Partida Rol por web

La noche te sorprende a mitad de camino, jurarías que quedaba muy poco para llegar hasta el pueblo, pero tus piernas te piden un respiro, así que dejas tus cosas a un lado del camino y comienzas a preparar un pequeño campamento improvisado para pasar la noche al raso. Acto seguido enciendes una pequeña hoguera, sentándote junto a su fuego para calentarte, y buscas algo para llevarte al estómago y recuperar fuerzas.

Estabas disfrutando de tu cena, cuando alzaste la vista y te quedaste boquiabierto. En el cielo pudiste ver como las estrellas caían una tras otra, formando arcos de luz, ¡una lluvia de estrellas! No recordabas haber visto nunca nada igual, y no apartaste la mirada durante largo rato. Y amparado por aquel negro firmamento y el titilar de miles de estrellas, formando un espectáculo sin igual, poco a poco, el sueño te venció.

Es aún temprano cuando por fin llegas a tu destino, Obec, un pequeño pueblecito habitado por leñadores. El paisaje verde y el aire puro que respiras, calmaría el ánimo de hasta el tipo más rudo. Todo el lugar parece estar rodeado por un aura de paz.

Hasta se te pasa por la cabeza que quizá en un futuro te gustaría sentar la cabeza y echar raíces en un sitio así. Pero recuerdas que te encomendaron ir hasta Obec, así que tras un breve descanso sigues tu camino.

Todo está bastante tranquilo, pero según te internas por las calles del pueblo, sus gentes comienzan su rutina diaria, algunos incluso te saludan con la mano. Puedes ver que algunas mujeres hablan animadamente sobre la lluvia de estrellas que ocurrió la noche anterior, algo insólito, tú también la habías visto durante el viaje, sin duda fue algo realmente precioso.

No tardas demasiado con dar con el puesto de guardia, allí mismo un hombre calvo con una cara inexpresiva te escudriña con la mirada mientras te acercas. Según su apariencia podría ser otro guardia...

-Tú debes ser el nuevo, ¡já! Esperaba a alguien con más envergadura, pero imagino que bastarás... - Aquel hombre te miraba sin parar de arriba a abajo, con una extraña expresión en el rostro, tenía los ojos algo enrojecidos, su voz denotaba aburrimiento. Dió un suspiro y prosiguió.

-En fin, espero que sepas manejarte chico, no queremos vagos por aquí. Ejem, quiero que te quede claro quién manda aquí. Yo soy Grimus, Capitán de la Guardia de Obec. - Dijo carraspeando, mientras se ponía de pie con pose orgullosa, y volvía a mirarte de arriba a abajo.

-Dime, ¿has oído los rumores alfeñique..? Dicen que hay un yacimiento de virya no muy lejos de aquí... En el bosque cercano. - Añadió arqueando las cejas mientras se dibujaba una enorme sonrisa en su cara. -Sería de vital importancia dar con tal yacimiento... Y creo que sería una prueba perfecta, para ver si eres más que un chico mimado de ciudad... - Comentó soltando una estridente carcajada, y luego entrecerró los ojos mirando por encima de tu hombro.

Tu rutina diaria había sido como cualquier otro día, patrullaste, realizaste los encargos que el capitán te encomendaba, e incluso pudiste sacar tiempo para flirtear con alguna que otra joven del pueblo, armado con tu sonrisa más pícara hasta le sacaste los colores a más de una. Pese a que la mañana fue meramente rutinaria, esos pequeños logros con las mujeres redondearon un poco el día. Y te sentías orgulloso y satisfecho contigo mismo.

Pero lo más interesante sucedió por la noche, cuando te retiraste a tu dormitorio justo después de cenar. Te habías tumbado ya en tu cama y te preparabas para dormir, pero algo llamó tu atención y te hizo mirar por la ventana y contemplar el cielo nocturno.

Era una lluvia de estrellas, la más brillante y hermosa que habías visto en tu vida. Bueno, en realidad aquella era la primera vez que veías una lluvia de estrellas... pero era realmente fascinante. No pudiste apartar la vista un solo instante de aquella maravillosa visión, hasta que terminó. Y, cuando lo hizo, te fuiste a dormir pensando en ello. Hasta que minutos después te pusiste a rememorar las pequeñas conquistas que habías logrado ese día. Te quedaste dormido con una media sonrisa en la cara.

A la mañana siguiente, te preparaste con esmero para afrontar un nuevo día en Obec. Con el estómago lleno, bien acicalado, como siempre, y con tu arco te dirigiste a paso ligero hasta el puesto de guardia. Allí ya te esperaba el capitán Grimus, pero al parecer, no estaba solo, un joven se encontraba hablando con él.

El capitán te hizo señas con una mano para que te acercaras.

-¡Kazuo muchacho, te he dicho mil veces que no me gustan los retrasos! Pero bueno, llegas en buen momento, sí... - El viejo capitán parecía siempre mal humorado, pero ambos veían que por alguna extraña razón su sonrisa se ensanchaba y soltó una sonora carcajada antes de seguir hablando.

-Estaba hablando con el nuevo recluta, sobre el rumor del posible yacimiento de virya en el bosque. Quiero que vayaís los dos enseguida, averiguad si es cierto. - Comentó sin importarle si quiera presentar a los jóvenes. Carraspeó varias veces y siguió hablando con el ceño fruncido. -¡No admitiré queja alguna! Yo... Ejem, tengo mucho lío por aquí, además así el chico de ciudad se acostumbra a trabajar de verdad... -  Hizo una pausa, y os miró de nuevo, para alzar los brazos como el que espanta a las moscas. 

-¡Venga que ya tardaís! - Espetó de pronto, y se volvió a sentar agarrando una botella de licor, quizá los ojos enrojecidos tengan algo que ver con lo que el capitán se estaba llevando al gaznate. Seguro que el hombre estaba muy liado... Seguro.

Lo siento mi capitán, pero más que llegar yo tarde, es que usted ha madrugado y su amiguita de cristal no le está ayudando a darse cuenta de la hora que es.

Me quedo mirandote un ratillo de arriba a abajo, inspeccionandote (tu figura, tu ropaje...) e intentando averiguar lo más posible a simple vista - Hola y bienvenido nuevo compañero, me alegra ver sangre fresca por estos lugares - alargo el brazo derecho y te ofrezco mi mano a modo de saludo.

poco a poco irás conociendo a todos y "todas" los habitantes del pueblo, yendo conmigo conoceras a la gente más rapido. - la palabra "todas" la digo con la boca pequeña, porque veo que vas a ser un rival en cuanto a muchachas se refiere.

Una cosilla Don/Doña Director/a ¿hay algun plano o mapa del pueblo y del bosque? Más que nada, para poder guiar a mi compy bien y no perdernos por ahí.

Finalmente habia llegado al pueblo tras un corto viaje, bastante temprano al parecer pero no importaba, por que asi iba viendo el ambiente y las gentes que lo habitan. Procuro encontrar rapidamente al jefe de la guardia, para dar buena impresion e ir conociendo lo que tengo que  hacer.

No me da muy buena primera impresion, pero tampoco tengo mucha eleccion- Encantado de conocerle, señor, mi nombre es Willem, puede llamarme Will si quiere..- Al parecer hay otro novato como yo, y que nos van a encargar hacer un trabajito de prueba primero. No parece muy complicado, asi que lo dejo que de las ultimas intrucciones, y que se vuelva a emborracharse en algun rincon.- Señor, este seguro que ese trabajo sera facil para alguien de mi talento. Es mas, seguro que lo podria hacer yo solo y bastante rapido.- Sonrio confiado.- Pero nunca esta mal conocer a compañeros.

Acepto la mano de Kazuo y me presento tambien.- Willem, Will para los amigos. Parece que no soy el unico al que han mandado a este  rincon perdido. Al menos he visto unas cuantas preciosidades locales, algo podre hacer entre tanto.- Me aliso mi traje convenientemente, que esta impoluto pese a haber dormido al raso, igual que mi pelo.

-El jefe parece ansioso por que empezemos, asi que adelante.- guiño a un Kazuo un ojo.- Espero que puedas seguir mi ritmo!.- Y comienzo a caminar hacia el bosque

Me pongo un poco nervioso por el guiño y salgo del puesto de guardia en dirección al bosque junto a ti - Encantado de conocerte Will, yo me llamo Kazuo Kudeiro. No he querido presentarme formalmente delante del Capitán porque estaba deseando salir de allí, ese hombre me saca de quicio y no aguanto mucho tiempo a su lado, me hierve la nariz por dentro en cuanto lo huelo.

Pasando por la plaza del pueblo hago un pequeño algo en mitad de ella, me subo a un banco de madera, es de color marrón bastante oscuro debido a suciedad acumulada y algunas de las baldas están bastante astilladas, es el único banco que aún sigue en pie ya que están cambiandolos todos debido al uso que se hace de ellos,  y a modo de discurso llamo la atención de los viandantes que por allí pasaban - ¡¡queridos vecinos de Obec!! como ya bien me conoceis, soy Kazuo y queria presentaros al nuevo recluta que estará un tiempo con nosotros en el puesto de guardia del pueblo - te hago una seña con la mano para que te acerques a donde estoy yo - Acercate Willem que te voy a presentar - te coloco delante de mi y pongo mis manos sobre tus hombros - este es Willem y es el muchacho que estará con nosotros un tiempo, espero que lo trateis como a mi, pues velará por la seguridad de todos como hago yo, pero no creo que pueda hacerlo mejor jejeje - suelto una risilla picarona.

Despues de terminar el discurso me propongo a bajar del banco, el cual produce un pequeño ruido de resquebrajarse la madera y ¡¡CRACK!! la balda en la que tengo el pie de apoyo se parte y doy con la cabeza en el suelo - ¡¡AAAAARRRRRGGGGG!! ¡¡Joder que golpe!! - empieza a salir un prominente chichón del pelo y asoma unos centímetros por encima de la cabeza. Siendo el hazmereir de los vecinos allí congregados, agacho la cabeza y sigo andando en dirección al bosque - Vamos Will, que ya por hoy he tenido suficiendo protagonismo, apresuremonos.

Con paso ligero empiezo a caminar en dirección al bosque - Will, ya no habrá más presentaciones, paso de más chichones.

Vuestro respetable capitán está demasiado ocupado en sus labores, dando buena cuenta de su botella, así que no presta mucha atención cuando os marchaís. Tan sólo agita vagamente un brazo despidiéndose. Parece que confía plenamente en vuestras habilidades, o eso os gustaría creer.

Minutos más tarde, tras el espectáculo dado por el joven Kudeiro, los aldeanos volvieron a sus quehaceres, algunos riendo, otros meneando la cabeza abochornados. Estaban acostumbrados a las escenas que montaba su querido guardia de Obec, y aquella mañana no fue una excepción. Pero aún así, aplaudieron y vitorearon al nuevo recluta que se unía a las filas de la guardia. Quizá él pudiera controlar a su inquieto compañero y evitar que se autolesionara con semejantes accidentes.

Una vez retomasteís el paso en dirección a la salida del pueblo, no tardaís demasiado en salir del mismo y caminar rumbo al bosque cercano.