Partida Rol por web

Sepherd reconoció la voz del terrateniente que le había enrolado a él y a Remington en aquella misión. Sorprendido por su temeridad ¿o tal vez urgencia? abrió la puerta con cuidado lo justo para dejar pasar al robusto colono y cerrarla acto seguido.
En su fuero interno esperaba que Wardren pudiera darles respuestas a sus preguntas, aunque era posible que el mismo Wardren no fuera más que otro peón y apenas tuviera conocimiento de lo que estaba sucediendo.

Wardren entró en la iglesia apresuradamente. Lanzó un chillido casi femenino cuando descubrió a Otombo oculto junto al umbral.

- ¡Ah! ¡DIOS!- recuperó la compostura al saber que estaba entre amigos -... perdone padre... me he asustado.

Dio un par de zancadas como si se quisiera alejar de la puerta o de las calles de las que venía.

- He oído las campanas de alarma en el puerto... veo que están todos bien. ¿Y Judah?- su mirada rebuscaba al desaparecido bibliotecario. Cuando vio los ceños fruncidos de los demás asintió - Entiendo... ¿Lograron hablar con él?

Su voz intentaba ser firme, adecuándose a lo peligrosos de la situación, pero un deje en su mirada abatida indicaba que en su corazón sentía la pérdida del bibliotecario. Probablemente fueran amigos.

Remington dio un par de pasos relajados hacia Wardren. Quizá era el momento de obtener algunas respuestas.

- Logramos hablar con él, durante los escasos momentos de vida que le quedaban -dijo, aunque no añadió más. Prefería ver qué tenían que decir sus compañeros y si aquél hombre reaccionaba de alguna manera a sus palabras.

Frank sabia que aun la explicación era concisa, habría muchas dificultades de por medio. –Bien, tal como le dije antes, le reafirmo mi voluntad de conseguir nuestra meta-. Y aunque no lo quisiera del todo, Frank empezaba a sentirse parte de aquel grupo y sus palabras tenían una gran parte de sinceridad; sin embargo su ambición de conocimiento nunca cesaría y eso era algo que siempre tendría presente.
-Y una vez la encontremos que he de hacer?, esperar que ustedes aparezcan?, recuperar alguna pieza importante. Supongo es una biblioteca fuera de lo normal no es así?-

Al dar aquel chillido, a punto de apretar el gatillo estuvo Revere, haciendo explotar la cabeza del prefecto blanco que asomaba a la mirilla de Paul. Sin dejar de apuntarle (ni tan siquiera de guiñar un ojo mientras lo hacía), el orfebre comenzó a bajar las escaleras. Paso a paso, el gran cañón del mosquete no vacilaba, y la manos de Paul no hacían sino mantener el pulso tal y como lo hacía cuando hacía algun encargo de grabaciones en oro, cosa precisa y meticulosa.

Cuando estuvo abajo, notó que hablaba del tal Judah, y Sepherd le atendía con detenimiento al tiempo que Remington ya hablaba con él, pero el arma seguía hostilmente apuntándole, sin vacilación.

-¿Y usted es...? -interrumpió Revere con actitud aún bastante reticente-, las campanas de las que habla nos sorprendieron a nosotros también. Y ese Judah... -entonces Paul bajó el arma mientras se mojaba los labios con la lengua-,... el Gran libro, el Raerum, está a salvo... -apuntó luego-, pero el Sello... el Sello fue robado -Paul hablaba de tales cosas como si realmente las hubiese visto de alguna forma antes-... pero, antes de darle más detalles..., ¡díganos!: ¿Qué papel tiene usted en esta historia, de dónde viene?

Revere había dejado de apuntar al tipo regordete, pero sujetaba aún su mosquete, con el tiro a tierra.

Al oír la mención a Judah, el recuerdo del decrépito bibliotecario asaltó la memoria del reverendo. - Judah... ¿Cuánto tiempo llevaba prisionero? ¿Qué...? ¿Qué estaba pasando en el Jersey? - preguntó con la mirada fija en el terrateniente.

Otombo bajo la guardia y enfundo la daga. Prefirio dejar las preguntas a sus compañeros. Entre el susto y el ser negro dudaba de que el hombre se sintiese comodo.