La casa de Carmen me trae muchos recuerdos. Bajo del coche y me acerco a su portal, llamo al timbre y espero la respuesta. Al ver que nadie responde vuelvo a picar de nuevo. Sigue sin contestar nadie. Que raro...
Saco el móvil de mi chaqueta y marco su número.
Carmen no tiene teléfono móvil, así que llamas a su casa, con idéntico resultado: Nadie lo coje. Se conoce que no hay nadie en casa.
Por otra parte no resulta extraño, habrá asuntos que atender ahora que ha fallecido su padre.
y ahora como me pongo yo en contacto con ella? si no tiene teléfono y no está en casa?
tengo las llaves para entrar o algo parecido?
:-) Opciones hay. Preguntar a algún vecino, pensar en dónde es más probable que se encuentre un día como hoy, lamar a su marido al trabajo... no sé.
No había terminado de sacar el móvil del bolsillo cuando me acordé de que Carmen no tenía teléfono por unos extraños principios que sólo ella entiende. Pienso durante unos instantes que hacer ahora, y se me ocurre que podía preguntar a algún vecino.
Miro a mi alrededor por si se acercara justo alguno al portal en ese instante.
Si no se acerca ninguno porque es demasiada casualidad dimelo y llamo al timbre a alguna casa.
De haber estado aquí más veces hay algún vecino con el que pueda hablar? y que tal me llevo con el marido de Carmen y como se llama?
Observas la actividad del bloque, que no parece mucha, así que te decides por llamar a algún timbre. Crees recordar que Carmen alguna vez te comentó que tenía cierta amistad con la vecina de enfrente. Así que calculas más o menos qué piso puede ser y llamas.
El interfono vocifera una frase inteligible, con una calidad de sonido pésima y, antes que te dé tiempo a responder, el portal se abre con el clásico zumbido del portero automático.
Algo extrañado, pero aliviado, entras en el edificio y te diriges a la puerta de enfrente de donde vive Carmen con su marido Sancho. Es un buen tipo. No sois lo que se puede decir amigos, pero algunas veces habéis hablado largo y tendido de fútbol. Sancho es un forofo y tiene una memoria prodigiosa para los partidos y las alineaciones. Casi siempre está con el Marca bajo el brazo. Por lo demás, es un tipo divertido, pero algo disperso... por decirlo de alguna manera. Siempre le ha costado conservar un trabajo. En cambio, siempre se le ve muy enamorado de su mujer, a la que trata con dulzura.
Llamas a la puerta y te recibe una señora pasada la cincuentena que te mira de arriba a abajo.
- Usted no es el chico del supermercado. - Te dice algo ofendida mientras se cruza de brazos y te mira sobre sus gafas de culo de vaso. - No me interesa comprar nada, así que ya puede largarse. - Hace un además de cerrar nuevamente la puerta.
¡¡Espere espere!! La vecina de Carmen había abierto sin preguntar y ahora intentaba cerrarme la puerta en mis narices.
Acompaño mis palabras con un gesto para que no cierre la puerta e intento no parecer demasiado agresivo. No sé si me recordará, pero soy Pablo, el primo de Carmen. Le doy unos instantes para que piense en lo que acabo de decir y haga memoria. He venido a ver a mi prima, pero no está en casa y no se como contactar con ella ya que no tiene teléfono móvil. Pongo los ojos en blanco dando a entender que en el mundo en el que vivimos nadie en su sano juicio vive sin un móvil. ¿Sabe usted donde puedo encontrarla?
Se detiene unos instantes en su afán por interponer entre tú y ella la seguridad de una puerta cerrada. Se queda pensativa y, de repente, su expresión cambia radicalmente. Algo más afable, dirías tú.
- Ah, sí - Responde, alargando dramáticamente la última vocal de la frase. - Ya decía yo que su cara me sonaba - Sonríe, pero de pronto vuelve a adoptar un rictus de seriedad. - Pobre muchacha. Como si no tuviera bastante, ahora le pasa esto de su padre. ¿Se ha enterado usted, no? Claro que se habrá enterado, es su primo. Mire. Siento el disgusto. De verdad. Aquel hombre sería como fuera, pero era un buen hombre. - Da un profundo suspiro - ¡No somos nadie!
De repente, un york shire terrier entra en escena, colándose por entre los pies de la señora vecina, al tiempo que trae entre sus fauces algo que anteriormente seguro constaba de más superficie.
Por unos instantes temes que se lance contra tus zapatos y comience a morder, pero de momento se contenta con permanecer histérico en la entrada, ladrando sin parar.
- Venga Cuqui, deja al señor - Le dice melosamente la vecina - ¡PASA PA DENTRO YA! - Le grita descompuesta, de repente. Entonces el pequeño perro agacha el morro y entra en la casa con un quejido lastimero.
¡¡Pero que!! El pequeño terrier me asusta y doy un pequeño salto para atrás, no me esperaba una cosa tan pequeña haciendo tanto ruido...Respondo a su pésame con lo mejor que se me ocurre en estos momentos. Gracias, y tiene usted razón, no somos nadie...Agacho la cabeza apesadumbrado por la veracidad de esa frase, pero me repongo pasados unos momentos ya que había venido a ver a Carmen y de momento no sabía nada de ella. Mire, he venido a ver a mi prima para poder hablar con ella un rato y ver que tal se encuentra, ¿sabe en que otro sitio puede estar? si me lo pudiera decir me sería de gran ayuda.
Me ha gustado la foto del perro.jeje.
Una vez controla a su fiero perro guardián, vuelve a prestarte atención.
- ¿Carmen? Sí, claro. Hoy la pobre está de trámites y papeleo hasta las cejas. - Dice con disgusto - Este mundo es muy cruel, que no te deja ni un respiro para llorar a tus muertos que ya tienes que estar peleando con los chupatintas. La vi salir hará un par de horas, iba al tanatorio, para poner a punto todo para mañana. Dice que le tienen que hacer la autopsia y que, por tanto, hasta mañana no se podrá hacer el velatorio. - Niega con la cabeza y suspira - Hay que ver... no somos nadie. - Repite casi como una cantinela.
Claro, el tanatorio...como no se me había ocurrido.
Ya, hoy no es un buen día la verdad...Gracias por la información, la verdad es que no había caido en el tanatorio, llevo todo el día un poco descolocado y no se me han pasado por la cabeza las cosas lógicas. Hago un gesto como para dar a entender que me voy a ir. Voy a ir ahora hacía allí a ver si la veo, si por lo que fuera vuelve y usted la ve digala que vino su primo Pablo a verla, que le llame en cuanto pueda.
Mejor dejar un recado que marcharse corriendo. Muchas gracias por todo de verdad.
- De nada, majo. Ya se lo diré cuando la vea. - Dice la vecina con media sonrisa.
Me despido con la mano de la señora y bajo las escaleras con dirección a mi coche.
Me monto en él y intento recordar donde estaba el tanatorio de la ciudad y me encamino hacía allí.
Cuando puedas mueveme hasta el tanatorio o lo que sea...