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Los hechos de aquella mañana de Julio, a 10 años exactos de la fundación de la república, se desencadenaron vertiginosamente; tomando por sorpresa a casi todos los involucrados menos a uno: el entonces presidente Leo Frank. A pesar de la confianza en su talante liberal, el estadista se vio en la difícil posición de tener que promulgar una política fascista para salvaguardar el futuro de su patria. En menos de unas horas, Frank, con el aval de su Canciller Alan Turing, disponen la creación de un cuerpo especial de investigadores y agentes al servicio del poder legislativo, una policía secreta.

Nadie se imaginaba lo que vendría después. En medio de la madrugada, Blaine Babineaux fue arrestado en su casa a las afueras de la capital y llevado a una ubicación desconocida. Un seguimiento exhaustivo de sus movimientos reveló varios tratos con altos mandos militares del ejército del país, y negociaciones con países vecinos para respaldar un eventual ascenso al poder. Cuentas llenas de dinero en paraísos fiscales y una red de favores e influencia que, de obtener el puesto de Canciller, habrían sido capaz de permitirle hacerse con el poder absoluto por encima del parlamento o del mismo presidente. Su pasado reveló una militancia preocupante, ideales fascistas y el potencial de haberse convertido en el Hitler de la historia de nuestra joven nación.

Sin mucha ceremonia, fue colgado públicamente por orden del presidente Frank, bajo los cargos de traición, conspiración y corrupción. No pasó mucho antes de que Arnulfo Paredes y Sancho Pérez fuesen arrestados como colaboradores fascistas, al igual que Margarita T, que pasando desapercibida, logró escapar a Argentina, o al menos eso decían los rumores. 

La confusión y la agitación en el seno del parlamento era palpable. Otros senadores protestaron, algunos abuchearon, otros aplaudieron, pero lo que quedó claro era que aquel día era un nuevo comienzo. Algunas marchas se vivieron en las calles, pero fueron disipadas por el ejército, y pronto la tranquilidad regresó. A pesar de todo, a pesar de que los fascistas (y algunos liberales) habían moldeado algunas leyes recientes, el futuro de nuestra joven nación quedaba en manos de sus parlamentarios. Sólo el tiempo diría si aquel experimento político que había comenzado hace ya 10 años, tendría éxito en los años por venir.

Diez años habían pasado desde su primera intervención en este mismo congreso, en ese entonces era joven y preñado de buenas intenciones, Leopoldo Capriles Allup había llegado con altas aspiraciones. Y no resultó del todo decepcionado. Logró formar un gobierno liberal que contó con el apoyo unánime de los legisladores que además se cuenta y se contará por largos años como el mejor de la historia republicana de esta joven y noble nación. Aprovecha su turno para hablar y se aclara la garganta, los últimos acontecimientos habían sucedido en extremo rápido y durante la refriega casi no tuvo tiempo para descansar, pues sirvió como asesor especial del gobierno liberal durante su mandato que culminó con la ejecución de quien descubrieron era la figura hitleriana moderna. Aquello no le llenaba de gozo, pues estaba en contra de la pena de muerte, pero tampoco de tristeza. Era algo que tenía que hacerse, so pena de caer en la más profunda de las miserias.

Ya sin alarde, sin ropas caras, sin lujosas prendas de oro ni asistentes y ayudantes que se contaban por centenares, habló en un tono muy modesto y calmado.

- Colegas diputados, estimados miembros de la prensa, señores embajadores, decano del cuerpo diplomático, excelentísimo señor nuncio de Su Santidad, pueblo llano: hoy es un día grandioso para nuestra nación. No tenemos nada de qué avergonzarnos. Avanzamos implacables ante la amenaza fascista y vencimos al más enconado de sus representantes: alguien que, según dicen las investigaciones con las que yo mismo colaboré, sería catalogado como el Hitler moderno, llevándonos a quién sabe qué catastrofe nacional. Y por eso, estoy agradecido, porque nuestra recompensa está a la altura de nuestra proeza. Gracias a todos los que hicieron posible esto.

Hizo una pausa y tragó grueso.

- Aprovecho la presencia de la prensa nacional e internacional para anunciar mi retiro de la política del país que tanto amo, para vivir una vida tranquila en la cordillera.