Partida Rol por web

—No conozco a tu amigo pero ya me cae mal — no se hace esperar a una señorita, era de primero de seducción.

Un coche, era todo lo que necesitaban. Se le ocurrió que quizás, si No-Brenda dejaba a la vista una de sus piernas y se situaba a un extremo de la carretera, podría lograr que un coche frenase. Claro que aquello era más de dibujo animado que de película de serie B. No-Brenda le demostró lo poco que conocía a las mujeres. O quizás las conocía muy bien pero No-Brenda era algo nuevo y sensacional que ni en sus pesadillas más húmedas se había podido imaginar.

Cuando No-Brenda hizo su llamada y el coche derrapó Bubba sonrió bajo la máscara.

—¿Así es como consigues llamar la atención? Me gusta...

Era un coche de payasos. Y eso siempre era de respetar. Un payaso podía robar un banco o destriparte con un cuchillo. Incluso los había que venían del espacio exterior.

Se preguntó si del coche de los payasos empezarían a salir uno detrás de otro, así hasta que fueran veinte o treinta. "Idiota", se reprochó.

Sin vacilar en el andar, corrió hacia el vehículo, motosierra en mano, agitandola sobre su cabeza en un ferviente vaivén asesino. Creía que su Sierra era capaz de traspasar una puerta y partir en dos al copiloto. Y eso es lo que haría.

Ignoró la voz que provenía de megafonía, o de dentro de su cabeza, ya que no sabía si era real. Sintió lástima por el "caballero andante". Él ya había jugado a eso una vez y había terminado en tragedia; ella muerta y él hundido. Nunca más, se había dicho.

Era increíble lo idiotas que podían ser algunos.

Llegaste hasta el coche como un auténtico maniaco. Amenazante, voraz. Tu sierra comió metal, pero no a la velocidad que habrías querido, así que al tipo le dió tiempo a pasarse al asiento trasero y rebuscar con frenesí algo que había allí cuando tu conseguiste seccionar parte del techo y de la puerta, la cual seguía cerrada, pero el cristal había reventado llenandolo todo de pequeños y afilados cristales.

Candy por su parte había corrido hacia el copiloto, abriendo la puerta con rápidez y colocando el filo del machete en el cuello del tio mientras la otra mano le agarraba de la capucha y por ende, de los pelos. Prácticamente el tio salió por su propia voluntad y quedó tendido en el suelo. La joven alzó el machete para ensartar a aquel desgraciado, pero él llevaba una pistola en las manos que ahora apuntaba con los brazos extendidos a la rubia.

Ambas armas entraron en acción a la vez. La bala rozó el costado derecho de ella, el filo apenas rozó el brazo del tipo. Aquel baile iba a costar un poquito más de lo esperado. La suerte había hablado y no parecia inclinarse hacia nadie.

"Nada escapa de mí. Acero o piedra, carne y hueso. Soy la muerte. El ejecutor. Fuí un hombre, ahora un monstruo. Mis manos no se quiebran, mi corazón no se cansa, mi mente no duda. Mi cuerpo no se rompe. Soy un engendro salido del infierno. Soy una pesadilla de más de cien kilos. Soy la muerte. Y he venido a por ti".

Golpeó la chapa, aspiró el aroma de metal caliente. Disfrutó de la sinfonía de cristales rotos y urgencia, del miedo palpable en la cara del payaso. Payasos. Se reían eternamente ¿De qué? El rostro de Bubba era también una máscara, pero nunca reía. El hedor del miedo se mezcló en sus fosas nasales con el aroma de la pólvora. No-Bendra tenía problemas. Pero si ella era quien parecía ser, los solucionaría por si misma. Ella no era la chica en busca de caballero andante de las películas y él no era, desde luego, el maldito protagonista. Él era el villano, el terror.

Gruñó. Avanzó dos pasos hasta colocarse enfrente de la puerta de atrás. Esa barrera no iba a detenerle. Apretó los dientes, tensó los músculos. Atacó, rajó, utilizó la motosierra como un estilete. Quebaría el cristal, y luego, rajaría a aquel payaso.

Seguro que había sido una gran idea el ponerse esa ridícula máscara antes de que la noche callese. Pero había que tener cuidado. Las máscaras tenían poder, igual que los animales totémicos. Uno terminaba por parecerse al rostro que esgrimía. Por eso, él era un monstruo y su adversario, un mero chiste.

De nuevo atravesaste el metal pero el payaso era escurridizo de cojones. La luz potente de las farolas arrancaron un brillo furtivo al metal que ahora sostenia tu presa entre sus asustadizas manos. Habia logrado coger la pistola que a saber a que clase de listo se le ocurria llevar su arma tirada en la parte trasera y no encima como a una persona normal. El olor a alcohol te dió una pista del porqué.

Candy por otro lado seguía de pie, sangrando ligeramente por su expuesto costado, con ambas piernas a los lados del cuerpo de aquel tipo tumbado sobre el asfalto. El individuo seguía con los brazos alzados y volvia a descargar otra bala, pero la joven había sido más rápida esta vez y se contorsionó lo suficiente para ladearse y dejar que pasara de largo perdiéndose en el cielo nocturno que os cubría

Antes de llegar al Upper West Side, había que pasar por Central Park. Las luces del parque apenas se filtraban entre los árboles, por lo que ese era un lugar perfecto en el que esconderse. Aunque no parecía estar precisamente desierto. Por el norte, hacia las zonas más ricas de Manhattan, se escuchaban sonidos de varios disparos y gritos, acercándose cada vez más hacia el sur. 

En el parque se podía ver una entrada, un camino por el que seguramente pudieran circular los coches y por los que sería más fácil atravesar el parque si se quería. Y también estaba la carretera que lo rodeaba.

Mientras aun pensaba en todos esos miles que se me escapaban de las manos mientras mas me alejaba, sin darme cuenta llegue al gran parque de Nuevo York, que seguramente le diera nombre al bar-cafe de la serie esa de los amigos de los noventa que veía mi madre.

Los disparos era algo normal aquella noche, pero que se acercaran no era exactamente normal para mi, así que estuve tentado a entrar al parque para atravesarlo y llegar cuanto antes de mi nuevo destino, pero... esa zona el resto del año era la favorita para carteristas y demás calaña... Así que hoy seguramente seria la base de operaciones de algún chalado subido a un árbol y disparando con su ballesta creada por tutoriales de youtube o algún loco parecido. Así que si no podía atravesarlo en coche, prefería seguir el camino que rodeaba el parque y evitar demasiados zonas para posibles emboscadas.

Amparado por la noche y con el arma entre las manos para evita posibles sorpresas desagradables, continué caminando hacia Upper West Side rodeando el nido de ratas.

Rodeando el parque, parecía que los disparos se quedarían bastante lejos. Mientras pasabas por el lateral, cerca de la entrada del parque te pareció ver varios cuerpos cruelmente despedazados... Claro que no era algo precisamente nuevo en la Purga. Por suerte, fuera quien fuera no parecía dispuesto a abalanzarse sobre tu vehículo...

- Claro que no, te mataría yo misma. 

Aunque se visibilizaba su mal humor, no le dedicó muchas energías a su réplica. Tampoco volvió a hablar en todo el trayecto ni prestó atención a los cansinos balbuceos de la rubia. Estaba exhausta. 

- Tenemos que entrar.

En su estado, meterse de lleno en el parque le apetecía tanto como recibir otro disparo. Pero tenía claro que ese era el mejor sitio para buscar un escondrijo. 

K. no espera un segundo más y arranca el furgón por el camino dentro del parque. No es tan maniobrable como la carretera, pero entre los árboles pronto dejáis de ver las luces y algunos edificios de la gran ciudad, y con suerte nadie más os verá. Seguís avanzando y curiosamente los disparos se siguen acercando por uno de los laterales, hasta que finalmente llegáis a una zona con varias verjas y carteles que indican que estáis a las puertas del zoo de Central Park. 

Un poco más adelante, en una especie de estanque mal iluminado, veis el origen de los disparos. Unas cuantas figuras salen a toda velocidad de entre los árboles, algunos gritando y otros tropezando. Una de ellas se lanza directamente al estanque mientras los disparos suenan de la dirección que han venido. Habéis estado en suficientes Purgas para saber que eso tiene toda la pinta de ser una cacería.

Lory no había abierto la boca ni una sola vez. Y eso era una señal indiscutible: estaban muy jodidos.

Rebecca respetó el tenso silencio. Sus ojos concentrados en la carretera y sus oídos buscando cualquier señal que pudiese salvarles de esa misión suicida. Su mano aprieta con fuerza la culata de la semiautomática. Con cierta dificultad se recolocó en el asiento adoptando una posición de alarma. Había comenzado la cuenta atrás.

- Atentos.

Los gritos y disparos completaron el aviso. 

- Abrid la puerta y preparad las armas. Nos cargaremos a cualquiera que se acerque a menos de veinte metros de la furgoneta.

Hablaba sin mirar a sus compañeros. Su mirada estaba fija en esa figura que caía en el estanque. Había sentenciado su muerte.

- K. estamos muy expuestos, oculta la furgoneta. Tenemos que salir de aquí, ¡YA!

Efectivamente el lugar es peligroso pero no por los que están corriendo, ya que la mayoría están maniatados. Lory asiente tensa y ella y Ro se preparan con las armas para salir de allí. Sin embargo, K. se queda paralizado igual que tú, viendo la figura que se lanza al estanque. Es apenas un instante bajo la luz de las farolas, pero podrías reconocer su cara en cualquier sitio.

Conociéndola, sabes que Sue puede aguantar bastante tiempo la respiración y que no ha caído al agua de forma accidental... De hecho, la oscuridad de la noche hace que sea casi imposible verla dentro de la fuente e incluso a ti te cuesta distinguirla del todo. K. se gira hacia ti mientras los disparos se acercan. 

- Tenemos que ir a por ella... O simplemente esperar a ocultarnos y cubrirla cuando salga. - dice preparándose para salir con los otros dos. Los primeros atacantes, unos cinco purgadores salen armados con rifles de caza, pistolas y cuchillos, persiguiendo a la gente que sigue corriendo.

Esa figura había sentenciado su muerte y Becky estaba dispuesta a dejarla morir sin remordimientos. ¿Por qué K. no pensaba igual?

- ¡Qué coño te pasa K., mueve la p...!

No pudo terminar. La luz iluminó su cara y su mente se quedó en blanco. Abrió la boca pero no consiguió emitir ningún sonido.

- Sue.

Cuando K. le da instrucciones Becky se limita a asentir. Las cosas habían cambiado, ahora se trataba de Sue. En su interior, valoraba cuál era la mejor opción. Si estuviera en plenas condiciones ya habría saltado de la furgoneta a repartir tiros a diestro y siniestro. Pero por mucho que intentara disimularlo, estaba cerca de convertirse en un lastre.

- Ocúltanos. El resto, atentos. Saldremos a por Sue a la mínima oportunidad.

K. asiente y empieza a retroceder lentamente con la furgoneta, con las luces totalmente apagadas. Notas el bache de haber salido del camino y haberos metido en el "bosque" del parque. Tal vez perdáis algo de velocidad si queréis salir de allí, pero por lo menos estáis bien ocultos.

Los "cazadores" avanzan más dentro de la zona iluminada, siguiendo a tiros a los demás. Ninguno ha parecido prestarle especial atención a Sue, pero sí hay dos de ellos que se detienen, inspeccionando la zona por si hay algún rezagado o escondido. Pero no parecen ver a Sue ni a vosotros.

- Esa me parece una buena oportunidad. - murmura Lory, cargando su pistola. K. hace lo mismo y asiente, mirándote y esperando si estás lista o si prefieres esperar a que se vayan del todo.