Leopoldo escuchaba con atención los ataques en su contra y las alocuciones del resto mientras sus edecanes le servían alubias acompañadas de un buen chianti, sin duda elementos humildes y necesarios para alguien de su posición. Nadie dijo que tener el destino de un pueblo sobre sus hombros sería un trabajo sencillo.
- Es evidente el trato despectivo y discriminatorio que algunos diputados tienen en contra de la clase humilde y trabajadora de este gran país. Es cierto, yo voté en contra de la fórmula de gobierno presentada por la anterior legislatura, pero no fue una actitud mezquina, no. Fue porque esa era la decisión del pueblo, a quien respondo única y exclusivamente de mis acciones. Si hay alguien que representa aquí a todas las minorías desfavorecidas y menos privilegiadas soy yo - dice Leopoldo, un adinerado hombre blanco y heterosexual -, pues conozco de primera mano sus carencias y necesidades.
Hace una ligera pausa para tomar un vaso de agua Numen, una de las más caras y exclusivas marcas de agua mineral del mundo.
- Es una lástima que la majestad de esta honorable cámara se vea opacada por la bajeza de su debate. Vivimos, de hecho, una hora menguada de la patria. Por un lado, la amenaza de la división de nuestro país acecha constantemente y por la otra, las necesidades de un pueblo que clama al cielo por un cambio nos apremia a nosotros, sus dirigentes, al más radical de los cambios políticos, económicos y sociales que nuestra patria demanda. ¡Y yo, fiel representante del pueblo pobre, negro, trabajador, campesino, comerciante, niños y mujeres me negaré a formar gobierno a menos que no sepa qué papel jugarán las minorías en ese gobierno y si estarán del todo representadas por quienes formen parte de él!
Se acomoda la corbata, para terminar ya su discurso.
- No apoyaré vuestro gobierno.
Rupert empieza a reír, una ligera risita al principio, pero se va transformando en una enorme carcajada a lo largo de 10 segundos.
-¡JaJaJaJaJaJaJaJaJa!- Recobra su aliento y mira a su alrededor -Lo siento, señor Ca-- Se aclara la garganta -Lo siento, señor Capriles Allup, pero su discurso me hizo pensar en algo muy gracioso- Dice con una enorme sonrisa en la cara -Verán, escucharlo hablar es como ver a un hipopótamo bailar ballet al ritmo de una canción de Rock- Se queda callado por un segundo y continua al ver las caras confundidas que lo rodean -Pues ver a un hipopótamo bailar es muy ridículo, ya que es algo imposible para esas criaturas. Es también un poco ofensivo, pues el hipopótamo seguramente bailaría de una forma atroz y yo, al ser tanto un fan del ballet como de la música Rock, me sentiría furioso al ver dos de mis hobbies ser destrozados por tan torpe bestia. También es un poco fascinante, pues si el hipopótamo pudo aprender a bailar significa que es un ser muy inteligente y capaz, pero a la vez es decepcionante, pues elige gastar su talento en tan estúpida acción- Después de su discurso, toma un trago de su vaso con agua, normal y sacada de la cocina -En conclusión, escuchar su discurso me hizo sentir varias emociones, felicidad proveniente del ridículo de otros, ira, sorpresa, decepción y fascinación-
Se acomoda en su silla y mira su reloj, viejo y gastado, comprado en la calle -Con esto no pretendo insultarlo ni nada parecido, solo pensé que mi repentino estallido en carcajadas merecía una explicación-
HIPOCRITA! Amo a ese personaje
Blaine suspiro antes las palabras de aquella mujer, era la típica política que había visto ya en otras muchas ocasiones, un pez que intenta ser un tiburón y se quedaba en rémora, darle coba era solo para darle mas protagonismo, pues no parecía tener mas discurso. Es por ello que el hombre de sonrisa perfecta decidió dejar a un lado la inútil discusión, pues ella nunca admitiría sus propias palabras, cambiandolas según le convenía, como bien sabían hacer otros muchos políticos. Doble B quiso centrarse en los que en aquel momento eran importantes, pero fue Paredes quien llamo su atención.
-Sr.Paredes, podría exponer de forma mas clara su no al voto de presidente y canciller, es como si dijera directamente que son un par de fascistas. Porque al menos estos dos candidatos se han expuesto. No como el anterior Presidente, por ejemplo, que aun ni ha abierto la boca.
Me levanto de nuevo de la pretenciosa butaca, dónde admiraba las intervenciones de cada uno con las manos apoyadas tranquilamente en mis partes nobles, con el gesto torcido.
Sr. Babineaux, no se puede ser mucho más claro, voto no porque no han mostrado ni un ápice de su ideología. ¿Cómo se han expuesto? ¿Eligiendo al único candidato que se ha postulado? ¿Postulándose como candidato encubiertamente? Dando vueltas una y otra vez a los mismos cuatro asuntos banales en vez de mostrar y proponer. Caballeros, la gente de este país, gente de bien, necesita saber que sus necesidades llegan a esta cámara y se discuten, pero sobretodo, que el sistema político imperante no coarta ni coartará sus libertades.
En este aspecto estoy bastante de acuerdo con el mensaje del Sr. Capriles. Ahora miro a todos los presentes alternativamente haciendo aspavientos con las manos mientras continuo hablando.
Si yo fuese candidato, propondría desregularizar sectores económicos reduciendo las transacciones financieras de pequeñas, medianas y grandes empresas para hacer más eficiente y competitivo nuestro mercado financiero.
Una política liberal en toda regla.
¿Se ha propuesto algo así? No. Porque amigos, aquí hay caretas.
Vuelvo a tomar asiento, hurgándome la nariz con el dedo meñique de mi mano izquierda.
-Técnicamente, Rupert nunca se postuló a canciller y yo decidí en la señora T. y él porque evidentemente habían participado más y me gustaba su forma de pensar. En cuanto a usted, ¿por qué no sugirió o dio su opinión cuando la pedí? Lamento que no confíe en mí, pero no tiene lógica lo que dice. Evidentemente, elijiría una política liberal de ser posible. Pero sigue sin tener, a mis ojos, sentido decirlo. Un nazi podría decir lo mismo. No obstante, desde luego sí pienso descartar a aquellos que no me dan buenas vibraciones y que creo podrían negar mi política liberal siendo cancilleres. Y aquellos que se opusieron al presidente que sí nos dieron una política liberal como Blaine o el que habla mucho cuando quiere no iban a ser elegidos por mí.
-En cuanto usted y Turing, no habían hablado cuando me postulé. No iba a elegir como candidatos a alguien que ni sabía iban a aparecer. No soy nazi, si es lo que insinúa, pero tampoco me va a dar igual a quien elijo por no serlo. Si quiere comprobar si cumplo mi palabra de políticas liberales, puede hacerlo apoyando en lugar de negarlo simplemente porque no he elegido a un candidato que le convenza. Dicho lo cual, ni siquiera sé a quien quiere usted.
Sancho se retorcía en el escaño observando el bochornoso espectáculo que ofrecían sus compañeros de cámara. Sobre todo, Sancho se retorcía por no ser el centro de atención de dicho espectáculo. Ni todas las dietas que religiosamente cobraba por hacer acto de presencia allí pagaban esta situación. Carraspeó sonoramente removiendo todas las flemas de su garganta antes de comenzar su intervención:
-¿Pero qué es esto, un patio de colegio? ¡El pueblo estará tan disgustado con ustedes que sufrirá ataques de ansiedad por su culpa! Señor Philips, no tengo nada en contra de usted. Deja bastante claro que es un hombre serio, coherente y sus intervenciones han sido moderadas, constructivas y satisfactorias. Si por mí fuera, tiene todo mi apoyo. Sin embargo, he de decir pues es mi obligación que ha errado en la elección del candidato a canciller. ¿Cómo puede haber elegido a un candidato con tanto odio en su interior? Sí, señor Sommerfeld, aquí hemos descubierto todos que tras su inocua fachada de aburrido burócrata se esconde un profundo odio. ¿Qué tiene usted en contra de los hipopótamos? ¡Ellos también tienen derechos! Y pueden bailar si les da la gana, no se lo va a prohibir alguien como usted. Le sugiero que se abstenga de repetir este tipo de comentarios o le denunciaré ante el presidente de la cámara y ante el tribunal supremo si hace falta. Por el momento, convoco a todas las asociaciones en defensa de los hipopótamos bailarines a que mañana a las 12 del mediodía me acompañen en la manifestación convocada a las puertas de esta cámara. Claramente, este gobierno no cuenta con mi aprobación.
-Respecto a los demás, vergüenza debería daros. Los señores Capriles y Paredes conspirando para arrebatar los bienes públicos al conjunto de la sociedad, pensando en su enriquecimiento personal. Y usted, señor Babineaux. Señoría, ¿ha hecho algo todavía que no sea quejarse de todo y de todos? Deje al anterior Presidente en paz, un hombre de bien que hizo del cargo una virtud. Habría que ver cómo lo haría usted.
Y Sancho se sienta, forzando cara de disgusto severo tras su intervención, mientras pensaba en que más que nunca era la única esperanza del país y en los gintónics que le esperaban esta noche.
-Ya dije que no conozco a Rupert lo suficiente como para responder por él, lo elegí porque me pareció serio, como usted dice de mí y otros candidatos no me daban tan buenas vibraciones.
Los populistas como Capriles o Paredes podrían fingir ese entusiasmo liberal para engañar a los demás y hacer cosas nazis por la espalda.
-Y a usted Sanchez y a Frank, el cual no estaría mal que participara algo, no podía elegirles mis cancilleres. Eso me dejaba pocas personas donde elegir, desde mi punto de vista. Entre dos personas elegí una esperando que la estadística y mi juicio inicial estuvieran de mi parte.
Ya vería si lo había hecho bien o no.
-Señor Philips, usted y su juicio bien podrían ser dos personalidades diferenciadas.-
Me retuerzo de risa en el sillón.
-Espero de verdad, que si esto prospera, no sea en detrimento de nuestras buenas gentes, porque si es así me encargaré yo mismo de que no vuelva a promulgar nada.
Obviamente soy el mejor preparado de esta sala. La mayoría no ha visto un poblado humilde en su vida.
-Lo siento Sancho, pero no pienso responder a un hombre que pierde el tiempo hablando de hipopotamos. -Miro al resto con el gesto de asombro. -Sigo sin entender como confiaron en alguien como él. Que la ley sea liberal, la primera ley, no significa nada, al igual que sus palabras. El futuro pondra a cada uno en su verdadero sitio. -Todo iba en contra del anterior Canciller.
-Y si alguien desea oír mis propuestas, no tienen mas que proponerme y gustoso promulgare mi plataforma, pero mientras no se de el caso, mi cometido asi como el de todos es saber mas de aquellos que se presentan al cargo, para saber si son merecedores o no de confianza y para eso, se deben hacer preguntas y escuchar con escepticismo. Si a eso lo llaman quejarse, no se quien les dijo que valdrían en política.-Quedo de brazos cruzados observando a Scott.
El resultado es claro, y la solución bastante obvia. La burguesía es hija de la colonia y viceversa. Y la aliación está reunida en masa bajo un solo estandarte. Si la Lucha por la Libertad se dispersa, no habrá victoria popular en el combate. - dice Leopoldo, moviendo sus manos como si el asunto de que trata fuese de fácil resolución, mientras uno de sus edecanes lustraba por décimoquinta vez sus zapatos -. Debemos dejar que el pueblo decida esta vez, una vez más, como la vez anterior. La vez anterior resultó ser una buena política la aplicada, y esta vez, la política aplicada será la que el pueblo decida y todos sabemos que la voz del pueblo es, señores, la voz de Dios.
Hace una ligera pausa para mojar sus labios un fino y aromático vermouth traído de Madagascar, usado como aperitivo después de una botana de caviar.
- De nuevo, yo le ofrezco al pueblo de este gran país la utilización de las mejores y más avanzadas políticas para traer un cambio económico, social que impulsará nuestra economía hacia adelante de la mano de la clase obrera y de las clases más desfavorecidas, con programas de inclusión a la comunidad gay y transgénero. Vamos también a apoyar a la empresa privada para que genere más empleos, y aumentar el gasto en defensa para poner más seguridad en nuestras fronteras y así nadie pueda venir a robarnos nuestro trabajo y nuestro dinero, que es un mal que tanto yo como las clases más bajas de este país conocemos de primera mano.
Dice con toda la autoridad moral del mundo, mientras revisa digitalmente que el dinero de uno de sus donantes se haya acreditado en su cuenta bancaria en Seychelles.
- No votaré por ninguna coalición de gobierno en la que yo no forme parte PORQUE ESA ES LA VOLUNTAD DEL PUEBLO QUE ME ELIGIÓ.
El parlamento se muestra dividido y desunido en esta ocasión. Acusaciones, posturas y discursos vienen y van, y al momento de la votación, en el instante definitivo, todo el mundo está a la expectativa mientras cada voto es contado lentamente. El marcador viene y va, y para el final de la jornada, el resultado es claro: El gobierno es aceptado, después de una de las elecciones más reñidas que ha visto la joven nación. Sólo un voto de ventaja ha sido suficiente para garantizar que Scott Philips y su canciller Rupert Sommerfield puedan formar el segundo gobierno.
Poco importan las condiciones ya, hay de nuevo júbilo y regocijo entre los presentes. En las calles la gente celebra o se lamenta por igual, reflejando las hondas divisiones entre sus representantes. Nadie está seguro de que sucederá, pero el optimismo es elevado, y la ilusión no se ha reducido.
Y como es costumbre para estos políticos de alta alcurnia, astutos y sagaces, si bien no ha terminado de posesionarse el nuevo gobierno, el próximo candidato comienza a bajarse entre las listas del partido: Blaine Babineaux. En la próxima elección, sera él quien tenga que lidiar con los senadores y congresistas, para poder formar un nuevo gobierno.
Scott Philips y Ruppert Sommerfield son el nuevo Presidente y Canciller, y van a decidir que ley promulgar. Podrán leer esta escena, pero ellos mismos no pueden responder aquí.
Esta escena queda abierta mientras el gobierno delibera, para que discutáis sobre la opción del próximo gobierno. Blaine Babineaux, el siguiente en la lista es el próximo candidato presidencial (el jugador de Alan Turing abandona la partida, así que mientras tanto, buscaré su reemplazo.). Su candidato a la Cancilleria puede ser cualquiera, menos el actual Presidente y Canciller, dejando 6 alternativas sobre la mesa.
Todos tenéis esta escena para empezar a deliberar la próxima opción de gobierno.
El público reacciona y el parlamentario Turing decide despertar de su muy tumultuoso silencio. La naturaleza algo voluble de la política corrige su propio movimiento y premiando el final de la apatía del respetabilísimo representante, todos deciden que mejor respetarían su turno como candidato y que en el siguiente gobierno volverían a pronunciar el nombre de Blaine Babineaux para las elecciones en su momento.
Así que, el dinero se mueve, las campañas inician y es Alan Turing el próximo candidato presidencial. Su propuesta de canciller es un misterio, pero como la mayoría de los misterios, terminaría por revelarse ante las mentes agudas y dispuestas de nuestros amados políticos.
Un sustituto apareció muy rápidamente para retomar a Alan Turing. Luego corrijo el salto, para no perder el orden. Mr. Turing sigue teniendo el mismo rol secreto que tenía antes, así que no cambia nada para nadie :).
Alan era de esos hombres que pensaban en silencio, observantes. Procurando no perturbar el campo de observación ni siquiera con el deslizar de sus ojos. Turing procesaba, retenía y archivaba aquellos datos que los demás parlamentarios ponían ante sus ojos. Pensaba más que hablaba y cuando su cerebro trabajaba, Alan entrelazaba sus manos en una maraña pero dejaba extendidos los índices unidos por sus yemas que apoyaba peligrosamente cerca de los agujeros de su nariz. Pisaba tan de cerca aquella fina línea que separaba a un hombre serio y de inteligencia de un crío o un pobre desafortunado de nacimiento que era común que quienes le rodeaban se incomodaran hasta el punto de ignorar su presencia.
Sin embargo, al olerse que no eran solo los parlamentarios sino ¡el pueblo! ¡la nación! ¡la propia democracia! Quien estaba a punto de ignorarle, Turing separó sus dedos del filtro e hizo lo propio también con los labios. Había llegado el momento de hablar.
— Compañeros de Cámara —se dirigió a los parlamentarios—, compañeros de viaje —miró a cámara para el pueblo—, he observado los estímulos y las respuestas, he descifrado sus códigos de gestos y verbos, he teorizado, he echo números y sacado conclusiones: todavía queda mucho por hacer. El pueblo necesitará pronto un nuevo gobierno y resulte como resulte el actual debemos impulsar la confianza y la seguridad en el Liberalismo.
— Y en esa línea, y no en ninguna otra, mi juicio me pide apostar a caballo ganador —dedicó una mirada Sancho Perez—, o a hipopótamo ganador —añadió con tono y volumen de inciso—, y éste no es otro que quién ya ha presionado la proclamación de una política Liberal: Leo Frank.
Hizo una pausa tan larga como el tiempo que se tarda en crear dos espacios de telegrama y prosiguió — Anuncio en consecuencia, sin hacer firme mi opción todavía, que valoro proponerle Canciller. Valoro.
— Opto por Leo Frank sobre Sancho Perez por considerar que fue su cargo un filtro a la actuación de segundo. Asimismo déjenme adelantarles que soy no solo consciente, sino felizmente advertido que nuestras posturas han deferido en esta última candidatura a gobierno y ello me hace reafirmarme en mi juicio como buen amante y conocedor de los patrones.
— Pero los números, evidentemente, pueden cambiar, de lo contrario no serían números, serían fascistas, por ello pecaría -civilizando tal palabra- de imprudente si me cerrara en mi estudio prelegislatura. Pero no sería hombre justo ni transparente -a diferencia de la carne de burro- si no avecinara tal informe de mis pensamientos.
Ganó lo peor, y el candidato hipopotamófobo salió elegido por un estrechísimo margen. Sancho Pérez escondía su rostro entre sus manos ante la debacle que se avecinaba en la próxima sesión legislativa, mientras un discreto parlamentario que se había mantenido al margen en la anterior elección tomaba la palabra. Acababa de ser elegido candidato a Presidente para la próxima legislatura. Aparentemente mucho más frío y calculador que alguno de sus compañeros populistas, los ojos de Sancho se encendieron cuando el candidato pronunció su nombre... para después descartarlo. Al parecer, haber sido el héroe del pueblo no era suficiente para el señor Turing... un hueso duro de roer. Sin embargo, el brillo no remitió, pues el candidato proclamó que su favorito para la elección a Canciller era Leo Frank, el Presidente que le había dado su confianza para poder desarrollar su programa electoral. Por tanto, Sancho no podía sino estar eufórico, la próxima legislatura devolvería al país a la senda de la que nunca se tenía que haber desviado. Se levantó del escaño y aplaudió sonoramente, mientras desplegaba el micrófono:
-Plas, plas, plas. Sí, señor. ¡Sí, señor! ¡Así se habla! Señor Turing, demuestra usted que tiene agallas de Presidente. Ojalá aprenda de usted el señor Philips a la vuelta de la sesión legislativa que en estos momentos tiene lugar. (La expresión egocéntrica de sus intervenciones vuelve a la faz de Pérez) He de decirle que un servidor sería su Canciller más fiel, el héroe del pueblo volvería en un nuevo y glorioso tándem de gobierno que devolvería el progreso a nuestra nación. ¡Una nación liberal socialista en la que no cabe el fascismo! Sin embargo, su elección es más que adecuada. El señor Frank fue un excelente Presidente y será un excelente Canciller. ¡Cuentan con mi apoyo!
Y Sancho se vuelve a sentar, guiñando el ojo a los diputados populistas, Capriles y Paredes. No eran santo de su devoción, pero ambos, junto con el anterior Presidente (el único verdadero Presidente) y él mismo, habían sido los únicos que se habían opuesto al actual gobierno, y por tanto su estima por ellos había crecido, y los empezaba a contemplar como posibles aliados.