Dejáis atrás el Laboratorio y, tras equiparos con vuestras armas, sólo por precaución, comenzáis a viajar hacia el sur. Tras un camino que os lleva poco más de quince minutos recorrer, acabáis llegando a Bórum, la ciudad más al norte del Reino de Cefíria y ciudad natal del Profesor. Al encontrarse tan al norte, es un lugar bastante frío y donde hace mucho viento, pero no llega a nevar.
Bórum es una ciudad relativamente pequeña, pero contra todo pronóstico es un lugar tecnológicamente bastante avanzado. A todas las viviendas, construídas con robusta piedra negra, llegan finas tuberías de metal que transportan el virya ya tratado, para su uso doméstico. Eso posibilita el uso de luz artificial dentro de los hogares, así como el encender aparatos y máquinas de todo tipo.
Bórum posee, además, una gran posada para los viajeros, así como una tienda de armas y armaduras que ahora mismo se encuentra cerrada. Otros de los edificios destacables son la casa del alcalde y la biblioteca, bastante pequeña, pero con libros interesantes. Tiene otra salida al sur, que da al Valle del Viento, donde Liz cree haber visto caer el meteorito.
Liz llegó bastante animada al lugar, la idea de que aquel meteorito fuese vyria le provocaba gran emoción... y ahora que habían logrado seguirle el rastro, podrían comprobarlo por ellos mismos. La ciudad de Bórum le resultaba extraño, pero no demasiado feo. Al ver el camino que lleva al valle del viento, se puso a dar saltos mientras señalaba al lugar agarrando el antebrazo del profesor.
- ¡Allí es donde lo vi caer! ¡Vamos!
Al llegar a Borum me alegro sin exagerar los modos. Es el lugar en donde crecí y alguunos rincones familiares me traen gratos recuerdos. Tantas horas encerrado en el laboratorio me han hecho olvidar algunas cosas simples. Muchas de las genialidades instaladas en el pueblo son de mi propia invención. El entusiasmo de Liz me saca de mis pensamientos.
- Tienes razón Lisbeth, allí debemos dirigirnos. Lleguemos cuanto antes.
Liz sonrió ante la afirmativa del profesor y comenzó a caminar en dirección al Valle del Viento. Su corazón palpitaba a un ritmo acelerado ante laidea de ver aquella hermosa estrella blanca de tan cerca. Miraba atrás de vez en cuando para comprobar que el profesor la seguía.
- ¡Vamos! - Su voz tenía cierto tono de impaciencia.