Partida Rol por web

El viaje fue largo, muy largo.

Yuki, Kaede y Moriya habían alternado carretas, caballos y viaje a pie. Incluso habían viajado un trecho por la costa, gracias a un pescador que les acercó a Edo. El caso es que finalmente, después de dos días de viaje, llegaron a lo que inequívocamente era su destino.

No fue difícil localizar la mansión que buscaban. Al fin y al cabo, todos los lugareños habían oído hablar de aquella casa, pues su arquitectura occidental era tremendamente llamativa en Japón. Sin embargo, nadie sabía quién vivía allí, y de algún modo, todos temían acercarse.

Pero finalmente la tenían a la vista. Era de noche, y no había signos de actividad. Pero su instinto no les engañaba... allí había gente, y no necesariamente dentro de la mansión.

Tras un buen viaje, finalmente habiamos llegado a nuetros supuesto destino. Es bastante chocante encontrarse con aquel enorme edificio, que parecia sacado de alguna historia extranjera, en el propio Japon, de hecho sospecho que incluso para un extranjero aquella mansion seria bastante llamativa.

A primera vista parecia no haber nadie cerca, pero a mis hermanos y a mi, que nos habian adiestrado tan bien, dificilmente nos podian engañar. Puede que no fuese visible, pero en aquel lugar desde luego habia bastante actividad.

Tras contemplar las vistas, me giro a Kaede y Moriya.- Ya estamos aqui, ahora supongo que viene la parte dificil.- comento con una sonrisa, para animarlos. aunque se que no nos espera un paseo de rosas precisamente.- Entramos directamente, o buscamos una forma mas disimulada de entrar?

Moriya escucho la pegunta de Yuki. Una pregunta que el mismo se estaba formulando. Seria inteligente hacerse una composición del lugar, de las fuerzas hostiles, y de lo que podrían encontrarse, pero se sentía inclinado a gritar a viva voz que había llegado, y retar a su enemigo a un duelo mortal.

Sin embargo, había que tomar una decisión.

Sera mejor, que hagamos saltar las trampas, antes de que caigamos en ella. Yo iré por el camino principal, dejándome ver, vosotros buscad trampas, o enemigos ocultos, estoy seguro de que aquí fuera no estamos solos.

Intuyo que nuestro enemigo esta tan seguro de su victoria, que no aparecerán refuerzos de dentro de esa mansión en refuerzo de las que hay fuera.

Sin más, y sin explicar cómo sus hermanos debían o tenían que hacer para encontrar las trampas, Moriya se puso en movimiento, directo al camino principal de acceso a la casona.

Allí, tomo aire, y dio un primer paso, lento y preciso, dejando que fácilmente, cualquiera pudiera verlo, desde dentro y desde prácticamente todos los alrededores de la mansión.

El viento de la noche, movía su capa, y con un discreto movimiento, dejo que esta se abriera y volara bajo el cielo nocturno, mostrando como una de sus manos, descansaba perfectamente equilibrada sobre la empuñadura de su arma.

A pesar de ser un cebo, no iba a dejar de prestar atención a todo cuanto le rodeaba, pero lo haría con los ojos del alma, porque los ojos de su cabeza, miraban directamente la puerta principal. Deseando que su némesis mortal, hiciera acto de presencia, parar poder separarle la cabeza del cuerpo.

El momento había llegado. En este punto se suponía que era cuando todo cobraba sentido. Escuché en silencio a mis hermanos. ¿Moriya, cebo?

Igual era nuestra única opción - Yuki, ve por la derecha, yo iré por la izquierda. - dije en un susurro al tiempo que empezaba a caminar sigilosamente hacia la parte izquierda en busca de mecanismos o personas que estuvieran en los alrededores al acecho.

Asiento con la cabeza a la propuesta de Moriya.- No me gusta que seas el cebo, pero creo que eres el mejor preparado para poder hacerlo, y salir vivo.- Soy mas que consciente de que Moriya es con seguridad el mejor guerrero de los 3, y el mas fuerte y resistente. Si algo salta o ataca, seguro que lo podra manejar mejor que nosotros

.- Pero no te arriesgues inutilmente por favor- intento añadir cuando se marcha, rapidamente y si responder. Kaede me dice que vaya por la derecha, asi que con diligencia me dirijo a mi posicion, en busca de cualquier trampa que pueda haber, o enemigo escondido

No bien Moriya hubo empezado a caminar hacia la puerta principal de la mansión, una luz se encendió en una de las ventanas. Ahora era evidente que había al menos una persona en aquella casa.

Los tres jóvenes se quedaron un momento parados, en suspenso... pero nada más cambió. Sin perder tiempo, pero con mucha cautela, cada uno de ellos se dirigió a su objetivo. Moriya continuó caminando poco a poco hacia la mansión, mientras que Yuki y Kaede inspeccionaban el terreno.

Yuki, que era la que iba por la derecha, pudo ver a lo lejos un pequeño grupo de personas al lado de la pared de la mansión, justo debajo de la ventana que se había encendido. Eran cuatro, aunque no podía distinguir muy bien de quién se trataba, ni si eran hombres o mujeres. Parecían querer ocultarse, como si temieran que el que hubiera encendido la luz de la casa pudiera descubrirles...

Cuando veo que la luz de una de las ventanas se enciende, temo que nos hayan descubierto y espero a que en cualquier instantes una nube de guardias salga a por nosotros. SIn embargo, no sucede nada, la luz se vuelve a apagar y nosotros seguimos sin ser descubiertos... o eso creemos. Al menos ya se con seguridad que alguien hay alli dentro.

Mientras me muevo, noto movimiento cerca de la mansion, un grupo de personas pequeño de los que no consigo distinguir mucho. Pero parecen estar intentando acercarse sin ser descubiertos, como nosotros.

Con mucho cuidado, silbo imitando a un pajaro, aunque en realidad es una señal que algunas veces he usado con mis hermanos. Cuando consigo llamar la atencion de Kaede o Moriya, intento indicarle que hay mas gente

Lo que parece un pájaro llega a mis oídos, pero en seguida reconozco la vocecilla de mi hermana. En silencio me giro hacia ella para comprobar en seguida que tenemos compañía así que me deslizo sigilosamente a su lado esperando el momento adecuado para lo irremediable, entrar en batalla.

Kaede llegó rápida y sigilosamente hasta Yuki. Juntos observaron al grupo de gente reunida al lado de la casa. Mientras tanto, se levantó un ligero vientecillo que movió las hojas de los árboles. No era frío, ni tan fuerte como para ser desagradable, pero su instinto les decía que no era normal...

Mientras tanto, pudieron ver cómo uno de los miembros del grupo que observaban trepaba a una ventana del segundo piso de la mansión, colándose por ella y perdiéndose de vista.

Moriya sintió que el pájaro era uno de sus hermanos, se paró en seco, y espero unos segundos, sabía que Kaede se estaba reuniendo con Yuki. Lo que debía de significar que había problemas.

Sin embargo, hubiera preferido que no se hubiera desviado. Si había enemigos en el otro flanco, ahora tendrían más posibilidades de pillarlo desprevenido.

Sin embargo, dos pasos lentos más tarde, se levanto una brisa, que arrebujo la capa contra su espalda.

El guerrero lanzo una mirada a la noche por encima de su hombro, comprobando que sus enemigos no estaban tras su espalda.

Decididamente algo no iba bien. Pero no era el momento de preocuparse. Había venido a matar a su enemigo, y moriría en esa empresa.

Así que con la misma lentitud con la que había recorrido ya la mitad del camino hasta la puerta, recorrió el resto del comino. Su hoja presta a atacar a cualquier sombra que intentara atacarlo.

En cuanto Kaede se me acerca, le digo lo que he visto, que el tambien rapidamente detecta.- Ahi hay un grupo de personas, intentando entrar en la mansion.- Me fijo como uno de ellos se cuela por un ventana.- No estoy seguro de que sean enemigos, parecen intentar ser sigilosos, como nosotros. Esta bastante claro que no quieren que quien sea que halla hay dentro, los descubra...-

Una sensacion extraña me recorre cuando noto el repentino viento que se levanta.- Creo que deberiamos seguir con el plan, Moriya sigue avanzando.-

Observo a los hombres que dice mi hermana. Tras observarlos detenidamente y oír lo que Yuki tenía que decir vuelvo en sigilo hacia mi ruta para no dejar ningún flanco al descubierto.

Me intriga la presencia de dichos hombres. Los enemigos de mis enemigos no son mis amigos y el que hubiera más bandos en la casa no hacía más que empeorar nuestra suerte. Pero debíamos concentrarnos en  la misión como verdaderos profesionales.

Decididos a continuar con el plan, Kaede y Yuki vigilaron el avance de su hermanastro. Al principio, Moriya caminó con pasos algo más lentos, pero a medida que avanzaba, estos se fueron haciendo más seguros y rápidos.

El samurai no perdió en ningún momento la concentración, consciente de que en aquél lugar la atmósfera podría haberse cortado con una katana. Estaba cerca de su enemigo, y sin duda no se quedaría de brazos cruzados mientras él iba de nuevo a su encuentro.

Sin embargo, nada ocurrió. Ni centinelas, ni trampas, ni ningún obstáculo se interpuso en el camino de Moriya, que llegó finalmente a la escalera que llevaba a la puerta de la mansión. Pudo ver la puerta cerrada en el porche, y se preguntó si entrar sería tan sencillo como recorrer el camino que le había llevado hasta allí.

Solo había una razón para que el camino hasta la escalinata hubiera sido tan sencillo. Una trampa, quizás no fuera una concreta, o quizás, no fuera algo inminente, pero una trampa.

Incluso esa falsa sensación de avanzar con seguridad, sin riesgos, podía hacer que se confiara, y por eso sabía que era una trampa.

No sabía de dónde iba a llegar el ataque, de atrás, de arriba.

En este punto de su reflexión sus ojos buscaron la fina línea que la casa que se recortaba contra la negrura de la noche mucho más arriba de sus cabezas.

Podía venir de cualquier lugar, incluso, estar esperando tras la puerta. Pero el era un samurái, un guerrero, vivía y respiraba un código de conducta, una manera de vivir la vida, que nada tenía que ver con aquella mansión, o con los extranjeros que había provocado toda aquella vorágine de acontecimientos que a día de hoy habían desembocado en la pronta batalla, y en la muerte de su maestro y padre.

Giasei había muerto desangrado tras las brutales heridas, se habían apagado sus ojos mientras aquel hijo adoptivo lo miraba y juraba proteger a sus hermanos, de todo el mal que su enemigo había traído consigo.

Sabía que era el momento de la batalla final, y había que girar las tornas. Obligar a su enemigo a moverse. Darles una oportunidad a sus dos hermanos de salir con vida, de no tener que luchar cada metro hasta en interior de aquella casa, de aquella mansión, que a cada segundo se dibujaba como la boca de un lobo.

Por todo aquello, por lo que representaba su juramento de sangre a su moribundo padre, por el código del Bushido que lo guiaba en sus pasos, y que mecía sus manos, por desligarse del sigilo y los subterfugios que los hombres sin honor, que los Gaijin había traído consigo, queriendo o sin querer, por todo ello, Moriya, que ya estaba suficicientemente lejos de sus dos hermanos tomo la iniciativa.

SOY MINAKATA MORIYA, HIJO Y DISCIPULO DE GIASEI SAMA, EL ÚLTIMO HOMBRE DE HONOR DE ESTE PAIS. TU MATASTE A MI MAESTRO, AHORA, SHINNOSUKE KAGAMI, ES TU HORA DE MORIR.

Sus palabras fueron como un hacha cortando madera, como un gong sonando en lo alto de un monte a las horas convenidas por los budistas. Eran como un trueno en una noche de silencio. Era lo que era, una presentación, una provocación, una declaración de intenciones. Ahora todos los demás, los ocultos, sus hermanos, podían moverse hacia él con tranquilidad, porque él había dejado claro donde estaba y para que había venido.

Sin duda alguna había hecho lo correcto, se había enfrentado al miedo, se había enfrentado a las suspicacias, a las mentiras, a obrar como un hombre sin honor, y así, al mismo tiempo, había dado un tiempo precioso para que sus hermanos tomaran rutas alternativas, que sin duda, el pretendía que fueran más seguras.

Cualquiera que lo escuchara gritar de aquella manera pensaría que estaba loco, que había perdido la cordura. Pero en su cabeza tenía claro lo que iba a pasar. Iba a desencadenar una serie de actos y acontecimientos, todos centrados en su persona, que iban  a acabar con la muerte de su enemigo, y eso, iba a ser más pronto que tarde.

Con aquellas palabras aun resonando en el eco de la noche, con el frio moviendo su capa tras de sí, el samurái avanzo con paso firme, escalón a escalón hasta la puerta de la casa. No se molestaría en tocar, puesto que dentro, ya habría alguien esperando, para brindarle la oportunidad que se había ganado evitando a la muerte hasta aquel preciso instante.