Aranys te indicó la habitación en la que descansaba Valeria, tal y como Marb te prometió. La enana te acompañó, cotorreando sobre el trabajo que estaba haciendo su marido con tu armadura. Cuando estuvisteis junto a la puerta, se detuvo un instante.
—Bueno, aquí estamos —comentó, cambiando el peso de sus talones a las puntas de los pies, hacia delante y hacia detrás —. Valeria está un poquitín nerviosa. Así que trata de estar tu tranquila, ¿hmm?
Lo primero que viste cuando Aranys abrió la puerta fue a Valeria con el rostro desencajado y apuntándote con una varita de madera.
A Rowane la sorprendía el mero hecho de que le hablasen sin gritos y sin insultos, simplemente la enana hablaba de algo trivial y ella se dio cuenta de que aquello le gustaba. Le gustaba que le hicieran caso y hablasen con ella como se hablaba con las personas normales.
También era cierto que estaba escuchando con atención, ¿qué demonios? tenía curiosidad por saber lo que estarían haciendo con su armadura y cómo iba a quedar. No obstante, al llegar a la puerta asintió sin saber muy bien qué contestar, más que nada porque le resultaba imposible imaginarse a Valeria nerviosa.
Aunque bueno, eso cambió en cuanto se abrió la puerta.
Rowane ahogó un respingo de sorpresa y se agazapó detrás de Aranys (cosa bastante curiosa, porque ella era más alta, pero el caso es que de algún modo logró encogerse lo suficiente como para asomar sólo la cabeza por encima del hombro de la enana)
—¡Soy yo, soy yo!—se apresuró a decir en tono de tregua. De algún modo logró milagrosamente mantener la entereza para no tartamudear—. Soy Rowane.
No tenía ni idea de qué era aquella varita de madera pero sí sabía una cosa: Los magos usaban magia. Cualquier cosa en manos de uno podía tener sorpresas y más si te apuntaba con ella de forma "amenazante". Ya fuese el bastón sagrado de un clérigo de Celestar o fuese un palillo de dientes, daba lo mismo, ella ya estaba servida de sorpresas y no quería más.
Valeria tardó varios latidos de corazón en reaccionar. Al final, dejó de apuntaros lentamente, con un ademán reluctante. Aranys soltó de golpe todo el aire que había estado conteniendo.
—No esperaba visitas —gruñó, en un tono que parecía añadir "no quiero visitas".
Dejó la vara cuidadosamente sobre un pequeño aparador antes de volver a dirigirse a ti.
—Está bien, pasa —admitió a regañadientes. Cuando la enana se despidió y cerró la puerta tras de si añadió—, ¿cómo va tu hombro?
A Rowane en un principio no le quedó muy claro si era bienvenida o no... aunque bueno, estaba acostumbrada a no serlo nunca así que tampoco es que le resultase una novedad.
—Bueno, es que me...—empezó a decir rascándose el cogote.
La pregunta de Valeria sin embargo si que la cogió desprevenida, ¡dioses de todas las esferas, si era la primera vez desde que tenía uso de razón que alguien le preguntaba si se encontraba bien! En un principio se quedó un par de segundos sin reaccionar como si sus oídos le estuviesen asegurando por escrito a su cerebro que habían entregado la información correcta y que no estaban de broma.
—¡Oh!—sacudió la cabeza reaccionando de golpe—. Eeeh... b-bien, ya no me duele. Mira.
Como para "demostrarlo", hizo girar el brazo que en su día le habían herido, cogiéndolo con la otra mano por el hombro.
—Gracias—aquella palabra le supo tan bien en la boca que por una vez en su vida le dio motivos para esbozar un pequeño amago de sonrisa. Rowane no recordaba haberlos tenido nunca, de hecho no estaba nada segura de haberlo hecho alguna vez—. ¿Y tú estás... —hizo un apequeña pausa—... mejor?
Había caido en la cuenta de que terminar con "bien" era un poco absurdo así que cambió la frase en el último momento. Aquello la hizo desviar para mirar una pared la vista y rascarse de nuevo el cuello. Si la timidez era miedo al ridículo, ella era la prueba viviente y aquello le había costado más que el día en que Lord Hawald la había atado a una estaca para mantenerse a flote en el río toda una noche.
Recordó entonces lo que la había traído allí y se pregunto si Valeria sabía realmente a santo de qué demonios aquellos perros habían aparecido de la noche a la mañana por las calles del Nidal así que tras varios segundos volvió a mirarla.
—Te has enterado de lo de Nimruil, supongo... ¿no?
—Sí —respondió con brusquedad a la primera de tus preguntas.
Si algo habías observado en Valeria era que no soportaba la debilidad, ni la ajena, ni tan si quiera la propia. Era imposible imaginársela autocompadeciéndose o gimoteando. Pero la forma de envarar la espalda y de apretar los labios indicaba de manera inequívoca que aún estaba más tensa que la cuerda de un arco.
—He oído a Marb hablar de él —replicó a tu segunda pregunta, encogiéndose de hombros—. Un sacerdote de la antigua religión, y según tengo entendido, pronto será simplemente carne de horca.
Valeria enarcó una ceja.
—Pero eso ya lo sabías, claro.
—No si puedo evitarlo.
Esta vez fue Rowane la que se sorprendió interiormente de aquel alarde de determinación que le había salido de a saber dónde. Se le debía estar pegando algo de Valeria o algo así... Y hablando de Valeria, se alegraba enormemente de haber dicho "mejor" en vez de "bien". Que la maga fuera sacando a flote su forma de ser pese a que todavía se la veía tensa era buena señal.
No siguió por ahí pues y continuó con lo que había dicho en voz alta.
—Nimruil salvó la vida del recién nacido de un noble—explicó—. Pero la Básilica ha vuelto a hacer uno de sus alardes de "justicia" y ha determinado que en lugar de una buena persona, es un hereje terrible.
Seguía sin entender qué clase de razonamiento les conducía a pensar que "Celestar se equivocaba" a la hora de otorgar sus poderes. ¿Qué demonios?, el único motivo es que era un drow y punto, ¿necesitaban más razones para condenarlo? No, los Hijos de la Luz, no.
—Aimée piensa que un sacerdote como él podía hacer mucho bien a la gente del Nidal, y bueno... sí, es verdad. Pero a parte de eso, yo no quiero quedarme de brazos cruzados mientras cuelgan a otro de los míos que no ha hecho nada malo.
Hizo una pequeña pausa dándose golpecitos con un dedo en la barbilla y mirando de reojo hacia otro lado.
—Y ahora es cuando suelen decirme que estoy de atar...
—No. Ahora es cuando te pregunto por qué me cuentas esto.
Rowane cogió aire antes de hablar, se conformaba con que no pensaran que era idiota (o al menos con que no lo dijesen aún)
—P-Porque tiene que ver con algo que tengo que preguntarte—suspiró finalmente recordando las palabras de Lassitress y haciendo una pausa, no tenía ni idea de lo que estaba preguntando pero el caso es que si le habían dicho que la ayudaría, por algo sería—. ¿Cuál es la Primera Ley de la Magia... ?
Valeria pareció muy extrañada de la pregunta.
—La magia no tiene leyes —respondió instantáneamente, pero pareció pensárselo algo más, frunció el ceño y añadió:—. Salvo que te refieras a los cuentos de Nabi'i.
Evidentemente, nadie contaba cuentos a una drow, así que Valeria continuó explicando.
—Nabi'i es uno de los profetas más poderosos que ha visto Ezora. A veces, los destinatarios de sus profecías son niños. Para ayudarlos, crea pequeños cuentos en los que escamotea el mensaje que tiene que darles. En uno de ellos, Las Aventuras del Pequeño Ngubu, un pájaro acompaña al protagonista y hace las veces de mentor. Es ese pájaro quien habla de las Leyes de la Magia. La primera ley, a la que atribuye mayor poder, es que...
Valeria lanzó un sonido a medio camino entre el bufido y la risa.
—...la gente es estúpida. Creen las mentiras que le cuentan porque quieren que sean ciertas o porque temen que sean verdad. Sólo hay que echar un vistazo al Revraine de hoy día para saber la razón que tenía Nabi'i, ¿verdad? Con la debida motivación casi todo el mundo está dispuesto a creer casi cualquier cosa. Las personas tienen la cabeza llena de conocimientos, datos y creencias, y la mayor parte de todo eso es falso, aunque ellas crean lo contrario. Y lo peor de todo es que aunque no son capaces de distinguir la verdad de la mentira, están convencidas de que pueden hacerlo. Por esa razón es mucho más sencillo engañarlos.
Posó la mirada en ti.
—Esa es la Primera Ley de la Magia. ¿Por qué querías saberla?
Era cierto, a Rowane nunca le habían contado un cuento, ni una historia, ni nada que se pareciera remotamente a ninguna de las dos cosas así que escuchó a Valeria como una cobra escucharía las notas de un encantador de serpientes. A decir verdad, el único movimiento que hizo durante todo el relato fue asentir más que de acuerdo a la pregunta retórica de la apóstata sobre el Revraine actual.
También empezó a entender el porqué de que Lassitress le había dicho que preguntara aquello.
Cuando Valeria volvió a fijar su atención en ella se dio cuenta de que ya no le costaba tanto mirarla a la cara, lo cual era irónico porque la mirada de aquella mujer era de las cosas más penetrantes que la drow había visto en su vida, junto a las dagas de algunos gladiadores.
—Balaena también quiere sacar a Nimruil de la jaula, ya se está aprovechando de su imagen como mártir y de la que... monté yo cuando me escapé—dijo finalmente—. De hecho he vuelto a encontrármela, y ha vuelto a pedirme que me una a ella.
Recordó lo que había dicho Marb, "un símbolo", seguía sin verse en ese papel. Ella, que toda su vida había estado luchando por conservar el pellejo en una arena, esclava de un paladín y soportando maltratos... ¿un símbolo para su gente? Los símbolos siempre eran héroes seguros de si mismos, fuertes y aguerridos, o al menos los de las leyendas que hablaban de la antigua guerra eran así. Rowane no sabía si podían ser de otra forma.
—Marb piensa que no podemos seguir divididos o perderemos la guerra antes de empezarla así que quiere que se sepa quién soy, por qué y por quién voy a luchar. Cree que muchos drows nos seguirían... —tragó saliva, lo de que ni a los Hijos de la Luz, ni a su antiguo amo, ni a Balaena iba a gustarle, quedaba implícito—. ¡E-En realidad me gustaría entender por qué demonios Balaena es así, pero no lo entiendo! Ella no va a mover un dedo por alguien si no saca tajada, odia demasiado a los humanos y... y eso. Que no es que sea muy divertido que medio Port Coeur me odie todavía más, pero lo mejor que podemos hacer para empezar a ser una molestia para la Basílica es lo que Marb ha dicho.
Dejó caer los hombros y suspiró. ¿Tenía la hermana de Balaena razón? ¿Era demasiado inocente como para ver a la primera las malas intenciones de algo? Rowane trataba de entender lo que impulsaba a la gente a hacer las cosas, pero en aquél caso, no había mucho que hacer.
—Lassitress me dijo que si te preguntaba cuál era la Primera Ley de la Magia igual me ayudaba. Creo que ya sé por qué.
Valeria se quedó en silencio.
—Me alegra haber sido de ayuda —comentó al fin—. Sacia de nuevo mi curiosidad, ¿qué vas a hacer ahora con ese conocimiento que te he dado?
Rowane se rascó la corta melena blanca antes de responder.
—Supongo que no importa lo que yo sea, o el miedo que me de esto... —dijo—. Si los drows del Nidal ven que uno se rebela, querrán seguirlo sin más, sólo verán en él al símbolo que necesitan ver. En el caso de Balaena es lo mismo... no importa cómo sea ella, si hace lo que necesitan que haga, la seguirán.
Dejó caer entonces el brazo.
—Creo que por eso Marb me lo ha pedido. Quien antes use ese "símbolo" a su favor, antes se gana el favor de la gente. Y supongo que mejor nosotros que ella...
Al menos ellos buscaban igualdad para todo el Nidal, no sólo barrían para casa. Tragó saliva entonces antes de añadir.
—Pero yo no quiero engañar a nadie, a-así que a parte de parecerlo, trataré de serlo.
Valeria enarcó una ceja.
—¿Y estás dispuesta a poner vidas ajenas en tus manos? Porque es lo que sucederá tarde o más temprano si tomas ese camino.
Rowane convó las cejas hacia abajo.
—A Nadie le gusta eso... —dijo—. P-Pero si no hago nada, nada va a cambiar. Los Hijos de la Luz seguirán matando inocentes, persiguiendo magos y maltratando drows. Antes morir luchando que seguir viviendo en esclavitud.
Valeria envió una segunda ceja a hacerle compañía a la primera.
—Qué distinta eres ahora de la niñita llorona que me encontré tirada en el bosque —comentó la maga, con un ácido sentido del humor—. Personalmente, prefiero seguir a alguien que le resulte difícil a alguien que lo vea fácil. Creo que lo harás bien.
Valeria: amistad +1
Rowane trató de esbozar una sonrisilla algo tímida. Sentía como si se hubiese tragado un montón de hormigas y éstas estuvieran correteándole por el estómago, haciéndole cosquillas. Aunque no tenía muy claro por qué, tal vez porque acababan de reconocerle un logro.
—Gracias—respondió—. Es la primera vez que me dicen eso así que más me vale...