Lotte no tenía magia ni era drow, y que las vicisitudes de los esclavos, fueran magos o elfos, no la conmovían tanto como a Valeria o Edith. Sabía que esas cosas no le iban a pasar a ella, y el encarcelamiento o la muerte eran perspectivas más terribles. Aún así, el relato de Valeria era lo bastante evocador para hacer que sintiese una lástima y un respeto por los magos que nunca se le había ocurrido que pudiese sentir.
Aún tenía la aguja en la mano, pero ésta la había apoyado en el regazo, mesmerizada por los horrores que contaba Valeria y la historia de su liberación. No tenía muy buena opinión de los Hijos de la Luz, pero nunca había imaginado que la Basílica fuera capaz de esclavizar humanos, con Don o sin él. No de esa manera.
-¿Y qué haces aquí?
Valeria observó a Lotte durante unos momentos antes de encogerse de hombros.
--Antes hacía esto porque le debía la vida a Marb. Pero luego entiendes lo que él hace y por qué. Si alguien puede creer que se puede tratar a un drow como si fuera un objeto, no pestañeará cuando se plantee esclavizar a los magos. Pero lo que te tienes que preguntar es: ¿quiénes serán los siguientes? ¿Que las mujeres y los hijos se consideren posesiones y se les pueda relegar a la vida que más le convenga a uno? ¿Hasta qué punto vamos a permitir que La Basílica dicte el rumbo de nuestras vidas?
Con cada hombre que encierran, con cada idea que se prohíbe expresar, con cada lengua cortada por los Hijos de la Luz perdemos todos. El problema de los drow no es sólo de los drow. El problema de los magos no es sólo de los magos. Alguien tiene que decir "se acabó".
Por eso estoy aquí.
Cada palabra de Valeria convertía la posibilidad de recuperar a sus hijos en algo más complicado e inalcanzable. Sabía que no iba a ser fácil, pero no cuánto. No hasta ese punto.
Si ella no hubiera sabido esconderse, si no hubiera preferido delegar el don en pos de una vida cómoda y lujosa, ¿cuál habría sido su destino? ¿Habría sido compañera de Valeria, una hechicera encadenada y obligada a hacer lo que la Basílica decidía? ¿Eso era lo que harían con sus hijos? Por difícil que fuese el camino, no iba a permitir que ocurriera. No tenía corazón de rebelde, ni de revolucionaria. Ella había sido feliz entre cuatro paredes, con el respeto de sus pares y dinero entrando regularmente en su bolsillo. Pero esa no era la vida real. Ahora se daba cuenta. Tenía treinta y siete años y había creido que sabía cómo era el mundo, pero... No. Incluso la pobre Edith lo había descubierto antes que ella. Con la altura de su posición había perdido perspectiva.
Si bien no pensaba luchar por una causa, sino por algo tan tangible y necesario para ella como Julien y Claire, iba a luchar. No había alternativa.
-Muy bien. ¿Cuál es el plan? ¿Cómo lo vamos a hacer?
--¿Plan? --repitió Valeria, enarcando una ceja--. Me temo que no soy una experta en fugas, si eso es lo que esperabas. Yo escapé de casualidad.
La apóstata se encogió de hombros.
--Lo que sí puedo decirte es que El Palacio de Marfil es una maldita trampa para magos. Está protegido contra el escudriñamiento mágico y cualquier intento de viaje astral allí dentro podría hacer que aparecieras en un estanque de ácido. Hay ástirax, sangramagos y nishruus por todas partes. Eso sin contar con un contingente de hombres adiestrados para matar apóstatas --niega con la cabeza--. Nosotras no podemos hacer nada allí dentro. Ellas... algo más. Y aún así aún tendríamos que solucionar el problema de sus collares. Sin saber quién maneja los brazaletes no podemos mover ni un dedo.
Suspiró.
--Quizá te lo he puesto muy negro. Escucha: seguro que has visto algún mago con el collar por la ciudad. A los magos poderosos no se les deja salir de Palacio, pero a los menos peligrosos sí, una vez han completado el entrenamiento más básico. Marb conoce mucha gente. Meter un espía en el Palacio podría ser muy arriesgado. Pero podríamos pedirle que tuviera controladas las calles por si ven a tus hijos. Es un plan más lento, pero más seguro. ¿Qué decís?
La PNJ traza planes respecto a su conocimiento y a sus miedos. Su plan no tiene por qué ser el único ni el mejor. Se espera de vosotros que tracéis vuestros propios planes.
-Cualquiera puede controlar las calles -replicó ella, con tono hastiado. Le desesperaba no poder hacer nada directamente. Siempre había conseguido lo que se proponía de un modo u otro. La gente la respetaba y la temía, y solían plegarse a sus deseos. No poder hacer nada en absoluto en el Palacio de Marfil la llenaba de ansiedad.
No es que despreciase la idea de Valeria, pero le molestaba que no se le ocurriese otro modo de actuar.
-También es cierto que no se puede entrar al asalto allí. Creo que hasta que tengamos mejor conocimiento de cómo se mueven las cosas, hay que intentar averiguar quién tiene los brazaletes. Tienes razón. Pero me da la sensación de que con eso no bastará. Maldita sea...