Partida Rol por web

Vigilancia, victoria, sacrificio

6. En busca de los Aplastarrocas

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29/12/2016, 19:17
Narrador

Al día siguiente os levantásteis con el sol. Las Ánderfels podían llegar a ser un lugar muy caluroso por el que viajar si no aprovechábais las horas menos inclementes y era algo a lo que os íbais a tener que acostumbrar sí o sí puesto que el viaje iba a ser largo. O así os lo hizo saber Velanna que ya os estaba esperando en las puertas de Weisshaupt revisándopor enésima vez el mapa con la ruta a seguir que os habían dado.

Tres días de viaje os separaban de vuestro destino, acompañados por la inmensidad rojiza de los Páramos cuya belleza en cierto modo no era difícil de apreciar si se sabía mirar bien; inmensos cañones y formaciones inmensas de roca nacidas de la mano escultora del viento salpicaron el paisaje a lo largo del trayecto, algunas de ellas incluso albergaban una inesperada charca que la convertía en un oásis tanto por el agua como por la abundancia de fauna cercana.

Cuando finalmente llegásteis a lo que parecían las puertas desgastadas de lo que en su día había sido una entrada a la red de túneles de los enanos conocida ahora como Caminos de las Profundidades, Velanna no pudo evitar suspirar murmurando algo sobre sentirse sepultada bajo toneladas de roca. Los dalishanos jamás habían sido amigos de cualquier cosa que no fuera el cielo sobre sus cabezas después de todo.

El camino no era nada remotamente parecido a una cueva abandonada y maloliente sino que se trataba de hecho de una galería esculpida en piedra. Antigua pero robusta, como todas las construcciones enanas y sorprendentemente iluminada, de hecho, las antorchas brillaban por su ausencia: Lo que mantenía la luz en el sendero era lava. Lava astutamente conducida desde las profundidades de la tierra a través de unos canales a ambos lados del camino que no sólo mantenían la temperatura agradable sino que no necesitaban estar continuamente siendo mantenidas para que no se apagasen.

Sin embargo, tras una semana viajando por aquella inmensidad de túneles, la monotonía superó cualquier ingenio arquitectónico. El mundo del subsuelo era definitivamente tan grande como la superficie.

En determinado momento, llegásteis a un cruce justo antes de lo que parecía una inmensa sima, Velanna gruñó y se detuvo.

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29/12/2016, 19:32
Velanna

—Genial... —refunfuñó—. Era demasiado pedir que saliese todo bien.

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29/12/2016, 23:04
Damien

Damien no se quejó en todo el trayecto. Si bien el viaje había sido duro, eso era algo que se guardaría para él, como todo o casi todo lo que pensaba. El resto tampoco pareció vacilar, lo que le sorprendió casi en demasía. Estaba acostumbrado a oír las quejas de la gente. Supuso entonces que no estaba rodeado de gente que podrías encontrar habitualmente en una taberna. Todos los presentes habían renunciado a mucho por estar en la orden. Sólo para él era una liberación. Y sólo porque le permitía estar pensando en otras cosas y no en sí mismo. Que era el tema que, con diferencia, más detestaba. Miró en silencio la sima. Al otro lado de la misma debía estar el camino a nuestro objetivo, pero ahora sólo quedaba un abismo que llevaba directo a la oscuridad más profunda. La opción más lógica en un caso normal hubiese sido rodearla. Pero bajo tierra dependías de caminos para continuar, y no existía esa libertad de movimiento como para poder estar seguro de que el camino que escogías realmente estaba rodeando lo que querías rodear... o que te estaba llevando al lugar que estabas buscando.

Bajo tierra, las normas eran más complejas. Y si bien había algunas realidades que se mantenían, muchas otras le eran completamente ajenas al guarda gris. Ajenas... y molestas. El aire era cálido y la cercanía al fuego le hacía sudar más de la cuenta, la luz era brillante, pero de un anaranjado que teñía todo lo que caía a su alcance. El aire estaba viciado y lleno de polvo en suspensión y luego estaba el continuo peligro de que todo se les viniera encima.

Se quedó en silencio, como siempre hacía, mientras Velanna hablaba. Habría sugerido un plan, pero prefirió esperar a ver qué se le ocurría a los demás. Él no era de planes elaborados, pero tenía cierto don para ver los fallos en los planes ajenos. Quizás podría decirse que tenía una gran intuición. Poco le importaba.

Miró de reojo al resto, con su lanza preparada por lo que pudiera pasar. Aquello eran los caminos de las profundidades, y, según había leído, tanto las luces como las sombras ahí abajo albergaban horrores inesperados, destinados a darle fin a la vida de cualquier incauto viajero que estuviera lo suficientemente loco para meterse ahí abajo.

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30/12/2016, 01:31
Jarlath

Ocre, sanguíneo y ceniza. Esos eran los colores de las Anderfels, la belleza primordial de una tierra que el Hacedor no había modelado para que los ojos mortales se recreasen en ella. El viento soplaba entre los altos cañones rocosos, un coro de mil voces distintas que entonaban un cántico ancestral, letanía de duelo perenne de una madre de útero baldío. Y por encima de todo, un cielo siempre cambiante de negras espirales sulfurosas tras las que rodaba un sol lacerante. Jarlath contemplaba anonadado toda esta sobrecogedora hermosura que saturaba sus sentidos, colmándolo hasta dejarlo exhausto como amante exigente. Los ojos tiznados le escocían por el sudor y el polvo, y ya hacía tiempo que había decidido ignorar el dolor pulsátil en los empeines de sus pies.

Estaba disfrutando del viaje.

Durante todo el recorrido, Jarlath intentó dejar que todo el dolor y las malas experiencias vividas hasta el momento fuesen lavados por el sol y la arena. Los pensamientos siniestros parecían flotar a su alrededor y girar en torno a su cabeza. De vez en cuando cruzaban su cuerpo, clavando sus garras al pasar, pero nunca se quedaban, sino que iban y venían a su antojo, sin mortificarlo excesivamente. De ese modo, el trovador podía concentrarse en el horizonte y en continuar poniendo un pie delante del otro.

En los días de caminata, tuvo tiempo de empezar a conocer a sus nuevos compañeros y de intentar entender mejor la naturaleza de su relación con los viejos. Se sentía más taciturno y contemplativo que de costumbre, pero forzarse a sí mismo a hablar le serviría para olvidar. Por algún motivo, tenía la impresión de que la tragedia de la Tumba de la Novia Roja se había debido a que los siete guardas grises no habían estado lo suficientemente unidos, no se habían escuchado lo suficiente y por tanto no habían llegado a comprenderse. Jarlath no deseaba que aquello volviera a repetirse. Por ello, trató de dedicar al menos un rato cada día a conversar con cada uno de sus compañeros de viaje, a compartir puntos de vista y a intentar ver un poco las cosas como las veían ellos. Incluso se atrevió a acercarse a Damien, que en su obstinado silencio parecía encontrarse en su particular ordalía de expiación, aunque lo hizo con suma cautela y sin presionarlo en ningún momento: con su lanza y su color de cabello, el caballero le recordaba a un escorpión rojo, y lo último que deseaba era que se revolviese y le clavase su aguijón.

Cuando cruzaron la entrada de los Caminos de las Profundidades, Jarlath no pudo por menos de sentirse admirado por la genialidad y la precisión con la que aquellas galerías habían sido talladas en la roca. Pocas veces había visto muros tan verticales o tan perfectamente paralelos, y los vestigios de las molduras geométricas que los adornaban dejaban constancia de una calidad sencillamente insuperable. La cálida luz del magma que fluía a su alrededor era extrañamente reconfortante; de algún modo, el hombre se sentía como si estuviese en alguna suerte de claustro materno, y casi podía comprender la sutileza del vínculo que unía a los enanos con la tierra y la piedra. En su travesía, más de una vez preguntó a Paexter por las artes de la cantería y la mampostería de su pueblo, en un recién descubierto afán por embeberse de todo el conocimiento relativo a la arquitectura enánica.

Sin embargo, tras una semana sin ver la luz del sol, el largo viaje subterráneo llegó a un abrupto e inesperado final. En el lugar donde el mapa mostraba un sólido puente que debían cruzar, se abría una sima negra y profunda como el Abismo. Casi por acto reflejo, Jarlath se asomó a sus insondables honduras, como compelido por una tan incomprensible como fugaz atracción. La negrura era absoluta, y no permitía ver ningún nivel o pasarela inferior. Simplemente, caer suponía reunirse con el Hacedor.

Hum —murmuró Jarlath, apartándose del invisible tirón que la oscuridad ejercía sobre él—. ¿El mapa muestra algún otro camino que lleve a donde queremos ir?

El bardo preguntó esto sin inmutarse, como si aquello solo fuese un contratiempo menor y fácil de resolver.

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30/12/2016, 12:15
Paexter RockHead

La resaca del dia siguiente, tras beberse todo el aguardiente que le sirvieron en la taberna de la fortaleza fue una penitencia que el rudo enano cumplió sin chistar. La borrachera había sido un autoimpuesto castigo por los fallos cometidos en la Tumba de la Novia Roja, un fustigar de dolorosas tiras de cuero colmadas de pedazos de cuero con aristas desiguales, que habían desgarrado un mas su alma, pero siempre con un objetivo, "levantarse", levantarse mas fuerte y con mas determinación aun.

Durante ese primer día, de veras le pareció que el condenado orbe ardiente que colgaba de los cielos le castigaba, golpeandole con fuerza con sus hirientes rayos, haciendole sudar profusamente y resoplar dentro de su armadura de metal, pero incluso él, cabezota como el solo, tuvo que reconocer que los vapores del licor tenían la mayor parte de la culpa. Poco habló ese día, ni el siguiente, concentrado en desembarazarse de los rigores de la resaca, pero ya al tercer día el ánimo era otro, y aunque angustiado aun por tener esa impresionante bóveda de descomunales dimensiones sobre su cabeza, con ese ojo de fuego mirándole desde su orbe sin parpados, ya empezó a activarse,  y a desarrollar de forma automática las funciones que se le suponían como Guarda Gris, además de, también de forma inconsciente, acercarse a sus compañeros, nuevos y viejos, respondiendo a sus preguntas, y generando él algunas a ellos, sobre sus motivaciones y pretensiones.

Cuando, tras el tercer dia dejaron por fin ese desierto herrumbroso que eran las Aderfelsa, y llegaron a la entrada de Los Caminos de las Profundidades, no pudo nada menos que soltar una risotada ante el comentario de la Guarda Senior:

- Vamos, Velanna, le dijo, saltandose todo tipo de protocolo, nada comparable al olor de la roca, a la oscuridad de la tierra, que le den a ese condenada bola de fuego que cuelga del cielo, y que cualquier dia se caerá sobre nuestras cabezas..., acabó rezongando, mientras se quitaba un guantelete para pasar la mano por el viejo trabajo en la piedra desarrollado por sus antepasados.

- Venga, no perdamos tiempo!!, dijo, con un buen humor no demasiado habitual en él, de naturaleza irascible y un poco huraña, antes de ponerse a la cabeza de la comitiva, ayudando en las labores de rastreo, verificando la viabilidad de los túneles por los que pasaban, etc... Se veía que estaba en su salsa, en claro contraste con los elfos, que se iban consumiendo a cada paso, como si les faltara el aire. Para entonces, la Tumba de la Novia Roja había quedado relegada a lo mas profundo de su mente, oculta tras toneladas de roca. Ahora tenían que encontrar a ese guarda y a esos enanos del Clan Aplastarrocas, pese a que no tenía muy claro como reaccionarían, si le reconocían como paria, exiliado de Orzammar, pero bueno no dado a gastar mas de un segundo en diatribas que no llevarían a nada, solía desecharlo con un "Bah!", como hacía con casi todo.

Pasada una semana, llegaron a un punto en el que una enorme sima cortaba el paso por el tunel que seguían. Con experiencia, se asomó al borde valorando la profundidad, y oteó a lo lejos, para saber al ancho al que se enfrentaban, mientras valoraba posibles opciones, desde colocar escarpias y cuerda para tratar de salvar la sima, desplazandose por la pared, hasta descender rapelando, si la sima no era muy profunda, aunque, solo para el caso en que todo aquello fuera inutil, se acercó a su superior, y le dijo:

- Puedo ver ese mapa, Velanna?? Si no podemos cruzar la sima, habremos de coger algún tunel lateral, y ese te gustará aun menos que este..., acabó, mientras se limpiaba la inexistente espuma de cerveza de su poblada barba, rasgo inequívoco, para aquél que supiese leerlo, de que estaba inquieto.

Notas de juego

Bueno, pues contento de estar, de nuevo, "on the road"!!

Durante el camino, desde que entramos en los túneles, quiero usar las habilidades de Paexter para moverse por los túneles (Supervivencia, Saber (Dungeons), su capacidad para saber la profundidad a la que iban, etc..., vamos que se note que está en su salsa!! xDD

En la sima, quiero intentar saber qué profundidad y anchura tiene la sima, y si podríamos salvarla (Percepcion, o si me vale, Minería). Por ultimo, si nada de lo que propongo es viable, echarle un vistazo al mapa, a ver si podemos seguir algun camino alternativo.

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30/12/2016, 19:26
Kese'Kan

—No. No, no, no. ¡Nononononononono! Estamos atrapados. ¡Atrapados!—sonó una voz conocida en tu cabeza—. ¡Nos han traído a morir aquí!

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01/01/2017, 20:27
Aydriss

Los días en la fortaleza de Weisshaupt habían sido una suerte de infierno para la esclava, despojada como se encontraba de la presencia de un líder constante o de una misión bien definida. En contraste, el viaje a través de las Ánderfels se le antojaba agradable o, al menos, todo lo agradable que podía resultar algo para alguien como ella. Estaba acostumbrada al sudor y al cansancio como para sufrir por causa de la larga travesía y, al mismo tiempo, se sentía cómoda con las tareas de montar y desmontar los campamentos. Había aprendido a hacerlo mientras viajaba con Garon y se le daba bien. Le permitía ser útil. Y si era útil, estaría a salvo. Era una realidad sencilla, exactamente tal y como le gustaba.

Adentrarse en los Caminos de las Profundidades, sin embargo, era harina de otro costal. Sus ojos azules se abrieron aún más de lo habitual en su pálido rostro al observar los imponentes pasillos iluminados tenuemente por la lava. Por más que avanzaban por esos túneles aparentemente eternos, la elfa no podía sobreponerse a su asombro, que no estaba exento de un poco de temor reverencial. Las historias que había oído acerca de ese mundo subterráneo no dejaban de ser... palabras, fantasías que poco o nada tenían que ver con ella. Encontrarse allí la hacía sentirse como si se encontrara en una realidad desconocida, en la que se sentía totalmente perdida y desamparada.

Por eso, se concentraba en tareas simples para mantener a raya los sentimientos: administrar sus provisiones, mantener afiladas sus armas y, si se lo hubieran permitido, incluso arreglaría los equipajes y armaduras de sus compañeros. Aydriss no era ni una gran conversadora, ni tampoco tenía necesidad de establecer ningún tipo de amistades; sin embargo, necesitaba el trabajo y, en caso de que algún Guarda tuviera un problema de tipo físico y objetivo, era la primera que estaba allí para ayudar. Por lo demás, se sentía bastante desconcertada ante los comportamientos ajenos, por lo que se conformaba con poner un pie detrás de otro, siempre a la espalda de Velanna.

Lamentablemente, esa tranquila monotonía se vio interrumpida por la aparición de una sima en medio del camino. Parecía demasiado extensa como para pasarla usando una cuerda*, así que la elfa simplemente se detuvo manteniendo la vista gacha, y esperó a que su superior tomara una decisión. En cualquier caso, ella era una extraña en ese lugar, así que cualquier opinión sería más válida que la suya.

Notas de juego

*supongo, en caso contrario edito el post.

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02/01/2017, 02:38
Enansal

El silencio era habitual para Enansal. Durante su infancia, en ocasiones había pasado días sin decir ni escuchar una palabra, en compañía de su mentora. Para qué usar palabras cuando lo que tenían que comunicarse no las requería. Pero en otras ocasiones, las más, hablaba, y sobre todo escuchaba. Como en aquel viaje, entre los guardas grises, algunos de ellos por primera vez, el guerrero enano y el trovador humano por segunda.

Había tiempo, cuando las conversaciones se apagaban o no la involucraban, para pensar. Pensar, y tratar de recordar hasta que la frustración la obligaba a vaciar su mente. A menudo tomaba la forma de un chacal del desierto de largas orejas puntiagudas, y pelaje rojo y pardo. En la carne y huesos de un depredador, era más sencillo eludir los pensamientos. Su hocico estaba tan cerca del suelo que el olor duro de la tierra seca la embriagaba. Al menos, ahora sabía algo de aquello que había olvidado, y por el momento, no tenía más remedio que vivir con ello.

La entrada a los túneles enanos estaba tallada en la misma roca. El pueblo de Paexter no se había adaptado a sus refugios subterráneos, sino que los había esculpido a imagen de sus deseos y necesidades, tal y como hacían los humanos en las tierras bajo el sol. Los propios túneles evidenciaban la dedicación de batallones de batallones de artesanos y masones enanos, quizás durante décadas. Y solo eran suponían una pequeña parte de la telaraña de pasadizos que habían abierto bajo la superficie, en cuyas entrañas se ocultaba la tenebrosa progenie que habían, por razones que en aquel momento no creía comprender, jurado combatir.

Pronto fue evidente que aquel viaje sería mucho más largo, y que no habría un exterior al que huir tras un fracaso. Cada jornada se internaban más y más en las profundidades del mundo, caminando bajo millones de toneladas de roca. Incluso ella, que se creía capaz de adaptarse a cualquier hábitat, comenzaba a sentir la presión.

Tras siete días, una sima se interpuso en su camino donde los mapas no mostraban ningún obstáculo.

Miró a uno y otro lado, cuestionándose por qué se habían detenido hasta que tomó consciencia de la naturaleza de sus compañeros. Caminó hasta el borde de la grieta y dio otro paso más sin dudar un instante. Qué razón tenía para dudar. Del gran foso emergió un gran murciélago, la identidad que ya había elegido en la Tumba de la Novia Roja. Descendió hasta el fondo de la sima, recorrió su perímetro y volvió a subir, encaramándose al techo del túnel por el que debían haber proseguido su camino, de no encontrar el obstáculo.

Veamos las dimensiones y características de la sima, así como qué nos aguarda al otro lado.

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02/01/2017, 13:20
Damien

No se le ocurría nada que no significara tomar una ruta alternativa, pero aquellos que viajaban con él parecían tener otros planes que él no entendía. Solía ser así. Sabía que su inteligencia nunca había sido su fuerte. Quizás era por eso por lo que se había creído sin problemas muchas de las mentiras que había oído en su vida, muchas de las que le habían llevado hacia la situación en la que estaba.

Si le hubiesen dicho cuando era más pequeño que acabaría siendo un guarda gris, desdeñando las escrituras y las creencias del hacedor y rodeado de un grupo de extraños se habría reído... porque por aquel entonces aún tenía la capacidad de reírse. Esa habilidad que se le había podrido por dentro en los años en los que había sido testigo de la locura en la que se había convertido las relaciones entre magos y templarios. Había más, sin duda, pero se había prometido no volver a pensar en aquello jamás. Solía perder el control cuando lo hacía y no estaban las cosas como para ponerse vengativo... al menos, no aún. No todavía. La cosa cambiaría cuando descubriera la identidad del demonio que había causado todo aquello.

De nuevo, sin razón, acabó pensando en aquellos días. Se quitó esos pensamientos sacudiendo la cabeza y trató de pensar en lo que le rodeaba. La sima era insalvable, o quizás no para la bruja que acababa de usar su magia para convertirse en un murciélago. No podía negar que era una habilidad útil en muchos aspectos, pero no era un apasionado de la magia, y usarla y ver como otros la usaban le resultaba bastante incómodo. Desvió la mirada a las paredes laterales, y se alejó un poco del grupo, con las armas en alto y alerta para ver si había algún pasillo lateral que pudiesen aprovechar.

Quizás la bruja podía cruzar con sus alas mágicas. Pero el resto debían buscarse otra ruta alternativa.

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02/01/2017, 18:52
Calíope

Calíope abrió los ojos, confusa. ¿Cuándo los había cerrado? Miró de un lado a otro, de arriba a abajo. Arqueó una ceja y se llevó la mano a la barbilla. No era un túnel cualquiera, ni siquiera el típico camino salvaje de una cueva de mala muerte. ¿Y la iluminación? Qué ingenioso. Deberían contratar a las mismas personas que hicieron semejante instalación para hacer lo mismo en cada una de las cuevas que poblaban en este mundo, excepto las que no conducían nada más que a una pared. Lo que ahorrarían en antorchas.

- Hmmm...

Aún así, ¿qué era lo que le extrañaba? Se encontraba en los llamados Caminos de las Profundidades, aunque no por puro placer. Construcciones de piedra que se adentraban en lo desconocido y no dejaban que la luz solar se filtrase. Si no lo había entendido mal, estaba en una misión secreta buscando algo… ¿o era a alguien? Lo mejor de todo, según se vea, es que no estaba sola. Acompañada de su larga cabellera negra, de sus manos, de su collar y sobre todo de si misma resistía la tentación de tocar y oler la piedra. ¿Qué pensarían las otras personas extrañas que también estaban allí?

Cayó en la cuenta de algo muy importante. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que llegaron allí? Un suspiro. No obstante, notaba los pies cansados, de haber andado más de la cuenta. Recordó haber ido a la biblioteca, siguiendo al hombre que mucho refunfuñaba, pero nada decía, aunque, cuando lo hacía, decía buenas palabras. Le caía bien, su forma de actuar le resultaba graciosa. Le dio pena verlo sólo y alejado en una mesa, mientras rebuscaba en los libro vete a saber qué. Ella también lo hizo, pero no pasó de la portada, ya que las palabras no la invitaban a seguir, tampoco a coger otro libro. Posiblemente ya lo habría leído.

En otro abrir y cerrar de ojos, la transición de la noche a la mañana. Un nuevo despertar y una nueva caminata. Con el devenir de las horas, la maga con horror fingido observó que la excursión no iba a ser precisamente corta. ¿Por qué se había levantado el día anterior? Si hubiese atrancado esa dichosa puerta, ahora estaría durmiendo en su cama o haciendo otras cosas de mejor provecho.

El paisaje era diferente a lo que ella había visto tiempo atrás. Era increíblemente repetitivo, pero no por ello feo. No acababa de entender por qué había gente que le gustaba vivir viendo cañones y majestuosas formaciones rocosas. ¿Habrían creado algún tipo de vínculo especial que les hacía no abandonar el lugar?

"Qué tontería". Allá donde estuviese el espejo del cielo, que se quitara todo lo demás.

El viaje fue tranquilo, excepto por algunos sobresaltos. De vez en cuando, el hombre alto y calvo se acercaba a hablar con los integrantes de aquel grupo tan peculiar. No sabía para qué lo hacía, si para escudriñarlos a todos o para asustarles con esa sonrisa. Y cuando se le acercaba, ella se encargaba de abrir bien los ojos, para que supiese que le estaba vigilando. Cuando éste le preguntaba, en ocasiones no sabía qué responder a tan complicadas preguntas. Fue tan intenso que una noche soñó que se le aparecía en su habitación, entrando por la ventana con un saco. De él extrajo un laúd de oro brillante, cuyo haz luminoso intensificaba el brillo de sus ojos y el de su inquietante sonrisa.

Por suerte, despertaba antes de que nada pasase. Maldijo al dios que le hacía tener esos sueños tan perturbadores.

La llegada a los túneles no fue un soplo de aire fresco. El paisaje volvía a ser repetitivo, pero en esta ocasión sin cielo y entre varias paredes, eso sí, con una presentación loable. Tenía encanto.

- Todo eso que dices no suena mal, pero creo que terminaré por echar de menos la luz solar.- contestó al comentario que la abundante barba, revestida de piernas, había hecho a la guardia senior.

Desde que entraron, hasta llegar al camino roto que separaba una entrada con otra.

- Creo que por ahí no vamos a pasar.- Su pensamiento se manifestó por medio de sus labios de forma totalmente inconsciente, ni siquiera ella misma se dio cuenta. Luego se quedó mirando el paso de la extraña elfa y su transformación en murciélago. Tan inesperado que se acercó hasta casi al limite de la sima, dejando sólo dos pasos de distancia, mientras las otras personas hablaban con la elfa líder. No había duda, era profundo. ¿Qué habría bajo del todo? ¿Agua, tierra? Por un segundo, tuvo envidia del murciélago que se había perdido entre la oscuridad.

Parpadeó. Una sensación de angustia la golpeó desde sus entrañas, algo que ya había pasado anteriormente. Incluso tenía ritmo, lo nunca visto. Giró la cabeza con gesto preocupado hacia el grupo, miró las paredes y el túnel por el que habían venido. Después, miró de nuevo a la sima de oscuridad.

- Y esta vez no tenemos una pared de madera.

Consciente de sus palabras, se limitó a seguir mirando la oscuridad.

- ¿Y si nos limitamos a dar media vuelta?

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02/01/2017, 18:55
Calíope
Sólo para el director

"- Creo que es la primera vez que te oigo hablar así de preocupado. ¿No me digas que ahora tienes miedo a los espacios cerrados?  ¿Acaso has visto algo que yo no?"

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02/01/2017, 23:15
Kese'Kan

—¡Son los caminos de las profundidades! ¿Qué es lo que no tienen de pavoroso?—respondió la voz con el deje de irritación de alguien que se ve obligado a decir algo obvio—. Es un hervidero de engendros tenebrosos. NOS HAN ENVIADO A MORIR AQUÍ. Y todo por algo que no hemos hecho nosotros. ¡Son ellos los culpables! Vamos a morir agonizando en este agujero inmundo y a nadie le va a importar.

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02/01/2017, 23:18
Velanna

¿Y si nos tiramos directamente por la sima? Así al menos nos ahorramos lo ridículo de contarle por qué hemos vuelto al Guarda Comandante y que la siguiente misión que nos dé consista en bajar gatos de los árboles—resopló Velanna guardando el mapa antes de mirar a Paexter—. Dije que era demasiado pedir que todo saliera bien precisamente porque hay que coger un camino lateral. El problema es que dicho camino lateral pasa cerca de un nido de Engendros Tenebrosos.

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02/01/2017, 23:41
Narrador

Tras un kilómetro de descenso en medio de la negrura, te cansaste y volviste a subir. Aquella sima podía tranquilamente no tener fondo.

Y el otro extremo del túnel simplemente era inalcanzable sin el puente destruido o sin contar con alas.

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05/01/2017, 19:38
Calíope
Sólo para el director

"- Oh, no sabes lo gracioso que estás así de inquieto y, sin duda, eso que cuentas suena a algo terriblemente terrorífico.- Calíope no era del todo consciente del verdadero peligro que albergaban las palabras pronunciadas por la voz- Pero, no te preocupes. En el pasado hemos podido morir de muchas maneras y míranos ahora, seguimos de una pieza. Será divertido. Y aunque quisiera, no podría hacerles cambiar de opinión. La que nos lidera parece muy cabezota. Además, creo que ya es tarde para huir, llevamos mucho tiempo bajo tierra."

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07/01/2017, 02:36
Jarlath

Entonces no tenemos por qué volver —respondió Jarlath a Velanna, en un tono aparentemente ausente y desapasionado, cuando esta confirmó la existencia de un camino alternativo. Sin embargo, quien lo mirase a los ojos podría ver que un brillo extraño los había encendido—. ¿A qué esperamos, pues?

Engendros tenebrosos.

En cuanto los había oído nombrar, un odio y una amargura irracionales habían llenado el pecho del orlesiano. Aquel súbito acceso emocional cogió al trovador completamente desprevenido, casi como si se tratase de un sentimiento ajeno, como si hubiese sido implantado por una voluntad que no era la suya. Era cierto, todas las criaturas vivas de Thedas tenían razones para odiar a los engendros tenebrosos; pero Jarlath no pudo evitar preguntarse el por qué de su abrumador deseo de asesinar a cuantos pudiera antes de caer él mismo y descansar al fin, por qué todo aquel rencor personal mezclado con una extraña nostalgia cuyo origen era totalmente incapaz de señalar. Los motivos se le escapaban, como si intentase alcanzar un sedal que se alejaba más y más en cuanto alargaba el brazo para atraparlo. Por segunda vez en apenas un minuto, se sintió como si caminase al borde de una profunda sima, rodeando un agujero inmenso que faltaba, intentando medirlo, intentando comprenderlo. Pero todos los intentos se convertían en aire, como cuando, entre el sueño y la vigilia, se sorprendía a sí mismo pensando en algo que rápidamente se desvanecía al tratar de recordarlo.

Y supo que había vuelto a encontrarlo. El vacío con el que el demonio Nirasha había azotado sus almas. El descubrimiento lo hizo temblar de miedo y rabia a partes iguales. Necesitaba desesperadamente recordar, pues de algún modo sentía que lo que le había sido robado no era otra cosa que el sentido de su existencia.

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08/01/2017, 23:43
Enansal

El gran murciélago emergió de la oscuridad de la sima breves minutos después de haber desaparecido. No dijo nada de inmediato, algo que a lo que los demás ya debían estar acostumbrados, pero no era arriesgado suponer que, en esa ocasión, el silencio significaba que no había dado con ninguna forma realista de alcanzar el otro lado del camino.

La conversación de los guardas grises había transcurrido lejos de sus oídos. Por su lenguaje corporal, supuso que habían decidido seguir otro camino. Otro camino más largo, quizás más peligroso, lo bastante como para que Velanna reaccionara de esa forma. O quizás solo era de esas personas que se frustraban con facilidad, un vicio impropio de una elfa.

Si fuerais más pequeños y ligeros, podría llevaros al otro lado. Que tal cosa sucediera en las siguientes horas era improbable. Si los cuerpos de sus compañeros hubieran sido tan maleables, habrían despegado alas de sus costados y se hubieran lanzado al abismo a su lado.

Algunas de las criaturas que podía traer de más allá del Velo eran lo bastante grandes como para cargar personas, pero sin entrenamiento de ninguna de las dos partes, y siendo tan limitados los instantes que podía mantenerlos en Thedas, no merecía la pena correr el riesgo. Deberíais aprender a volar, sentenció, encogiendo los hombros.

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11/01/2017, 17:00
Paexter RockHead

- Y a qué esperamos entonces??, trono la voz del enano, una voz cargada de odio por esas criaturas, los Engendros Tenebrosos, con la cuales había tenido que combatir toda su vida... - Antes de que me exiliaran. Recordar ese nefasto momento en su vida hizo que su rencor aumentara aún más su rechazo por los monstruos, unos monstruos que había jurado combatir.

En nada le afectó que la Capitana le negara ver el mapa: - Si tan lista es, que nos guíe ella!!, pensó, encogiéndose de hombros, mientras verificaba tanto los enganches de su armadura, como el estado de su temible hacha, un hacha que "disfrutaba" desmembrando engendros.

Cuando Enansal, la calva elfa, volvió de su viaje como murciélago, no quedó duda de que tomarían ese camino alternativo, así que, no siendo un parangón en paciencia, el rudo enano repitió:

- Vamos, cojamos ese camino!! O es que alguno tiene miedo??!! Jajaja!!!, acabó riendo, dejando claro que solo quería "pinchar" a sus compañeros.

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12/01/2017, 01:37
Damien

-Harías bien en tener un poco...-Dice Damien con su habitual tono de desgana, que lo hace parecer antipático y borde. Aquella era una de las situaciones en las que sus palabras valían más que su silencio, y es que no podían permitirse tener a un enano temerario con ansias de rebanar cabezas de unas criaturas que muy seguramente les superarían en número y que, probablemente, no iban a quedarse quietas esperando a que les arrancaran el corazón. Los engendros tenebrosos ERAN peligrosos, pero aquel pequeñajo al que le sobraba de ancho todo lo que le faltaba de alto se los tomaba como si fueran un juego.-Quizá con un poco más de miedo, no tengas que acabar corriendo por tu vida.-Niega con la cabeza, viendo la rapidez con la que el enano olvidaba el fallo de su anterior misión, en la que, además, perdieron a tres miembros.

Y no es que le importara, en realidad. Era más bien que pretendía llegar con vida de nuevo a Weisshaupt, y aquel tipo de actitudes no lo iban a poner fácil en un entorno dedicado a la masacre de todo lo vivo no monstruoso.

Aquellos túneles eran el hogar de todo mal. Tanto si creías en el hacedor como si no lo hacías, aquella realidad permanecía inalterable. No pensaba acabar siendo comida de engendro.

-Aunque comparto... que deberíamos movernos cuanto antes. De nada sirve lamentarse por un camino que debemos tomar. No hay más opciones, Velanna

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12/01/2017, 14:05
Paexter RockHead

- El miedo lo único que hace es poner trabas al cerebro, pelirrojo, dijo el enano, subitamente áspero. Aquel humano parecía no haber cogido la broma. No es que fuera muy bueno haciéndolas, pero esta, realmente, le parecía fácil.

Cuando continuó hablando, sin embargo, un brillo de cólera cruzó por sus ojos:

- Precisamente fue ese miedo el que me hizo correr, patoso!!, dijo, agarrando con fuerza el mango del hacha, aunque no hizo ninguna intención de usarlo. Un miedo que ese condenado espectro verde metió con brujería en mi corazón de piedra!!, continuó, con los dientes apretados, recordando ese doloroso momento que tanto le estaba costado dejar correr, ahogandolo en alcohol. De todas formas, quien te crees para juzgarme, humano??!! No estabas allí, así que no te atrevas a volver a hacerlo..., dijo, con un deje de cólera en la voz, mirando fijamente al humano pelirrojo. No le caía mal, era hosco, silencioso, y eso podía entenderlo, pues, en cierto modo, él era igual, aunque solo en lo de hosco, pero no toleraría que le juzgara sin haberle demostrado aun nada.

Notas de juego

Besitos de parte del enano, Damien!! xDD