El sonido de la musica swing hizo que tus ojos se abrieran de golpe.
Sentiste como si hubieras dormido dos dias seguidos pero tu ultimo recuerdo era el de la caida en paracaidas. No obstante te encontrabas en una habitacion bonito, con cortinas blancas y mucha luz. No era una habitacion de hospital, era mas como la habitacion de una casa lujosa. La cama era mullida y aunque estabas entumedico podias moverte.
En el brazo notaste nuevas marcas de pinchazos y las venas mas inchadas de lo normal pero ese era todo el daño que habias recibido.
Sobre la mesa del precioso escritorio de madera una radio antigua sonaba. No estaba alta pero a ti te retumbaba cada nota en la cabeza. El resto del moviliario era sencillo, el corriente de la epoca. Un armario grande, con una puerta abierta, te mostraba tu ropa bien planchada. Lo que tenias puesto era una especie de pijama en un tono azulon.
Olia a limpio, todo olia a limpio y nuevo. Incluso la biblia que alguien habia dejado en la mesilla parecia no haber sido abierta jamas.
Cuando se percató de la situación en la que estaba el corazón empezó a latirle con fuerza. A pesar de la supuesta comodidad que gozaba aquello no era normal. Lo último que recordaba era el salto, la niña... ¿Amuro? Había saltado después de él... ¿Donde estaba la cría? Sin duda algo había salido mal, muy mal... Deberían estar tras las líneas enemigas jodiendo a los boches , en cambio estaba en la cama más jodidamente blanda de su vida.
Sacudió la cabeza de un lado a otro para despejarse, lo miró todo a su alrededor, apagó la radio que le estaba taladrando el cerebro, la biblia olía a nuevo y si la biblia no era real nada lo era. Miró la ropa que llevaba y las venas que cruzaban los antebrazos. Les habían vuelto a hacer algo... Suspiró sin saber quien cojones les había cogido primero si los americanos o los boches. Buscó algo que le sirviera como arma en la maldita habitación fue al armario arrancó el palo de madera donde se suspendían los colgadores y con la improvisada arma trató de salir de la habitación.
Lo primero era saber donde demonios estaba, lo segundo encontrar a Amuro y a los que pudiese y salir de allí. Ya había perdido a una unidad y no volvería a repetirlo.
La puerta parecia madera pero al tratar de abrirla notaste que la madera solo la recubria y por dentro era acero macizo, como las de las cajas fuertes. El pomo no giraba mas que dos milimetros. Te fijaste en que la cerradora no tenia una forma normal, era solo una rendija de un centimetro mas o menos.
El armario era mas de lo mismo, fingidamente real. Las ventanas eran falsas tambien. Al fijarte en el exterior notaste que todo era como una pelicula con una calidad que jamas soñates posible. Era como un sueño, como si te los extraterrestres te hubieran llevado a otro maldito planeta.
Ante tu nerviosismo y antes de que desmontaras todo el decorado, una mujer entro en la habitacion acompañada por dos hombres uniformados escoltandola. No reconociste los uniformes, eran negros, de una tela que se pegaba al cuerpo, similar al cuero y con un emblema en la solapas que parecia una especie de aguila deforme.. o pollo amarillo a medio dibujar.
- Muy bien señor, ya es suficiente. Calmese o me vere obligada a reducirle por la fuerza.- dijo con voz autoritaria.- Soy la directora del SHIELDS, Capitana Maria Hill. Es normal que se sienta algo desconcertado pero no tolerare un comportamiento tan poco apropiado.
Brown miró a la mujer con cara de estupefacción. ¿Capitana? Y una mierda, ninguna mujer estadounidense decente que se preciara formaría parte del ejército y menos vestiría aquellas ropas tan... ajustadas. ¿De que espectáculo parisino se había escapado? Al menos se tuvo que reconocer que la puta alemana hablaba un americano lo suficiente.
-Lo siento señora pero no nos han presentado formalmente.- Sonrió de forma desafiante enseñando los dientes sorprendentemente blancos. -¿Donde están mis compañeros? Disculpeme si no se lo vuelvo a preguntar. Los quiero aquí y ya.
Si no le contestaban estaba dispuesto a lanzarse sobre los dos tíos, les partiría la cabeza con el palo y a la puta alemana la iba a zurrar en aquellas nalgas hasta que le dijese donde estaban Amuro y los otros.
Baje esos humos, señor.- dijo la mujer con semblante desafiante.- Aqui soy yo quien esta al mando y quien hace las preguntas. ¿Que es lo ultimo que recuerda?.- pregunto con cara de perro y medio prometio.- Si coopera podra reunirse pronto con alguno de sus antiguos compañeros.
No le iba a dar a la jodida fascista el orgullo de que le dijese nada más de lo que la Convención de Ginebra permitía a los prisioneros militares. Miró a los otros dos hombres, parecían en forma e instruidos con aquella mierda de uniforma pegado al cuerpo. Cuando había escuchado que los de la SS iban de cuero se imaginaba otra cosa. Los cabrones al menos no llevaban armas en las manos, agarró con más fuerza el palo pensando en derribar a los dos hombres y conseguir un arma.
-Cabo de primera Jeremiah P. Brown de la 92ª División de Infantería. Número 83282... Señora.- Respondió con desprecio.
Esperó a que alguno de los alemanes que la acompañaban se distrajera para poder atacarles y hacerse con un arma.
La mujer parecio tensarse, la vena de su cuello se incho cuando gruño.- Señor, no es momento para tonterias, su pais le necesita.- Aseguro y jurarias que no bromeaba cuando añadio.- No me obligue a buscar su cooperacion por la fuer..
Una ruidosa alarma se activo y la mujer pulso un boton en su reloj dejando la frase a medias.- ¿Que esta pasando?.- pregunto enfadada.- ¿Porque esta sonando la maldita alarma?
Una voz salio de su muñeca, como si llevara una diminuta radio dentro, con una calidad que casi parecia brujeria.
- Capitana, uno de los reanimados a escapado.- Aseguro la voz, que parecia un hombre joven y asustado
- ¿Quien?.- inquirio la mujer
- Amuro, señora.- respondio la voz de hombre de su reloj y de inmediato añadio.- Esperamos instrucciones, señora.
- No puede salir de las instalaciones, es muy inestable, retenganla a como de lugar.- dijo la mujer con tono frio, dejando claro que si habia que partirle las piernas tenian via libre para hacerlo... pero tambien podia referirse a un tiro en la frente.
Vale, a la mierda...
La mención de Amuro libre, la chica con el cerebro dañado sola, sin saber que le sucedía o donde estaba en manos de los putos nazis... Pensar en lo que podrían hacerle, lo que se rumoreaba que les hacían a las mujeres en aquellos murmurados campos de trabajo perdidos en Alemania...
Gruñó casi como un animal, sin decir nada más Brown apretó con fuerza la improvisada arma golpeó con todas sus fuerzas al soldado que tenía más cerca para lanzarse a por el siguiente. Era un hombre fuerte, más que la media y sabía defenderse. Solo podía esperar sorprender a los alemanes. Quizá con la zorra morena como rehén tendría alguna posibilidad de salir de aquel atolladero.
La mujer resulto ser tremendamente escurridiza y le costo apresarla pero la superioridad fisica de Jeremiah la redujo. Era notable la preparacion fisica recibida por aquella mujer.
Al verla apresada nadie movio un dedo por atacar al tipo negro. Hill gritaba maldiciones y ordenaba que te disparasen a la cabeza pero ningun soldado se atrevia a herirla.
Siguiendo tus ordenes uno de los soldados abrio la puerta dejandote ver un pasillo largo, metalico, con luz artificial que salia de unos tubos de neon pegados a los lados del techo. El suelo era una especie de rejilla metalica por la cual podias ver a los soldados moviendose en los pisos inferiores, todo bajo la musica incesante de una alarma constante.
-Ni te muevas froiland o te rompo el cuello.- Dijo con voz dura y apretó un poco más la llave alrededor del cuello de la alemana sintió como le faltaba el aliento y aflojó un poco la presión para que no quedase inconsciente. Miró sonriendo a los dos tíos de la SS.
-No los entrenais muy bien aquí en Alemania, ahora no hagas estupideces y llévame hasta mis compañeros ¿Entendido?.- Aunque le costaba admitir su principal preocupación era Amuro, la niña discapacitada era la que tendría más problemas para salir de allí... A saber que coño le habrían hecho a ella.
- ¡Maldito gilipollas!.- gruño Hill tan enfadada que podias notar la vena de su cuello a punto de explotar.- ¡Puto Callahan negro!.- grito como si fueran tres insultos seguidos.- ¡Disparar!.- ordeno pero los soldados no hicieron nada, se miraron entre ellos y apuntaron con mayor firmeza. Jeremiah vio puntitos rojos luminosos sobre el, luces pequeñas proyectadas por las armas de sus enemigos.
El negro gruñó y les enseñó los dientes mientras haciendo fuerza levantaba a nazi haciendo que se ahogase y que sus pies arañasen el suelo.
-¡Vamos a ver si teneis cojones Klaus!- Gritó. El corazón de Brown latía con fuerza a causa de la adrenalina. Tenía clara una cosa. Sabía lo que le hacían a los negros y a aquellos que los alemanes consideraban que eran inferiores... Pasara lo que pasara no le iban a pillar vivo.
Mientras arrastró a la mujer no pudo evitar pensar que era aquello de un Callahan. Le parecía recordar que era algún tipo de apellido americano pero probablemente era algún insulto en alemán que sonaba igual. Bueno, si salía entero de aquello se lo preguntaría al sabelotodo de Taylor, si aún seguía vivo.