Partida Rol por web

Te levantas harto de dar vueltas en la cama, hace tiempo que ya es de día, aunque eso nunca te ha preocupado, pudiendo haber dormido hasta mediodía. Miras el reloj y son las diez y media.

Hoy habías quedado con Joan. Ella iría al velatorio y, después, pensabais ir a tirar del hilo del caso Palma.

Todos los acontecimientos del día anterior se agolpan ahora en tu cabeza, con una sensación que debe ser prima hermana de las grandes resacas, pues es lo más parecido que recuerdas a la desubicación que sientes en este momento.

Una ducha te ayudará a ordenar las ideas.

Entre el agobiante calor del verano y el estrés del día anterior me levanto con la sensación de no haber descansado nada. Voy al baño y me meto bajo la ducha para quitarme el incómodo sudor, sabiendo que la humedad del aire de Cunia hará que vuelva a estar empapado a los pocos minutos de salir.

Mientras dejo que el agua caiga sobre mi cabeza, miro el baldosín de la pared que rompí ayer por la tarde. Con un gesto de fastidio, intento colocarlo para disimularlo un poco y pienso en lo que me espera hoy. Había quedado en recoger a Joan en el velatorio y acompañarla al entierro por si veo a alguien sospechoso en el cementerio. Más sospechoso que yo, claro. Al menos iré vestido del color adecuado... Aunque si tuviera una camisa blanca, probablemente me la pondría en señal de luto por Zafra.

De repente se me ocurre algo. Es casi seguro que voy a ver a Sento esta mañana. La idea me hace sentir incómodo. Después de hablar con el gilipollas de la cicatriz la noche anterior, me pregunto cuanto sabe la pasma de lo que ocurrió en el despacho de Ramón. Por un momento me planteo hablar con él, al fin y al cabo parecía medianamente legal... para ser un poli... Tal vez pueda decirme qué han averiguado de momento o pueda convencerle para que investigue a Don Victor. Si el mafioso sabía qué ocurrió allí, tal vez esté más implicado de lo que en un principio había imaginado.

El pitido de mi móvil me recuerda que no puedo tirarme todo el día bajo la ducha. Vuelvo a mi habitación y me pongo unos finos pantalones de hilo y otra camiseta sin mangas. Saco de los vaqueros la piedra de costo de Izan y la dejo en la mesilla. Ya la venderé o la fumaré cuando esté de mejor humor y me traiga compañía a casa. Sopeso la pistola una vez más. Sé que me la voy a llevar, pero no tengo muy claro si dejarla en la moto como la mañana anterior o llevarla en el tobillo. Visto lo visto, no me hace mucha gracia separarme de ella, así que vuelvo a colocar la funda en la pierna. Si no fuera verano podría ocultarla bajo una chaqueta.

Bajo a la calle y compro tabaco en el quiosco, como todas las mañanas. Antes de montar en la moto, miro a mi alrededor. Tal vez sea un paranoico, pero prefiero asegurarme de que nadie me está siguiendo. Miro el arañazo de la Gilera, recordando que debería arreglarlo, más como excusa para quedarme parado y fijarme en la gente que porque realmente me importe la pintura. Mientras cojo el casco, pienso en el SMS que le mandé ayer al tío que me golpeó la moto, sin estar seguro de si servirá de algo.

La vida cotidiana de Cunia te rodea. Nadie parece observarte ni prestarte atención. Por lo menos, no más de lo usual.

También caes en la cuenta que relativamente pronto. Son las once de la mañana, el velatorio comenzaba a eso de las diez. No esperabas levantarte tan temprano, la verdad.

Miro a mi alrededor, pero no veo a nadie. Bueno, si quieren vigilarme desde aquí, tendrán que ser capaces de seguirme en la moto... pienso mientras me pongo el casco. Aunque lo más probable es que si alguien nos está vigilando sepan exactamente dónde voy.

El tráfico es denso, pero la pequeña moto de cross se desliza entre los coches, esquivándoles con facilidad. Un par de semáforos en ámbar después, estoy seguro de que nadie me podrá seguir sin que me dé cuenta. Disfruto por un momento del rugido del motor, dejando que el aire se cuele por la visera abierta del casco. Pese al calor del medio día, la velocidad hace que sea agradable.

No tardo demasiado en llegar al lugar donde me dijo Joan que sería el velatorio. No tengo ni idea de si seguirán allí una hora después de que empiece, puesto que nunca he ido a ningún velatorio antes, peor Joan me dijo que la recogiera allí para ir al entierro. ¿Por qué narices no se reunen directamente en el cementerio? ¡Joder! Yo preferiría que me quemasen...

Paro la moto finalmente, pensando que antes o después me encontraré con Sento. Tenemos cosas de qué hablar, pero encontrarme con un poli sabiendo que seré sospechoso de asesinato no me parece la perspectiva más halagüeña para el día de hoy.

Llegas al tanatorio sin problemas. Bastante orgulloso de tu conducción, con algunas "plegadas" memorables, y convencido que no puede haberte seguido nadie sin delatarse.

Aparcas la moto en la zona designada a los vehículos de dos ruedas, a la puerta de la morgue de Cunia. Al entrar constatas que hay bastante gente en el edificio.