Ocurrió tan de repente que nadie pudo prevenirlo. Sencillamente, era inconcebible que los hijos se volvieran contra su Padre.
Y, sin embargo, ocurrió.
La elección del Rey de la Tormenta como Señor de la Guerra, lejos de unificar a las legiones astartes, creó más división. Había descontentos y amargas rivalidades entre los primarcas que databan de años atrás. Magnar Vulkor, el primarca de los Heraldos de la Pureza, apodado "El Matahermanos" se sintió ultrajado al no ser elegido Señor de la Guerra: sabía que el Emperador había favorecido claramente a Duncan sobre él a pesar de que sus logros eran tan grandes o incluso mayores que los del Rey de la Tormenta. La Tempestad Imparable, pese a sus increíbles hazañas en Ullanor, seguía sin ver reconocida su gloria. Las flotas de los Corsarios Estelares, ante la ausencia de su primarca, empezaron a actuar independientemente atacando objetivos poco menos que al azar. Aegror fue amonestado varias veces por su empleo masivo de clonación para producir más astartes para los Portadores de la Agonía, una de las más grandes pero cuyos índices de mutación empezaban a ser preocupantes. Los Caballeros del Arca se veían relegados a tareas menores. Incluso Radius, primarca de los Corredores del Sol, tuvo problemas en asimilar que, pese a sus logros, no había sido ni siquiera un candidato para Señor de la Guerra.
El sistema Istvaan había sido recientemente arrebatado a los eldar por los Heraldos de la Pureza. Los colonos imperiales se habían asentado bien bajo el mando del general Coronis del ejército imperial. El planeta se había convertido en una colonia productiva y próspera por lo que la noticia de su sedición fue un jarro de agua fría sobre el orgullo imperial. Para más agravio, pronto se descubrió que las flotas de los Corsarios confluían en Istvaan como una bandada de cuervos.
La decisión fue unánime: Istvaan debía traerse de vuelta al Imperio y servir de ejemplo para futuros rebeldes. Y los Corsarios Estelares debían ser castigados con todo el poder del Emperador. El Señor de la Guerra Brodie designó a los Heraldos de la Pureza como fuerza principal para someter Istvaan. De este modo, la XIV podría lavar su honor con su planeta rebelde aunque muchos lo interpretaron como un velado insulto al honor de Magnar. Como refuerzo para enfrentarse a los Corsarios Estelares, Brodie envió también a los Dragones Esmeralda, a los Caballeros del Emperador, a los Robles Eternos y a los Doblegadores, con sus fuerzas recién recuperadas.
La primera oleada de legiones astartes tomó Istvaan fácilmente: los rebeldes estaban armados con armas primitivas aunque su fanatismo era demencial. Sin embargo, aunque los Caballeros del Emperador les vencieron fácilmente, pronto encontraron una resistencia mucho mayor de lo esperado: los rebeldes estaban reforzados por la poderosa flota de los Corsarios Estelares y después de varios bombardeos indiscriminados la primera oleada se vio forzada a retirarse. Su horror no conoció límites al encontrarse que el grueso de los Heraldos de la Pureza y los Dragones Esmeralda los recibieron a cañonazos: ¡habían sido traicionados! Desde el principio, todo había sido una maquinación de Magnar Vulkor para eliminar a los elementos sediciosos de su legión y dar el golpe de gracia a los Caballeros del Emperador. Había sido muy sencillo convencer a Hantei para atacar a sus eternos rivales.
La flota de los Doblegadores fue emboscada en las lunas de Istvaan por los Robles Eternos en un ataque sorpresa a traición tan brutal como sangriento: apenas un puñado de astartes lograron huir en la fragata Terhëiden para advertir al Imperio de la traición. Liberados de las cadenas de la lealtad, los Robles Eternos desataron su furia y empezaron a pasar a cuchillo poblaciones planetarias enteras.
Sin embargo, era un momento turbulento para las demás legiones: los Caballeros del Arca habían estado investigando en secreto al resto de legiones en busca de evidencias del regreso de la XX. Para su horror, descubrieron que algunos elementos de la Guardia Implacable servían en la XIII, los Segadores. La XIII fue declarada proscrita y se decretó su inmediata destrucción. Los Caballeros del Arca estaban entre las fuerzas asignadas para destruirles pero pronto se descubrió que varias de sus compañías en realidad estaban infiltradas por astartes desconocidos. Aunque los Caballeros del Arca intentaron purgar sus filas rápidamente, el Señor de la Guerra despachó a la Tempestad Imparable y a los Leviatanes para encargarse de ellos.
La guerra más inconcebible de todas, la Gran Herejía, había comenzado.
Y los bandos quedan así:
TRAIDORES
LEALISTAS
Os abro vuestras escenas de bandos. El turno 6 para el 13 de junio. La semana que viene miraré esto pero no creo que pueda hacer mucho.
Aprovecho para recordaros las condiciones de juego ahora. He cambiado un par de detalles:
Ahora, al terminar tus acciones, determina que cantidad de tropas emplearás para defender cada uno de tus planetas (con un mínimo de un capítulo por planeta). Si un jugador tiene más planetas que capítulos, se pueden dejar planetas sin defender en cuyo caso se conquistan directamente si se supera la tirada de Exterminación. IMPORTANTE: los capítulos que emplees en defensa no puede emplearse en otras acciones del turno.
Un mensaje astropático cruza la galaxia hasta todas las flotas expedicionarias: Constantin Valdor, Comandante Supremo del Adeptus Custodes habla,
-Legiones Astartes, los recientes acontecimientos (desde ahora "La Herejía de Vulkor") nos obligan a priorizar nuestra obligación de proteger al Emperador Querido Por Todos. El Adeptus Custodes declara desde ahora la ley marcial y asumirá la defensa de Terra. Las legiones astartes quedan proscritas desde hoy de todo el Sistema Solar y se abrirá fuego contra cualquiera de sus naves que viole esta prohibición. Sé que algunos de vosotros decís contar con la confianza del Emperador pero como sus guardianes no podemos permitirnos correr ningún riesgo. El Fabricador General de Marte, Kelbor Hal, me ha pedido que transmita instrucciones similares. Las Legio Titanica y las legiones cibernéticas defenderán el Planeta Rojo frente a cualquier legión que se acerque.
Breve justificación argumental para que Terra y Marte sean "neutrales". Pensé en su momento que estuvieran de un bando pero entonces se complica bastante el equilibrio.
Así que ahí los tenéis: se defienden solos, pueden ser conquistados por vicio o para su protección...
Un par de preguntas rídiculas (o no tanto).
1. Si un primarca muere... respetamos la idea de que ocurre al principio del otro turno? O sea, igual puede actuar ese turno?
2. Otra pregunta, si muere, que pasa con sus planetas / legiones / monedas? Es posible donarlas a otro jugador del mismo bando? (sería algo así como metajuego, pero incluso perdiendo la vida yo, por lo menos, quisiera que gane mi bando) o quedan disponibles para quien las invada (con los capítulos que dejó en la misma como fuerza de defensa)?
3. O ascendemos a un subordinado y seguimos jugando?
Duncan hizo enviar una réplica a los Custodes y a Marte, por los mismos medios.
-Me gustaría recordar tanto a la guardia de nuestro querido Padre, como al fabricador general, que Venus, Urano y Plutón se encuentran en dicho Sistema Solar. Por lo tanto, con la autoridad que me corresponde como Señor de la Guerra, ruego que se nos permita maniobrar con el único objetivo de proteger y aprovechar dichos planetas. Del mismo modo, me gustaría rogarles que reconsideren su postura aislacionista. Si no fuera así, les deseo toda la buena suerte de la Galaxia, y les ruego que, si los traidores les sobrepasaran, se aislen, resistan o salven todo lo que puedan. Acudiremos en su ayuda.
La muerte de un primarca es sólo a efectos argumentales: la legión continúa en juego sin su padre genético. Los jugadores podrán elegir cómo mueren si se da el caso.