Partida Rol por web

La dama se sorprende de que le ofrezcas tu propia anforita para beber y agradece el gesto. Acepta y bebe un sorbito, pero le resulta fuerte y cierra los ojos con fuerza, tosiendo un poco.

- ¡Qué licor tan intenso! -consigue decir sonriendo-. Pues sí, estoy sola. Mi padre no me dejaba acudir a la fiesta, pero es en honor de un amigo y no podía dejar de venir... Así que me he escapado -te susurra para terminar, con una sonrisa pícara.

Luego mira alrededor, como temiendo que puedan descubrirla, pero parece estar tranquila. No para de mirarte de arriba a abajo, deteniéndose especialmente en las partes de tu cuerpo menos cubiertas por el kimono masculino. Sus mejillas enrojecen un poco, pero no dice nada ni deja de sonreír.

mira a la chica con cierta curiosidad y picardia -muy bien, nada como ir a una fiesta a escondidas, me recuerda a mi juventud, el licor en ese entonces era mejor que el de ahora, este es bueno, nada tan bueno como lo "intenso". te ves un poco intranquila, tal vez deberiamos ir a un lugar mas tranquilo para que no te descubran tus padres, eso si no te molesta abandonar a tu amigo- le vuelve a ofrecer de su anforita

La jovencita enrojece aún más cuando escucha esa proposición. Te mira con picardía y sonríe. Parece que está a punto de aceptar...

Sin embargo, justo cuando va a hablar algo atrae su atención y mira por encima de tu hombro. Se lleva las manos a la boca y reprime un gemido. Tú te vuelves instintivamente, pero no ves nada... sólo el muro de la finca y las ramas colgantes de un sauce. Pero ella parece asustada por alguna razón.

volteo a ver a la chica y al muro alternadamente y despues le digo -que le pasa señorita? se ve muy alterada, ve algo? siente algo? el alcohol estaba muy fuerte?- le doy un trago mas -no, no es tan malo, que le pasa entonces- algo sacado de onda me rasco la cabeza con mi baston

La chica traga saliva, muy preocupada. Luego intenta decir algo, pero ningún sonido llega a salir de su garganta. No cabe duda de que algo la ha asustado de forma importante. Por fin logra calmarse un poco.

- He... he visto... a alguien -dice entrecortadamente, con un hilo de voz-. Un hombre de pelo blanco... con una sonrisa horrible. Llevo varios días viéndolo... creo que me persigue... Y estaba sobre el muro ahora mismo.

Señala con una mano temblorosa cubierta por la manga del kimono la parte alta de la tapia que tienes a tu espalda. Ahí sigue sin haber nadie, pero la muchacha afirma sin lugar a dudas que ha visto al extraño acosador.

toma a la chica por los hombros y la sienta en el asiento mas cercano que encuentra, despues le da su anforita y le dice -bebe un poco, te calmara- espera a que la chica se calme y despues le pregunta -ya mas tranquila? cuentame la historia de tu acosador-

Poco a poco, la muchacha parece tranquilizarse un tanto. Tiembla menos que antes, pero no se atreve aún a alzar la mirada.

- Esperaba que al haber tanta gente aquí me dejara en paz... Pero le da igual. Creo que es un hombre, pero su cara... no sé, no estoy segura. Parece que está loco... Nunca se deja ver del todo. Sólo le veo a lo lejos, o tras las esquinas... mirándome fijamente... Da igual a donde vaya, él siempre me encuentra...

Al terminar de hablar, la chica vuelve a temblar, aunque por fin se atreve a mirar de nuevo al muro. Esta vez no ve a nadie.

- Lo denuncié ante el Shinsengumi... pero apenas me hicieron caso... Ya no sé qué hacer.

levanta el rostro de la chica con su mano y la mira a los ojos -tranquilizate, estas con el gran amano, ni siquiera un demonio se atreveria a acercarse a ti estando cerca de mi, conmigo estas segura, si ves algo extraño solo dime y yo me hare cargo- le pone la anforita en la boca para que tome y despues le toma el, despues la levanta y le pasa el brazo por el cuello -y ahora que ya estamos mas tranquilos, a donde le gustaria ir señorita... por cierto, nisiquiera me ha dicho su nombre- "tendra esto algo que ver con la leyenda que me dijo el anciano?"

La joven acepta el trago de sake casi sin darse cuenta, y puedes ver que sus mejillas adquieren poco a poco un tinte rojizo. No parece acostumbrada a beber.

- Me llamo Aika -dice, soltando un pequeño hipido. Te ha dicho su nombre de pila, lo cual es extraño... normalmente una dama se presenta por el nombre de su familia. Pero quizá esta chica tiene demasiadas cosas en la cabeza para andarse con formalismos. Te mira con confianza, se nota que le tranquiliza estar contigo.

- Quizá sería mejor que me acompañase a casa, señor -te dice sonriendo con nerviosismo-. No me atrevería a ir sola por las calles con ese... ese hombre rondando.

Al acabar de decirte eso, te mira implorante, esperando con todas sus fuerzas que aceptes escoltarla hasta donde vive.

con toda la galanteria que encuentra entre sus bolsas, amano hace una enorme reverencia a la chica y le dice -sera un gran placer escoltarla a su casa señorita aika, me alegra que sintiera tal confianza en mi como para decirme su nombre de pila, ha hecho el mas feliz del mundo a este hombre- le ofrece la mano y se ponen en marcha

Nada más salir del recinto festivo, los sonidos de la algarabía y el jolgorio se atenúan bastante. Aika y tú camináis con paso tranquilo por las calles de Kyoto, mientras ella te guía con suavidad. Puedes notar que se siente segura contigo, e incluso sonríe levemente.

Apenas hay nadie por los alrededores, sólo un par de hombres que conversan en un callejón, pero sólo os miran pasar sin hacer ningún movimiento. Entonces cae una gota... después un par de ellas más, y pronto es evidente que va a ponerse a llover con fuerza.

- Oh, no... -susurra Aika cubriéndose con su abanico para que no se le estropee el peinado-. Me mojaré el kimono...

Ambos os cubrís bajo un pequeño portal. La seda de los kimonos es muy delicada y ninguna mujer dejaría nunca que se le mojase la preciada prenda. Efectivamente, a los pocos minutos una copiosa lluvia refresca el ambiente, aunque no es más que un chaparrón esporádico y pasa pronto.

Volvéis a poneros en marcha, a pesar de que el suelo ha quedado algo embarrado. Y es en ese momento cuando la muchacha se detiene...

- ¿Has oído eso? -te pregunta, sujetándote del brazo.

le sonrie a la chica y le dice -tranquila, deben ser los residuos de la lluvia en los arboles y los techos- la tomadel hombro en un leve abrazo y sigue caminando mientras busca alguna prescencia extraña, tal vez el sujeto aun la estaba siguiendo pero, quien era el?

Aunque tratas de tranquilizar a la muchacha para que no se ponga más nerviosa de lo que está, en el fondo sabes que no se trataba de la lluvia... También lo has oído, y sabes que era una risa. Una risa fría y aguda, lejana tal vez, pero es innegable que estaba ahí.

Continúas caminando con naturalidad, pero en tu interior estás alerta, preparado para defenderte de cualquier cosa, o de cualquier atacante. Sin embargo, no estás tranquilo. Sabes que teniendo que proteger a Aika, eres vulnerable y no podrás emplearte a fondo en un combate. Y menos si se trata de un rival al que no le importa ocultarse en las sombras y atacar por sorpresa...

Tragas saliva un momento. El gran Hyo Amano nunca se asusta... pero tampoco es un insensato. La situación no es agradable. Aika percibe tu intranquilidad y te pregunta preocupada en voz baja:

- ¿Va... va todo bien...?

Entonces oyes un silbido súbito que viene justo de detrás de ti.

mira a aika con una sonrisa tratando de tranquilizarla y le dice -no te preocupes, no es nada, solo me acabo de dar cuenta que se me esta acabando el sake y aun no ha terminado la fiesta, eso si me preocupa, quieres el ultimo trago?- sigue caminando atento a los alrededores, esa risa no es buen augurio

escucha un sumbido que se les acerca y empuja a la chica hacia atras de el y se prepara para defenderse, lo bueno es que esta ebrio, asi pelea mejor

Todo es tán rápido que no te explicas de dónde sacas los reflejos para apartar a Aika de la trayectoria del objeto que se acerca a vosotros a toda velocidad, describiendo un arco en el aire. Empujas violentamente a la muchacha, que grita y cae al suelo, para alejarla de lo que sea que se acerca, y lo consigues... pero el objeto te golpea a ti en la sien.

Notas que el mundo se da completamente la vuelta y durante un momento ves un millar de destellos brillantes. Te tambaleas por el impacto, mareado. Durante los breves segundos que dura tu consciencia, te preguntas qué ha pasado y alzas la mirada. Lo único que puedes ver es a un hombre en un tejado... o al menos la silueta de un hombre. Tiene el pelo descuidado, de punta, y a la escasa luz de la noche distingues su boca torcida en una sonrisa demente que muestra los dientes relucientes.

- ¡Iiiiiih! -escuchas chillar a Aika, que está en el suelo.

Entonces hincas una rodilla en el barro, y todo se vuelve negro...

...

...

...

Al despertar, no eres consciente de cuánto tiempo ha pasado, pero estás empapado y cubierto de barro. Continúa siendo de noche, pero parece que ha vuelto a llover. Te levantas con esfuerzo y miras alrededor, dolorido. No hay ni rastro de la muchacha, ni de tu agresor. No hay nadie por la calle, ni una luz en las ventanas. Lo único que ilumina el lugar es la luz de la luna a través de los claros de nubes, que brilla en un cielo que continúa volviéndose grisáceo...

Entonces oyes algo. A tu derecha, un par de soldados del shinsengumi  te señalan y gritan:

- ¡Alto! ¡¡No se mueva!!

Corren hacia ti, desenvainando sus katanas. Se mueven como si tuvieran la intención de rodearte.

con toda la calma del mundo se levanta, se sacude la bata y se acomoda el pelo, busca su anforita y al no encontrarla le dice a los sujetos que lo rodean -quien de ustedes tomo mi anforita?- despues de unos segundos de reflexion les digo -oigan, no vieron a un sujeto dienton y a una chica que estaba tirada junto a mi? creo que la secuestraron- tomo mi baston y los veo a mi alrededor -por que la violencia?-

Los dos soldados te flanquean con rapidez, y adoptan una pose defensiva con sus katanas. Puedes ver que están nerviosos y asustados, pero aún así resultan amenazadores. Oyen lo que les dices, y uno de ellos frunce el ceño y te contesta airado.

- ¡Silencio! ¿Qué hace aquí? ¿Cómo ha burlado a las patrullas? ¡No se le ocurra moverse!

Se vuelve hacia su compañero, que parece ser de menor graduación, y le susurra sin dejar de mirarte.

- Avisa al capitán... yo le vigilaré. ¡Date prisa!

El soldado que ha recibido la orden asiente, se guarda su katana y echa a correr hacia la calle más próxima. Pero no es necesario que busque demasiado. Un soldado de pelo largo y kimono azul ha surgido de la esquina y observa la escena sorprendido. Tiene todo el aspecto de ser el susodicho capitán, y algo te dice que no va a ser amigable contigo...

Fin del capítulo. Nos movemos al siguiente...