Partida Rol por web

Karkoror tenía una fama que mantener y por ello había viajado al este de la región y embarcado en un navío pirata, se lanzó al combate por el control de las Islas. 
Los piratas asaltantes, pretendían encontrar un nuevo asentamiento, un lugar que les diera un mayor control de las embarcaciones de mercaderes que arribaban a Alcebia. 
La batalla fue dura y sangrienta, muy cruel, pues los piratas no perdonaban nada. Mataban y violaban por igual, saqueaban todo aquello que les fuera atractivo para la vista, sin importar que era oro, telas, tapices o armas. 

En cuestión de horas, la isla principal fue tomada y asediaban el castillo. Cuando lograron derribar la puerta, el Lord del Castillo salió al encuentro. Murió a manos de uno de los Capitanes Piratas, un salvaje muy temido, llamado Rikhe, el veloz. Un diestro espadachín. 

Con el Lord muerto, los soldados que aun vivían y la plebe que luchaba por proteger su hogar, se rindieron. Reunidos para ser vendido como esclavos, pudieron contemplar como los indisciplinados piratas, cruzaban sus calles y penetraban las murallas interiores. 
Karkoror, al lado de los Capitanes, avanzaba en vanguardia en busca de los objetos más preciados y el trono del lugar. Pero ante la puerta de la sala del trono, un joven veinteañero les prohibía el paso. No duro mucho en una lucha carente de honor y cuando cruzaron la puerta, media docena de mujeres nobles les esperaban aterrorizadas. La cara de los tres piratas se iluminaron al verlas. 

- Siempre he querido probar a una de estas virginales doncellas - bromeo uno de ellos, mientras dejando la espada, se destapaba la entrepierna. 

Karkoror pensó durante unos segundos cual sería su siguente acto, percatándose que podía morir si tomaba una mala opción. Soy un guerrero, no un violador ni un asesino, jamás he ensuciado mi mano con la muerte de otro hombre y mucho menos con una violación. No puedo dejar que sean violadas...

El alto y fiero guerrero se adelantó a sus compañeros piratas, girándose hacia ellos con su mano sujetando el pomo de su espada mientras sus ojos los miraban con fiereza -estas mujeres no serán violadas aqui y ahora. Vivirán para viajar al continente y contarles a todos los de su ralea que las Islas Cangrejo tienen un nuevo gobierno. Alguien debe contarles al resto del mundo que las Islas Cangrejo son un lugar de muerte que ningún hombre debe pisar si quiere vivir, donde los ejercitos se estrellarán uno tras otro. Si alguien no está de acuerdo lo discutiremos a mi manera -les advierto a los capitanes piratas.

Así que nuestro poderoso caballero se nos revela... jejejeje - reía el capitán pirata, confiando en la superioridad numérica - bien, bien... será divertido saber si lo que cuentan de ti, es verdad o solo una sarta de mentiras.

Rikhe, agitó la espada al viento, haciéndola bailar. Los otros también agarraron con fuerza los sables. Está, era otra pelea sin honor.

¡Eres un necio al desafiarme, sucio pirata! Tras decir esto Karkoror se lanzó hacia su enemigo con intención de herirle de gravedad ya que él nunca mataba a sus enemigos, aunque sabía que cualquier día tendría que hacerlo y se había preparado mentalmente para cuando ese momento llegara.

Con un ágil gesto de su espada larga, "Palabra de Aler", Karkoror alcanzó la muñeca de Rikhe en un intento de mutilarlo. Sin prestar atención al resultado de su primer tajo lanzó un segundo espadazo a la cara de su enemigo, tratando de acabar rápidamente el combate.

Rikhe agonizaba en el suelo. Sus compañeros, tras el brutal resultado del primer golpe de Karkoror, se quedaron petrificados. Dudosos, se miraban uno a otro, tratando de acertar con la decisión que tomaran. Bajaron las armas, rindiéndose.

- Se hará lo que digáis, mi señor - dijo uno de ellos y el otro asentía con la cabeza, aceptando la palabra de su compañero, mientras los agonizantes gorgoteos de su camarada llenaban la sala, mezclandose con los sollozos de las damas. 

Llevaos a lo que queda de vuestro campeón -ordenó Karkoror a los dos piratas mientras señalaba a Rikhe -mostrarles a vuestros compañeros lo que pasa cuando alguien osa desafiarme.

Tras esperar a que los piratas se marcharan cumpliendo sus órdenes Karkoror se giró a las nobles que sollozaban en la sala.

¿Quién de vosotras es la mujer de mayor rango? -les pregunto a las mujeres mirándolas una a una, analizando su belleza y sus insignias, en busca de alguna presa útil.

Soy yo, mi señor. Y debo de daros las gracias por rescatarnos de esos salvajes. Soy Lady Isani, Señora de las Islas Cangrejo y sobrina del Lord Talamanca. 

¿Que puedo hacer por vos? 

Aparte de la Señora, se encontraban con ellas las hermanas y sobrinas de Lord Vash. Cinco mujeres indefensas ante una horda de piratas que saqueaban todo cuanto encontraban a su paso. 

No podré defenderos eternamente de los piratas Lady Isana -le explico a la mujer -la guerra ha sido traida a esta ciudad y yo he luchado en ella por necesidad, no por placer, espero que lo comprenda.

Mi mirada se posa en las mujeres débiles e indefensas que quedan vivas -le ruego Lady Isana que me de otra oportunidad, que me permita subsistir bajo su mando, que me nombre su caballero -le pido arrodillándome ante ella -le ruego que me permita defenderos y ayudaros, permitidme ser vuestro caballero y poder evitar así esta vida errante de guerras y batallas para sobrevivir, permitidme luchar por algo que merezca la pena, algo que tenga honor -continuo acentuando mis palabras con golpes de mi puño en mi pesada armadura.

Decidme mi señora ¿donde se encuentran sus vástagos? Trataré de traerlos sanos y salvos para demostraros lo que de ahora en adelante haré si usted me lo permite -le pregunto sujetando mi espada con mi guantelete.

Sea pues. Tomar el cargo de Lord Guardián del Cangrejo. Reunir lo que queden de mis tropas y reconquistar mi isla. Si vos lográis ese cometido, estaremos en paz y tendrás mi gratitud. 

Mi hijo se encontraba junto a la puerta, así bien, imagino que estará muerto - por un segundo la mujer flojeó, pero pasado el momento se repuso - mi esposo estaba en la batalla. Solo queda mi sobrino, que partió con los últimos hombres a defender el Salón del Lord. 

Ir a buscarlo, yo llevare a mi familia a un lugar más escondido, lejos de toda la batalla. 

Le doy las gracias por su gesto señora -le agradezco a Lady Isana con un gesto de cabeza -debo hacerle unas últimas preguntas antes de partir ¿Alayne se encuentra a salvo?¿existe alguna palabra o algo para que tus fieles guerreros se unan a mi en el contrataque y no intente matarme?

Espero la respuesta y salgo armado con mi espada para enfrentarme a una ardua tarea...

Tomad - le entrego al caballero un broche con forma de cangrejo, de montura de oro, con incrustaciones de perlas en los ojos y filos de plata en las pinzas. Todo el, reposaba sobre un mar de aguamarina. - con este broche, serás reconocido, pues el broche del Lord Cangrejo, quien me lo entregó antes de partir al combate.

- Mi hija ha partido en busca de ayuda, a solicitar el auxilio al Lord Talamanca. Pero no se del éxito de su misión o si regresara a tiempo. 

Gracias señora por darme esta oportunidad de redimirme -le digo mientras cojo el broche y beso su mano con reverencia -Id a un lugar seguro.

Dicho esto me encamino en busca de la guardia superviviente para reunirlos y a la caza de los piratas, tratando de ahuyentarlos con mi presencia.

Karkoror dejó la sala, las mujeres abrieron un pasadizo oculto en el pasillo y se deslizaron por el - un lugar seguro, ese era el acuerdo - por los pasillos rebotaban los ecos de los piratas, peleando y divirtiéndose. Karkoror siguió el eco de la pelea. 

El salon del Lord, era sencillo de encontrar. Sus puertas, estaban sitiadas por piratas, que a golpe de ariete, trataban de echarlas abajo. La noticia de la traición del guerrero no habían llegado a oídos de esta gente, pues al verlo llegar, lo celebraron con júbilo y le animaros a participar. 

- Están dentro, Ser - le dijo uno de ellos con una expresión de sed de sangre en la cara - se han fortificado para defender los tesoritos de su Señor, pero de poco le servirán porque con nosotros está... - levantó la voz para que les llegara a los de dentro - ¡Ser Karkoror el Sanguinario! - le golpeo el peto de la armadura con el puño; gesto de camaderia y volvió a la faena, dándole la espalda. Eran nueve, pero en combate, no más de dos podrían hacerle frente en ese estrecho pasillo.  

Yo me encargaré de tomar este lugar -les digo a los piratas -podeis marcharos. Volved dentro de un par de horas y quedaros con la riqueza y los cadáveres de los guardias. Quiero un combate duro, sin ayudas de ningún tipo.

Dicho esto me coloco delante de la puerta a la espera de que los piratas dejen el ariete y se marchen -marchaos.

SIETE DÍAS MÁS TARDE... 

Aun se notaba el duro saqueo que había sufrido el castillo y sus habitantes. El silencio recorría pasillos y salas, donde la pena se mezclaba con las fatigadoras tareas de limpiar y ordenar todo. Las doncellas atendían a Lady Isani, Señora del Cangrejo tras la muerte de su esposo y de todos sus herederos. Un duro golpe tan demoledor como provechoso, pues, aunque privada de su esposo y de sus hijos, ahora era Señora, sin más superiores que Lord Olmen, a quien tampoco obedecería ciegamente, ya que él, decidió no prestar su ayuda cuando la necesitó.

- ¿Donde estaba la armada de Talamanca cuando descendieron del norte los piratas? - repetía en privado, en confianza de sus hermanas, sobrinas y su protector, Karkoror, el Lord Protector del Cangrejo. 

En el exterior la pena era aun mayor. Las casas quemadas, el ganado sacrificado, el oro saqueado. Mucho era el daño que los piratas causaron antes de huir y pocos fueron los prisioneros, a quienes les esperaba la justicia severa de la dueña gobernante. En el patio, se estaba construyendo un enorme escenario para la ejecución pública que se iba a realizar. Quince hombres perderían la vida en el, quince asesinos, bandidos, violadores y saqueadores, así los habían juzgado, sin darles oportunidad de defenderse y por sus crímenes fueron sentenciados a la muerte y el bochorno público.

Miro indiferente como son ajusticiados los asesinos y violadores realmente me repugnan estos actos, estas muertes frías y vengativas, sin ningún tipo de honor pero no puedo hacer nada contra ello.

Mi señora, ¿que es lo que quiere que haga? -le pregunto a Lady Isani.