Callejón Knockturn — Pub El Aullido de la Bruja
Pendiente de título.
Miércoles 19 de Agosto, 1970 — 10:08 am
Tras la breve despedida, Nicholas abandonó el despacho con un objetivo claro en mente. Varios, de hecho. Lo primero que hizo fue enviar un mensaje a William para citarlo en media hora en el Aullido de la Bruja y, con suerte, poder aclarar la situación. El brujo había estado desaparecido desde la casual intromisión de alguien durante su última reunión, y aunque podía entender por qué, el instinto le aguijoneaba los nervios ante la perspectiva de que aquello y la misión que Lizeth les acababa de entregar estuviesen conectados. Sin embargo, no tenía otra forma de de contactar con él, por lo que sólo quedaba esperar y confiar en que aparecería. Esta vez no iban a cogerlo con la guardia baja.
Cuando Nicholas alcanzó el Atrio, el lugar estaba mucho más vacío que a su llegada. La hora punta había terminado, aunque el constante frufrú de túnicas se dejaba oír aquí y allá. Con un gesto decidido, el auror desapareció para materializarse en el mismo callejón Kockturn con un sonoro «crack». Un pequeño grupo que quedaba a varios pasos de él se sobresaltó ante su llegada, contemplándolo de forma reprobadora y alejándose hacia otro lugar. Minutos después descendía de nuevo los desgastados escalones que llevaban a la puerta del Aullido de la Bruja, adentrándose en su interior acompañado del grito estridente que anunciaba un nuevo visitante. El ambiente era lúgubre y cargado, y en un rápido barrido fue capaz de localizar a todos los comensales que se reunían para un trago temprano. Estaba bastante vacío precisamente por ser miércoles y temprano, lo que era conveniente para él. Había dos grupos pequeños, y tres magos más esparcidos por el lugar, además del brujo encorvado que estaba apostado tras la barra, contemplándolo a la espera de un pedido.
Serán cerca de las 10 am
Tirada de Percepción + Alerta si quieres fijarte en la gente que tienes alrededor. Te vale la especialidad.
Avanzando por el local con perfil discreto, Nicholas se dirigió a la pared más lejana a la puerta, donde William solía sentarse, y tomó asiento allí esperando que apareciera. En el Aullido de la Bruja había empezado para él este extraño caso, y allí pensaba encontrar la verdad.
Una vez sentado, sacó del bolsillo interior de la chaqueta un reloj de bolsillo, comprobando que las manecillas seguían en el mismo sitio. Era costumbre entre muchas familias de magos tradicionales que a los jóvenes que cumplían diecisiete años se les regalase un reloj de bolsillo; era un regalo de gran importancia que señalaba el paso de joven a adulto, y normalmente pasaba de padres a hijos, o entre otros miembros de la familia cercanos. El de Nicholas en particular, llevaba grabado el emblema familiar en su parte trasera, le había sido cedido por su padre, y nunca parecía mostrar la hora correcta, como si estuviera roto. Pero la realidad era que cumplía su función a la perfección.
Cuando había comenzado a mantener esas reuniones, William y Nicholas habían resuelto que necesitaban un método de ponerse en contacto que fuera discreto y no interceptable. Las lechuzas cumplían su trabajo para algo puntual, pero se las podía seguir, o podían derribarlas y tomar el mensaje... Nicholas estuvo un tiempo dándole vueltas a ello, y la solución se presentó cuando un día vio a William sacar un reloj de su bolsillo para mirar la hora.
En sus tiempos en Hogwarts, el joven Nick había leído de los encantamientos proteicos, capaz de vincular dos objetos haciendo que los cambios en uno se reflejaran en el otro y, tras algunos intentos, consiguió hacer que su reloj y el de Williams se hicieran gemelos. Al mover las manecillas de uno se movían las del otro, lo que indicaba la hora de la próxima reunión, y cambiando la inscripción grabada en su parte interior, indicaban la fecha y el lugar. Una vez modificado uno, el otro reloj comenzaba a vibrar levemente pero sin pausa hasta que fuera abierto. Tal vez no era la solución definitiva, pero había funcionado hasta ahora. Y a nadie le hubiera parecido extraño que un mago de cierta posición como Nicholas llevase un reloj de bolsillo con el emblema de los Fawley, aunque pareciese roto. La gente tendía a atribuirle valor sentimental a esas tonterías.
De esa forma, había podido convocar a William tras salir de la oficina de Lizeth, dándole media hora para llegar al encuentro. No estaba seguro de que fuera a aparecer allí, pues si había oído los rumores sobre el robo en el Ministerio, ya sabía que Nicholas iba a hacerle preguntas incómodas. Pero Nicholas realmente deseaba que lo hiciera. Si no aparecía, no le dejaba más remedio que actuar como si William estuviera implicado en el asalto. Era demasiada casualidad que le hubiera pedido aquellos informes tan relacionados con el caso sólo unos días antes.
Hizo una seña al camarero para que le sirviese un vaso de lo de siempre, y aprovechó para lanzar una ojeada discreta a los habituales del lugar. Desde la última vez, no se sentía tan seguro hablando allí. Era consciente de que alguien había intentado hurgar en su mente cuando hablaba con William y su extraña amiguita, y no iba a tolerar que volviera a suceder.
Tirada oculta
Motivo: Observar (Especialidad)
Dificultad: 6
Tirada (6 dados): 10, 4, 6, 10, 6, 2
Dados repetidos: 6, 6
Éxitos: 6
Ya en su sitio habitual, desde donde le era fácil abarcar toda la sala de un sólo vistazo, Nicholas mantuvo los ojos abiertos prestando atención a los detalles que la gente revelaba sin darse cuenta. Era fácil, y no hacía falta ser particularmente lúcido para poner piezas juntas. El primero grupo andaba jugando a las cartas, llenando el lugar de comentarios, gruñidos y alguna que otra maldición en voz alta. No era la primera vez que los veía, y estaba claro que se conocían de antes y que estaban demasiado ensimismados como para prestarle atención a nadie más. Ni siquiera tardó cinco minutos antes de darse cuenta de que uno de ellos hacía trampa. El otro grupo, tan sólo tres personas, charlaba animadamente aunque de forma más comedida. Parecían discutir sobre pociones y cómo conservarlas debidamente, y conforme los minutos se fueron deslizando pasaron a hablar sobre los caros que se habían vuelto algunos ingredientes, dónde comprar pociones de calidad, y después saltaron a accidentes catastróficos que algunos magos habían padecido por no seguir bien las instrucciones. Nada relevante ni interesante.
De los otros tres comensales, uno de ellos se marchó poco después de llegar el auror, otra trabajaba con varios libros esparcidos sobre la mesa, anotando en varios pergaminos diferentes, y el último estaba en la barra, charlando de vez en cuando con el propio camarero sin mucho que decir. Parecía matar el tiempo, trago tras trago de whiskey de fuego. Nicholas se mantuvo atento a cualquier detalle sospechoso, intercambiando alguna mirada casual suelta y sin importancia, y finalmente decidió que estaba más o menos a salvo… Aunque mejor no bajar la guardia.
La sorpresa fue ver llegar a William ni siquiera quince minutos después de haber ajustado las manecillas del reloj, y de un solo vistazo supo que el viejo perro tenía las mismas sospechas e inseguridades que él. Lo vio repasar la sala desde las escaleras con el ceño fruncido durante varios segundos antes de acercarse a su mesa, manteniendo una mueca hosca y poco amigable. Se sentó frente a él de brazos cruzados.
Tirada oculta
Motivo: Tirada random
Dificultad: 6
Tirada (6 dados): 9, 8, 5, 7, 9, 8
Éxitos: 5
Todo tuyo!
Tratando de no ser evidente, Nicholas fue examinando uno a uno a todos los clientes del pub mientras esperaba la llegada de William. El joven auror había cometido el error de dejarse llevar por la confianza en su último encuentro aquí y no pensaba repetirlo, pero esta vez si que todo parecía en orden. Los habituales no resultaban un peligro, y los otros estaban atentos a sus propios asuntos. Buen momento para terminar la conversación que el otro día habían dejado a medias.
Si es que William aparecía, lo que dudó durante algunos minutos, hasta que lo vio entrar por la puerta antes incluso de la hora acordada. Esperaba verlo entrar con su expresión de confianza habitual, casi burlona, pero en lugar de eso traía una expresión hosca e insegura, de claro disgusto. Como si se la hubieran jugado a él también.
- Creo que ya nos conocemos de sobra... - comenzó a hablar con gesto inexpresivo cuando se sentó frente a él. La charla de cortesía la dejaba para otros - Y sabes que no me gusta que me la jueguen.
Dudaba de que William hubiera participado en el asalto el mismo; sabía que Nicholas hubiera ido a por él. Pero tenía claro que estaba informado del asunto, o al menos conocía a alguien interesado en el objeto. Hizo una pausa, observando la expresión de su contacto, y luego continuó hablando:
- Es curioso. El otro día hablamos de ciertos informes, y de alguien que quería recuperar lo que es suyo - comentó en un tono de poca importancia, como si fuese una mera coincidencia - Y hoy me han asignado a un nuevo caso, porque alguien ha robado un objeto propiedad de uno de los nombres en ese informe. Una extraña casualidad, ¿no?
William escuchó con atención; era un tema que le interesaba, pero no menguó el ceño fruncido en ningún momento hasta que mencionó el nuevo caso. Entonces negó lentamente con la cabeza musitando un brusco «joder...» entre dientes. Se frotó el rostro con ambas manos, frustrado, y después alzó la mano lentamente, señalándolo con el índice un instante antes de guardar la mano de nuevo. Parecía estar midiendo sus palabras con cuidado, ordenando la información en su cabeza.
—Espero que no estés pensando que tengo algo que ver con eso, muchacho. Jacky está ilocalizable, así que estamos los dos en las mismas.
El camarero se acercó a ver qué quería tomar William, y este lo despachó de inmediato con un gesto de la mano, siguiéndolo con sus ojos grises hasta que se hubo ubicado de nuevo tras la barra, lejos de la conversación. Después regresó a Nicholas, manteniendo el todo bajo.
—Te lo voy a decir ya, porque te veo venir. No. No sé quién o quiénes han sido. Jackelyn es la sobrina de un buen amigo mío. Regresó hace unos meses del extranjero y necesitaba ubicarse, así que le ofrecí ayuda. Hace una semana o así me dijo que una persona de confianza suya necesitaba localizar esos informes urgentemente, y me preguntó si conocía a alguien que podía hacerlo de forma discreta. —Alzó las cejas de forma inquisitiva, mirándolo con evidencia. Esa persona era el propio Nicholas, claro. —Intenté dar con ella nada más salir de aquí y no ha habido manera.
El hombre apretó los labios y seguidamente se palpó la chaqueta varias veces hasta localizar la pipa y el tabaco.
Puedes hacer tirada de Percepción + Empatía si quieres :)
Nicholas mantuvo una expresión sobria, ocultando el desprecio que comenzaba a arder en su interior.
- Te lo mereces. Deberías haber confiado en mí y haberme dicho quién era.
No era que le pillase totalmente por sorpresa, pues desde que había visto a aquella chica por primera vez, una alerta se había encendido en su mente. Le había olido a sospechosa a kilómetros. Si William hubiera sido más inteligente y le hubiera dicho quién era cuando se lo preguntó... Ahora no tendría que buscarla también.
- Voy a creer que no tienes nada que ver en esto. No mencionaré tu nombre. Pero tendrás que ayudarme - se inclinó hacía delante en la mesa, esperando a que William se encendiera la pipa antes de volver a hablar - Teniendo en cuenta el final de nuestra última opción, veo dos posibilidades. Que "Jacky" te la haya jugado, sabiendo que habíamos sido escuchados. Tal vez no quería que se le adelantaran. O que lo haya hecho la persona que escuchó nuestra conversación.
Nicholas sospechaba más de la primera, pero tenía claro que era demasiado pronto para cerrarse otras vías de investigación. En cualquier caso, no lo sabría a ciencia cierta hasta que tuviera delante a la amiguita de William.
- Podemos hacerlo bien si colaboras, William, arreglarlo entre nosotros. Yo devuelvo el objeto al Ministerio, le cargamos el robo a algún criminal habitual de por aquí, y la hija de tu amigo queda libre, para que tengas unas palabras con ella si lo consideras.
Habría que encontrar un candidato apropiado y engañar a Lizeth, pero podía hacerse si aparecía con el objeto y una historia creíble. Seguía sin saber que era el objeto y a por qué tantos riesgos para recuperarlo, pero la respuesta a esas preguntas la podría tener Jackelyn si estaba involucrada. Sólo tenía que dar con ella, y explicarle sus opciones. O se lo contaba todo, o Azkaban.
- La voy a acabar encontrando, tarde o temprano. Y si me das alguna pista o dato que me ayude a hacerlo a antes, será más cómodo para todos.
Tirada oculta
Motivo: Per + Emp
Dificultad: 6
Tirada (5 dados): 7, 4, 5, 6, 8
Éxitos: 3
Había algo que a William no terminaba de encajarle de aquella conversación, algo que Nicholas pudo ver a la legua desde el momento en que dijo «No mencionaré tu nombre pero tendrás...». El hombre había sido sincero en sus palabras, no tenía idea de dónde estaba la muchacha, pero tenía un enfoque diferente sobre cómo debía ir aquella conversación. Sus ojos grises permanecieron clavados en él, inmutables, y bajo ellos el auror pudo notar cómo rumiaba las palabras que iba a decir tras él. Con calma, William se preparó y encendió la pipa mientras Nicholas recitaba su discurso.
—Creo que te estás haciendo una idea equivocada, Nicholas. Tú no me estás haciendo un favor aquí ni “tengo” que hacer nada por ti. Tengo la sensación de que a veces se te olvida dónde está la línea… —Pareció ir a añadir algo más pero cortó la frase soltando el aire por la nariz de forma sonora. —Un agente del ministerio me ha citado aquí, y he venido voluntariamente, como pueden atestiguar todos los camaradas que hoy están aquí reunidos pacíficamente. Camaradas que no es la primera, ni la segunda, ni la tercera vez que nos ven juntos. —Puntualizó, hablando con tranquilidad. —No tienes absolutamente ninguna razón para sostener un arresto contra mí, así que te convendría relajar esa actitud de superioridad que tienes. No te debo nada, muchacho, y si buscas mi ayuda es que estás tan cerca de encontrar a Jacklyn ahora mismo como yo de echar alas y largarme volando.
William exhaló una generosa bocanada de humo y se cruzó de brazos, apoyando la espalda al completo sobre el respaldo de la silla de madera. Alzó ligeramente la cabeza, apuntándolo con el mentón.
—Si quieres mi colaboración para encontrar lo que sea que os han robado, será bajo un trato diferente. Si no, puedes ir por tu lado y yo por el mío. Jacklyn sabe perfectamente cuidarse sola, así que buena suerte.
Había escrito Jackelyn pero es Jacklyn lol
Aunque Nicholas se sintió decepcionado, su rostro no lo reflejó, manteniéndose inexpresivo. Hasta ahora William siempre se había mostrado razonable, pero esta respuesta había sido terriblemente estúpida. Sabía que Nicholas no era de los que amenazaba en vano.
- Si era una broma, no me ha hecho gracia - respondió finalmente, en tono serio y clavando una mirada firme en el hombre - Esto no es cosa mía, hay gente importante en el Ministerio que quiere esto resuelto y si está implicada, van a acabar dando con ella.
El Ministerio podía tener muchos defectos y muchos incompetentes entre sus filas, pero seguían ostentando el poder y los recursos. Por mucha confianza que William tuviera en su amiguita, no iba a poder esconderse eternamente de una brigada de aurores tras su rastro, muchos de ellos expertos en encontrar a quienes no querían ser encontrados, y con informadores en toda esquina sospechosa de Gran Bretaña. Si el nombre de Jacklyn saltaba a la lista de sospechosos y McNut la quería detenida, la iban a tener. Él mismo Nicholas levantaría todas y cada una de las piedras de Londres si era necesario.
- La única oportunidad que tienes de protegerla es que yo la encuentre primero. Dame algo que me ayude y tendrás mi palabra de que, si colabora, intentaré dejarla fuera - hizo especial hincapié en las palabras "si colabora". Como mínimo, iba a tener que dar algunas explicaciones - O puedes no decirme nada, y exponerte a lo que pueda pasar. Será divertido ver a "Jacky" dando tu nombre en el Wizengamot a cambio de unos años menos de condena. Seguro que cuando se lo proponga tiene menos reparos a aceptar que tú.
El último comentario iba cargado de intención, pero en esta ocasión Nicholas no lo acompañó de una ligera sonrisa como solía hacer. Al contrario, su rostro pareció aún más determinado cuando volvió a hablar tras una breve pausa, dejando que las palabras calaran en William.
- Y no podrías culparla a fin de cuentas. Es lo que tú has estado haciendo tantos años. A la vista de todos, como has dicho - extendió una mano sobre la mesa, señalando al resto del local - No voy a detenerte, pero sería una pena tirar por los suelos tantos años de colaboración por una chiquilla demasiado lista, y que todos los "camaradas" se enteren de que has colaborado con los aurores para salvar tu pellejo. En el negocio, la reputación es lo todo, tú mismo me lo enseñaste.
Aunque no lo trasluciera, si había puesto la oferta sobre la mesa en primer lugar, había sido por deferencia hacía él. Todo había comenzado como una relación de interés mutuo pero, con el tiempo, había llegado a respetar a aquel hombre, e incluso a aprender a jugar su juego casi tan bien como él. Le había protegido e informado, y había confiado en él. Todo para que ahora se planteara siquiera traicionarle por una vulgar ladrona que se la había jugado a las primeras de cambio... Debía haber algo más que no le hubiera contado.
- No eres idiota, William, apuesta sobre seguro. Sabes que cumplo con mi palabra, y sabes que Jacklyn no va a poder esconderse para siempre. Ahórranos molestias innecesarias a todos, y solucionemos esto discretamente.
Tochaco importante. Pero se resume en que "pa' shulo yo" xD
Había escrito Jackelyn pero es Jacklyn lol
Cierto, y yo te he seguido sin darme cuenta. De hecho, si me hubieran preguntado, hubiera jurado que era Jackelyn xD
En el rostro de William se fue dibujando una plácida y serena sonrisa, como si las amenazas se las estuviese leyendo a la silla de al lado en vez de a él. Al llegar había parecido nervioso, pero ahora se mostraba mucho más tranquilo, y conforme más hablaba Nicholas, menos en serio parecía tomarse al auror.
—¿Broma? —rió, mostrando los dientes amarillentos en una sonrisa torcida y ladina. —La broma es que vengas exigiendo nada como si fueses a salvarme el culo, chaval. A mí o a ella. Si crees que eres el único contacto que tengo en el Ministerio, es que no me conoces en absoluto. Y ya te lo he dicho, Jacklyn no necesita que nadie le guarde las espaldas. Si no pide ayuda es que no la necesita.
Dio una profunda calada, soltando el humo hacia un lado para que no estorbara. Se había recostado en la silla, apoyando el codo por encima del respaldo en una actitud mucho más pasota de la que probablemente debiese para la situación en la que se encontraba.
—Por supuesto que no soy idiota, por eso no apuesto. Apostar es jugársela, igual que hacer tratos cuando no sabes la verdad. Estás dando por hecho que ella ha sido la culpable, igual que das por hecho que la vas a coger, o que me vendería sólo por apretarle las tuercas. Das por hecho muchas cosas para ser un investigador. Además de que estás olvidando lo más importante de todo y lo primero que te he dicho, antes de que empezases a amenazar: no tengo ni idea de dónde está. —Levantó las manos encogiéndose de hombros. —Siempre me has caído bien, Nicholas. Eres listo, avispado, y tienes temple. Pero te falta quitarte el palo del culo cuando no toca. Te habría ayudado encantado si no hubieses venido soltando exigencias y amenazas, sobre todo cuando no tienes nada a lo que agarrarte. Para la próxima aprende humildad, muchacho. Cuando se te bajen los humos, avisa.
Los ojos color miel de Nicholas se clavaron con frialdad en los de William mientras terminaba de hablar. Tal vez hubiera sido más inteligente poner buena cara y pedir disculpas, pero no podía hacerlo. No iba a tolerar que nadie le diera lecciones, y menos un vulgar criminal. Era un auror y un Fawley, y estaba muy por encima de eso.
- Un palo en el culo puede ser incómodo y doloroso. Pero te mantiene recto - respondió seco y con aparente tranquilidad, intentando mantenerse sereno en sus palabras aunque su interior comenzara a hervir. Pero cualquiera que conociera mínimamente a Nicholas, sabría que la cosa no iba a quedar así. Ya parecían haberse definido las lealtades, y la excusa de la humildad era sólo un pretexto para seguir protegiendo a aquella chica. Ahora lo veía claro.
- Puede que yo necesite aprender humildad, William, pero tú necesitas aprender a distinguir el bando ganador - Se mantuvo en silencio unos instantes, antes de volver a hablar ya con total franqueza - Recordando nuestro anterior encuentro, es evidente que tu amiguita está involucrada o sabe algo al respecto, y he venido directo desde la oficina a hablar contigo en primer lugar. No para exigir nada, sino por respeto hacía ti. Para solucionar esto de forma práctica para todos, como siempre hemos hecho... Si prefieres no ayudarme para proteger a una delincuente que ha jugado a tus espaldas a la primera oportunidad, tendré que aceptar tu decisión. Pero entonces todos nuestros tratos acaban aquí.
Comenzó a levantarse con parsimonia, pensando no decir nada más, pero el rencor acabó ganando esta vez. No era la primera traición que sufría, pero si tal vez la menos esperada. Nunca se había fiado del todo de William, y era consciente de que algún día intentaría jugársela. Pero no esperaba esto, que pusiera a una recién llegada por encima de una relación que había sido tan provechosa para ambos. Al final, había demostrado ser un estúpido, aunque se hubiese camuflado bien todo esto tiempo. Y lo más que le fastidiaba era no haberse dado cuenta antes.
- Espero sinceramente que ella no esté involucrada en esto, William - Se quedó allí de pie, encorvado con las manos apoyadas sobre la mesa mientras terminaba - Porque si lo está, voy a arrastrarla personalmente hasta el Ministerio. Y tú irás detrás. Te prometo por mi apellido que lo haré.
Y dicho eso, se giró para irse, sospechando que no iba a hacer nada por detenerle.
William negó con la cabeza mientras la decepción se iba formulando en su rostro sin despegar los labios y sin borrar esa sonrisa socarrona. Dio varias caladas bien sentidas, reteniendo el humo en los pulmones durante varios segundos y aprovechando la exhalación para mirar hacia otro lado. Sabía reconocer una batalla perdida, y no tenía intención de agriar más la visita con aquel duelo absurdo. Tenía cosas que decir, pero decidió morderse la lengua en vez.
Lo dejó marchar, con todas las consecuencias que eso tendría.