Otoño de 1864, ciudad de Kyoto, Japón
Por la noche...
Caminas en silencio, mientras de las cornisas de las casas del barrio caen pequeñas gotitas de lluvia. El chaparrón ha pasado, pero el cielo nocturno sigue cubierto. La única luz proviene de la luna enmascarada por las nubes, y de los pequeños candiles que alumbran los interiores de las viviendas. Nadie se asoma, no se oye ninguna voz. Todo el barrio contiene la respiración, mientras el Shinsengumi peina la zona.
Avanzas por la calle embarrada, flanqueado por dos soldados que más que caminar parece que desfilan escoltándote. Finalmente llegas a la plaza, donde algunos efectivos más esperan, rodeando una esquina. Uno de ellos te ve llegar, y susurra algo a los demás, que se apartan de la pared y se cuadran a tu paso. El joven soldado que te vio llegar se encara a ti y te saluda.
- Mi capitán -dice en voz baja pero con un marcado tono marcial-, gracias por venir.
Asientes por toda respuesta, y le apartas con suavidad para ver lo que aguarda en la esquina. Desmadejado, rodeado por un charco de su propia sangre, el cadáver parece mirarte implorante. Es una muchacha de unos veinte años, de pelo negro desordenado, y llena de magulladuras y barro. Te arrodillas junto a ella, y le cierras los ojos con cuidado. Su cuerpo está surcado de puñaladas anchas y profundas. Nadie podría haber sobrevivido a algo tan brutal.
- Creímos conveniente avisarle, señor -dice el soldado de antes, detrás de ti-. Parece obra de... él.
Vuelves a asentir, furioso. No cabe duda de que es obra de él. Después de una semana, ha vuelto a ocurrir. Shikyoh ha vuelto a matar.
((Asumo que Washizuka sabe perfectamente quien es Shikyo y que antes de convertirse en un asesino psicopata fue un miembro del Shisengumi. Si quieres que no sea asi, cambio la escena sin problemas. Y perdon por la ausencia de tildes, pero este ordenador tiene una especie de virus que hace que no pueda poner ninguna...a ver cuando lo arreglo))
"Shikyo", susurra Washizuka. La simple mecion, aunque fuera en susurros, de ese nombre le traia de nuevo ese sabor amargo a la boca y una punzada de dolor que le atravesaba el alma. Eran el sabor de la traicion y el dolor de la culpa. Shikyo representaba ambas para el.
-Traed un par de eta para que se encarguen del cadaver -dice con voz autoritaria a sus hombres- y peinad la zona en busca de cualquier rastro. Registrad cada casa vecina, preguntad a todo aquel que haya podido ver algo. No me importa lo que tengais que hacer...pero encontradle.
Aquella muchacha no se merecia ese final, como tantos otros que han caido bajo las cuchillas de ese maniaco....un maniaco que antes fue un compañero de armas, un miembro del Shinsengumi. Era su responsabilidad detenerle, y cada muerte que causaba significaba otro fallo para Washizuka...y un samurai no puede permitirse fallar.
Decidido, Washizuka acompaña a sus hombres a registrar los alrededores de la plaza.
Nada más escuchar tus órdenes, todos los miembros del Shinsengumi, tanto los que te escoltaban como los que ya estaban allí cuando llegaste, se cuadran inmediatamente y se dividen para registrar el barrio, cubriendo las salidas y mirando en cada esquina. Sin ningún tipo de reparo, llamáis a las casas y preguntáis a sus asustados dueños si han visto algo inusual, o a alguien sospechoso. Todos contestan negativamente y cierran enseguida las puertas. El miedo se palpa en el ambiente...
- Señor -te dice un soldado-, quizá no sería mala idea poner carteles de búsqueda... Así la población estaría alertada y el asesino lo tendría más difícil para pasar inadvertido, ¿no creéis?
Otros dos solados muestran su acuerdo con su compañero. Pero tú eres su superior y la decisión es tuya.
Mmm... al principio me ha sonado un pelín rara la idea, pero... Qué leches, puede estar chula. Adelante. xD
Washizuka se encoge de hombros. La propuesta es, sin duda, curiosa...pero cualquier camino es bueno siempre que lleve hacia el mismo destino.
-Bien, contesta a sus hombres tras meditar la idea unos instantes, encargaos de encontrar a alguien que pueda pintar su rostro y darle su descripción. Cuanto estén esos carteles, mejor.
En alguna parte de esas calles se encuentra él, preparándose para volver a matar. Alejándose de sus hombres, y negando el darse por vencido, Washizuka prosigue su búsqueda. Antes de irse, se da la vuelta y mira al soldado que tuvo la idea de los carteles.
-Buena idea, muchacho, dice con el atisbo de una sonrisa.
Sin mediar más palabras, se interna en las calles.
Hombre, tampoco es tan rara...y no queda mal. Vamos, que me gusta la idea de los cartelitos.
El soldado felicitado sonríe con orgullo mientras se cuadra. Se marcha corriendo a preparar los carteles. Luego, todos los demás vuelven a patrullar por el barrio. Shikyoh no merece ni un segundo de respiro. Si podéis atraparlo esta noche, se evitarán muchas más muertes.
Caminas deprisa, sin miedo... pero consciente de que el asesino puede surgir de las sombras en cualquier momento. Tu mano no se separa de la empuñadura de tu katana. Si osa atacarte, será su fin y la ciudad podrá dormir tranquila. Las calles se suceden frente a ti, a la izquierda, a la derecha... todas ellas oscuras y sin vida, con un monstruo esperando para atacar y matar sin piedad. Otro estaría aterrorizado, pero tú no. Tú sólo deseas que el monstruo venga a ti, para acabar con él de una vez.
Debes escoger tu siguiente paso. Puedes continuar por la calle principal, atento a cualquier ataque por los lados... o buscar en alguna de las calles más pequeñas, donde Shikyoh podría estar escondiéndose.
Washizuka mira en derredor, ponderando sus opciones. Shikyoh es un asesino taimado, y posiblemente buscara el amparo de las sombras para ocultarse, con lo que la opción más lógica sería ocultarse en las callejuelas. Antes de dirigirse allí, cierra los ojos unos segundos y se concentra, por su mente pasan todas las situaciones posibles en la que su enemigo podría atacarle: saltando desde uno de los numerosos tejados, emboscando por la espalda aprovechando la oscuridad. Ante cada una de esos escenarios imagina también como contraatacar, como sacar provecho de la aparente debilidad.
Abre los ojos, resuelto. Caminando rápidamente sale de la calle principal y se interna en las sombras, esperando encontrarse por fin con su enemigo.
Cuando tuerces la esquina con un gesto rápido, oyes un goteo. Tus ojos se esfuerzan por distinguir los detalles del callejón, pero el único movimiento que se ve es el de unas gotas de agua que caen de un canalón de madera. No parece haber nadie ahí, sólo algunas cajas y sacos apilados. No obstante, distingues que una de las puertas que da al callejón tiene una fina rendija de luz en su parte inferior. Hay alguien en esa casa.
Atento a todo lo que te rodea, aguzas el oído y puedes escuchar que alguien habla en voz baja, demasiado baja para que puedas entender lo que dice...
Cuando alguien habla en voz baja es porque lo que dice no debe ser oido.
Silenciosamente, Keiichiro desenvaina su wakizashi(un arma mas larga no seria apropiada para el combate en un callejon) y se dirige despacio hacia la puerta, intentado hacer el menor ruido posible, para poder discernir lo que la misteriosa voz dice.
Apoyando tu oído en la puerta, aguzas tu concentración e ignoras el continuo goteo del canalón. Poco a poco vas distinguiendo palabras sueltas, pero parecen tomar sentido a medida que el que habla, que por la voz parece un hombre, prosigue con su charla:
- ... algo horrible... emos resistirnos... marchará, seguro...
La frágil puerta de madera no es una prueba difícil para el ímpetu de Washizuka. Los soportes de sus goznes se hacen astillas y cae pesadamente a tus pies. Tu entrada es tan súbita que las tres personas que hay en la estancia se quedan paralizadas. Se trata de un hombre, una mujer sentada en el suelo y una niña de unos 12 años. Los tres te miran con temor, y la mujer parece a punto de gritar.
La puerta cae sin dificultad bajo mi empuje. Al instante me encuentro dentro de la casa frente a los 3 asustados inquilinos. Mi vista salta de un lugar a otro de la pequeña habitación buscando rastros del asesino, pero no encuentro nada. Con todo el ruido que he armado es posible que Shikyoh ya sepa dónde me encuentro, si es que todavía acecha en las sombras. Pero puedo ocultarle mi conocimiento sobre su localización. Con mi katana en la mano inco la rodilla en el suelo y me llevo un dedo a los labios indicando a la mujer que no grite.
- ¿De qué estában hablando? ¿Han visto al asesino? Hable, rápido.- ordeno con voz fría y autoritaria, aunque un poco baja. A pesar de que no he gritado, sino todo lo contrario, mi mirada y la expresión de mi cara son suficientemente serias como para que esas personas sepan que voy en serio, que no quiero tonterías. No creo que haya nadie en el mundo capaz de ocultar a un ser despreciable como Shikyoh, pero el miedo a ser asesinados puede ser suficiente para que gente humilde ceda. Algo que nunca le ocurriría a un verdadero samurai, y menos a un miembro del Shinshengumi. Aunque ratas despreciables hay en todos lados...
En cuanto te oye hablar con esa voz profunda, la niña salta a los brazos de su madre, asustada. El hombre las observa un momento, y luego, sin atreverse a abrir la boca, asiente nervioso, tragando saliva. Es obvio que ese animal ha pasado por ahí. El hombre señala aterrorizado una escalera de madera que va a dar al piso superior. Intenta hablar, pero las palabras se pierden en su garganta... Sólo se atreve a seguir señalando la escalera con un dedo tembloroso.
Te fijas instintivamente en la escalera, que está ligeramente húmeda y da a un rectángulo de pura negrura. La habitación a la que llega está a oscuras, pero hay una corriente que va de la puerta de la calle hacia ella. Hay algo abierto allá arriba, quizás una ventana. Puede que Shikyoh haya tratado de escapar por los tejados, es ágil y no le costaría demasiado. Si es así, las patrullas que vigilan las calles no servirán de nada...
No dudo ni un instante y asciendo las escaleras. Mi mente no está preparada para dudar. Incluso a pesar de la negrura que acecha al final de la escalera que podría contener a Sikyoh listo para una emboscada no me detengo. Soy un oficial del Shinshengumi y como tal mi deber es impartir justicia. Y Sikyoh tanto como asesino como por desertor del Shinshengumi merece la muerte. Por lo tanto ni las sombras más siniestras detendrán mi avance.
Lo tablones crujen bajo mi peso. Si él está todavía aqui debe estar preparándose para asestarme un golpe letal desde las sombras. No creo que esa rata traidora tenga las agallas de enfrentarse cara a cara contra un oficial del shinshengumi. Pero me da igual como decida mostrarse, la empuñadura de mi katana en mis manos me da fuerza. Y si llega amostrarse será esta la que imparta justicia.
No se si tengo que tirar algo como avistar o algo así por el estilo xD.
Los escalones de madera retumban bajo tus rápidos pasos cuando subes al piso superior, alerta ante cualquier amenaza. Al llegar arriba, no puedes ver nada, salvo un rectángulo azul oscuro, que resulta ser una ventana abierta por la que se cuela el aire frío de la noche. Aguzas tus sentidos y calmas tus jadeos para escuchar mejor, pero no parece haber nadie en la habitación. Poco a poco, tus ojos se acostumbran a la escasísima luz y distingues algunos futones revueltos, un pequeño mueble tirado y unos trozos de porcelana. No hay ningún lugar donde Shikyoh pueda estar oculto, así que tus ojos vuelan rápidamente hacia la ventana. Quizá haya escapado por ahí.
De pronto, oyes algo. Viene de afuera, de la calle, y parecen ser las voces de algunos de tus hombres. Le están dando el alto a alguien o a algo, y entonces puedes escuchar un ruido que te hiela la sangre siempre que lo oyes. El sonido de las hojas saliendo de sus vainas.
Cita:
¿El sonido proviene de la calle? ¿o del interior de la casa?
Proviene de afuera, seguramente del mismo lugar en el que están tus hombres.
Aunque agudizo los sentidos al máximo no parece haber nadie en la habitación. Maldigo conteniendo mis impulsos parcialmente. Empiezo a pensar que es posible que ya haya desaparecido en la oscuridad de la noche y eso me cabrea. otro fracaso más a la hora de encontrar a Shikyho...
Entonces el ruido de la calle llama mi atención y me saca de mis cavilaciones. Son mis hombres que al parecer están deteniendo a alguien. Al principio pienso que puede ser un simple maleante, o un transeúnte despistado, pero el frío sonido de las espadas saliendo de las vainas me pone completamente alerta. No hay muchos que atrevan a luchar cara a cara contra guerreros del Shinshengumi...y entre esos pocos está Shikyoh. - ¡Maldita sea!.-
Bajo las escaleras, que antes subí tan silenciosamente, a trompicones y de dos en dos. La prisa me puede tengo que llegar a ese lugar de la calle lo antes posible, pues soy consciente de las habilidades del traidor. Mientras corro mis manos empuñan con fuerza mi katana...
Antes de nada siento el retraso. He tenido una semanita complicada. No volverá a pasar.
Cuando sales apresuradamente del edificio, te preguntas si será demasiado tarde para ayudar a tus hombres. Shikyoh es demasiado peligroso como para que sólo un par de ellos se enfrenten a él, pero quizá si llegas a tiempo, podáis reducirlo y acabar con todo esto aquella misma noche.
Llegas a la esquina y la giras con rapidez, pero te detienes en seco, resbalando ligeramente en el suelo embarrado. Tus hombres han encontrado a alguien... pero no es Shikyoh. Es un hombre con un kimono rosa, cubierto de barro y despeinado, que empuña un bastón y se encara a los soldados del shinsengumi. No tienes ni idea de quién puede ser, ni de por qué se enfrenta a tus hombres. Esta va a ser una noche movida, está claro...
Fin del capítulo. Nos movemos al siguiente...