Partida Rol por web

Una carta inesperada fue el despertar de tu mañana.

Era un dia gris de 1944 que nunca olvidarias, mientras leias la orden de tu reenganche inmediato al ejercito.

No era una carta ordinaria, hasta el papel se te hizo diferente, mas grueso y de mejor calidad. En pocas lineas se te ordenaba presentarte en el Fuerte Leight, en Virginia, con el uniforme y esa carta en mano. Por la forma imperativa de su redaccion, incluso brusca para tratarse de un documento militar, percibiste que algo fuera de lo comun estaba aconteciendo.

Recordaste los rumores de pesimistas que afirmaban que la guerra se estaba perdiendo, que Hitler y sus tropas tenian armas secretas que el mundo jamas habia visto, pero no era momento de pensar en eso. Apenas tenias unas horas para despedirte de quien pensaras oportuno y correr a la estacion de tren mas cercana.
 

Releí la carta una segunda vez. Quizá no era exactamente lo que esperaba pero me daba la oportunidad de volver a la acción. Mi país me necesitaba y si podía acabar con algunos alemanes sería lo más interesante que me había pasado en el último mes.

Saqué mi uniforme del armario, permanecía impecable después de que lo lavé y planché en cuanto acabé mi última misión. Me vestí en menos de un minuto... ya tenía mucha práctica. Cogí una pequeña mochila donde metí mi pasaporte y un par de útiles de aseo y estaba listo. Guardé la carta también en la mochila... no quería olvidarme de las instrucciones que recibí en ella.

Del cajón de la mesilla de mi cuarto saqué mi arma reglamentaria... nunca me separaba de ella, aunque esperaba que al reengancharme me diesen algún arma de más largo alcance... algo mucho mejor.

Me fuí directo a la estación de trenes, aunque por el camino paré a comprar papel y un sobre... Antes de subirme al primer tren a Virginia redacté una carta para mi padre y la dejé en la estación postal de la estación de trenes.

"Hola General. Han vuelto a llamarme al servicio activo. Ya tenía ganas de volver a servir a mi país. Dile a madre que no se preocupe, estaré bien. Estaré de vuelta como tarde por navidades. Haré que estéis orgullosos de mí. Cuida el fuerte en mi ausencia, como siempre. Os quiero, Ryan."

El viaje fue largo o el tren era el mas lento del pais. Tenias la sensacion de estar dirigiendote al matadero, habia una tension en el aire dificil de explicar.

En ese mismo tren otros soldados hablaban. Habian estado de permiso y volvian al fuerte al que tu te dirigias. Parecian algo borrachos, habian apurado demasiado su descanso y algun dormia a pierna suelta, llenado de ronquidos el vagon. Oiste a uno comentar el exceso de seguridad en la base, otro estaba pensando en pedir un traslado pero eran susurros poco apreciables para entender una verdadera conversacion.

Tras horas de viaje llegaste a tu destino.

Efectivamente el viejo fuerte se habia convertido en una fortaleza mas protegida que el pentagono. Pasaste tres controles en el perimetro, tres mas en el interior. Algo gordo estaba pasando dentro pero nadie hablaba de ello.

Se te escolto hasta el despacho de un capitan.

Recordaste el hombre, era un tipo que habia salido en la prensa por la dureza fisica de los entrenamientos a los que habia sometido a sus hombres. Se decia que incluso causando la muerte de alguno de ellos.

Se te hizo pasar de inmediato y viste al Capitan Eduard Stevens sentado ante un escritorio lleno de carpetas con documentacion calificada con las letras rojas de TOP SECRET

Sin saludarte tan siquiera el capitan levanto la vista y despidio a tus escoltas con un gesto que interpretaron rapidamente, dejandote a solas con el. El hombre se puso en pie y solo hizo una pregunta.- ¿Hasta que punto esta dispuesto a sacrificarse por su pais, señor?

Escuché las palabras que llevaba años deseando oír y no tardé ni una milésima de segundo en ponerme en posición de firmes y responder:

- Haré lo que mi país precise de mí, señor. Absolutamente TODO lo que haga falta, señor. Me sacrificaré a mí mismo si es necesario, señor. -

La patria me llamaba, y era hora de que respondiera y pagara mi deuda con la sociedad. Norteamérica estaría orgullosa de mí.

Fuera lo que fuera lo que estaba pasando, era algo grande y tenía pinta de que yo iba a formar parte de ello. Mientras ayudara a mi país y pudiera matar nazis en el proceso, no me importaba lo que fuera.

Me mordí los labios para no preguntar más, ni tratar de indagar acerca de qué iba todo eso... así que como me habían enseñado esperé firme y en silencio a que el capitán continuara hablando, o me diera otras órdenes.

El capitan solo te hizo una seña para que lo siguieras, parecia conforme con tu respuesta, lo suficiente al menos para aceptarte.

Te condujo por pasillos hasta un ala fuerte mente vigilada y te dijo que esperases alli, en un despacho sin ningun mueble salvo una mesa de escritorio una silla para trabajar en el. No habia ventanas y las paredes eran solidas como el granito. La puerta de una madera tan gruesa que pensasteis que quedando encerrado alli nadie te oiria ni aunque pasara por el mismo pasillo.

Al cabo de unos minutos el capitan volvio acompañado de otro soldado, entro y cerro la puerta.