Partida Rol por web

Año 469

Tras la batalla del del monte Snowdon, Badb pasó largo tiempo bajo los cuidados de su esposa Lhianion. Las  heridas sufridas durante el asalto al castillo fueron importantes y de consideración y, de todos es sabido, que Badb, estuvo a punto de perecer en aquel maldito lugar. Durante gran parte del año, el guerrero estuvo en cama, no fue hasta el cuarto mes cuando empezó, no sin esfuerzo, a poder caminar. Cuando se hubo recuperado lo suficiente como para poder vestir sus armas, Sir Rodereick, el conde, le confirió un puesto en la guardia del castillo. Una tarea menos pesada que otras de patrullaje para que así, Badb, pudiera recuperarse del todo. No fue hasta el verano cuando las secuelas de las heridas empezaron a menguar tanto que casi desaparecieron del todo. 

Una pregunta/duda ¿Esta escena es para mí y para Lhianion? ¿Verdad? Porque al estar casado deberiamos "hablar" más ¿no?. Tambien quisiera, si es posible, hacer algunos cambios en mi pejota

No te preocupes que ya me lo imagino, sólo era cambiar el tema de Lujurioso

No me queda claro si lo que hago durante el año tengo que escribirlo aqui o en la otra escena.

A riesgo de utilizar indebidamente esta escena, te pego la "historia" de Lhiannon aquí para que conozcas más del personaje, ya que pese a rolear una pareja, no sabemos nada el uno del otro :P

El eco de aquellos gritos de agonía volvían a invadirle en sueños. Hacía ya dos días que la lluvia no daba tregua desde que emprendieron el camino hacia el asedio del Traidor, y los truenos lejanos volvían a ser los únicos testigos de su agitado despertar. Babd dormía hacia el otro lado y la cama se mantenía caliente, pero la angustiosa sensación de aquella pesadilla todavía la llenaba. Se tumbó dándole la espalda y trató de calmarse con el sonido del incesante goteo. 

 

Siempre el mismo sueño, siempre los mismos gritos, dolor y la sangre que lo envuelve todo. Ignoraba si eran fruto de las historias que su madre y abuela le contaban o si serían mensajes enviados por la misma Diosa, pero los tenía desde que recordaba. Primero, unas potentísimas voces cantando diferentes notas vocales, sonando entre la niebla desde algún punto del otro lado del agua. Después, el sonido metálico de las armaduras y las armas entrechocando. El agua escarlata. Y los gritos y sollozos de mujeres que trataban de aferrarse al cielo cuando una sombra les abordaba por detrás. Por último, la imagen proyectada de un estandarte con forma de águila sobre la tierra y el alzamiento una bandada de cuervos, nublando la visión con sus plumas. 

 

 

En este punto es en el que siempre se despertaba y su corazón parecía que fuera a salir corriendo de su pecho. Sabía lo que aquellos sueños eran, había escuchado desde siempre la historia de Mona, pero nadie le dijo acerca de aquellos sueños, ni tampoco lo había contado, pues ella misma adjudicaba los orígenes a tales historias. 

Hacía meses que no los sufría, desde la llegada de Badb en verdad y desde que abandonó la Bretaña para acompañarle a partir de entonces. No sabía por qué había vuelto a soñar con aquello, pero trató de olvidarlo y retomar el sueño.

El sueño entonces se volvió recuerdo, y el rostro de su madre apareció entre plantas y el recuerdo de su aroma y las historias de invierno al calor del hogar. Las enseñanzas de la Diosa que le transmitía en forma de cuentos y leyendas para amenizar la noche prematura. Las imágenes del caldero de Cerridwen, la furia de Cathubodva y los caballos de Rhiannon.

Se despertó entonces con el abrazo matutino y demandante de Badb, el calor de la cama se mantenía, y ahora sentía además el que el propio guerrero emanaba.

Jamás pensó que dejaría atrás Bretaña, su familia y su aldea, pero hela allí, entre los brazos enérgicos de su esposo, aquél con el que compartió los fuegos de Beltane y unió su camino bajo la bendición de la Diosa y la pasión y amor que los unió aquella noche de Mayo.

Leal al Conde de Salisbury y éste a  Aurelius Ambrosius, hacia él se dirigían. A los dioses daba gracias de que fuera leal al Pendragón, al Alto Rey de Britannia, aquél coronado bajo las antiguas tradiciones y portador de las marcas de los dos dragones. Él pondría fin a los saqueos sajones y con él vendría una nueva Era.