La varita apuntó y bajo el polvo dorado empezaron a apreciarse gotas de sangre ya reseca aquí y allá, espacida como una salpicadura. No eran muchas y hasta el momento habían sido inapreciables al ojo humano porque eran invisible. Había permanecido invisible incluso después de caer al suelo, por la criatura también lo era, lo que reducía considerablemente el rango de animales que podían haber sido partícipes de aquello. Además, daba una explicación a cómo podían haberlo introducido de forma sigilosa en el edificio.
La lista de animales invisibles podía ser más o menos extensa, pero por el tamaño que la silueta dibujada, no podía ser algo demasiado pequeño, como un kneazel, o más grande que un perro. Además, Viridian había dicho que debía pertenecer a un mamífero y su cabeza enseguida pensó en algo en la línea de un demisguise o un tebo, quizás incluso un escondetrás joven. Los thestrals quedaban totalmente fuera de la ecuación, por ser demasiado grandes y porque su invisibilidad no consistía en hechizos o no-hechizos, si no en algo mucho más arraigado en el alma de las personas. Por supuesto, esa era la conclusión más sencilla. Las criaturas mágicas eran muchas y algunas contaban con poderes francamente extraños y a veces inimaginables, pero estaba bastante segura de que aquel era un paso en la dirección correcta.
=O !
Apreté los labios al empezar a ver aquel rastro de sangre. Las palabras de Fawley habían sido claras: La sangre que tenían la habían recogido de la túnica de Odgen y creían que no había mucha... Idiotas. No era de extrañar que me condiserasen para convertirme en Inefable, si ese era el nivel general del Ministerio. Una criatura había penetrado las defensas del Ministerio, ¿y nadie había pensado en que fuera invisible?
Negué con la cabeza mirando a las dos Guardianas. Por ahora habíamos confirmado la presencia en este piso de un mago y de una criatura invisible. Si el mago era Pawl las piezas empezarían a encajar, pero aún así... ¿Qué hacían en esta zona del pasillo? Ni siquiera habían entrado en la puerta colindante, de modo que... ¿Cuál era el motivo del rodeo?
Repasé con la mirada el lugar una vez más, reconstruyendo el mapa mental, e incluso me moví por el espacio. Quería averiguar muchas cosas, pero había una concreta que me corroía: no saber si aquel encuentro había sido antes o después de que acudieran a la otra sala.
Entonces llegó la chispa de una idea. ¿Cómo no se me había ocurrido en el mismo momento en que había visto la sangre? Volví al punto en el que la criatura había sido golpeada y empecé a seguir el rastro de sangre, usando mi varita para revelar por dónde continuaba si fuera necesario.
La tarea parecía sencilla, pero Raine se dio cuenta enseguida de que no iba a serlo. Con la indicación de los polvos había sido fácil, pero sin ellos, detectar pequeñas gotas de sangre invisible ya reseca sobre una superficie tan oscura era realmente complicado. Incluso con la ayuda de las otras dos brujas, lo que hacían un total de seis ojos y tres varitas buscando, les llevó largos y tediosos minutos seguir un esporádico y cada vez más complicado rastro de vuelta hasta casi las escaleras. Aquello fue suficiente para decirle a Raine que el encuentro había sido a la salida, y que no habían usado un traslador, al menos hasta aquel punto. Intentar seguir el rastro más allá de los corredores del Décimo Piso, donde la gente había estado caminando toda la mañana, era sencillamente imposible.
Durante los minutos que nos llevó buscar una sonrisa y una expresión de concentración se alternaban en mi rostro, según si estaba buscando un nuevo rastro o no. Aquello sí había sido un avance.
Una vez que perdimos el rastro por completo me puse en pie con la espalda bien recta. Después de andar inclinada sobre el suelo tanto rato fue algo de agradecer.
—Bien. Hemos descubierto —enuncié, incluyéndolas en los hallazgos— que este encuentro fue al abandonar la planta, con lo que ya se llevaban el objeto. Iban al menos un mago, presumiblemente Marcus Pawl, y una criatura, y fueron sorprendidos dando un rodeo cuando ya tenían lo que probablemente habían venido a buscar. Eso, o... —Fruncí el ceño ante una nueva teoría—. Eso o fueron sorprendidos cuando iban a por algo más a la otra sala. Si no no tendría sentido que estuvieran allí. Cuando uno roba algo de un lugar como el Ministerio debería salir tan pronto como le sea posible.
Una vez más, cada respuesta suscitaba nuevas preguntas. Miré a las dos Guardianas.
—Las alarmas del Ministerio, ¿cuándo saltaron? ¿Durante el combate? ¿O no llegaron a hacerlo ni siquiera entonces? ¿Cuál es el protocolo en caso de que suceda algo así? ¿Se cierran todas las salidas de inmediato?
—Ni las alarmas del Ministerio ni ningún tipo de defensa —respondió Selwyn, erguida y con el mentón ligeramente alzado en aquel gesto de suficiencia que empezaba a hacerse familiar. Después, antes de responder a las últimas preguntas, se volvió hacia su compañera como si quisiese comprobar algo antes de despegar los labios. Fue una mirada significativa que ambas parecieron entender, de las que hablan sin palabras, y que finalizó con un asentimiento casi imperceptible por parte de L’novo hacia la bruja rubia. Esta se volvió para mirar a Raine, actitud resuelta y manos a la espalda, hablando de nuevo con claridad—. No podemos discutir el protocolo con usted, señorita Doe, no sin una orden escrita por parte de McNut. Basta con decir que no se activaron ninguno de los hechizos y que no se encontró a nadie sospechoso. Si hubiese sido así, imagino que tendría dicha información disponible. ¿Continuamos con… ?
Pero la pregunta murió sin llegar a terminar, dejando una expresión de profunda confusión en el rostro de Selwyn. Sus ojos temblaron por un instante, mirando a Raine de forma diferente y después a Zawe.
—¿Notan eso?
Tirada oculta
Motivo: Consciencia Selwyn
Dificultad: 8
Tirada (5 dados): 2, 3, 3, 10, 5
Éxitos: 1
Tirada oculta
Motivo: Consciencia L'novo
Dificultad: 8
Tirada (5 dados): 5, 7, 3, 3, 1
Éxitos: -1 Pifia
1/2
Su compañera le devolvió una mueca de no entender a qué se refería, y por un instante Raine tampoco tuvo muy claro qué estaba ocurriendo. Fue entonces cuando un escalofrío muy vulnerable trepó sobre su piel como uñas deslizándose suavemente hasta la nuca, dejando un soplido estremecedor a su espalda. Hacía frío, notó, un frío que había emergido de forma gradual envolviendolas sin apenas darse cuenta, y Raine supo exactamente a qué se debía. No importaba en qué rincón del mundo estuviese, su pasado siempre terminaba volviendo a ella.
Una sensación angustiosa se posó sobre su estómago, justo al final de su esternón. Aquella era una tarea importante, vital, de la que dependían muchas cosas, entre ellas su posible cargo como Inefable. No era el momento de lidiar con fantasmas, y mucho menos permitir que la intrusión del mismo estropease el curso de la investigación. Su suerte nunca la había acompañado en ese sentido, ni en muchos otros. Nott siempre reaparecía de la forma más inesperada, como una sombra aberrante de los terrores que ocultaba su pasado y su mera existencia.
2/2
>:-]
Apreté los labios levemente al escuchar la respuesta de Selwyn. Tenía claro que aquello ya nos lo habían dicho, pero no era hasta este momento que esa información cobraba aún más importancia. Cambié luego el peso de pierna, incómoda con la idea que se me pasaba por la cabeza, e hice un gesto para que entendiesen que no era un problema que no discutieran el protocolo conmigo.
Iba a decir algo cuando Selwyn pareció extrañada... Y pronto entendí por qué. Giré la cabeza con frustración. ¿De verdad tenía que venir justo ahora?
Se me pasó por la cabeza explicarme. Incluso disculparme, por muy ridículo que fuese. Había mucho en juego, tanto para el Ministerio como para mí. Sin embargo, se me ocurrió una cosa entonces. Quizá por una vez Nott sirviese para algo más que un incordio.
—Si encontraron la forma de desactivar las alarmas, quizá al marcharse con prisa no las restablecieron —dije, evitando contestar a la pregunta de Selwyn directamente—. Díganme, ¿no deberían las alarmas de detectar eso mismo? —Hice un gesto refiriéndome a la ominosa presencia—. ¿Es posible que no estén activas ahora mismo?
La verdad es que un minuto antes me habían dado ganas de comprobarlo yo misma. Conjurar algún hechizo ofensivo, por ejemplo, o pedirle a alguna de las Guardianas que me atacase. Sin embargo, con mi puesto de inefable en juego, no quería saltarme tan flagrantemente las reglas si podía evitarlo. Quizá lo viesen como algo audaz, quizá como temerario, estúpido e irreverente. No iba a arriesgarme.
La bruja ladeó la cabeza en un gesto que casi pareció ofendido, frunciendo el ceño bajo el flequillo oscuro con los labios pegados dibujando una fina línea. Los despegó para contestar, y entonces fue cuando pareció percatarse por fin de la imperiosa presencia que parecía merodear a su alrededor. Su expresión se congeló un instante, seguida de un sentido escalofrío que hizo que la bruja se irguiese bajo su túnica. Carraspeó antes de hablar, como recuperando la compostura perdida y el hilo de pensamiento.
—La primera asignación esta mañana ha sido revisar todo, tanto del Décimo Piso como el resto de plantas. Le puedo asegurar que los hechizos de protección están en su sitio, señorita Doe —repuso calmadamente, buscando encontrar los ojos oscuros de Raine—. No... tengo muy claro qué es esa presencia, pero no es algo fuera de lo común, en esta planta o en otras. Igual que Hogwarts o Gringotts, el Ministerio es un lugar antiguo plagado de presencias, recovecos y artefactos mágicos. A veces llueve en un despacho. A veces las lechuzas desaparecen en medio de la nada y reaparecen días más tarde. A veces se escucha el mismo sonido, a la misma hora, el mismo día de la semana, durante un mes y luego nunca más, y no siempre tenemos forma de explicarlo. —Extendió las manos, gesticulando con ellas mientras hablaba. Parecía estar buscando la forma de decir algo en concreto—. No quiero sonar como si estuviese aleccionándola, se lo prometo, pero tiene que entender que hay un delicado balance entre proteger un lugar y hacerlo inhabitable cuando hay cientos de magos adultos trabajando y lanzando hechizos y moviéndose en todas direcciones. Tratamos de hacerlo lo mejor posible y somos conscientes de que hay mucho que mejorar, pero es lo que es. No somos Azkaban y nunca podríamos llegar a serlo sin hacer la vida de todos los demás mucho más complicada... Lo siento si eso no ayuda mucho en su investigación.
Tirada oculta
Motivo: L'novo
Dificultad: 7
Tirada (5 dados): 5, 10, 5, 2, 3
Éxitos: 1
Te recuerdo que el fantasma de Raine actúa de forma diferente. Raine es incapaz de afectarle con magia, y en su departamento no han podido apartarlo de ella (como por ejemplo hicieron en la saga con Myrtel la Llorona).
La más joven observaba en silencio, a veces perdiendo la mirada más allá del hombro de Raine como si esperase ver algo aparecer. No estaba del todo equivocada.
—Deberíamos regresar al ataque y revisar el resto del rastro de polvos —añadió de repente Selwyn con una pizca de nerviosismo atenazando su voz. El frío seguía allí, enfriando su aliento al respirar—. L’novo es demasiado educada para decirlo, pero quizás hacerlo al revés sea una mejor idea. Me refiero a dar primero con los que lo hicieron y después preguntarles cómo lo hicieron. Teorías hay muchas, hechos sólo uno, y si hay magos y brujas que están ventilando nuestros métodos por ahí, el punto más débil es ese. Pawl ni siquiera es del Departamento de Seguridad, ¿no? Si ha sido él, alguien le ha tenido que contar unas cuantas cosas.
Me costaba concentrarme por completo al saber que Nott estaba aquí. La verdad es que si algo podía trastocar mi investigación, si algo podía fastidiar mi proceder, era su presencia. Era el recuerdo de lo que había perdido, de lo que nunca había tenido, y también el constante obstáculo para conseguir siempre las cosas que más me proponía. Me había minado la voluntad, la autoestima y mis proyectos, y lo detestaba. Habría dado al menos medio año de mi vida gustosa si con eso pudiera no volverlo a ver... Pero no iba a ser tan fácil.
Asentí a la respuesta de L'novo, anotando mentalmente que hasta entonces no se había revisado en condiciones aquello. Habían tenido tiempo de sobra de volver más tarde y arreglar lo que tuvieran que arreglar, por ejemplo... Aunque claro, ahí ya estaba suponiendo demasiado.
Cuando la Guardiana siguió hablando volví a asentir. Era cierto, el Ministerio no era Azkaban, pero la persona un poco maniática y consciente de lo importante que era el orden que había en mí me hizo tener un rápido pensamiento, el de que quizá no sería tan malo parecernos un poco más. Al menos la gente no solía colarse en Azkaban por las buenas. Sin embargo yo misma sabía que no pensaba aquello en serio.
Selwyn, por supuesto, no decepcionó... Al menos al principio.
—Sí, comprobemos el rastro —acepté, empezando a andar hacia allí. Quizá había pasado algo por alto antes, o los polvos pudieran revelarnos alguna otra cosa—. En cuanto a hacerlo al revés... Para eso necesitamos encontrar a los culpables, y ya hay compañeros trabajando en eso. Si encuentran a Pawl, será lo que haremos. Pero mientras tanto, cada pedazo de información que reunamos puede sernos de utilidad para saber qué buscamos.
Seguí caminando mientras daba vueltas a lo último que había dicho la más joven de las dos.
—Tampoco creo que Pawl sea el cerebro del ataque —comenté, aunque realmente no tenía una base para ello más que mi impresión de que aquello no era propio de él—. Es probable que no se lo contasen a él. Por poder, puede que haya incluso algún trabajador del Ministerio implicado, pero como ha dicho, teorías hay muchas. No digo que sea así, no me malinterpreten. Pero, por supuesto, es una opción.
Me planteé preguntarles algo más. Pedirles que me dijeran, sin darme más información de la que debiera conocer, si ellas mismas serían capaces con lo que sabían de vulnerar la seguridad del Ministerio... Pero me di cuenta de que aquello podía llevar a muchos puertos, y algunos de ellos no quería visitarlos. De modo que me centré en lo que iba a hacer realmente: acudir al lugar donde había usado los polvos y seguir su rastro.
Selwyn asintió, al parecer sin intención de añadir nada más. Aun así, Raine pudo percibir que prestaba atención a sus cavilaciones, quizás tomando nota de los comentarios de una bruja más experimentada sobre sus propias pesquisas. Su actitud permanecía impávida, risueña, casi, y con aquel punto de autoaprobación inmutable.
Las tres brujas retrocedieron sobre sus pasos de vuelta al lugar del altercado, donde la nube dorada permanecía sostenida, protegida por el hechizo que guardaba la zona. Quedaba algo importante por comprobar: el extremo opuesto a la figura de Ogden, donde un baile de huellas se amontonaba. Tardó en ubicar las que realmente eran interesantes, e igual que había ocurrido con Ogden, una vez dio la señal, el polvo se removió en el aire con vida propia hasta materializar una figura prácticamente estática y familiar: Marcus Pawl.
Raine había coincidido con el mago en unas cuantas ocasiones durante los años, no lo suficiente como para conocerlo en profundidad, pero sí como para reconocer su apariencia a pesar de que la figura no tuviese la nitidez de una persona real. Era él, de eso no había lugar a dudas. Sin embargo, hubo algo que captó su atención, no inmediatamente. Fue como si el pensamiento, el recuerdo mejor dicho, se deslizara suavemente entre sus preguntas e indagaciones lentamente.
1/3
Hacía no muchos meses desde que Raine había comenzado en el Departamento, y aunque su interés estaba puesto en los fantasmas que moraban donde no debían —y un interés mucho más profundo en esa misma materia—, en aquellos días era más «la chica para todo». Adriano Velez le había encargado asistir a Marcus Pawl —el loco de los caballos, le llamaban a sus espaldas— tras su regreso de la Irlanda profunda, donde había estado conviviendo con una colonia durante casi medio año. Tenía extensos pergaminos con numerosas anotaciones de toda su actividad y, para sorpresa de Raine, todo ello estaba muy bien organizado. Tan sólo le hacía falta alguien que le ayudase a quitar la paja de todo aquel texto; horas leyendo, en resumen. Un trabajo tedioso con algunos haces de luz interesantes sobre aquellas criaturas tan inteligentes.
Pero hacia donde su mente la estaba llevando era un lugar mucho más escondido.
Entre aquellas notas, Raine había rescatado el momento singular. Uno de los centauros que parecía particularmente inclinado en colaborar con Pawl y su genuino interés por su modo de vida, había tenido la gentil iniciativa de decorar la varita del mago de un modo muy singular. Más tarde, Raine le había pedido a Marcus si podía ver de cerca el trabajo de aquel centauro, y Marcus le había tendido con una sonrisa resplandeciente —probablemente la única que le había visto en su vida— una varita magnífica de tallados exquisitos y decoración elaborada.
La varita que Pawl sostenía en aquella representación de polvos dorados no era esa misma varita por lo que, a no ser que en los últimos años se hubiese tenido que hacer con otra, aquella persona no era Marcus Pawl.
2/3
Bueno, se me ha ido un poco la pinza y al final se me ha ocurrido esta mini-historia para darte la misma información.
El sonido llegó como un eco roto donde varias voces se solapaban unas con otras, formando una cacofonía estridente de cristales rotos y uñas contra pizarras y melodías melosas como el mar acariciando la arena. Aunque hubiese querido, no habría podido decir si lo había escuchado en su cabeza solamente, o quizás fuera de ella, reverberando en las paredes negras de aquel angosto pasillo.
...Raine...
3/3
Confirmar que aquella figura era la de Pawl me hizo tensar el cuello. No era ni mucho menos un gran amigo, pero confirmar la silueta de un conocido allí hizo que aquello se volviera un poco más personal. Si él era el responsable, por pedirle cuentas, y si no lo era... Por descubrir qué le habían hecho. ¿Por qué él, además? ¿Por ser considerado por tantos un bicho raro?
Sin embargo, cuando me fijé en su varita, mi ceño se frunció con extrañeza. Tenía buena memoria y más de una vez me había vanagloriado de ello. Pero esa era una de las ocasiones en que además de para sentirme superior iba a servir para algo verdaderamente útil.
Rodeé la silueta de Pawl sin apartar los ojos de aquella varita. Mi mirada, mientras tanto, se cargaba de una mezcla de curiosidad y resolución. No era una experta en varitas, pero traté de fijarme en ella, de identificar al menos su longitud o su tipo de madera. Sobre todo, de prepararme para reconocerla en manos de otro. Por si acaso.
Era cierto que había muchos motivos para cambiar de varita. Pero uno no se desprendía de una como la de Pawl sin un buen motivo. Y si uno perpetraba un robo como aquel y tenía que recurrir a defenderse, desde luego no creía que se parase a pensar en coger una varita diferente a la habitual, cuando estas solían dar peores resultados.
Cuando me quise dar cuenta estaba sonriendo. A veces me pasaba que perdía de vista que lo que estaba investigando no debería ser motivo de alegría, pero una cálida satisfacción se extendía desde mi esternón. Y estaba a punto de decir algo cuando aquel susurro me cortó la respiración y la sonrisa. Miré hacia atrás rápidamente, buscando el origen de una voz que no sabía dónde ubicar. Y me pregunté, como no podía ser de otra forma, qué pensarían Selwyn y L'novo en caso de reaccionar de una forma u otra. Y Geraldine.
Apreté los dientes y tomé una decisión, quizá equivocada: fingir que aquello no acababa de pasar.
—Hemos terminado aquí —anuncié, deseando abandonar aquel pasillo cuanto antes. Me reservé la información de que aquel no era Pawl para Fawley. ¿Podría haberme pavoneado ante las Guardianas, disfrazándolo de didáctica demostración de deducción? Desde luego. Pero quería salir de allí.
Con esas palabras puse rumbo a la sala de la que había desaparecido el objeto. No había visto nada extraño allí antes, y ahora que sabía que el falso Pawl había entrado con una criatura invisible menos aún creía que fuese a ver nada... Pero no podía no intentarlo. En ese punto me di cuenta de algo. Alguien se había disfrazado de Pawl y había acudido a un lugar al que probablemente podría haber ido sin la criatura. El motivo era otro interrogante más para añadir a la lista. Y algo me decía que todas esas preguntas estaban conectadas, como el saber por qué se habían desviado tanto a la hora de salir de allí.
Con aquella sensación de victoria haciéndole cosquillas en la punta de los dedos, Raine dirigió a la tropa lejos de aquel lugar, de aquella voz que insistía en perseguirla sin descanso. Ninguna de las Guardianas preguntó o cuestionó su comando; después de todo estaban allí como asistencia, pero la menor frunció el ceño con una pregunta silenciosa clavada en su orgullo. Claramente quería preguntar, aunque no llegó a hacerlo.
Aunque Pawl no fuese Pawl, seguía estando la pregunta de dónde estaba realmente el mago. Sabiendo eso, era incluso más probable que estuviese en una situación peligrosa, lo que hacía su búsqueda algo imperioso. Otra pregunta seguía siendo «por qué Pawl». ¿Coincidencia o tal vez escondía aquella elección algo más? Esperaba que su compañero, Arthur Kane, pudiese arrojar algo más de luz sobre el asunto. La criatura era otro cabo suelto. Preguntas similares: cuál (en vez de quién) y por qué. Tenía que haber una razón por la que traerla allí, especialmente si se habían tomado tantas molestias en sacarla del Santuario, asumiendo que esa era su procedencia. Demasiados interrogantes, demasiados caminos y giros y bifurcaciones. Era abrumador y, sin embargo, era la clase de adrenalina que mantenía su espíritu despierto.
De vuelta al punto inicial, donde las estanterías se alzaban hasta el oscuro techo, Raine tuvo otra vez más la certeza de que sabían exactamente lo que hacían. Habría sido difícil trabajar allí con magia, con tantas cosas indescriptibles apiladas aquí allá. Sus ojos no dejaban de encontrar artilugios que despertaban preguntas en ella, pero su objetivo allí estaba claro: revisar la estancia en busca de alguna indicación relevante.
Percepción + Investigación.
Por cierto, las he dejado un poco aparte porque los polvos no eran algo con lo que las Guardianas estuviesen familiarizadas, pero si quieres que echen una mano aquí, dilo y tiro por ellas también.
De camino a la otra sala, mientras daba vueltas a toda aquella situación, dediqué una mirada a las dos Guardianas. Con mi posible incorporación a los Inefables era inevitable preguntarme cuánto tiempo llevarían ellas en su puesto, cuánto más permanecerían y si no estarían dispuestas a cualquier cosa por llegar más lejos. Que Selwyn tenía potencial era evidente: probablemente alguien se hubiera dado cuenta ya. Y si no, quizá yo debería tener un ojo sobre ella.
Una vez en la sala de objetos confiscados eché otro ojo alrededor pretendiendo ser tan analítica como fuera posible. Sería difícil no pasar nada por algo en una sala como esa, pero tenía que intentarlo. Había empezado por allí un rato atrás, familiarizándome con el lugar, pero no había llegado a ninguna conclusión... Claro que entonces no sabía tanto como ahora. Sí tenía claro que no iba a encontrar sangre ni ningún rastro que relacionase aquello con el ataque, pues este había sido posterior... Pero al menos ya sabía qué clase de criatura había irrumpido en el Ministerio y por qué Odgen había señalado a Pawl.
Tras un vistazo inicial sin duda pasaría a utilizar de nuevo los polvos. No tenía todas las reservas que quisiera, pero ahora que me había separado de mis compañeros era el momento de lucirme.
Tirada oculta
Motivo: Per + Inv (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (7 dados): 8, 6, 7, 8, 6, 3, 8
Éxitos: 6
Tirada oculta
Motivo: Per + Inv (polvos) (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (7 dados): 1, 10, 8, 1, 4, 3, 9
Éxitos: 1
Como no sabía si la tirada que me decías era para investigar normal o por polvos te he dejado las dos, contando con que hago las dos cosas.
Por mí perfecto si ellas ayudan. :)
Resultaba complicado saber dónde mirar, qué mirar, qué buscar cuando una contaba con tan poca información a mano. Sabía que habían entrado y que probablemente habían ido directamente a por el objeto —algo que más tarde pudo comprobar con los polvos—, pero en un primer barrido debía mantener la mente abierta y abarcar cuantos más detalles mejor. ¿Y si había tropezado con algo? ¿Y si algo se había caído al suelo? ¿Y si alguno de los hechizos había saltado y lo habían pasado por alto? Raine no podía dejar escapar ninguna posibilidad con algo tan importante, así que las tres se pusieron a indagar revisando todo lo que les vino a la mente, con y sin magia.
Tras largos minutos de mirar de forma exhaustiva sin indicio alguno, Raine recurrió a su «truco» con la esperanza de dar con algo más. Las horas se empezaban a hacer largas y la incertidumbre no era buena compañera en aquellos momentos, hacía que una se cuestionase si realmente estaba sobre el camino acertado o si se había desviado por completo hacía mucho. Daba espacio de sobra para que la mente se desipase... De nuevo, se hizo con un puñado y sopló sobre el lugar. Los polvos fluctuaron de forma extraña, adhiriéndose a objetos y recovecos sin explicación aparente. Enseguida se dio cuenta de que todo lo que había allí interfería como dedos invisibles, y aún con la ayuda de L'novo, que enseguida pareció entender cómo funcionaba aquel tipo de magia, resultó complicado.
Media hora más tarde, la cabeza de Raine se encontraba tan saturada de buscar sin éxito que solo pudo dar con una conclusión: el lugar estaba prácticamente impoluto. Aquel pensamiento caló en ella como una derrota personal sobre sus hombros, como si no estuviese dando el ciento por ciento de sí misma. No dejaba de rumiar y revisar y volver a mirar lo que ya había mirado... hasta algo hizo «clic» en su cabeza. Igual que las pisadas humanas dejaban huellas, aunque fuesen ínfimas, no había ni rastro del animal junto a ellas excepto en la pelea. Allí había vislumbrado su figura, y más importante, su sangre. Una explicación era sencillamente el hecho de que podía volverse invisible, pero otra explicación era que el animal se había movido en brazos, volando, o quizás en algún tipo de contenedor. El caso es que no se había desplazado por el suelo junto al impostor de Pawl. Centrada en ese pensamiento, en las huellas y ausencia de estas, pudo comprobar otra cosa: sólo había un rastro. El lugar era lo suficientemente amplio como para que no mucha gente pasase por allí, y no había más que una serie de pisadas. Aunque el robo parecía necesitar de más de un cómplice —o al menos alguien con acceso a mucha información—, la incursión apuntaba a trabajo de una sola persona. Era menos arriesgado, claro, pero también requería a alguien con habilidad además de trato con criaturas… o mucha suerte.
Cuando Raine abandonó el almacén dando por cerrada aquella puerta, habían pasado casi dos horas. Quizás no había hecho un gran descubrimiento, pero contaba con varias migas que esperaba que ayudasen a darle sentido a lo ocurrido. Con suerte, sus compañeros habrían logrado avanzar en otras direcciones. Era hora de hablar con Fawley y pasar a lo siguiente.
Tirada oculta
Motivo: Investigación Zawe
Dificultad: 8
Tirada (4 dados): 6, 6, 10, 3
Éxitos: 1
Tirada oculta
Motivo: Investigación Selwyn
Dificultad: 8
Tirada (4 dados): 4, 1, 8, 4
Éxitos: 0 Fallo
Done! Te dejo que pongas un post de cierre si te apetece antes de incluirte en la siguiente :)
No me sentí frustrada cuando en un primer momento no dimos con nada. Tenía claro que estábamos hablando de alguien que se había tomado muchas molestias como para ser tan burdo, así que aquello era precisamente lo que esperaba. Y al ver cómo la magia del lugar interfería con los polvos me di cuenta de lo estúpida que había sido al no haber supuesto que aquello iba a suceder. Sin embargo, siendo realistas, lo habría intentado de igual modo, sólo por si acaso. ¿Que podría haber vaciado la sala antes? Quizá, pero ni siquiera estaba segura de que me lo hubieran permitido, ni de que por una cuestión de tiempo mereciera la pena. Además, seguramente la magia residual era suficiente para interferir de igual modo aunque sacásemos todo aquello de allí.
Si hubo una buena noticia en aquel rato fue la ausencia de Nott. No negaré que hasta me planteé que él estuviera interfiriendo también: cualquier cosa con tal de fastidiarme. Sin embargo, que pasasen los minutos y no diese señales parecía indicar que estábamos solas.
Para cuando saqué mis conclusiones sobre que quien hubiera entrado lo había hecho solo —al menos si no contábamos a la criatura, claro— decidí que seguir allí no tenía demasiado sentido. Al menos esa idea se correspondía con lo sucedido en la escaramuza del pasillo.
—Gracias por su disposición y ayuda —dije a las Guardianas—. Ha sido un placer trabajar con ustedes. —Aquello viniendo de mí quería decir mucho. Significaba, en primer lugar, que no habían sido tan incompetentes como había imaginado en primer lugar.
Después de despedirme de ellas puse rumbo a la oficina de Monroe. Debía informar a mis compañeros sobre lo descubierto y, aún más, saber qué habían encontrado ellos.