Partida Rol por web

De nuevo se encontraba en la Feria. La música, las luces… todo ensalzaba la bajeza humana. Siempre se sentía asqueado cuando se acercaba al recinto, los que allí "compraban" a sus víctimas eran unos cobardes, incluso tramposos a su modo de ver: Si pensaban matar, por lo menos que se arriegaran  y salieran de caza, no dejaban de ser escoria y tal vez merecieran que se volviera en su contra.

Por otra parte, llevar a presas allí era tambien un castigo para ellos, una muerte humillante sin posibilidad de presentar batalla, sin defensa posible, con el mayor desprecio al que podrían ser sometidos…

Era un lugar que, por mucho tiempo que pasara, levantaba pensamientos encontrados en John. Aunque, si por él fuera, una bomba que lo redujera todo a cenizas y escombros haría un gran favor a la humanidad…

Absorto en esos pensamientos, casi no escuchó las palabras de Wendy. Escuchó que el tipo que iba en aquél coche era el propietario del que había rajado las ruedas donde Jessie para que Wendy se quedase allí. Supuso entonces que era quien la había estado persiguiendo cuando se cruzó con ella, quizá por robarle el coche.

Siguió la dirección del coche con la mirada, por si aquél tipo la había reconocido y no fuera un problema inmediato. Aunque en el recinto de la Feria de la Carne sabía que eso sería "violar las normas". Se podía considerar también un lugar seguro.

Había una "zona de descarga" en la que se entregaba a las presas. Le indicó a Wendy dónde estaba. No estaba seguro si Candy había llegado ya, así que la llamó.

También podría entregar al chófer, a nombre de Candy, para que ella cobrara la recompensa y seguir adelante con la noche. 

-¡WUA! -Todo aquello hizo que mis ojos se abrieran de par en par, esa feria realmente parecía una... feria, una de verdad de esas con payasos y atracciones. Supongo que ahora cambiadas por purgadores y sacrificados...

Sea como fuera me acerque hasta los guardias, supuse que podría preguntarles a ellos por donde debía entregar la captura, aunque esa entrada de los coches me daba una idea, era mejor en aquella noche no suponer nada, no sea que te dispararan por diversión, cosa probable siendo la noche que fuera.

-Disculpar, ¿Tengo un cargamento para vender como decía la publicidad de la feria, donde puedo entregarlo? -Pregunte a los guardias armados en la seguridad de mi auto, mientras por el rabillo de ojo miraba a ese otro coche que salio a la carrera, ¿Tal vez a buscar a la chica y su nueva ubicación? Se que era poco probable, pero siendo esa chica la suerte estaba medio torcida y esa posibilidad era real.

Aún cuando el joven señor Mendels pierde las fuerzas y cae dormido por el cloroformo, el Profesor no aparta el pañuelo de su rostro ni le deja ir, aunque sí aparta el cuchillo por temor a hacerle una herida fatal por accidente. Cuando está convencido de que no está fingiendo y realmente está dormido, el Profesor le deja caer y ni siquiera hace el más mínimo intento de amortiguar el golpe que se da contra el suelo.

— Bueno... pues ha sido más sencillo de lo que esperaba... —comenta para sí mismo, algo decepcionado por la poca inteligencia mostrada por su alumno. — En fin, será mejor que le ate para no llevarnos sorpresas, ¿eh?

El Profesor da una patada al inconsciente joven señor Mendels para ponerlo bocabajo, saca sus bridas y usa dos más, una para atar las muñecas del joven señor Mendels por detrás de su espalda y otra para atarle las piernas como si fuera un cordero recién capturado. Se asegura que estén bien fuertes como para que no pueda moverse y mucho menos quitárselas. Luego le vuelve a poner bocarriba y le registra para saber qué lleva encima.

— ¿Fue usted quien robó mi arma, señor Mendels? Debo recuperar lo que es mío, ya sabe, así que perdone la intromisión. —le dice mientras rebusca.

Mientras, se le ocurre algo para hacer del despertar del joven señor Mendels algo I-NOL-VI-DA-BLE. Lo arrastra hasta ponerlo bocarriba frente al sofá, arrastra el cadáver del padre dejando un reguero de sangre por el suelo y lo coloca justo entre el sofá y su hijo, de manera que éste pueda ver la cabeza abierta de su padre nada más despertar. Y, para coronar la escena, el Profesor se sienta en el sofá.

Pero no, falta algo, así que el Profesor se levanta y vuelve al cabo de pocos minutos después de haber rebuscado en la cocina y el dormitorio, con un vaso de whisky y los cigarros del padre. Ahora sí, se sienta en el sofá apoyando sus pies en el cuerpo del difunto para disfrutar tranquilamente de su música clásica mientras se toma un lingotazo y fuma, a la espera de que el joven señor Mendels se despierte.

Aquel tipo ni siquiera os dedicó una mirada de desdén a pesar de que sabiais que os había visto.  John pudo reconocer perfectamente el sitio y que todo era igual que los años anteriores. Incluso reconoció a dos de los seguratas con sus polos rojos y sus vaqueros

El oriental estaba hablando con un tipo enmascarado e iba anotando en una tablet mientras que el pelirrojo recogia a una joven de cabellos negros que parecia haberse resignado a su destino. Temblaba quedamente y el pelo húmedo se le pegaba al rostro y al cuello. Mostraba varias marcas de abrasiones en sus brazos expuestos, pues llevaba una camiseta de tirantes,  y sus vaqueros estaban sucios y renegridos como si la hubieran arrastrado por el asfalto.

Del coche que iba delante de vosotros se asoma un tipo con una máscara roja, preguntando por indicaciones. 

-Disculpar, ¿Tengo un cargamento para vender como decía la publicidad de la feria, donde puedo entregarlo?

- ¡Es aquí! Ve sacándolo y ahora venimos a hacerte el papeleo. - responde el pelirrojo alejándose con la chica. 

John llamó a Candy y obtuvo respuesta al tercer tono

La escuchaste resollar al otro lado de la línea - John.. - un leve quejido - perdona, me han entretenido - una risa algo rota por el dolor de alguien que intenta hacerse la fuerte - Ya voy para allá - parecia que iba en coche, así que no tardaría mucho en llegar

- ¡¡510 ofrece el caballero de la capucha!! ¿Alguien da más? - trazó un arco con el mazo que llevaba en la mano incitando a los participantes a la puja

- 520 - dijo con calma un hombre entrado en años con un somberro de vaquero.

Tú tuviste que subirte a una de las cajas de madera que decoraba el lugar para ver un pasillo enrejado donde aguardaba todo tipo de personas. La entrada comenzaba en el exterior y podias ver como un segurata pelirrojo acababa de recibir a la chica que se escapó corriendo. Temblaba quedamente y el pelo húmedo se le pegaba al rostro y al cuello. Mostraba varias marcas de abrasiones en sus brazos expuestos, pues llevaba una camiseta de tirantes,  y sus vaqueros estaban sucios y renegridos de cuando os arrastraron por el asfalto.

Detrás estaba un hombre enmascarado, el cual parecia haberla atrapado, y detrás, una curiosa pareja

El otro coche se para bastante cerca de la entrada y desde dentro salen la pareja que habías visto por el retrovisor. El tipo de la máscara de alien parecía estar hablando por teléfono y ambos parecían estar esperando a alguien. Por lo demás, en la puerta te encuentras con un par de seguratas, ambos con sus polos rojos y sus vaqueros. 

El oriental estaba hablando con un tipo enmascarado e iba anotando en una tablet mientras que el pelirrojo recogía a una joven de cabellos negros que parecía haberse resignado a su destino. Temblaba quedamente y el pelo húmedo se le pegaba al rostro y al cuello. Mostraba varias marcas de abrasiones en sus brazos expuestos, pues llevaba una camiseta de tirantes, y sus vaqueros estaban sucios y renegridos como si la hubieran arrastrado por el asfalto. Al verte, el pelirrojo hace un gesto con la cabeza para llamar tu atención. 

- ¡Es aquí! Ve sacándolo y ahora venimos a hacerte el papeleo. - dice alejándose. 

Por suerte para el Profesor, Kenny es bastante más ligero y manejable que su padre. No parece que esté fingiendo, pues no opone resistencia en ningún momento. Al registrarle, se encuentra su pistola, su móvil, del que ya conoce bien la contraseña por habérselo requisado más de una vez, una navaja de bolsillo, un buen fajo de billetes y algunos porros y pastillas de efecto desconocido, además del bate que ha dejado tirado con restos de su padre. 

Después del ritual para vengarse de una forma suficientemente dulce del chico, puedes tomarte un pequeño descanso y abastecerte con lo que quieras de la casa. Eso sí, mientras esperas a que Kenny se despierte, escuchas el timbre del portal del edificio. Para tu sorpresa, la puerta de la casa sigue abierta después de que los cobardes de sus amigos salieran huyendo y al abrir el telefonillo, efectivamente les escuchas:

- Eh, Kenny, tío, ha pasado ya un buen rato... ¿Quieres... que te esperemos o no vas a salir más?

y Ahí estaba, como una especie de segunda oportunidad disfrazada de apuesta.

William tamborileó varias veces con el pie derecho sobre el cajón mientras trataba de decidirse. ¿Trataba de llevarse la puja actual o bien esperaba para tratar de llevarse el cebo vivo que había dejado escapar tontamente? Lo único que tenía claro era que el tiempo apremiaba.

Molesto por la tesitura a la que debía enfrentarse se mordió el labio inferior y alzó nuevamente la mano.

-550-gritó buscando la atención del subastardor.

Si esa puja no era suficiente dejaría pasar ese lote y se centraría en la otra, en la cual estaba dispuesto a invertir bastante más dinero. Pero tampoco era necesario que el resto de pujadores conociesen aquella información por lo que se limitó a bajar el brazo y a esperar a ver como se desarrollaban los acontecimientos

Seguían los mismos seguratas de otras veces. Gente tan patética y perversa que ni cazaban ni mataban, simplemente participaban de esto sin riesgo ni mancharse las manos de sangre.

Bajo la máscara se perfilaba una mueca de auténtico asco y desprecio por aquella gentuza.

El tipo de la máscara roja dio muestras evidentes de que era la primera vez que iba por allí.

La respuesta de Candy le dejó inquieto. Parecía que había tenido problemas pero ¿Quién no los tiene en una noche así?

No quiso preguntarle, sabía que a Candy le hubiera molestado, ella era una tía dura y, como habían hablado en otras ocasiones, también aceptaba el riesgo y la posibilidad de no pasar de aquella noche.

Aún así, era lo más parecido a una amiga que tenía, y no dejaba de preocuparse por ella, sobretodo después de lo que le pasó a su hermano…

Miró a Wendy a través del espejo retrovisor interior. No estaba seguro si habría escuchado las palabras de Candy o percibido el tono de su voz, aunque parecía atenta a lo que pasaba alrededor.

Contestó : - Ok, estamos en la zona de entrega, esperaremos por aquí. - Hizo una pausa, mirando hacia atrás para comprobar si habían más coches haciendo cola. - Te apunto en tu cuenta lo que llevo... - y colgó.

Se inclinó hacia adelante para acercarse a Wendy. - Cuando lleguemos, espera en el coche mientras descargo, no apagues el motor. - Por muy segura que fuera la zona, nunca se fiaba, aquella noche había mucho loco (o gilipollas, mejor dicho) suelto y mejor estar preparado.  -Luego nos ponemos con lo tuyo.-

Tras la curiosa pareja había aparecido otro tipo en coche preguntando que tenia que hacer, evidenciando que era su primera vez

Vuelves a pujar y parece que el otro tipo desiste pero te lanza una mirada asesina. -¿¡ Nadie da más?! No dejen escapar esta oportunidad única - el subastador no parece rendirse intentando rascar unos cuantos dolares de más, pero final se da por vencido

- ¡550 A la unaaaaaa! ¡A las dooooooos! ¡¡A las tres!! ¡¡¡Vendida!!! - el mazo golpea mientras dos tipos rudos la atan para entregartela sin riesgo ninguno, o casi ninguno, para ti

- ¿Donde piensa disfrutarla, señor? - pregunta el segurata con voz profunda y falta de sentimientos. Evidentemente se refería a las distintas atracciones que ofrece la feria. La chica parece calmada, pero se ve que hace esfuerzos para ello, pues sus ojos destilan cierta ansiedad.

Me quedo algo más tranquila al saber que el tipo no me reconoce. Por lo menos no tendré que preocuparme por si intenta arrollarnos o algo parecido... Pero da igual, tampoco es que tenga su cochazo. Al llegar al lugar, le dedico una sonrisilla a los de seguridad mientras el otro de la máscara roja pregunta. Ay, pobrecillo, si suena como un novato! Claro que yo tampoco he venido nunca, pero hay que saber ser discreto. 

Me apoyo el brazo al lado de la ventanilla del coche esperando con gesto aburrido mientras John habla por teléfono. Cuando parece que cuelga, levanto la cabeza y me echo hacia atrás para mirarle. 

- Ohm. Vale. - digo no con mucha ilusion - Pensaba que íbamos a entrar en la feria. No se desde dónde viene tu amiga, pero a lo mejor tarda mucho... y no te preocupes por el coche, puedo robar otro si hace falta. Además parece... entretenida. - termino echando un vistazo a la feria con una sonrisa. No sé qué harán allí dentro, pero es que las ferias me pueden! - Yyyy a lo mejor Tony está aqui. No es que sea muy alegre normalmente, pero quién sabe. ¿No conoces a gente de aquí? ¿Podrías preguntar si ha pasado por aquí? - le pregunto algo más emocionada. 

-¡ROGER! -Conteste rápidamente a aquel pelirrojo mientras, dejaba el coche en un lado que no molestara a otros, porque molestar en esa noche no era buena idea y tras dejarlo aparcado y salí del coche para abrir la parte trasera y sacar el fardo de carne que era el tipo que me jodió un negocio seguro. Comprobé que aun respiraba antes de cargármelo al hombro y caminar hacia donde estaban ese par de seguratas, sin poder evitar mirar a ese par de personas, al parecer ellos también venían a lo mismo, no era raro, pero si ver que eran dos tan diferentes entre ellos trabajando juntos. -Esos no son de ninguna banda.-Pensé mientras me acercaba a uno de los dos segur atas con el paquete a la espera de ese citado papeleo.

Era una opción que no había considerado, que el tal Tony estuviera en la feria… Desde luego, por cómo lo había descrito, no daba el perfil…. Además… -¿No habías dicho algo de una cacería?- Los ricachones no solían aparecer por la Feria. Aquello era un mercado de muerte, la gente que acudía era por necesidad de dinero además del ansia de matar. Había visto personas "sacrificarse" por ganar algo de dinero para su familia…

Como el lugar le desagradaba profundamente, no había entrado más que en un par de ocasiones contadas, por lo que no conocía a mucha gente de allí dentro. Sin embargo… - Candy sí que conoce a mucha gente dentro, quizá nos pueda dar alguna información. -

Hubiera deseado tener más presas para vender en la Feria, y así el precio por la información de Candy hubiera sido mayor…

Mantener el motor encendido era por precaución ante algún tipo de ataque… -No me preocupa quedarnos sin coche, la cuestión es otra... ¿Sabes quienes son la Banda de Carmelo?-

Sin duda, todo aquél tinglado no lo había montado la Asociación de Comerciantes del Barrio, o una junta de vecinos... Seguro que detrás tendría que haber algún pez gordo, alguno de los Nuevos Padres Fundadores y ¿Quien era su mayor enemigo? Carmelo y su banda.

Así como él pensaba en que destruir la Feria sería un alivio,para la Banda de Carmelo seguramente fuera un buen objetivo para joder al sistema y dar un mazazo a una fuente de beneficios, por lo que no veía descabellado que en algún momento, pudieran orquestar un ataque, y no quería verse envuelto en esa guerra.

Había que comprobar si Wendy reconocía el número que había visto en el móvil de Colton, si era así, entonces ya lo podrían localizar más fácilmente. Si no fuera así, esperarían a Candy y probarían suerte en la Feria.

Sacó el móvil de Colton, abrió la lista de contactos y se lo pasó a Wendy. - A ver si reconoces algún número de la lista. Hay algún que otro Tony… - Mientras tanto, entregaría al chófer.

Primer paso, cumplido.

- Oh, si, la Cacería. Fue más porque Jessie me lo dijo y si es para gente rica tiene sentido que este allí. - me encojo de hombros - Pero también podría estar aquí, es tan buen lugar para buscar como cualqueir otro. No? Y si tu amiga conoce gente aquí, seguro que no le importa preguntar. - le digo con una sonrisa.

Candy... Nop, no me suena. Aunque tiene nombre de... Stripper. Aunque se que no debería juzgar a la gente por su nombre, levanto las cejas hacia John, con una sonrisilla sugerente. Seguro que tienen un rollo o algo, jijiji. El nombre de la banda de Carmelo tampoco me suena así que niego con la cabeza.

- ¿Son famosos? Moteros de la Purga o algo así?

Mientras espero a que me lo diga, miro por la ventanilla al de la máscara roja. No tiene pinta de motero ni mucho menos de ser alguien peligroso pero nunca se sabe en esta noche. Me giro con curiosidad a mi perseguidor y cojo el móvil que me pasa, con un pequeño vuelco en el corazón. ¿Será posible...? Busco rápidamente los Tony que haya en el teléfono pero finalmente suelto un suspiro. 

- No cielo, no es él... Deja que mire si me suena algún otro. ¿De quien es el teléfono? - le pregunto antes de que se vaya, sacando mi propio móvil para comparar contactos.

Esperando a que el joven señor Mendels despierte, alguien llama al timbre y el Profesor repara por primera vez en la puerta. ¡¿Cómo no había visto que la había dejado abierta?! Cualquiera podría haber entrado o salido.

"Mal, mal, mal, mal..." se regaña a sí mismo, mientras se dirige hacia el interfono y pone su mano en la puerta para cerrarla de un golpe. Pero se detiene al escuchar a los amigos de Kenny.

...

Sin responder nada, tras varios largos segundos de silencio en los que su cerebro procesa varias ideas como engranajes, el Profesor pulsa el botón que abre la puerta de abajo. Es una clara invitación para que suban y entren. ¿Que por qué lo hace? Bueno, después de pensarlo por un corto lapsus de tiempo, el Profesor ha decidido que va a ampliar sus lecciones privadas a un círculo de estudiantes más amplio. ¡Esto es lo que se llama docencia vocacional!

Deja la puerta entreabierta y apaga la radio para que deje de sonar su música clásica, luego se aleja del estropicio del comedor, escondiendo el bate de béisbol en la habitación donde encontró a la Sra. Mendels, se guarda la navaja en la ropa y queda armado únicamente con la pistola y el cuchillo de cocina, esperando a que los chicos suban y vean a su amigo atado e inconsciente.

"¿Cómo debería proceder?" se pregunta el Profesor, barajando varias ideas.

La pareja de la rubia y el tipo de la máscara parece que no piensa salir del coche por el momento pero tampoco hacen ningún movimiento sospechoso, solo parecen estar hablando o esperando algo. El pelirrojo te hace un gesto para que le sigas adentro mientras el asiático termina y pronto puedes observar todo el interior de la feria, desde la zona de recogida:

Toda la feria estaba bien custodiada por guardias de seguridad uniformados con pistolas eléctricas y porras extensibles, ambas con seguro antirobo en la funda. Había mucha gente. Olor a humanidad, a madera quemada y a sangre también. El ruido de gente hablando se entretejia con la musiquita que sonaba una y otra vez.

Había un escenario donde uno de los animadores del lugar usaban un microfono para atraer a la gente y ofrecer la mercancia por la que se podia pujar. En ese momento se estaba pujando por una chica y parecía que los más interesados eran un tipo encapuchado y uno con sombrero vaquero. 

También se podia ver varias "atracciones" que se habáin publicitado en la entrada.

 ¿Será en la quema de brujas? La feria se encarga de dejartelo bien atadito al poste y muchos útiles cortantes a mano, más lo imprenscindible para hace un buen fuego

 ¿Será en el laberinto? Aquí solo hay un camino, pero será más divertido encontrarlo en los distintos recovecos y cavidades que oculta esta zona. Si no traes arma de fuego, aquí te la proporcionan

 ¿En el paredón de fusilamiento? Si no te gusta matar solo o es tu primera vez ésta es la mejor opción. Rápido y letal. Se proporciona escopeta y dos cartuchos.

 ¿La guillotina? Ésta es para los amantes de la sangre. Puedes llevarte la cabeza si quieres.

La gente empezaba a aglomerarse en la entrada. El tipo que había pedido instrucciones antes y que portaba una roja careta grotesca aparcó e intentó llevar a un hombre al hombro, pero le costaba, pues el tipo estaba incosciente y pesaba bastante. Aún así pudo cargarlo hasta donde estaban los dos seguratas.

Todo en la feria estaba controlado y medido para evitar alborotos y que todo sucediera como tiene suceder. John sabe que nunca ha habido asesinatos en la feria fuera de los que ofrece aquel macabro lugar. Si pagas, puedes estar seguro que tú no serás victima allí. Si llevas presas para los que tienen pasta, tampoco.

Por eso le choca ver a un joven que parece estar buscando algo o alguien. Indudablemente es puertoriqueño y de status normal tirando a bajo. Parece preocupado. No parece tener pasta ni cargar con ninguna mercancia...

Los chicos no dicen nada, pero oyes perfectamente la puerta de abajo abriéndose. Apenas tienes unos segundos para recogerlo todo. La estancia parece más vacía sin tu música, pero es un pequeño precio a pagar por darles una lección de vida a unos jóvenes incivilizados. Desde la puerta de la cocina se puede ver la mayor parte del salón y parece un buen lugar para refugiarte si mantienes la luz apagada.*

Oyes los pasos de los chicos subiendo lentamente hasta que llegan a la puerta. El primero de los cuatro, con una máscara de cerdo, empuja la puerta y se abre paso hasta el salón, donde se queda clavado en el sitio durante unos segundos, observando la escena e intentando asimilarlo. 

- ¡¿Pero qué cojones?!

-Mi intención es que sea para llevar, si no hay inconveniente- dijo mientras agarraba el rostro de la chica haciendo pinza con el pulgar e índice y le giraba el rostro a un lado y al otro, inspeccionándola. No era especialmente fea, pero tampoco es que fuese un bellezón... y para colmo era muy joven... Pero bueno, al fin y al cabo para hacer de cebo en medio de una calle mal iluminada cualquier cuerpo femenino iba a cumplir con el cometido más o menos bién.

Tranquilamente sacó su tarjeta de crédito de pago por internet que se había hecho específicamente para aquella noche y la que había cargado con 2000 dólares para afrontar imprevistos como esos