Gilas avanzó por la cubierta hasta el centro del barco. Se apoyó sobre el mástil mayor del barco y sacó su laúd. Después, se puso a cantar.
Los marineros, poco a poco, se fueron uniendo a su canto. Quería mantener el ánimo de todos los que estaban a bordo. Era una misión peligrosa, eso desde luego, pero al menos les daría algo más en lo que pensar.
Subiendo al barco, me eché el cálido aliento entre las manos. El tiempo amenazaba con lluvias y estar en un río no se me antojaba la mejor de las opciones. Me arrebujé con mi capa carmesí y subí detrás de los demás, más pendiente de mis pensamientos que de mi alrededor.
Sin embargo, las órdenes de Khaila me "despertaron" lo suficiente como para fijarme en la situación. Vi cómo se ponían a limpiar la cubierta casi todos, excepto Gilas, que se acercó a la capitana y comenzó a hablar con ella (sorprendentemente) con mucha naturalidad, durante un buen rato. Conversaron ambos un rato y luego, el joven, decidió cantar. Esperé a que las cosas tomaran su rumbo y me acerqué a Khaila un instante, en cuanto la vi libre, hablando con un tono bajo, para llamar la atención de las tropas lo menos posible...
- Perdone, hmm... - Capitana, idiota. - capitana. ¿Podría comentarle una cosa...?
Motivo: Fortaleza para sobrevivir en el río decentemente
Tirada: 1d20
Dificultad: 10+
Resultado: 20(+8)=28 (Exito) [20]
Leches! Qué bien se ha adaptado Erierth al suave balanceo del agua!!
Acompañando a Khaila a un rincón apartado en lo alto de la cubierta, algo cortado, miro a mis compañeros a la distancia, que están fregando... miro a Gilas que por el contrario está cantando... ¿Me he perdido algo? Bueno... pregunto sin tapujos, mejor...
- Perdone por molestarla, capitana... Pero - trago algo de saliva -; no sé si sea por ser nuevo, pero creo que me he perdido algo y no quería contradecirla o dejarla mal delante del resto de gente del barco... Y es que... -
Paro de hablar de repente. No había sido consciente, pero repentinamente, me veo casi mirando al suelo, con la cabeza gacha y ligeramente escondida entre los hombros; durante un instante me siento como un niño pequeño delante de un severo profesor y veo que mi reacción es tal. Apenas la conozco, pero mi mandíbula tensa al hablar, mi postura... Qué me ocurre. Respiro hondo, dándome cuenta de la indefensión que estaba sintiendo y esperando que apenas fuese perceptible.
Alzo la cabeza con otra mirada. Firme. Seria. Pues toca ser yo y siendo yo, toca hablar en condiciones. Sobre todo, siendo algo tan intrascendente como lo que le quiero comentar...
- Perdón - Carraspeo, como si la ligera pausa hubiese sido culpa de un pequeño atragantamiento -. Veo a Gilas cantar y animar y a los otros trabajar y no sé si debería hacer algo yo también. Siendo nuevo, no me han comentado cuáles son las costumbres, o las órdenes comunes. - Señalo con la cabeza a Fernand, Ainha e Yvory. - Y por otro lado, al ver a Gilas - Trato de no señalarlo, pero lo miro un instante - sin hacer lo que los demás, pues...
Encogiéndome de hombros bajo mi capa roja sonrío. De algún modo, supongo que hablar de forma clara me ha dado la fuerza necesaria como para sonreir a la capitana con naturalidad.
- ¿Debería ayudarles? ¿O mi cometido es algún otro? Estoy a sus órdenes, capitana...
Khaila miró a Erierth cuando éste se acercó, llamando su atención. Según hablaba el joven, la ceja de la capitana se fue arqueando y finalmente una sonrisa asomó a sus labios.
- Ellos están cumpliendo con un castigo, que por suerte para ti no estás obligado a cumplir. Ahora mismo no hay ninguna tarea para que cumplas, el Cabo organizará las guardias y os pondrá al tanto sobre ellas. Mientras no te diga nada, puedes hacer lo que desees mientras no molestes a los marineros - . Le dijo, mientras su mirada recorría la extensión del barco.
- Llevas muy poco con nosotros y es normal que te sientas un poco desubicado. Espero que tu presencia le ayude al grupo a centrarse. Fernand a veces puede ser un poco díscolo y tiende a arrastrar a sus compañeros en sus ideas un tanto... disparatadas. Pero sus intenciones suelen ser altruistas y llevadas a cabo con la nobleza de su corazón. Yvory es una muchacha que todavía no ha encontrado su lugar en el ejército. Es leal y tiene un fondo muy bueno, pero le falta confianza en sí misma y no es consciente de lo buena que es. Y Ainha, bueno, ella... Parece divertirse con todo y tiende a animar a Fernand en sus locuras. También está Gilas, pero él lleva menos tiempo y todavía desconozco cuáles son sus intenciones. Aunque parece bastante dispuesto a buscar un sitio en el ejército y hacer todo lo posible - . Se volvió para mirar fijamente a Erierth. - Mi hermano te ha recomendado y no he tenido ninguna duda en aceptarte bajo mi protección. Por lo que él me ha dicho, eres alguien en quién se puede confiar y espero que la sensatez que demuestras seas capaz de transmitirla al resto y acabéis formando una buena compañía - . Tras aquellas palabras, Khaila miró de nuevo hacia el río, con el ceño ligeramente fruncido y los pensamientos centrados en el viaje.
En ese momento llegó el Cabo, interrumpiendo la conversación.
- ¿Capitana? Deberíamos hablar - . Khaila se volvió de nuevo y asintió con un gesto de cabeza. - Bien, Erierth, si necesitas alguna cosa más, no dudes en hacérmelo saber - . Le despidió y se dirigió hacia el cabo. - Acompáñame - . Le dijo y ambos se dirigieron hacia el camarote de la Capitana.
Aquella tarde empezó a llover, pero aún con la lluvia, los tres compañeros tuvieron que continuar limpiando la cubierta, mientras los demás soldados se resguardaban bajo ella.
La Capitana se retiró junto al Cabo y estuvieron reunidos durante un par de horas. Tras eso, el Cabo empezó a organizar las guardias y a ordenar a cada uno dónde debía colocarse.
Durante dos días estuvieron limpiando la cubierta, hasta que finalmente Khaila pareció satisfecha y decidió que ya estaba suficientemente brillante.
Al finalizar el segundo día de viaje, se detuvieron a repostar en el pueblo de Grovelanding. Éste era un pueblo pesquero y el último antes de meterse en la gran extensión del Bosque Oscuro. Aquella noche la pasarían amarrados en su puerto, aunque los soldados no tenían permiso para abandonar el barco. No como los marineros, que aprovecharon para poder visitar una de sus mas famosas tabernas.
Al día siguiente cargaron varias cajas de pescado y manzanas y volvieron a ponerse en marcha. A partir de ese momento, las guardias se intensificaron, controlando sobre todo cuando la orilla estaba más cerca del barco. Pasó un día más sin ningún incidente.
Era de noche. Una noche oscura y fría. Hacía un par de días que no llovía, pero el cielo estaba cubierto de espesas nubes que cubrían el tenue brillo de la luna. El barco estaba iluminado por unas lámparas de aceite que colgaban de unos maderos a lo largo de la borda. Khelvin hacía unos días que había mantenido una discusión acalorada con el capitán del barco, refiriéndose a la peligrosidad de tener aquel tipo de iluminación. El capitán, un hombre fornido de larga barba canosa y entrecejo profundo, parecía no querer entrar en razón. Llevaba mucho tiempo navegando y nunca había tenido ningún contratiempo. Decía estar preparados para cualquier eventualidad, refiriéndose a los cubos llenos de agua, dispuestos por todo el barco.
Aquella noche, para variar, habían cenado pescado y de postre, el cocinero les había sorprendido con unas manzanas asadas. Hacía rato que el sol se había ocultado en el horizonte y ya estaban dispuestas las guardias. De la primera se encargarían Fernand, Ainha y otros tres soldados; seguidos de Gilas e Yvory, junto a tres soldados más.
Tirada oculta
Motivo: Avistar Gilas
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+3)=14 [11]
Tirada oculta
Motivo: Avistar Fernand
Tirada: 1d20
Resultado: 18(+2)=20 [18]
Tirada oculta
Motivo: Avistar Yvory
Tirada: 1d20
Resultado: 1(+7)=8 [1]
Tirada oculta
Motivo: Escuchar Gilas
Tirada: 1d20
Resultado: 5 [5]
Tirada oculta
Motivo: Escuchar Yvory
Tirada: 1d20
Resultado: 20(+5)=25 [20]
Tirada oculta
Motivo: Escuchar Fernand
Tirada: 1d20
Resultado: 5(+2)=7 [5]
Tirada oculta
Motivo: Escuchar Ainha
Tirada: 1d20
Resultado: 11(+6)=17 [11]
Para Ainha la guardia se le estaba haciendo muy pesada; caminaba de uno a otro lado, oteando hacia las sombras que se extendían desde los árboles que bordeaban la orilla, mientras tarareaba una canción que había escuchado a los marineros.
- Mientras me dabas tu corazón
Yo era un marinero buscando amor
Iba por cada puerto como si nada
Entre más olas, más naufragaba
Mientras me dabas tu corazón
Yo era un marinero buscando amor
Iba por cada puerto como si nada
Entre más olas, más naufragaba
Yeah yeah, woah oh
Yeah yeah, oh oh oh
Yeah yeah, oh oh -
Estaba claro que cantar no era una de las virtudes de Ainha. Fernand era consciente de que si alguna vez deseaba apuntarse a algún concurso, lo mejor que podía hacer era disuadirla.
La guardia se estaba haciendo larga y parecía que nunca pasarían aquellas interminables horas...
Postea tu turno sólo para el director ^^
Gilas e Yvory fueron despertados para empezar su guardia. Dormían todos juntos en las bodegas que se encontraban bajo la cubierta. Algunos lo hacían sobre el suelo, cubriéndose con viejas mantas. Otros más afortunados se habían hecho unas hamacas con viejos retales. Pero no todos se sentían cómodos durmiendo colgando a metro y medio del suelo y sintiendo todavía más el balanceo del barco.
Una vez en la cubierta, les esperaba una larga guardia. Hasta la fecha no había habido ninguna sorpresa y no parecía que aquella noche fuera a ser distinta.
Ya pasaba la medianoche. El cielo estaba oscuro, cubriendo el brillo de la luna. Tan sólo disponían de la luz que les proporcionaba las lámparas de aceite.
Hacía una hora que había empezado su guardia, cuando Yvory escuchó un crujido que provenía de uno de los costados del barco. Aguantó la respiración y escuchó más atentamente.... De repente sintió como el vello de la nuca se le erizaba, al ser consciente de que iban a ser asaltados. Muy silenciosamente y con una asombrosa agilidad, varias criaturas estaban trepando por los costados del barco.
Eres la única que ha escuchado. Tienes turno para decidir qué haces ^^
Después de quedarse totalmente inmóvil durante un momento y aguantar su respiración, una vez convencida de lo que había escuchado, saca su arco y carga una flecha en él mientras se retira hacia la puerta que lleva al camarote de los capitanes.
- ¡Nos asaltan! - Grita, justo antes de empezar a moverse, levantando la voz por primera vez para muchos de sus compañeros.
Su mirada, clavada en el borde de madera por el que esperaba que aparecieran los misteriosos asaltantes que había escuchado trepar, apuntando hacia allí con su arco y golpeando la puerta con uno de sus pies.
La verdad es que la Capitana estaba dejando claro su punto, aunque no es que Fernand se arrepintiera de lo que hizo, ciertamente de todo lo que pasó, incluso si no es dieron lo que quería, no podía negar que causó una reacción y allí estaban. Limpiando esa cubierta sin importar el tiempo que pasara por culpa de eso, pero para el espadachín, haber notado ese brillo en la mirada de la "leona" hacía que todo valiera la pena, casi tanto como cuando se sonrojó.
De todas formas, al final el castigo terminaba y ellos quedaban nuevamente haciendo cosas mas acorde a lo que eran, aunque eso de estar de guardia no parecía muy entretenido, aunque luego de haber presenciado esa discusión entre el Cabo y aquel capitán, era muy difícil no esperar que algo pasara. Se suponía que ya hubo barcos que fueron atacados, por eso estaban allí y al parecer eso no era de importancia para los marineros de ese navío... Al menos su compañera rompía el silencio de esa guardia con una canción.
La verdad, debo decir que me sorprende que alguien pueda vivir en un lugar tan salvaje y sentirse cómodo.
Terminaba comentando Fernand que no tardó mucho en dirigir su mirada hacia la oscuridad, con aquellos faroles iluminando la cubierta, hacía difícil que la vista se acostumbrara a la penumbra. Pero no pudo evitar compartir ese pensamiento cuando Ainha terminó aquella melodía, realmente era la primera vez que se estaba alejando demasiado de la civilización, algo que lo hacía sentirse un poco fuera de lugar... Su terreno de juego eran los tejados, callejones y recovecos de las ciudades, en donde nada podía faltar.
De repente, Yvory gritó, advirtiendo de un peligro que sólo ella había percibido. Empezó a caminar velozmente hacia la puerta que llevaba a los sendos dormitorios del capitán del barco y de la capitana del ejército. Mientras caminaba sacó una flecha y la preparó en su arco. Al llegar a la puerta empezó a golpearla con el pie, cuando varias figuras empezaron a asomar a lo largo de todo el barco. Eran figuras humanoides, sus cabezas parecían ser las de enormes peces