Trabajar con el Profesor Kitsuke Haro era agotador, pero bastante divertido. Siempre te encargaba nuevas tareas e investigaciones, y durante aquellos seis años que habías compartido con él habías aprendido muchísimo. Aquel día, en concreto, el Profesor te ordenó investigar una cierta cueva al norte de Bórum, de donde debías extraer algunos minerales para estudiar su composición. No fue precisamente fácil, pues algunos murciélagos intentaron molestarte un poco, pero conseguiste recolectar una buena cantidad de material. Sin embargo, cuando regresaste al Laboratorio ya era de noche, y el Profesor estaba tan cansado que se retiró a su dormitorio justo después de cenar. Tú decidiste hacer lo mismo.
Ya en tu dormitorio, tu cerebro se negó a dormir y empezó a funcionar a toda máquina, imaginando qué sería lo que harías mañana, qué interesantes minerales podrías intentar fusionar y cual sería el resultado. Ya estabas planeando la construcción de cierta máquina cuando algo te llamó la atención y miraste por la ventana. ¡Una lluvia de estrellas! Aquel tipo de fenómeno no era especialmente común, pero sí muy hermoso. Era la primera vez en tu vida que veías una, de hecho. Empezaste a preguntarte si alguno de aquellos meteoritos que entraban en la atmósfera sería lo suficientemente grande como para recogerlo y examinarlo cuando, de pronto, viste algo muy extraño: entre todos los meteoritos que caían, parecía haber uno especialmente grande. De hecho, parecía hacerse más grande a cada minuto que pasaba. Y, además, parecía ser blanco. Y esférico. ¿Seguro que aquello era un meteorito? Lo perdiste de vista poco después, aunque te pareció que se estrellaba cerca de Menhiss, la capital de Cefíria, situada justo al sur de Obec, tras cruzar el Valle del Viento. Poco después, te entró sueño... y no pudiste evitar quedarte dormida.
Amanece, y te despiertas en tu cama. Ya es de día... ¡hora de trabajar!
Liz se despertó con su energía habitual, y más excitada de lo normal debido a la lluvia de estrellas de anoche y el impresionante impacto de una de ellas, especialmente llamativa. Se levantó de un salto, en su cabeza daba vueltas el lugar en el que esta había caído, para no olvidarlo... sería interesante investigarla un poco y tal vez al profesor le interesase por fin acompañarla a una de sus expediciones.
Se dio una ducha rápida, se vistió de modo informal y se secó el pelo a prisas. No le gustaba gastar más tiempo del necesario a la hora de prepararse por la mañana, no era demasiado coqueta. Una vez preparada para recibir al nuevo día, se dispuso a bajar al comedor para preparar un buen desayuno y de paso comentarle lo de la lluvia de estrellas al profesor... ¿La habrá visto?
- Cerca de Menhiss...
Comedor