Partida Rol por web

--Hay otras opciones --masculló Jean Marie.

El tirón de Jean Marie fue muy brusco, así que la hechicera se zafó de su contacto dolorida. No desviaba la mirada de Marb. ¿Realmente iba a poder ayudarla? ¿Parecía tan entregado a la causa como parecía? Quiso creer que sí. A pesar del recelo de Jean Marie, Aimée se permitió un momento para reflexionar. Lo que decía el bardo no era en absoluto estúpido. Aunque su impulso era el de ir en ese instante a buscar a los niños, bolas de fuego mediante, desde luego que su razón le decía otra cosa. Debía volver a ser ella misma y pensar bien lo que iba a hacer. Marb lo había dicho: sus decisiones pesarían a sus amigos, a su familia y a los renegados. No podía ir regalando vidas tan alegremente. En el Dragón Rojo había decenas de personas que se habían sacrificado por ella. No podía dejar que ocurriese de nuevo. No en vano.

Miró a Edith y cerró los ojos. Se había acostumbrado a buscar en ella consejo y ánimo, pero, ¿a quién iba a animar ahora? Ya había dado todo lo que tenía por ella. No podía venderla otra vez. Iba a tener que ceder y escuchar a Marb, aunque Jean Marie dijera que había otras opciones. Balaena no era una opción por el momento. Cuanto menos se relacionasen con drows, mejor.

-Entonces... si te juro que estaré quieta y esperaré... ¿me ayudarás? -Abrió el ojo y lo clavó de nuevo en el bardo-. ¿Y cuál es el precio? Nadie hace nada por caridad. No en esta ciudad.

Marb se encogió de hombros.

--Sabes lo que soy, y conoces dónde acaba ese camino. No miro sólo por la libertad de tus hijos, sino por la libertad de todos los magos, por la del pueblo drow aplastado bajo la bota de hierro, por la del pueblo llano cada vez más oprimido bajo la tiranía del Triunvirato.

Hizo una pausa.

--Puede que llegue el momento en el que si somos esclavos o libres dependa de ti. Y en ese momento, te pediré ayuda y tú vendrás. Y entonces tendrás todos los Hijos de la Luz que quieras para volarlos por los aires --se permitió una media sonrisa--. ¿Tenemos un trato?

-Créeme, después de rescatar a mis hijos, eso es lo segundo en mi lista. -Le tendió una mano para estrechársela, y cuando el bardo lo hizo, ella confirmó-. Tenemos un trato.

Marb sonrió y estrechó la mano de Aimée con firmeza.

--¿Y el resto de vosotros qué decís?

Lotte permanecido en silencio medio escondida detrás de Jean Marie. Se había dicho que cuanto menos se involucrase con apóstatas, mejor, pero pensándolo en frío ya era un poco tarde para eso. Nunca había prestado ninguna atención a los hijos de Aimée, y ahora lo sentía por los tres. Pero seguía sin ser asunto suyo.

Había matado a un noble. No sabía si la estarían buscando. No lo creía probable, porque había desaparecido muy deprisa, pero si preguntaban a los criados de confianza del Comte terminarían llegando hasta ella. Podía perderse en Bajaciudad, en otros tiempos lo habría hecho, pero quién sabe si no la habrían terminado encontrando. Lo de la Resistencia parecía una opción más atractiva, y no es como si nunca hubiera fantaseado con ello.

-Cuenta conmigo para lo que necesites, mientras puedas mantener a la guardia lejos de mí -le respondió Cuando la negociación entre Marb y Aimée terminó y el bardo se volvió hacia el resto.

--No tengo a otro sitio donde ir --replicó en un hilo de voz Edith.

Jean Marie se quedó en silencio unos instantes.

--Mis hombres y yo nos las apañaremos. Tú cuida de las mujeres.

--Como gustes --dijo Marb encogiéndose de hombros. Si le daba importancia al tono cortante de Jean Marie se cuidaba mucho de demostrarlo--. ¿Aranys? ¿Me harías el favor de llevar a estas mujeres a su nuevo hogar?

La enana que había estado barriendo apoyó la escoba en la pared y se limpió las manos en el delantal antes de quitárselo. Sonrió y dedicó una mirada a Marb que hacía patente que lo idolatraba.

--Claro --respondió, para dirigirse a continuación al grupo de meretrices huidas:--. Tranquilas. Estáis en buenas manos.

Aimée se dio la vuelta y abrazó a Jean Marie. Trató de no hacerle daño, pero también quería transmitirle de verdad lo que intentaba decir con ello.

-Gracias. Ten cuidado.

Después se volvió hacia Edith y la tomó de la mano para seguir a la enana. Iba a tener que pasar mucho tiempo para llamar a otra cosa que no fuera su burdel "hogar". Pero no había otra opción. Miró algo triste a Jean Marie y luego fijó su ojo en Aranys. Suspiró y asintió.