Partida Rol por web

Escuchar todo aquello me hizo darme cuenta que un fallo estúpido y podría acabar con ese estúpido.
-Joder... ¿Encima esta acompañada. Así que ya sabia que iban a por ella? Esto es malo, jodidamente malo, esperaba tener que matar a los objetivos y poco mas. -La conversación conmigo mismo sucedía a mil por hora, decidiendo marcharme y quedarme una infinidad de veces, pero escuchar pasos acercarse hacia mi posición hizo que tomara la decisión mas rápida aunque tal vez la peor de todos, solo el tiempo lo diría.

Me oculte en el punto ciego del pasillo, para evitar ser visto, apoyado contra la pared buscando sombras, había guardado la pistola y tenia el machete en mi mano diestra.
-Joder, joder, joder... Vale... tengo que hacerlo rápido y fácil. Cuando se asome le cojo desprevenido y le tapo la boca mientras lo apuñalo a tope hasta que deje de moverse, eso siempre funciona... uff, uff... Voy a hacerlo... voy a... -Los pasos se sucedían sin descanso mientras me mentalizaba para hacer lo mas loco que nunca hubiera pensado. -No mierda, la garganta hay que cortarle la garganta, eso evitara que grite y sera mas rápido. Vale, vamos allá. -Por suerte eran los únicos en aquel lugar, al menos de momento.

Un saliente del arco que hay antes de las escaleras te sirve para ocultarte sin que te vean. Es entonces cuando un chaval con máscara, apenas armado con una pistola, cruza por las escaleras sin darse cuenta de tu presencia. Se intenta resistir cuando nota que le tapas la boca, pero el afilado machete termina cortando su garganta como si fuera mantequilla. Entre espasmos y una gran cantidad de sangre, el chaval cae poco a poco de rodillas al suelo, sin hacer mucho más ruido. Incluso te da la sensación de que ha sido mucho más fácil de lo que esperabas. 

Mientras tanto, desde la habitación iluminada se siguen oyendo algún que otro golpe, seguido de la voz de la chica otra vez.

- Ya está KO. Vamos a atarlo y ya decidiremos qué hacer con él... Tal vez podamos sacar algo si lo llevamos a la Feria.

Aunque los gritos cesan un poco con tus palabras, está claro que la guerra entre los Js (Julie y Jenkins) no va a terminar pronto. Sin embargo, tu afirmación de no abrir la puerta provoca más silencio del esperado y las madres te miran tanto sorprendidas como aterradas antes de que menciones lo de la gente. Varias personas de la muchedumbre intentan asomarse de nuevo a la ventana, intentando ver algo por las rendijas, además de aprovechar para ignorar tu petición de que alguien le acompañe. 

- Padre, que no debería ir si es tan peligroso... Mire, seguro que la señorita Julie debería con usted. - aprovecha Jenkins para señalar a la aludida, que niega con la cabeza. 

- ¿Y qué hago yo con mis niños si me pasa algo? No, no, no, alguno de esos hombres seguro que está más que dispuesto a ello. - señala a los que apoyan a Jenkins, que rápidamente niegan también con la cabeza y apenas te dirigen una mirada de disculpa. 

Claire te asiente cuando vas a hablar con ella, mientras los demás vuelven a discutir. Frunce los labios como si no hubiera más remedio pero se la ve dispuesta a intentar calmar a una de las bestias. La pobre mujer tiene bastante más paciencia y aunque no le guste, sabes que se puede apañar bien con esas situaciones. 

- Tenga mucho cuidado, Padre. Haré lo posible por mantenerles a raya. - se despide de ti con una mirada de preocupación, pero rápidamente va con el viejo Jenkins, ayudándole a sentarse de nuevo - El Padre ya se va a encargar de esto, no se preocupe... Y no sabía que tenía nietos.

- ¿Nietos yo? ¡Ja! Mi hija dice que ha conocido a uno de San Francisco... Un demócrata, ya te lo digo yo. Yo ya le he dicho que primero conozca a la familia de Texas, que son muy buenos chicos, y luego ya...

La puerta secreta es una trampilla en el exterior que llegan al sótano de la iglesia, bien cerrado y cuidado. La trampilla tiene un buen candado y al ser del mismo color que la piedra de la iglesia, no destaca demasiado ni parece que se use con normalidad. Es por eso que cuando sales a la calle, te encuentras la zona bastante vacía. Puedes ver al niño en la calle todavía saludando de vez en cuando hacia las ventanas de la iglesia, pero no ves a nadie vigilándole a él en las inmediaciones. Tampoco ves la mujer con el coche que ha pasado antes y sólo oyes golpes de pelea en las calles un poco más lejos, además de un ligero olor a quemado proveniente de la zona más al norte.

La adrenalina recorrió cada centímetro de mi cuerpo cuando raje la garganta de aquel chaval, no esperaba que mi cuerpo reaccionara tan rápido y menos que fuera tan satisfactorio que las cosas me salieran bien en un plan improvisado.

-Joder... -Recogí el arma del chaval y la añadí a mi colección de multi-bolsillos del chaleco mientras limpiaba el machete con su ropa, a la vez que escuchaba las palabras lejanas de la habitación del objetivo.

Ahora que el pasillo estaba vació de nuevo me asome una vez mas por si acaso, antes de caminar con cuidado hasta el mismo linde de la habitación iluminada con mi propia pistola en las manos. -Vale... están en ventaja en un sitio que conocen y tu no... pero cuentas con el factor sorpresa y con suerte serán solo dos... Puedo... puedo usar una granada de humo para inundar la habitación y obligarlos a salir, así con suerte saldrán de uno a uno y un disparo a quemarropa no lo esquiva ni Chuck Norris y si no... bueno, cuento hasta tres y si no han salido para entonces, me asomo y disparo a bulto, ellos deberían estar jodidos por le humo y el factor debería seguir estando 2 a 0 en mi marcador de victorias. -Eche mano a una granada con la mano libre y espera a estar mentalmente preparado para lanzarla.

-Uff... vamos que esto puedes hacerlo... ¡Fuego en el agujero!-Grite mentalmente antes de meter la granada dentro y que empezara la fiesta.

El Señor está conmigo, y no tengo miedo;
¿qué me puede hacer un simple mortal?

Salmos 118:6

 Dejo pasar las pullas entre unos y otros y le sonrío con confianza a la hermana Claire cuando muestra sus preocupaciones.

- El señor proveerá, hermana.- es lo único que le digo antes de dirigirme hacia la salida. Salir fuera me pone nervioso y no es para menos, el olor a fuego y el sonido de golpes me deja aún más claro que la Purga ha empezado. El niño seguía ahí sin hacer nada más que saludar y eso lo hacía todo aún más sospechoso. Era cierto que no había visto a nadie a los alrededores pero estaba seguro de que era el caso.

Avanzo con cuidado y manteniéndome oculto para ver si lo que sospechaba era cierto y había otra gente por la zona escondida esperando a que el niño sirviera de cebo.

Con la pistola del chico y tus ropas ya manchadas de sangre, te acercas hasta el quicio de la puerta sin que nadie más te salga al paso. La granada hace el efecto esperado, pues apenas la lanzas una humareda se forma dentro de la habitación. 

- ¡¿Pero que cojo...?! ¡Cof, cof! ¡Hijo de puta! - oyes varios gritos y voces tosiendo dentro de la habitación, como de tres personas distintas - ¡Las ventanas!

Empiezas a escuchar ruidos de golpes, como si estuvieran intentando romper algo en el interior. A los pocos segundos, sale corriendo por la puerta otro chaval como el que has visto antes, con un bate de béisbol en la mano y una máscara que parece de gas, aunque por lo visto no le ha protegido mucho. Con dificultades, se quita la máscara y sigue tosiendo, sin haberse dado cuenta de que estás allí.

Aunque estás más cerca del niño, por los alrededores no parece haber nadie más allá de algunos purgadores reventando cristales de tiendas a lo lejos. Llegado un punto, puedes ver que el niño va pasando el peso de una pierna a otra, hasta que parece que se cansa y se da la vuelta. Echa un vistazo a los alrededores, sin fijarse en ningún punto concreto. Finalmente, parece que no te ha visto, ya que echa a correr por las calles, pegado a los edificios entrando en una calle secundaria.

-Joder son demasiados.-Me quejaba mientras contaba el numero distinto de voces dentro de la habitación. Estaba nervioso tanto que me olvide de contar y simplemente me quede parado escuchando como rompían las ventanas, seguramente para limpiar la habitación o en el peor de los casos escapar por ella. Eso había dejado de ser un plan simple para complicarse enormemente. -Joder si esta tía la quieren muerte, ¿Como coño tiene tanto amigos? Ten..

Mis pensamientos se nublaron cuando vi salir a otro chico de la habitación y sin poder pensar en nada mas simplemente jalé del gatillo enfrente del chico, a la altura de sus puntos débiles. Y solo cuando dispare me percate que igual hubiera sido mejor intentar degollarlo como al primero, para mantenerme en silencio el mayor tiempo posible, pero esa oportunidad se había esfumado, por lo que solo deseaba que el ruido del percutor se difuminara con sus gritos, toses y cristales rotos.

Pero Jesús le dijo: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del Hombre?

Lucas 22:48 

 No lo tenía claro, el niño se largaba sin más y ciertamente no parecía que hubiera nadie cerca. Quizás querían que entrara para que abriese desde dentro cuando menos nos lo esperáramos. Sea como sea, tenía que asegurarme así que sigo con cuidado al niño hasta la calle en la que se ha metido y estoy atento a ver si escucho algo parecido a una conversación para entender que estaba pasando.

Aquello te daba mala espina, y aún así, seguiste al pequeño. La calle estaba silenciosa, aunque a veces en la lejania se escuchaban gritos. Algunos de júbilo, otros de dolor desgarrador. Llegaste hasta la entrada de un callejón donde el crió aceleró sus pasos y apareció de repente una mujer enmascarada que disparó un spray que tenia en sus manos contra ti.

El niño corrió riendo, como si estuviese en medio de un juego muy divertido , y se coló por el escaso hueco que habia entre el suelo y la persiana metálica del fondo.

Gracias a Dios, quizás tu instinto, o el mal calculo por parte de la mujer, logró que esquivaras el liquido de fuerte olor que te habia intentado lanzar.

El arma pareció vibrar en tus manos y el disparo restalló contra tus oidos de forma ensordecedora. Te sobresaltó las sálpicaduras de la cálida sangre que brotó de la yugular de aquel tipo en contraste con la fluidez con la que habia emergido con tu anterior víctima. ¿Habías apuntado adrede al cuello o habia sido por instinto? No lo recordabas, pero no importaba. Ahora era un guiñapo sin vida tirado en el suelo.

Por un momento los ruidos de golpes del interior cesan, para luego arremeter con más enfásis. Podias escuchar como las toses parecian ser más forzadas, como de alguien que quiere silenciarlas pero le es imposible hacerlo.

¡Cuán dichoso es el hombre a quien Dios corrige!
No menosprecies la disciplina del Todopoderoso.

Job 5:17

Una pecadora que había convertido a su hijo en un instrumento del diablo, ciertamente esta noche era la noche de las bestias y tenía una labor por delante que cumplir. Consigo apartarme de su sucio espray y desenfundo mi pistola que llevaba guardada en la parte de atrás de mi pantalón y disparo contra la mujer sin dudarlo... o eso quería pensarlo. Ciertamente era una pecadora y había hecho que mi voluntad y fe no se tambalearan ante la idea de purificar esta ciudad. Y sin embargo ahora la seguía viendo como una persona...

Me tome un momento para recuperar completamente el oído. -Su puta madre, debí traer conejeras.

Era evidente que aquella arma era mas potente de lo que me esperaba y que los que quedaran dentro se habían enterado que su amigo ahora era poco mas que un trozo de carne untado en sangre. Por suerte para mi, espero, aun no habían conseguido salir de allí o abrir las ventanas y sus toses me decían que aun jugaba con ventaja, ademas sabia que ya nadie mas se atrevería a acercarse a la puerta, así que no quedaba mas remedio que asomarme y disparar al bulto, esperando ser un disparador nato y conseguir rápidamente una tercera victima y con suerte el premio gordo.

Otro zumbido, otro golpe del retroceso y otro golpe sordo de un cuerpo cayendo contra el suelo. Matar se te hace excesivamente fácil, a pesar de que no terminas de acostumbrarte a ese ligero olor a sangre y pólvora. Los golpes del interior terminan en un bestial crujido de madera rompiéndose y oyes a una chica tomar una bocanada de aire, nerviosa. Nuevamente suena un disparo, pero esta vez sale de la habitación y de entre la niebla. De forma desesperada, una bala choca con una pequeña chispa sobre la pared de enfrente, sin acercarse siquiera al borde de la puerta. 

Está claro que los de dentro no pueden verte bien pero tampoco tienen intención de salir como su compañero caído.

Parece que el Señor quiere que la mujer tenga otra oportunidad, porque tu disparo, a pesar de la distancia, solo llega a desconchar un trozo de la horrible máscara que lleva puesta. Sin embargo, como buena pecadora decide ignorar las señales de Dios y vuelve a intentar atacarte con aquel espray, pero sin apuntar demasiado bien. 

En aquellos días llegó Juan el Bautista predicando en el desierto de Judea,
diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.

Mateo 3:1-2

 Vuelvo a disparar pero fallando el tiro por culpa de ese spray que portaba la pecadora, sea como sea doy dos paso hacia atrás y mantengo el arma firme delante de ella.

- Hija, está claro quién tiene la ventaja aquí. No haga nada estúpido y suelte eso.- le digo aparentando tranquilidad mientras estoy atento al lugar.

-3-0 para Jo. Una manera de quitarle hierro al asunto, el asunto de que estaba matando gente. Pero bueno ellos harían lo mismo yo pudieran así que... que se jodan.

La bala que me vino de regreso me obliga a encogerme, sabia que podían tener armas, pero de saberlo a verlo, había un gran trecho, de todas maneras parecía que mantenía la ventaja, aun con la ventana rota, aun tenia una oportunidad para acabar con la chica y recoger su recompensa, ademas ahora sabia a que bulto debía disparar primero, así que cogí aire, apunte y dispare una vez mas. Ahora que había disparado antes, sabia como debía moverme con el arma para evitar acciones inesperadas que me costaran sangre.

Viendo que ni las balas ni el espray parecen acertar en su objetivo, la mujer se detiene con tu petición, aún atenta a que no hagas movimientos extraños. Se la ve ladear la cabeza, nerviosa, pero aún no parece querer soltar el espray.

- Muy bien, ¿qué quieres? ¿Quieres que me rinda? ¿Quieres dispararme y violarme delante de mi hijo? No sabía que a los curas os iban esas cosas... Pero que sepas que no te voy a dejar. - con una risa totalmente maníaca, vuelve a intentar rociarte con su espray, que esquivas sin problemas, ya esperándote una reacción así - ¡¿Es que no piensas estarte quieto?!

No vuelves a oír ningún ruido en el interior de que haya caído ningún cuerpo, lo que te da la pista de que tal vez no hayas llegado a darle a nadie esta vez. Curiosamente, tampoco escuchas voces ni más movimiento en el interior. El humo se empieza a dispersar, haciéndose cada vez menos denso y permitiéndote ver mejor la estancia: Una de las ventanas está abierta y tiene varios trozos de madera destrozada a su alrededor. En el centro de la habitación, tirado en el suelo al lado de una silla, hay un cuerpo que te recuerda bastante al del tipo que entró antes que tú. Por lo demás, no parece haber nadie más en la habitación.

Estaba hablando con una bestia, solo había que oírla reírse y las mentiras que soltaba por su boca para saber que enviarla con el señor era hacerla un favor.

- Solo seguí a tu hijo porque lo vi solo en mitad de la calle en un momento de peligro. Te recuerdo que la primera en atacar has sido tú.- sin embargo como era de esperar la razón no sirve con ella y me vuelve a disparar con su espray. Lo evito con facilidad y resignándome vuelvo a disparar. Lamentablemente esa mujer debía haber vendido su cordura y alma al diablo pues tenía su suerte de su parte ya que volvía apartarse de un tiro bastante más certero que los anteriores.