertes conocidas como valkirias.

No recordaba nada de nieve cuando le encerraron aquí…tal vez el Merodeador le drogó o usó algún hechizo.

- No se preocupe... estas cosas pueden suceder... la próxima vez confíe más en su instinto y no en un mapa Kobold... - conestó el caballero al enano dándole un par de palmadas en la espalda y ya algo cansado de tanta vuelta...

- Sigo esperando tus indicaciones... y todavía no sé como dirigirme a ti... supongo que tendrás un nombre... o al menos un mote... espero que no tan ridículo como el del merodeador albino... - dijo con cierto sarcasmo... aunque la verdad es que de lo que tenía más ganas era de volver a la superficie y proseguir su búsqueda... la princesa debería encontrarse todavía en las montañas... y tendría que encontrar a alguien que les guiase hasta ellas...

Tan pronto como las cadenas se rompieron, liberándome de su efecto, comencé a estirarme como hacía… ¿cuánto?, ni idea, un huevo de tiempo, que no hacía. Los músculos y las articulaciones crujían, dándome una mezcla de alivio, gustito y molestia a partes iguales.

“Que gustazo…”, digo para mí, con una expresión gratificante en la cara. “Sólo me falta echar un polvo para alcanzar la gloria…”.

No obstante, el lugar que mencionó el joven no tenía sentido. ¿Qué carajos hacía yo en bajo la nieve? No recuerdo que me llevasen a esa región.

“Erm… Pues la verdad es que me pillas desubicado con lo de Kharazkhar…”, comento, rascándome la nuca. “No recuerdo que esa asquerosa bola de pelo me trajese a un lugar tan frío. No tiene sentido…”, añado encogiéndome de hombros, tratando ahora de empezar a abrir los ojos muy levemente.

“Pero sé la salida, al menos por donde me trajeron… a saber cuándo… Y puedes llamarme Drazhar, un nombre considerablemente mejor y más chulo que el de esa garrapata peluda…”, resoplo. “Por cierto, ¿podríais decirme la fecha a la que estamos? Tengo que contar los días para saber cuántas hostias pienso darle a ese maldito si me vuelvo a cruzar con él…”.

- Hace ya 3000 años que apareció por primera vez el Rey Demonio... para que puedas ir haciendo tus cálculos... - el caballero respondió a la pregunta de Drazhar, que al dar su nombre obligó a Farnad a hacer lo mismo...

- Mi nombre es Farnad... Caballero de Shanteen...venía acompañado por otro hombre... que desapareció según explorábamos la cueva, sin dejar rastro alguno... de hecho también esperábamos encontrar a otra persona... pero es como si la tierra se los hubiese tragado... - quizás Drazhar pudiera tener alguna pista... pero ni siquiera sabía cuanto tiempo podía llevar encerrado... así que no albergó muchas esperanzas...

Mientras los dos conversabais…pudisteis notar algo “extraño” en la habitación. El enano señaló una enorme brecha en la pared…una brecha que daba a la oscuridad…había algo ahí

-A…a…ah…-No podía siquiera explicar que se encontraba allá…era demasiado tenebroso y maligno.

Farnad se giró rápidamente alzando su espada hacia el lugar que señalaba el enano... aquel pequeño bravucón debía tener una muy buena razón para asustarse de esa forma...

La espada del caballero ardía más fuerte que antes... - ¡¡Muéstrate criatura!! - bramó a la vez que hizo un rápido movimiento de espada para dar un latigazo de fuego hacia la criatura que se escondía en las sombras...

- ¿Puedes pelear? - preguntó Farnad a Drazhar, que quizás supiese de que tipo de criaturea se trataba...