Partida Rol por web

Grace parpadea y mira fijamente a Juliet cuando habla de sus poderes. Había dado tantas vueltas a tantas cosas... ¡Pero no había pensado en eso! ¿Qué poder podría tener ella?

Sí... seguro que puedo ahogar a alguien en una jarra de vino que acto seguido saldrá corriendo para repelerme... -Bromea poniendo los ojos en blanco y sonriendo- Y sí... conocer a mi padre ha sido genial. He tenido la suerte de ganarle una mano de póker. Antes al menos no sabía de mi existencia y ahora ya me odia. Estoy en racha...

De nuevo sigue bromeando, aunque el tono de sus palabras muestra más dolor del que le habría gustado. Lógico, teniendo en cuenta que la última imagen que tiene de su padre, de su auténtico padre al que acaba de encontrar y perdonar por haberla dejado tirada, es la de él saliendo disparado y enfadado porque ella ha ganado una absurda partida de póker. La pregunta es... ¿Si hubiera sabido que el señor D iba a enfadarse tanto... le habría dejado ganar? ¿Habría mentido? La respuesta no se hace esperar. No. Así que no pensaba arrepentirse. Ya lo haría él cuando tuviera que mandarlo al asilo... ¿Los Dioses iban al asilo?

Viendo el cauce que llevan sus pensamientos, Grace sacude la cabeza y dirige la vista a Quirón y a las monedas que tiene en la mano.

Ahi va... ¿Dracmas has dicho? Y... ¿Para qué sirven? ¿Para comprar cosas aquí?

- Normalmente los utilizamos para mandar mensajes Iris. - Dijo Quiron con una sonrisa y señalándote un pequeño charco en el suelo. - En cualquier lugar que tenga un poco de agua, preferiblemente un estanque bonito no este lodazal, puedes lanzar un dracma de oro y pedirle a la Diosa Iris que te comunique con alguien con el que quieras hablar... da igual quién sea, el mensaje lo recibirá. -

Quiron frunció la boca, como si se estuviera olvidando de algo.

- ¡Ah! ¡Si! Claro que si no son hijos de Olímpicos o cosas por el estilo, no escucharán lo que digas, pero tú si los podrás ver sin problemas. -

Después, sonrió.

- También puedes comprar cosas, pero los vendedores que aceptan Dracmas de oro, bueno, son algo escasos y peligrosos. -

Grace asiente. Lo de la comunicación era interesante, desde luego. Aunque también siente una extraña curiosidad por esos vendedores. ¿Qué venderían exactamente? ¿Y porqué eran tan peligrosos?

De todas formas, sabe que esa curiosidad no puede ser sana... y más de una vez se ha metido en líos por hacerle caso. Así que sacude la cabeza y se fuerza al volver al tema principal.

¿Y cómo puedo conseguir de eso? ¿Tengo que pedirle la propina a mi padre? Porque si es así, creo que me ha dejado sin paga para el resto de la eternidad... Y eso, viniendo de un Dios, es algo tan literal que da hasta miedo. ¿Cuando y por donde empiezo?

Había vuelto a cambiar de tema sin previo aviso. Un momento estaba hablando de Dracmas, al siguiente de nuevo de su recién encontrado padre, y ahora de cuando empezaría lo que fuera que tenía que empezar.

Quiron te dió lo que era tuyo y apoyó su mano sobre tu hombro.

- Son tres, es lo que reciben todos al entrar al campamento, por todo lo demás, tiempo al tiempo. - Te dijo sonriendo, intentando que te olvides un poco de lo de las misiones.

Pero sabía que no iba a ser así de fácil.

- Mira, ya es tarde y esta noche tendré que presentarte a todo en el comedor. Además, tengo que darle la bienvenida a otras personas como tú que han llegado hace poco y mostrarles un poco el campamento. -

El centauro vuelve a sonreirte y te señala una cabaña a lo lejos.

- Esa es la cabaña de Dionisio, tu nuevo hogar. Ve, descansa un poco que por la noche nos vemos en el comedor. -

Grace asiente a las primeras palabras de Quirón y responde a su sonrisa con una igual de amplia pero más alegre, quizás. Ella no es de las que se vienen abajo. Sin embargo, frunce el ceño ante sus últimas palabras.

¿Descansar? ¿Seguro? ¿No hay nada que pueda hacer?

Cuando Quirón se despide para irse, ella esboza una nueva sonrisa y se despide con la mano. Después se gira hacia Juliet.

Nos veremos por aquí, espero.

Y con una nueva sonrisa se da la vuelta para encaminarse hacia la cabaña de los hijos de su padre. Caminando lentamente, levanta la mano donde yacen las 3 monedas y las mira con curiosidad por el camino.

Esto debe ser oro macizo... qué fuerte... En la ciudad también podrías comprar muchas cosas con esto... Pero será mejor que los guarde por el momento. -Y así lo hace. Con cuidado los mete en uno de los bolsillos de su pantalón antes de levantar la cara y darse cuenta de que ya ha llegado al que sería su nuevo hogar.

Antes de entrar, llama a la puerta y la entreabre después, metiendo tan sólo la cabeza.

¿Holaaaaaaaaaaaaa?

La casa estaba completamente vacía, aún así, te decidiste entrar a ella para conocerla.

La casa estaba inmaculada, adornada con estatuas y armas y escudos y cascos de diferentes tamaños y materiales, armaduras de todo tipo, armas y herramientas de distintas partes del mundo y de distintos tiempos. La casa era como un museo...

Las camas estaban hechas casi a la perfección... pero no estaba muy ordenada que digamos.

El espíritu desordenado y loco de los hijos de Dionisio se podía ver en cada rincón..

Una vez dentro, intentaste saludar nuevamente, a ver si alguien se asomaba... pero no parecía haber nadie por allí, ni siquiera en los servicios...

Una de esas camas, tenías tu "equipaje" sobre un arcón a los pies de la misma. Camisetas y pantalones con el logo del campamento, calcetines y zapatillas, de todo para pasar el verano sin problemas...

Y por un momento, iba a negarte a descansar... pero la cama era tan cómoda... y tú estabas tan cansada...

Grace queda atónita por la cantidad de armas que hay a su alcance. Tarda más en recorrer aquella parte del que sería su nuevo hogar que lo que ha durado la visita completa al campamento, guiada por Quirón. Observa fascinada, sobretodo, los arcos que pueda encontrar allí, imaginándose a sí misma con uno de ellos. O bueno... ahora que ya había usado una (si es que podía considerarse espada la que Tyson había hecho para ella con manos y dientes...) también sentía atracción hacia las espadas.

Pero, por un momento, se olvida de su propia predilección y se pregunta... ¿Qué arma preferiría su padre? ¿Y su madre? ¿Usaban algún tipo de arma las ninfas? Por algún motivo, algo la hace pensar que sería mejor no decír por ahí lo que sabe de su madre. Aunque no entendía demasiado bien qué podría llegar a significar, quizá los demás campistas no se lo tomaran del todo bien. Pero tampoco iba a mentir a nadie.

Y es así, entre sus cabilaciones, como llega hasta la que debe ser su cama. Que parece tan y tan cómodo... Hasta hacía sólo un momento, había desado empezar a practicar con cualquier cosa. Empezar a aprender de verdad y a sacarle provecho a aquel mundo que acababa de encontrar. Pero... ¿Qué tenían las camas de aquel campamento? ¿Estarían tan acostumbrados a tratar a chicos como ella que habían puesto algún tipo de encantamiento hipnótico a las camas?

No llegó a formar del todo aquella idea en su cabeza... ya se había quedado dormida.