Partida Rol por web

- Un tal Arnau y otro que se hace llamar Negro. Estuvimos investigando por el campus, pero no encontramos mucha información, que digamos. Parece que tu padre participó del Maratón Médico, dejándose tomar la tensión por algunos de los chavales de prácticas y demás. Pero nada que nos diera información interesante.

- ¡Ah, sí! Son amigos de mi padre... quiero decir, eran. - Sus ojos se pierden por el techo, buscando no llorar. Insiste, más que por verdadero interés, por apartar su mente de la dolorosa realidad - Pero, ¿qué pasó después? Dices que ocurrió algo.

- Sí, bueno. Fuimos al despacho de tu padre y nos encontramos allí una escena digna de Tarantino.

- ¡Así que tú también estabas allí! - Exclama sorprendida - La policía me ha llamado, como parte interesada, pero lo que me explicaban parecía una película que aun no he podido asimilar. No entiendo nada.

- Había unos tipos que estaban apuntando a otros amigos de tu padre con pistolas. No sé cómo fue ni cómo me metí en ese "pollo", pero Arnau y Negro se metieron para adentro como si fueran Harry el Sucio. Yo les seguí. No me preguntes por qué, pero en ese momento parecía lo correcto. Aquellos tipos buscaban algo y estaban a punto de disparar a los amigos de tu padre cuando ...

En ese momento, el velatorio que estaba teniendo lugar en la sala contigua se movilizó. La gente comenzó a caminar y a hablar en voz alta, lo suficiente como para que los susurros con los que se había mantenido la conversación entre Pablo y Carmen no fueran suficientes.

Pablo acabó de contarle lo acontecido a Carmen hablándole al oído, pues era la única manera que ésta lo escuchase sin tener que gritar a pleno pulmón.

La gente del velatorio invadió la sala común y comenzaron a dirigirse hacia la capilla contigua. Cuando el gentío fue finalmente engullido por la puerta que da al recinto religioso, Pablo y Carmen ya habían finalizado su conversación. La cara de Carmen era un poema.

- Gracias por contarme esto, Pablo. No te preocupes, que no diré nada de lo que me has contado a la policía, para evitar líos. Pero gracias. Eso me reafirma en que lo de mi padre no fue voluntario. De lo contrario qué pintaban esos tipos allí.

Ambos primos se funden en un abrazo fraternal y se dirigen a la salida. A despedirse.

En la puerta está el marido de Carmen, que finalmente ha llegado para recogerla.

Finalmente, te quedas solo. Te habías sentado en una silla tras una planta ornamental, donde pasaste desapercibido durante toda la conversación, ahora en la sala común no hay nadie, sólo el guarda cerca de la salida.

Al no tener nada más que hacer aquí, te vas de este lugar siniestro, con destino a la reunión que habíais pactado en el Orión.