Por enesima vez discutiste con tu padre. El hombre que te crio, un inmigrante en una tierra extraña que muchos veian como el enemigo despues del ataque a Pearl Harbor, tres años antes, cuyo sentido de la justicia y el honor distaba de lo que tu tenias en mente.
El era un defensor de la paz y pensabas que tu deber era luchar por ella.
Inevitablemete la ultima confrontacion te hizo decidirte por tomar tu propio camino. Tomaste escaso equipaje pero no olvidaste la espada que te regalo a los trece años, forjada con el metal de una estrella que cayo del cielo y que fue templada con el aliento de un dragon, segun el mito de su leyenda.
Podia sonar a cuento pero no conocias metal o hueso que pudiera resistirse a su hoja y unido a las artes marciales que aprendiste, te convertian en un arma viviente.
Sin mucho que decir afrontaste el nuevo paso en tu camino.
Eran tiempos duros pero nunca los habia conocido faciles.
Mi madre nunca se ocupo mucho de mi, tras su muerte los servicios sociales fueron un poco insistentes en su empeño de encerrame en una carcel de niños. Sabia sobrevivir en la calle. El señor para el que trabajaba mi madre decia que cuando fuera un poco mayor me daria un empleo pero no queria tener la vida de mi madre, durmiendo de dia y trabajando toda la noche.
Vivir en la calle es duro.
Robar para comer me llevo a encontrarme con quien despues me adoptaria. Un hombre raro, de rasgos exoticos, que no queria pegarme ni hacerme daño. Solo me daba comida y cuidaba de mi. Me enseño a pelear, a defenderme... me lo enseño todo.
No obstante llego el dia en el que bombardearon Pearl Harbol. Era una base con familias, niños y mujeres. Las noticias, la radio... todos hablaban de la masacre inhumana. Los vecinos tiraron huevos a nuestra casa, insultaron a mi padre... El no hizo nada, los perdono, hasta los insultos mas crueles, incluso cuando tuvimos que mudarnos.
La guerra era un monstruo que tenia que ser parado, la unica manera era cortarle la cabeza y yo sabia como, tenia el arma en la mano. Solo mamentabla que mi padre no estuviera de acuerdo mientras me dirigia a la base militar mas cercana para alistarme.
En la base se te rieron abiertamente. Una mujer asegurando ser de valor al ejercito no era para menos. Se te ofrecio la posibilidad de servir lavando vendajes o fregando los suelos del cuartel, nada mas pero mientras estabas alli. Como era propio de ti insististe, con el mismo resultado.
Antes de que te invitaran a irte, tras algunas alusiones y desconfianzas por tu apellido, un viejo general salio de su despacho para ver a que eran debidas las carcajadas.
- ¿Enserio piensas, jovencita, que serias valiosa a la causa? ¿Puedo preguntar el motivo que te hace pensar que estas capacitada para algo mas que para parir y fregar suelos, tal como manda Dios?
- Señor, solo hay una manera de saberlo.- dijo retadora, bajo una capa gruesa portaba la espada, hasta ese momento cubierta. Solo retiro la tela dejando la empuñadura a la vista. Su sonrisa fue una promesa de dolor para quien la enfrentara, tan segura de si misma pese a su edad que o bien estaba loca o decia la verdad.
Los soldados se alteraron, buscaron sus armas temiendo un ataque pero el general permacio impasible observando a la joven.
- Cierto, solo hay un modo.- dijo el general.- ¡Arrestar a la señorita!.- ordeno a sus hombres tajante.
Media docena de soldados rodearon a Hanna de inmediato.
Sacar la espada de su funda para no mancharla de sangre era algo indigno asi que decidio usar las tecnicas de lucha aprendidas y se coloco en posicion de defensa dispuesta a dejar fuera de juego a todo el que intentara tocarla.
Los soldados no vieron peligro en una mujer que ni intentaba desenfundar el arma. Uno oso agarrarla del brazo y este volo sin saber como, presa de una llave hasta caer sobre uno de los escritorios de la oficina de reclutamiento. Otro, viendo lo sucedido a su compañero, lanzo un puñetazo a Hanna, queriendo dejarla K.O.
La mujer, de felinos reflejos, le esquivo como si nada, agradeciendole el gesto con una patada en la boca del estomago que doblo a la mitad al pobre soldado.
El general miro la escena con la cara de un muñeco de cera, sin inmutarse, mientras sus hombres volaban y era golpeados por una simple mujer desarmada.
Con todos los muchachos por el suelo el general dio dos sonoras palmadas.- Bien, muy bien hecho señorita. Pero ¿Que hara si pasa esto?.- pregunto desenfundado su arma y disparando, no a matar pero si apuntando a una pierna.
Hanna salto como un gato, dando volteretas mientras desenfundaba su katana. Se paro sobre una mesa en posicion, el general disparo y la mujer desvio las balas con el filo de su espada. El general se quedo sin municion, solo un segundo que ella no dejo pasar para lanzarse hasta el y dejar el filo de su espada a menos de un centimetro de su cuello.
- Impresionante señorita.- dijo el general.
Ella bajo el arma, dando por terminada la muestra de sus destrezas mientras soldados entraban corriendo al oir el sonido de los disparos. El general los echo, no queria textigos. Acompaño a Hanna a su despacho y le puso delante los impresos de reclutamiento.
Lo resumo asi por los post que se nos han borrado, para poder seguir. Te cambio de escena y cierro esta que debe estar mal.