Yvory levanta la cara cuando el cabo se pone en pie, para poder sostener su mirada. Parpadea sorprendida, de nuevo. ¿Amigo? Ciertamente, ese término era algo nuevo para ella. No recordaba haber tenido amigos en toda su vida. O al menos, no había tenido tanta complicidad con alguien como para llamarlo "amigo", según lo que tenía entendido que esa palabra significaba.
Guardó silencio unos segundos, intentando entender qué significaba aquello y cómo la hacía sentir. Y se dió cuenta de que, por primera vez, sentía que podía confiar en alguien de verdad. En alguien que no fuera de su propia sangre. No, mejor aún. Porque ni siquiera podía confiar ciegamente en todos los miembros de su familia. Pero sí en él. Y no sólo porque él lo dijera... Sino porque ella sentía que era así. Y sintió un gran alivio en su interior. ¿Quería eso decir que no estaba sola? Era... extraño. Pero le gustaba aquella sensación.
Sin darse cuenta, esboza una de las más sinceras y dulces sonrisas que hayan dibujado jamás sus labios y asiente.
- Yo también.
Ella también quería ser su amiga. ¿Verdad?
Pasado el primer momento de sorpresa, parece que su cuerpo se percata de la cercanía del cabo... Y un extraño y repentino rubor aparece en sus mejillas, reacción acompañada por un súbito acelerón de su pulso.
¿Pero qué...? Ya estamos otra vez... ¿Qué te pasa, Yvory Stark?
Avergonzada por ese extraño comportamiento, baja la mirada tímidamente y se aparta, dándole la espalda al cabo y colocando su capucha de nuevo para ocultar su rubor... Aunque seguramente ya era demasiado tarde y él se había dado cuenta.
- Además... Mis únicos principios son ayudar a los míos. No tengo problema en ocultar a tu hermana si con ello te protejo.
Las palabras, algo entrecortadas y con la voz amortiguada por la seguridad de su capucha, brotan de forma inocente, sin darse cuenta de la magnitud de su significado.
Tras las palabras de Yvory, Khelvin se quedó en silencio. Se volvió a sentar en el pequeño catre donde había estado moribundo, y apoyó la cabeza en ambas manos. Su rostro estaba preocupado y su mirada perdida.
No tardó en volver a iluminarse un poco el pequeño almacén y escucharon unos pasos que se acercaban. Una llave se introdujo en la cerradura y, tras dar un par de vueltas, la puerta se abrió.
Entraron tres hombres, dos de ellos portaban unos pañuelos negros en sus manos. Khadija entró detrás de ellos y se apoyó en el marco de la puerta. Una sonrisa cínica se perfilaba en sus labios.
- Estos hombres os acompañarán a la salida. Iréis con los ojos tapados - . Tras informarles, hizo un gesto y los dos hombres se encargaron de vendar los ojos a Yvory y a Khelvin.
- Os devolveremos vuestras cosas. Se encontrarán a cien pasos hacia el sur de donde os dejen - Les iba informando mientras la oscuridad se apropiaba de sus mundos. - Tienen la orden de mataros si intentáis hacer algo sospechoso. Así que no seáis idiotas - . Yvory sintió como una mano grande y firme se apoyaba en su hombro y le daba un pequeño empujón, instándola a caminar. Sintió que salían de aquella pequeña habitación, pero no podía ver nada, la oscuridad lo era todo y era una sensación muy desagradable.
- Hasta la próxima, hermano... - Escuchó la voz de Khadija despidiéndose de Khelvin y tras eso, un rudo - Camina - que la incitaba a seguir adelante.
Una vez más, Yvory volvió a sentirse perdida en aquellos estrechos túneles. Por mucho que intentara memorizar el camino, dieron tantas vueltas y cambios de sentido, que acabó olvidando si venían del sur o del norte. Pero esta vez no le ataron las manos y cuando tropezaba podía apoyarse en la pared y guiarse por ella, aunque el hombre que la acompañaba no tardaba en cogerla del hombro y marcarle el camino.
Una vez más perdió la noción del tiempo. Aquellos hombres hablaban entre ellos. Uno de ellos comentaba algo sobre una chica y los otros se reían de él. Decía que aquella chica era tan dulce como una flor y suave como el algodón, provocando las risas de sus compañeros, que le hicieron ver que todas las prostitutas eran iguales.
Finalmente llegaron a una zona donde la brisa alborotó los cabellos de Yvory. Podía sentir que la salida estaba cerca. Pasaron por el mismo estrecho que hacía unas horas habían usado Khelvin y ella y no tardó en sentir la hierba blanda bajo sus pies.
Al poco se detuvieron y la joven batidora dejó de sentir la presión de aquella basta mano en su hombro. El rumor del agua del río que corría allí al lado no le dejaba escuchar otra cosa. Pero pasó un rato sin que sintiera absolutamente nada...
Motivo: Escuchar Yvory
Tirada: 1d20
Resultado: 1(+5)=6
Si he adelantado demasiado y querías hacer algo, dímelo y edito ^^
Yvory se sacó el pañuelo de delante de sus ojos y comprobó que las sombras ya cubrían casi todo el bosque. Estaba a punto de anochecer.
Tal y como Khadija les había informado, encontraron todas sus cosas en el sitio donde les había dicho.
Regresaron al cuartel en un incómodo silencio. Khelvin no podía evitar sentirse culpable por todo lo que había ocurrido, y dijese lo que dijese la joven batidora, la sensación la tenía dentro, fuertemente arraigada.
Aquel había sido un día muy extraño e Yvory había tomado una dura decisión. Proteger a los míos, se repitió cuando las puertas del cuartel les dieron la bienvenida.