Partida Rol por web

Dieter recuperó la tranquilidad en la sonrisa, aunque lo sintió por el estado alterado de Parminder. El señor Aussiah parecía completamente en sus cabales, tranquilo y en su lugar, muy razonablemente preocupado por "algo", un "algo" que obviamente respondía a la actitud de su hija.

Se levantó y le estrechó la mano.

- Entonces, señor Aussiah, le llamaré en unos días con algo concreto. Por favor, envíeme a la universidad la documentación que pueda recoger y empezaré trabajando con eso junto con lo que consiga por mi cuenta.

De forma algo inconsciente, se dio cuenta de que con el gesto de estrechar la mano no sólo buscaba un saludo, sino una ridícula pista de algo que no encajara. Ridículo. Sonrió a su propia estupidez y esperó a que le acompañaran a la salida, mientras discretamente observaba la decoración de la casa.

La madera era un buen complemento, si sabía elegirse con cabeza...

El señor Aussiah se levanta y te estrecha la mano con firmeza, como la primera vez que lo hicistéis, la noche anterior...

Toda la documentación le será enviada allí, dejelo de mi cuenta te acompaña personalmente a la salida de la casa, su paso es algo más pausado de lo normal...justo al llegar y al abrirte la puerta para salir te comenta...

Dieter, ¿puedo llamarle así? pregunta con voz algo forzada, un tanto incómodo... si sabe algo de mi hija, o se pone en contacto con usted...me gustaría que me lo dijera, estoy preocupado por ella su voz es algo temblorosa...

Dieter asintió ante la petición, agradecido por la familiaridad. Y, sin embargo, a un tiempo un latido en su corazón se le antojó demasiado fuerte, y sintió un levísimo mareo al percibir la preocupación de un padre por su hija. A aquel hombre, firme y fuerte, se le derrumbaba el mundo alrededor.

Quizá lo miró con compasión, no estaba seguro. Prefirió creer que lo miraba con aliento y ánimo, algo que sin duda necesitaría mucho más. Él mismo se decidió a entrar algo más en el tema, ya que el mismo sr. Aussiah le daba permiso para ello.

- Entiendo su preocupación, sr. Aussiah. Admito que lo que me ha contado también me ha preocupado a mí. Mire, no quiero meterme en asuntos que no me conciernen, y menos aún dada mi posición. Le voy a ser sincero. Hace unas horas, a petición suya, llevé a su hija a casa de una amiga.

Entiendo que le altere, pero ella es mayor de edad, y muy libre de tomar esas decisiones. Me temo que sus historias difieren, pero supongo que no puede ser de otra manera. En todo caso, ella ya no es una niña, así que les recomiendo comunicación como adultos. Si le da tiempo, quizá se le pase y regrese...en fin, como digo, no es cosa mía. Como comprenderá, trabajar para usted no me convierte en la mejor persona para intermediar, y menos aún ser el profesor de su hija.

A nivel de tutor, que no lo soy, sólo puedo informarle de esto. Al suceder fuera del ámbito de la universidad y no habiendo percance de tipo docente, me temo que más no puedo hacer ni decirle. Sólo pedirle que sea paciente. Si es lo que parece, se le pasará. Quizá sólo necesite algo de tiempo para darse cuenta, y entonces será ella la que le llame.

Por un momento, un relampago de furia en los ojos del hombre cuando le comunicas que conoces el paradero de su hija...después crees detectar cierto alivio...

Dieter...digame donde está...ella es lo que más quiero en este mundo, no se que haría si le pasara algo su tono de voz es suplicante, parece sinceramente preocupado...

Sé que algunas veces no me comporto como es debido, y me altero más de la cuenta, se me olvida que ella ya no es una niña...pero...es que es inevitable que pase eso...siempre será mi pequeña ahora ha recuperado gran parte de su compostura...

Dieter se encogió de hombros. Una situación complicada, pero tampoco se había metido en ella por gusto, y llegados a este punto, hacía lo que solía hacer mejor, como buen suizo, procurar quedarse al margen y llevarse las reprimendas de ambos bandos.

- Lo lamento. Traicionaría su confianza. Lo haría sin dudarlo si ella fuera una menor, pero me temo que no es el caso. Tiene la mayoría de edad y por lo tanto debo tratarla como a una adulta, aunque entiendo perfectamente que usted la considere aún una pequeña. Aunque no le sirva, le diré que se encuentra bien, y que muy probablemente sólo necesitará un tiempo corto para mentalizarse y ponerse en contacto con usted, o usted con ella.

Supongo que es mucho pedirle que usted se ponga en mi lugar, igual que yo le entiendo si de alguna manera pudiera ponerme en el suyo, pero así están las cosas. Creo sinceramente que ésta es una situación que deben resolver ustedes dos. Yo no puedo servir para mediar en ningún caso, como mucho añadiría estorbo y turbiedad a las cosas.

Si con esto me gano su desprecio...bueno, supongo que es factible. En ese caso, por favor, dígamelo cuanto antes para terminar con nuestro asunto sin hacerle perder más tiempo. Porque entienda que tampoco tengo intención en emprender un trabajo en un marco o un ambiente incómodos.

Y se encogió de hombros, pero de forma que denotaba pesar, un "y qué puedo hacer yo". Eso era, ni más ni menos, lo que sabía que terminaría por suceder. Pero así no mentía a nadie, no le gustaba, y dejaba claras sus intenciones, que nunca estaba de más. Como mucho, se llevaría un par de gritos o algo así, o quizá un expediente en su ficha, si el señor Aussiah era lo suficientemente influyente. Pero si era expedientado por algo cierto, y no por invenciones, lo asumía con toda tranquilidad.

Aunque no lo demostró, lo cierto es que quedó incluso aliviado.

El hombre se te queda mirando con una expresión indescifrable durante un par de minutos...luego asiente con la cabeza y comienza a hablar algo más tranquilo...

Me alegra saber que esta bien, y sé que usted no tiene la culpa, es más, pienso que vino aquí porque se sintió obligado de alguna manera a decirme que mi hija estaba bien... detiene su charla unos instantes, los justos para recuperar el aliento...

Me gusta su actitud y se lealtad para los que le han otorgado su confianza, no tengo nada que objetar, y aunque ciertamente me gustaría conocer su paradero, entiendo su silencio su voz es serena, comprensiva, aunque sus ojos siguen demostrando inquietud...

Le enviaré los documentos y disculpe por verse metido en una situación familiar un tanto incómoda...

Dieter consiguió dejar salir el suspiro de alivio tremendo que llevaba en su interior sin que fuera demasiado evidente. Los nervios no llegaron con las palabras, sino tras ellas. Aunque estaba bastante seguro de haber obrado de la mejor manera posible, sobre todo para sus propios intereses, el señor Aussiah se lo podría haber tomado de muchísimas maneras. Era un alivio ver que lo hacía de la mejor de todas ellas.

Por otro lado, eso corroboraba lo que ya temía. Parminder estaba sufriendo algún tipo de ataque de nervios, si creía que su padre había sido poseído. Eso le hacía temer que, no estando en la mejor situación, cometiera alguna tontería...debería llamarla, pero eso sería después.

- De acuerdo, señor Aussiah. Yo también lamento su situación, creame. Espero que se solucione lo antes posible.

Quizá hubiera podido añadir más, pero simplemente estrechó su mano y volvió al coche. Luego a su casa.

Allí tomó la cruz y se dedicó a buscar algo relacionado con ella por internet o mediante los no pocos libros que coleccionaba, mientras parte de su mente esperaba una llamada y reflexionaba sobre la posibilidad de ser él quien llamase. A pesar de haberse deshecho de su responsabilidad en esa incómoda situación, por un lado quizá podría ayudar. Le había cogido aprecio a la familia.

Buscar alguna información sobre esa cruz con tan pocos datos se te antoja un trabajo pesado y sin muchas posibilidades de exito, aún así, la constancia siempre ha sido una de tus virtudes...

Tras largo rato de busqueda infructuosa vuelves a observar más de cerca la cruz...y detectas en ella al pasar los dedos nuevamente por la madera pulida una pequeña imperfección en lo que sería la base de la cruz si esta estuviera colocada de la "forma cristiana"...para se que alguna vez fue usada como una especie de colgante...pero en forma de cruz invertida...

Con esta nueva información continuas con tu investigación, pero aparte de infinidad de leyendas sobre cultos al diablo, ninguna te ofrece suficiente credibilidad...

...pero indica que es más "satánica" que cristiana.

Al menos, eso pensó Dieter con la cruz en su mano mientras el foco de luz la enfocaba como si pudiera sacarle una confesión. Los ojos del profesor no eran menos.

Su mente comenzó a divagar. Colocó la cruz al revés y la examinó en esa posición. Si la habían fabricado para ser invertida, todo podría tener más sentido en esa posición. Hizo un grabado exacto en un papel y con él comenzó a jugar, buscando enlaces con posibles culturas de la época y la zona...

Por mucho que buscas, ninguna referencia clara a ningún culto de la época, casi justo antes de darte por vencido, una pequeña reseña en un libro de leyendas populares de la zona de Dome...

"El Caballero Guille de Dome, aterrado por la idea de perder algún dia a su esposa, la joven y bella Arlette Marie de Deschamps, de delicada salud, hizo un pacto con el diablo para alcanzar la inmortalidad de la joven, ofreciendo su alma a cambio de la misma, realizo rituales con el símbolo del maligno, una cruz que ridiculizaba la muerte de Nuestro Señor Jesucristo...

La salud de la joven mejoró, e incluso dio a luz a dos hijos, pero la oscuridad y las desgracias sobrevinieron a la pareja, sus hijos murieron en extrañas circunstancias, esto enloqueció a Arlette, y su abatido esposo, confesó su terrible comportamiento, arrepentido...

Ella no pudo soportarlo y escapó, su marido la dió por perdida, pero a los pocos meses, espoleado por un misterioso personaje que nadie pudo nunca adivinar su procedencia, comenzó a buscar a la joven con enfermiza desesperación...hasta finalmente traerla de vuelta a su castillo...desde ese día, nunca nadie más volvió a verla, así como tampoco a ese misterioso hombre...

Según cuentan, la tumba de los señores de Dome se encuentra en algun lugar de lo que fue el antiguo castillo, destruído por el fuego meses más tarde del anuncio de la muerte de su poseedor...nadie sobrevivió...y su entrada la marca un árbol negro..."

El libro se llama "Realidad o Ficción" de un tal Pierre Durant, que no te suena en absoluto...

Un escalofrío recorrió la espina dorsal del profesor.

- Joder con el caballero - dijo en voz alta, como si estuvieran allí sus alumnos para escucharlo -. La que montó él solito.

Miró la cruz con ojos distintos, y de forma infantil se sintió observado por ella. La época en cuestión estaba llena de esas imágenes y leyendas con el mismo protagonista. Un embaucador que se reía de sus macabras bromas. Insidioso el demonio, siempre listo para reírse una vez más.

La habitación se le hizo muy pequeña, o demasiado grande. Muchas sombras...encendió un par de luces y notó que la intranquilidad le obligaba a prepararse un café.

Qué coño. Había habido una muerte. Son muchas las películas donde andar jugando con cruces y maldiciones termina dejándote clavado al suelo con pararrayos y cosas así. Accidentes había en todos lados, pero hacía unos días que nada estaba del todo normal. Pequeñas cosas.

La verdad estaba llena de pequeñas cosas.

Dieter recapacitó. Café del bueno, en vaso, con leche fría y mucho azúcar. Algo para distraerse. Después de aquello dedicó el resto del día a organizar algunas cosas y a escuchar música. Más tarde vería la televisión. Con macabro humor, esperaba que la próxima pista del complot satánico apareciera en las noticias con algún suceso trágico. Maldito hollywood.

La sensación de intraquilidad se ha convertido en una molesta compañía mientras realizas las tareas que te has marcado, el tiempo pasa despacio, también es extraño eso, pues normalmente la música te relaja y te ayuda al paso veloz de las horas, pero incluso parece que tu flamante reproductor, no funciona todo lo bien que debería...

Algo no iba bien, o quizás eso sucedía cuando pensabas que algo no iba bien, hay quien dice que todo esta en el poder de la sugestión...el caso es que finalmente el cómodo sofá te tienta demasiado, pones la tele con la esperanza de encontrar algo que te distraiga, lo cual siempre fué bastante complicado...

Tu telefono móvil empieza a sonar bruscamente, lo buscas con la mirada, te los has dejado sobre la mesa del comedor...

- Verdammt! - reaccionó Dieter. Cuando uno es bilingüe, a veces organiza su mente para dedicar algunos pensamientos a cada idioma. Las reacciones por sorpresa tenían adjudicadas el alemán.

Se levantó con un nudo en la garganta, como si hubiera tenido permiso para maldecir y luego ya nada más. Se levantó y sintió un calor repentino, y un leve mareo por la bajada de tensión. Sus ojos buscaron sombras en la oscuridad, algo onírico, idiota, infantil, pero...

Recogió el móvil y se centró en su pantalla.

Joder, tenía miedo. Había que ver cómo eran las cosas...

Se fue calmando poco a poco.

La voz de Parminder resuena al otro lado de la línea, algo angustiada, nerviosa, incluso enfadada, un amplio y cambiante abanico de emociones mientras pronuncia tu profesión...

¿Profesor?, Soy Parminder, necesito que nos veamos...hay una chica...tiene una cruz como la mia... parece que fuera a añadir algo más, pero solo el silencio roto por unas voces femeninas incompresibles en la lejanía de la línea...

Dieter se sorprende por todo, por su interlocutor, no esperaba escuchar a Parminder, por el torrente de emociones que destila su voz, muchas de ellas aparentemente contrapuestas, y por el mensaje en sí...las jovencitas son víctimas de las modas más peregrinas, pero coleccionar cruces heréticas del siglo X no suele entrar entre ellas.

- De acuerdo...eh, Parminder...Muy bien, escucha. Oye, no te oigo bien. Dime dónde estás y espérame allí, ¿de acuerdo? Espero que no estés muy lejos.

Los ojos del profesor se fueron azorados hacia la cruz que descansaba en la mesa de su despacho. Ventajas de no tener una casa muy grande, todo quedaba a la vista. No le gustaba lo que estaba escuchando porque no comprendía nada. Llevaba demasiados días nadando sin saber hacia dónde...

Un breve rastro de alegría en su entonación, un sentimiento que hasta ahora no había aparecido...

Estoy en casa de una amiga, St. Francis St. 29, tercera planta, le espero aquí breve y concisa, no tenía sentido seguir hablando por telefono...

La comunicación permance abierta esperand tu respuesta...

- Bien, espérame allí y llegaré en cuanto pueda. Ya estoy en camino.

El profesor casi agradeció salir de su casa. De repente se había convertido en un lugar oscuro y frío desde cuyas sombras parecían observarles. De alguna forma extraña consideró la posibilidad de llevar la cruz con él...¡qué tontería! lo consideró desde el miedo de qué podría encontrarse...

Pues dos chicas extrañadas, ¿qué sino? Cogió la cruz y se la guardó en el bolsillo del pantalón vaquero, donde no pudiera caérsele ni fuera fácil llegar a ningún chorizo de medias tintas.

Se puso su cazadora para que no se viera ningún bulto sospechoso y bajó después de echar una mirada inquieta a su apartamento y asegurarse de que todo lo demás estaba donde se suponía.

Luego bajó, cogió el coche y se dirigió a la dirección señalada, acompañado de un incómodo nudo en la garganta al que no podía convencer de que estaba allí completamente fuera de lugar...de que no había nada por lo que preocuparse...