Saluda a la encargada del orfanato del barrio. En esa época luchas sangrientas, los que mas sufren son los niños que pierden a sus padres o familiares.
Cuando escucha que la señora no ha visto a Hikari y que es raro, se preocupa aun más...
-Nunca se había retrasado en su visita? Por algún problema o algo por el estilo...
Era extraño. Y lo peor era que si en aquel lugar no estaba, empezaban a reducirse las posibilidades de que la ausencia de su queria Hikari sólo fuera un leve retraso.
Miró alrededor, las instalaciones, los niños, la anciana dueña del orfanato. Todo le trajo recuerdos dolorosos, que se añadieron a los que ya empezaban a rondar su mente debido a Hikari. ¿Dónde demonios se habría metido?
- No, hija mía -dice la anciana mirando a la pequeña Akari-, siempre suele llegar al inicio del recreo y juega con los niños. Es raro que no esté aquí.
Si Hikari no ha estado ahí, ello indica sin duda que como muy lejos ha llegado a la fuente. Siempre suponiendo, claro está, que haya hecho el mismo recorrido de siempre...
A vuestra espalda, el sol comienza a acercarse a su cénit. El clima es agradable, pero vosotros estáis demasiado preocupados como para disfrutar de ello. El día ha empezado siendo extraño, con los shikigamis buscando pelea, y ahora Hikari no aparece...
- Tenéis que encontrarla -os indica la anciana cuidadora con un dedo de advertencia-. Vuestra hermana no es tan fuerte como vosotros y si corre peligro, no sabrá defenderse.
Inclinándose para despedirse de la anciana con el mayor de los respetos, Juzoh se giró y emprendió el camino en dirección a la fuente. Se movía con prisa, empujado por una fuerza invisible que le llevaba a no pensar en nada más que no fuera el bienestar de su hermana.
- Hikari... ¿dónde estás? - murmuró para sí.
Apretó con fuerza su Kongo Rakan, miró a la pequeña Akari con la mejor de sus sonrisas, intentando tranquilizarla.
- No te preocupes por nada, pequeña, la encontraremos.
Asiente a las palabras de Juzoh. Si quiere dejar de estar preocupada lo único que puede hacer en ese momento es seguir buscándola y asegurarse que no ha tenido ningún accidente durante el camino... quizá alguna torcedura o algo asi.
-Será mejor que continuemos buscando.
Se gira hacia la mujer.
-Gracias por su información... si ve a Hikari, digale que la estamos buscando.
La anciana cuidadora asiente en dirección a ambos, y detiene su mirada un momento en Akari, sonriendo.
- Así lo haré, pequeña -os dice-, pero estoy segura de que vosotros la encontraréis antes.
Se inclina en señal de despedida. Está claro que no quiere entreteneros más. Luego se da la vuelta y se lleva a los niños adentro.
Debéis decidir cuál será vuestro siguiente paso, ya que cada vez quedan menos lugares en los que buscar...
El gigante hizo memoria, y calculó cuál sería el siguiente paso del itinerario.
- Creo que Hikari antes iba a recoger el agua del pozo. Siempre le decía que a mí no me costaría nada hacerlo en su lugar, ¿recuerdas cómo se restaba importancia?
Se permitió recordar a su amada hermana con una sonrisa bobalicona en el rostro. Akari sabía lo que sentía por ella, y ambos sabían que nunca divulgaría sus sentimientos, pero hasta ese momento no se había dado cuenta de lo que significaba para él su ausencia.
Toca el brazo de Juzoh, entendiendo como se siente en ese momento. Sabe lo importante que es Hikari para él y el estar preocupado de esa manera, no ayuda a que se sienta bien...
-Seguramente Hikari no quería que te entretuvieses por el camino por culpa de la comida... te crees que no te conocemos?
Le golpea en la espalda con la palma abierta, aunque seguramente no le hará nada...
-Vayamos al siguiente lugar, grandullón.
Sin tardanza, ambos salís del recinto del orfanato y bajáis la calle a la carrera. El suelo se estremece bajo la masa de Juzoh, y Akari salta aquí y allá con agilidad, mientras todo el mundo se os queda mirando. Están acostumbrados a ver correr a Akari, pero... ¿Juzoh con prisa? Sin embargo, no tenéis que correr demasiado. El pozo está cerca y en apenas unos minutos llegáis a la calle que baja hasta él...
Es en ese momento cuando os quedáis petrificados y frenáis en seco. Hay un hombre subiendo por la calle, un hombre alto y delgado, pero fornido, ataviado con un extraño kimono chino. Tiene una frente amplia y una coleta trenzada de pelo negro. Pero lo que llama vuestra atención es lo que lleva sobre sus brazos. A primera vista, parece un fardo... pero luego reconocéis el suave kimono beige y el pelo largo y liso, que cae libre.
¡Es Hikari! ¡Ese hombre lleva a Hikari en sus brazos!
Fin del capítulo. Nos movemos al siguiente...