Partida Rol por web

Escena privada para Rody Tyler. Momentos de intimidad, dudas, ideas... Todo lo que ocurre cuando está sólo, o dentro de su cabeza.

Sales de la sala de reuniones, en el piso más alto. Tomas el ascensor para bajar a la planta donde se hace todo. El asecensor te deja enel hall. Puedes elegir ir a la sala de guionistas, a la sala de descanso de técnicos, a tu camerino o al plató, donde están reunidos los actores.

Ir a la sala de descanso de los técnicos no tiene mucho sentido, en realidad... salvo con la realizadora, con los demás apenas tienes relación ni trato.

En el hall está James T. Crowley, hablando con una chica mortal joven (Christine Lamas) que se devana los sesos para intentar hacer funcionar una Nespresso.

Ok, ya he posteado.

Estoy rellenando la ficha. Me parece bien lo de Gilda Radner, ¿eso en que generación me deja? Entonces soy malky a secas, no antitribu :D

Lo de tener un ghoul le pega al personaje. ¡Quiero!

Estoy escribiendo la historia por encima, y básicamente es un vampiro que aprecia mucho a los mortales, lo cual tiene bastante sentido por el "trabajo" que tiene. Se da por entero a su público, y no le interesa tanto la política vampírica, aunque sabe que es clave para el programa.

Me quedo con Fred!

No puedo editar en la escena del hall :S

Si quieres borralo y lo vuelvo a poner

 Si, me ha convencido lo del casting :)

La fiesta termina, y queda poco para el amanecer. Te retiras a tu refugio, pensando en todo lo que tocará hacer mañana. Los principales problemas son los supervisores de Camarilla y Sabbat y la falta de actrices en el programa. Por lo que sabes, Samanta tendrá que trabajar como cuatro personas, estando Amy embarazada.

No hay más emails. Sin embargo, algo raro te llama la atención. Sobre tu cama (o lugar de descanso), hay maletín negro cerrado. Recuerdas perfectamente no haber dejado maletines misteriosos tirados por tu casa.

Mientras lo observas algo extrañado, tu teléfono suena. Es Fred Armisen, tu adorado ghoul que se había dado a la fuga en Mexico sin acordarse de que tenía un programa que hacer.

 Sentado en un sillón de cuero, el mundo se ve mejor. Me tomo mi tiempo y respiro profundamente, como si fuera humano. Ja. No lo necesito, pero viene bien practicar de vez en cuando.

Me rasco la frente mientras medito el contenido del email de Charles. Esa luz de la frente es molesta pero necesaria. Mantiene el metal pegado a mi piel, y eso es bueno. No hay huecos. Y donde no hay huecos no hay sombras, y no entra el jodido "Villa-palme" con sus historias.

Me levanto y paseo por el salón. Las luces procedentes de las diferentes pantallas bailan por la estancia. ¿Cuántas tengo? ¿Veinte televisiones? ¿Treinta? Si, me distraigo con facilidad, y me gusta ver que hacen los humanos. Que le voy a hacer, me divierten. Que pena que de vez en cuando me los tenga que comer, pero para eso prefiero elegir a los aburridos. Eso sin contar con todos los marcos digitales que tengo por toda la casa, de todos los tamaños, con fotos mías en diferentes actuaciones del show. Cuando he invitado a alguna "chica" al piso... bueno, digamos que me han mirado un poco extrañadas. ¿Soy excéntrico? Vamos, no me jodas. ¡Ni que fuera Dennis Rodman! Solo tengo un poco de ego digital esparcido por... oh, quizá la pantalla gigante en el baño de mi mismo dándo anímos al "ocupante" del trono sea el detonante.

Miro un par de concursos y algun canal 24h de realities. Se inicia nuestra temporada, y tenemos que hacer un programa de calidad. Mantener el listón alto es cada vez más difícil… y encima mezclado con "política" Odio la política. Aunque lo cierto es que es una fuente interminable de chistes.

Rody, céntrate.

"Sire turco" eso decía Charlie en su email. Jodido cabrón, la que nos va a liar. Pero si, puede ser útil, claro. Y luego Aracena… con ese acento argentino. Creo que si lo vestimos de mujer nos vendrá genial.

Una sombra pasa por uno de los monitores y sonrío al ver a Draki, mi gato persa, moviéndose como si tuviera ofuscación. Claro, debe tener hambre.

Si, me gustan los gatos, las mascotas, todo lo que me acerque a lo humano. Guardo comida en la cocina, suscripciones a revistas, 30 pantallas conectadas a canales de todo el mundo… que le voy a hacer.

Pongo su comida a Draki y el sonido del teléfono me hace enarcar una ceja. Chequeo las sombras de la habitación y descuelgo.

- Fred… ¡que detalle! No me lo digas… has venido tan RÁPIDO desde Mexico que te has pasado y estás en CANADÁ, ¿verdad?

La voz de Fred suena algo agitada, como si tuviera alguna preocupación encima.

- No, Rody... Estoy en mi casa. He venido todo lo rápido que he podido. Me he casado, Rody... Estoy casado. ¿Conoces a Elizabeth Moss? Pues es mi esposa... ¡Y es una mujer! No entiendo nada, Rody, algo raro me está pasando. Me he casado con una chica... Es... Un momento... - Deja de contarte sus banalidades y se ausenta unos segundos. Vuelve, y suena más preocupado todavía.- Rody... Hay un maletín negro sobre mi cama. Yo no lo he dejado ahí. Jamás me compraría un maletín que no fuera rosa, amarillo o verde pistacho.

Tu mirada se gira hacia tu cama, donde hay un maletín similar al que acaba de describir Fred.

- ¿Qué te has...? - pienso una docena de barbaridades pero mi boca se queda seca y abierta cuando reparo en el maletín.

- Freddie... espera. No te lo vas a creer, pero tengo un maletín igual aquí. No cuelgues, no lo abras, solo espera. Voy a ver que diablos pasa

Me acerco sigilosamente sin quitarme el auricular de la oreja. Examino el maletín y después lo toco suavemente. Cierro los ojos y me concentro en emplear la psicometría de mi auspex para ver la historia del objeto.

Las imágenes son asombrosamente confusas. Se mezclan cuadros infantiles con locuciones radiofónicas con acento neoyorkino cerrado. Todas estas visiones están impregnadas de un halo de buenas intenciones, de samaritanismo enfermizo, como si la última persona que tocó el objeto estuviera ayudando a una ancianita a cruzar la calle. Tu cabeza empieza a doler... un dolor familiar.

La voz de Fred al otro lado del teléfono te saca de tu trance.

- Mil treinta y dos ovejas... Mil treinta y tres ovejas... Mil treinta y cuatro ovejas...

Sin darte cuenta, has pasado tres horas pegado al maletín. Fuera ya es de día, y sientes tus fuerzas abandonarte poco a poco.

 - Eh... Fred... ¿Estás ahí? Creo que... creo que es seguro abrirlo. Mañana nos vemos a primera hora de la noche, tenemos que hablar de un par de cosas...

Mientras hablo, con la boca seca y aun mareado de la impresión, llevo mi mano hacia los seguros del maletín. Lo abro con esa extraña sensación aun recorriendo mi cuerpo, entremezclada con el cansancio propio del amanecer. Muevo los hombros, intentando en vano impedir que el rigor del día me alcance. Necesito ver el interior del maletín antes de descansar.

Te acercas a maletin con prudencia y curiosidad. ¿Quién demonios había entrado en tu refugio y te había dejado eso? Realmente, saber que tienes una debilidad como esa, que alguien tiene acceso libre a tu lugar de descanso, no te da ninguna tranquilidad.

El maletín no está cerrado con llave, ni tiene ninguna seguridad. Se diría que alguien quiere que lo abras, y eso es exactamente lo que haces. Lo que ves dentro, te resulta sorprendente.

Apilados, como en una película, hay fajos y fajos de billetes de cien dólares. Muchos. Todavía no te lo crees mucho. Coges uno de los fajos para asegurarte de que lo que ves es real. Lo que descubres, te deja más intrigado todavía.

Los fajos son descaradamente falsos. Fajos de papeles en blanco con un billete fotocopiado al principio, cortados con imprecisión infantil, y anudados de forma rudimentaria. Las fotocopias son de una calidad ínfima, incapaces de engañar hasta al más idiota. El maletín está lleno de papel, ni más ni menos, con fotocopias de un mismo billete en la capa superficial. ¿Quién carajo ha hecho eso?

El amanecer llegó hace tiempo. Sientes el agotamiento del sol trepar por tu espalda... necesitas dormir para enfrentarte mañana al primer día de trabajo.

 - Pero que...

Me quedo un poco extrañado y luego empiezo a reírme. ¿Es simbólico? ¿Es una broma? ¡Vaya ocurrencia! Luego pienso que alguien ha penetrado hasta el lugar más protegido de mi refugio y la sonrisa se me borra de la cara. Cierro el maletín, lo pongo sobre la mesa del salón y le pego un post-it con un mensaje.

"Gracias, pero los preferiría con mi efigie en los billetes. Así tendrían validez en TylerLand"

Conecto la alarma con un suspiro, pensando en comerme al técnico que la instaló, y me voy a dormir con mis peluches.