Partida Rol por web

Marb asintió.

—Algún apóstata se pasó de la raya anoche. El muy estúpido... —dijo, torciendo el gesto—. Y los Cazadores de Brujas andan buscándolo. Los ástirax, esos lobos grandes que llevan, huelen la magia. Y... Valeria no lo esperaba.

—¡¿P-Pero qué pasó?!

Rowane se sorprendió de su propio arranque de impaciencia. Y de miedo...

Cayó en la cuenta de que no sabía por qué se había puesto tan nerviosa, de hecho hasta se había acercado dos pasos y a punto había estado de agarrar a Marb por las solapas. ¿Por qué se sentía así?

Enseguida se encogió instintivamente, retrocediendo otra vez, tapándose la cara con las manos a la espera del guantazo. No es que lo esperase por parte de Marb, pero la costumbre de años y años costaba de quitarse. Tras un par de segundos de titubeo, asomó un ojo expectante por entre dos dedos abiertos.

Marb esperó pacientemente a que Rowane se quitara las manos de la cara. Por entre los dedos, viste la sonrisa afable aunque pesarosa del líder rebelde.

—Llevaba encima un conjuro de disfraz para ocultar su identidad, y los ástirax lo olieron. Lo desactivó en cuanto los vio, pero fue tarde —admitió Marb—. Lo que siguió fue una persecución desesperada por el Nidal.

Marb negó con la cabeza.

—Valeria no conoce la ciudad —recordaste cómo se había perdido buscando El Laúd—. Tuvo mucha, mucha suerte. Cuando la encontramos estaba aterrada. Y no es una mujer que se asuste fácilmente.

Rowane suspiró tan hondo que por un momento creyó que los pulmones se le fueran a dar la vuelta. Se apoyóde espaldas contra una caja notando que le flojeaban las rodillas pero a la vez con la sensación aliviada de que le hubiesen quitado una losa de cien toneladas de encima.

—El que no se asuste ante la perspectiva de volver al Palacio de Marfil es un monstruo sin alma—musitó recordando con un escalofrío el relato de la apóstata sobre lo que les hacían a los magos en aquél lugar

Espera ¿se estaba preocupando por una humana?

¡Se estaba preocupando por una humana!

Aquello era nuevo. Rowane no lo entendía, no sabía exactamente en qué momento había subido tanto la apóstata en su escala de valores... o más bien cabría decir que no se esperaba que lo hubiese hecho.

Valeria era la primera humana que (a pesar de tener la alegría de una espiga de trigo) se había portado bien con ella y la había cuidado cuando había estado a punto de morir. Tal vez fuera aquello... pero el caso es que no se había dado cuenta del punto hasta el cual lo agradecía y valoraba hasta ahora.

—Bueno, pero es... está bien, ¿no? No llegaron a cogerla.

—Todo lo bien que cabría esperar, si —asintió Marb—. Pero supongo que podrías preguntárselo a ella.

Lassitress sonrió.

—Te preocupas por ella, ¿verdad?

La cara de Rowane volvió a adquirir un ligero tinte granate y desvió ligeramente los ojos. No había hecho ni dicho nada malo y aun así tenía la sensación absurda que a veces asalta a alguien a quien le cuesta admitir algo de que le estuviesen pidiendo que confesase algún secreto de estado.

—Bueno me... yo... esto... —se palmeó la frente y volvió a empezar—. Sí.

Mejor resumirlo todo en un monosílabo.

—Es decir, me salvó la vida. Creo que a los drows a los que les ha pasado eso se cuentan con los dedos de una mano, y sobran varios dedos...

—Y la gente que es capaz de apreciarlo y agradecerlo también se cuentan con los dedos de la mano —replicó Lassitres—, sean drows o no.

—Creo que hemos terminado nuestra pequeña conversación —dijo Marb—. ¿Te parece si volvemos con Aimée y Lotte?

Rowane asintió timidamente en silencio sin saber muy bien si aquello había sido un elogio o un simple comentario, pero el caso es que Lassitress tenía más razón que una santa.

Ante la mención de Aimée, Rowane cayó en la cuenta de que probablemente el "apóstata estúpido que se pasó de la raya" hubiese sido ella al abrasar a Dorenne.

Por un instante le entraron ganas de echar a correr hacia la habitación de al lado, saltar sobre la madame y estrangularla pues por culpa de aquella barbaridad Valeria podría no haberlo contado. Pero se obligó a respirar hondo y a recordar las circunstancias en las que había ocurrido... así que tan pronto como vino, el arranque de inusual mal humor se le fue.

—Sí... claro—respondió tratando de disimular sin mucho éxito inesperadas ganas que le habían entrado de ver a la apóstata—. Tenemos que pensar qué hacemos.

Por cómo había hablado Marb, la iba a ver de todas formas, podría esperar un poco y... bueno, ¿qué demonios? Era demasiado insegura como para preguntar si podía hacer algo, no lo había hecho en su vida.

Rowane, Lassitress y Marb volvieron tan sólo unos minutos después. La conversación parecía haber sido breve.

—Bien, eh... gracias por venir y por ofrecerme vuestra ayuda. Si tomamos alguna acción respecto a Nimruil, contaremos con vosotras y os detallaremos nuestros planes —os agradeció el líder de la rebelión—. Mientras tanto si hay algo más que pueda hacer por vosotros...

Desgraciadamente, hemos llegado a un momento muerto. Dependo de Lúa y de Imladriss para que acaben una escena importante antes de meterme en el juicio de Nimuril, que es un momento catárquico importante en la campaña.

Os invito a que urjáis, acoséis, atosiguéis, flageléis y torturéis de todas formas imaginables a estos dos para poder seguir con la trama principal. Mientras tanto, estoy abierto a ideas sobre pequeñas tramas personales sobre vuestros pjs o roleos con pnjs que os hayan interesados para pasar el rato mientras ellos terminan.

¡Lo siento por las inconveniencias!

Rowane había vuelto un poco más pálida de lo que se había ido, bueno... teniendo en cuenta de que su piel era del color gris oscuro de la ceniza, "palidecer" era básicamente que su cara había adquirido un tono gris claro. La drow caminaba con ambas manos cogidas a la espalda y la cabeza algo encogida.

—Bueno, sí—titubeó cuando Marb preguntó si podía ayudarles en algo más—. Yo... eh... yo... yo quería...

"¡Ay, cuernos!"

Era realmente difícil pedirle algo a un humano cuando la costumbre de toda una vida era que no se les podía ni mirar a los ojos.

—Quería saber si... ya sabes—se rascó el cogote—. Eso que dijiste antes de un hechizo...

Marb asintió.

—Valeria está en una habitación en la planta de arriba. Aranys te dirá cuál es.

—Sí, eso—Rowane tragó saliva con las mejillas de un cómico color granate y los ojos clavados en el techo—. Gracias.

Acto seguido, salió a paso ligero en busca de la enana.